Comentario Bíblico Adventista Levítico 13
Comentario Bíblico Adventista
Levítico Capítulo 13
2.
La piel de su cuerpo.
Esta expresión aparece solamente una vez en la Biblia. Parece referirse a la epidermis, o capa exterior de la piel.
La lepra era común en Egipto en la antigüedad. Sin duda fue allí donde los israelitas tuvieron su primera relación con ella. Sin embargo, Dios en su misericordia prometió protegerlos de las enfermedades de Egipto si le obedecían (Exo. 15: 26).
Hinchazón, o erupción.
Cuando aparecía tal síntoma, la persona debía ser llevada ante
Aarón o uno de los sacerdotes para ser examinada. La expresión "será traído"
(Lev. 13: 2) implica la renuencia de parte de la persona para ir por sí misma,
sabiendo lo que esto podría significarle a ella misma y también a su familia si
se encontraba que estaba leprosa. Por esta razón debía ser traída.
Llaga de lepra.
La palabra "lepra" se deriva de un vocablo que significa
"derribar de un golpe", "azotar". La lepra era pues un "azote". Los judíos
consideraban que una persona enferma de lepra había sido herida por Dios.
En tiempos de los israelitas, se consideraba que la lepra era la más
terrible de todas las calamidades. Se creía que era un castigo directo de Dios
por los pecados cometidos. Cualquiera que sufriese de ella -fuera príncipe o
campesino - era excluido de la sociedad y considerado merecedor de poca simpatía
y compasión; era un paria entre los hombres.
Algunos críticos sugieren
que en el cap. 13 se tratan siete enfermedades diferentes, pero que el escritor,
por no ser médico, creyó erróneamente que eran diversos aspectos de la misma
enfermedad y, por ignorancia, llamó a todas lepra. No están de acuerdo los
críticos en cuanto a la identificación de esas siete enfermedades. Si los
hombres de ciencia modernos desean hacer distinción entre las diversas formas y
etapas de la plaga, y darles nombres diferentes, pueden hacerlo. La Biblia fue
escrita para la gente común y no se preocupa de las definiciones de la ciencia
moderna. Usa una terminología común, apta para el hombre común.
La
Biblia no da ninguna información en cuanto al origen, al contagio o la curación
de la enfermedad. Se la consideraba, como fue ya dicho, como un castigo por el
pecado. Esto pareciera haber ocurrido en el caso de María (Núm. 12: 10-15),
Giezi (2 Rey. 5: 27) y Uzías (2 Crón. 26: 16-21). Cualquiera hubiese sido la
causa, el paciente era aislado, expulsado de su casa, no se le permitía entrar
en ninguna ciudad amurallada; era excluido del santuario, ya no podía asistir a
ningún tipo de reunión. Cuando se le acercaba otro ser humano, debía cubrirse la
boca y gritar: "Inmundo, inmundo". Si entraba en alguna casa, ésta también
quedaba "inmunda". Cualquiera que lo tocara, corría igual suerte.
En la
primera etapa, la enfermedad no dejaba sino una manchita sobre la piel, la cual
no causaba dolor ni otro inconveniente. Simplemente era una mancha persistente.
A veces transcurrían meses o aun años, con frecuencia muchos años, desde la
primera aparición de las manchas hasta el desarrollo completo de la enfermedad.
Algunas veces los síntomas parecían casi desaparecer, dando esperanzas de
recuperación, para luego reaparecer aún más activos que antes. En las etapas
avanzadas de la lepra, el enfermo presentaba un aspecto repulsivo. Se le iban
carcomiendo la nariz y los dedos, desaparecían los párpados, perdía
completamente la vista, y el enfermo tomaba una apariencia espectral.
La
suya era una muerte en vida. Se le deterioraba la voz y terminaba
desapareciendo; el aliento se le tornaba insoportable; las articulaciones se le
deformaban o se cubrían de las protuberancias propias de la enfermedad; su
cuerpo se cubría de manchas violáceas de carne putrefacta. La enfermedad
avanzaba hasta abarcar todo el cuerpo, terminando así con la vida de la víctima.
No puede concebirse espectáculo más repulsivo. Abandonado por sus amigos y
familiares, el leproso era en todo sentido un espectáculo digno de lástima. No
es de maravillarse que los hombres lo consideraran abandonado de Dios.
Uno de sus hijos.
No era necesario que el sumo sacerdote
realizase el examen. Podía ser hecho por cualquiera de los sacerdotes. Según el
Talmud, aquellos levitas que no pudiesen servir como sacerdotes por tener
defectos físicos, podían servir para examinar estos casos.
3.
El sacerdote mirará.
Debía
examinar la zona infectada, porque podía tratarse de lepra o no. Había dos
señales que debía buscar: pelo blanco en la llaga, y una depresión en la piel.
Debe recordarse que los judíos generalmente eran gente de pelo oscuro. Si
existían estos dos elementos, se declaraba inmunda a la persona.
4.
Más profunda.
Es decir, debajo
de la capa exterior de la piel. El factor causante de la lepra no está en la
epidermis, pero es allí donde aparecen las primeras manifestaciones de la
enfermedad.
11.
Lepra crónica.
Sin
duda había casos de personas que no se habían presentado al sacerdote al ocurrir
las primeras manifestaciones de una posible lepra, personas cuyas familias no se
habían atrevido a presentarlos al sacerdote, sabiendo lo que significaría para
ellos un informe desfavorable. Cuando su condición ya no podía ocultarse más,
iba, o era llevada al sacerdote. Si había hinchazón, si el pelo en ese lugar se
había vuelto blanco, y había también "carne viva", se trataba de "lepra crónica"
y el sacerdote debía inmediatamente declarar inmunda a tal persona. No había
necesidad de ponerla en cuarentena ni en observación para ser examinada
posteriormente.
13.
Declarará limpio al
llagado.
Este caso ha sido motivo de mucha discusión. Sobre el
particular se han mantenido dos posiciones: (1) la persona no había tenido lepra
sino alguna erupción inofensiva, o (2) había tenido lepra y se había curado. El
primero de estos pareceres queda excluido por las declaraciones: "de modo que
cubriere toda la piel" (vers. 12), y "la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo"
(vers. 13). Sin embargo, es posible que esta lepra hubiera tenido un parecido
sólo superficial con lo que hoy llamamos lepra (ver comentarios adicionales al
final del capítulo).
18.
Y se sanare.
El cuarto caso en que podía sospecharse de lepra tenía su origen en un
absceso o divieso, es decir forúnculo. Tal llaga tiende fácilmente a infectarse.
El procedimiento para realizar el diagnóstico era similar al del caso previo
(vers. 2-8).
24.
Quemadura de fuego.
El quinto caso en que podía sospecharse de lepra provenía de una
quemadura, que, a semejanza de un forúnculo, hacía que la piel pudiera
infectarse. La inspección del sacerdote y el procedimiento general del
diagnóstico son los mismos como en el caso previo (vers. 18-23).
29.
En la cabeza.
El sexto tipo de posible
lepra aparecía en el pelo o en la barba.
38.
Manchas blancas.
"Manchas brillantes, manchas blancas"
" (BJ). Se trata aquí de una erupción inofensiva en la piel, pero se la incluye
a fin de que no hubiera confusión posible entre este tipo de erupción y la lepra
para no causar ansiedad a la persona afectada ni a sus familiares. Tal tipo de
"peca" o de "empeine" no era infeccioso.
42.
En la calva.
La calvicie no es una impureza. Pero la
infección puede aparecer allí como en otros lugares. Si aparecía una mancha
debía tratársela como en los otros casos. En éste se trata de una mancha blanca
rojiza acompañada de hinchazón.
45.
Vestidos rasgados.
El leproso llevaba vestimentas de
luto. Debía comportarse como si la muerte ya hubiese obtenido la victoria sobre
él. Los vestidos rasgados eran la señal acostumbrada de calamidad y profundo
pesar (Job 1: 20; 2: 12; Mat. 26: 65). Debía llevar la cabeza "descubierta", o
más bien desgreñada. No debía cortarse el pelo ni peinarse. Debía presentar una
apariencia de desaliño. En las últimas etapas de la enfermedad los párpados, las
orejas y la nariz desaparecían, quedando expuestos algunas veces los huesos de
la cara. Sería difícil imaginarse un espectáculo más repulsivo. Si el leproso
buscaba refugio bajo un árbol, cualquier persona que estuviera sentada a la
sombra del mismo árbol se consideraba contaminada.
El leproso debía
vivir solo, fuera del campamento, y bajo ninguna circunstancia podía entrar en
la ciudad. Dependía de la caridad para vivir. La lepra era en verdad una "muerte
en vida".
47.
Un vestido.
Es decir,
cualquier prenda de vestir. Las vestimentas llevadas por los israelitas eran
mayormente de lana o de lino. Bajo ciertas condiciones climáticas, podían
aparecer en ellas manchas de moho.
NOTA ADICIONAL AL
CAPÍTULO 13
Muchos de los síntomas de los diversos tipos de
"lepra" enumerados en este capítulo, difieren de los síntomas de la enfermedad
que ahora se conoce con ese nombre. Además las disposiciones mosaicas para la
limpieza ceremonial implican la curación a corto plazo de algunos pacientes de
"lepra". Hasta hace pocos años, no se conocía una cura eficaz para la verdadera
lepra.
La palabra traducida "lepra" viene del Heb . tsara' que significa
"golpear", "abatir", "azotar". Una persona afectada de lepra había sido azotada
presumiblemente como castigo divino por actos pecaminosos. Esto fue cierto en el
caso de María (Núm. 12: 10), de Giezi (2 Rey. 5: 27), y de Uzías (2 Rey. 15: 5).
En otros casos de lepra mencionados en el AT no queda claro si este principio se
aplica o no (2 Rey. 5: 1; 7: 3). Gesenius considera que tsara' es intercambiable
con gara' , que se refiere a costras o escaras. La palabra griega leprós, de la
cual se deriva nuestra palabra lepra , quiere decir "áspero", "con escamas",
"con costras". Actualmente se reconocen dos grandes tipos de lepra: lepromatosa
y tuberculoide . Los demás casos se incluyen en un tercer grado "indeterminado".
El tipo lepromatoso es maligno. La lepra tuberculoide -habitualmente benigna-
comprende las variedades macular, micropapuloide y mayor. La "abolición de las
sensibilidades", característica de la lepra, significa sucesivamente la pérdida
de la sensibilidad al calor, al tacto, al dolor y, por fin, a la presión. El
tipo neural, llamado también lepra atrófica o maculoanestésica , es considerado
actualmente como no infectivo, lo que hace innecesaria la segregación del
paciente.
Pareciera lo más probable que la "lepra" de Lev. 13 fuera un
término general usado para describir varias enfermedades de la piel, tales como
la psoriasis y el vitiligo, como también la verdadera lepra. La mayor parte de
los síntomas aquí descritos se parecen a los de la lepra mosaica, o psoriasis.
La "hinchazón" del vers. 2 puede ser similar a las protuberancias
características de la lepra tuberculoide, o posiblemente de la lepra
maculoanestésica. Las "manchas blancas" o "brillantes" (BJ), mencionadas
repetidas veces, pueden haber sido de vitiligo, una enfermedad tropical cuyo
síntoma principal es la aparición de manchas en la piel. En el vitiligo, los
pelos de las partes afectadas se vuelven blancos, como se describe en el vers.
3. La enfermedad comienza con la aparición de manchas pequeñas, pero se extiende
con frecuencia abarcando grandes extensiones de piel. Es inofensiva, pero
desfigura la apariencia, sobre todo de la persona de tez oscura.
El
hecho de que haya diversos síntomas de la "lepra" mencionada en este capítulo
refuerza la posición de que, bajo el título "lepra", se comprenden varias
enfermedades que afectan la piel. En épocas cuando no existía la ciencia médica
como tal, debe haber sido difícil que los sacerdotes dieran un diagnóstico
acertado de las diversas enfermedades que afectan la piel, cuando estas
enfermedades eran parecidas y no había ni siquiera un nombre específico para
cada una. Evidentemente Moisés agrupó todas estas enfermedades similares bajo un
título, tsara' , que se ha traducido "lepra".
La idea de poner en
cuarentena a los enfermos de dolencias contagiosas parece haberse originado
entre los hebreos; era una salvaguardia dada por Dios mismo. Se ha pensado que
la idea bíblica de segregar a las personas que tuviesen "lepra" llevó, en la
Edad Media, a la costumbre de aislar a los enfermos de la verdadera lepra.
Algunos comentadores han sostenido que la lepra se originó en Egipto, pero en
realidad su origen es desconocido. Mucho antes de la época de los israelitas, la
lepra ya se había propagado por el Lejano Oriente, India y Africa, y por las
costas mediterráneas.
La "lepra" en las paredes de las casas o en las
vestimentas tomaba forma de manchas o vetas rojas y verdes. Parece haber sido
una forma de hongo, y aunque era diferente de la "lepra" de los seres humanos,
probablemente indicaba que la casa era insalubre. La ropa infectada podría quizá
extender a los seres humanos una enfermedad causada por hongos.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
45 DTG
227, 722
46-52 MC 212
CBA Levítico
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