Comentario Bíblico Adventista Levítico 15
Comentario Bíblico Adventista
Levítico Capítulo 15
2.
Cuando tuviere flujo de semen.
La palabra hebrea zab , traducida "flujo de semen", "flujo seminal" (BJ), no es lo suficientemente específica como para traducirse en esta forma. Significa más bien "flujo" en general, pudiéndose incluir el flujo normal de ciertas funciones fisiológicas, como también el flujo anormal de alguna enfermedad, tanto en la mujer como en el hombre.
Este capítulo trata de diversos
tipos de contaminación, tanto en el hombre como en la mujer. Esas
contaminaciones no implicaban transgresión moral, aunque tanto la persona
afectada como los que entraban en contacto con ella, quedaban contaminados.
Algunas de estas contaminaciones ocurren en el curso normal de la vida, como en
el caso de la mujer que tiene el "tiempo de su costumbre" o "sus reglas" (BJ),
es decir su menstruación (vers. 25), o un " "flujo de sangre" (vers. 19), o en
el caso del hombre que tiene una "emisión de semen" mientras duerme (vers. 16).
Llegamos a la conclusión de que las contaminaciones descritas en este capítulo
no son resultado del pecado sino del funcionamiento normal del cuerpo, o acaso
de alguna condición anormal.
3.
Su inmundicia.
En este capítulo se mencionan
seis diferentes casos: (1) Condiciones anormales en el hombre (Lev. 15: 2-15;
cf. Lev. 22: 4; Núm. 5: 2). (2) Condiciones normales en el hombre (Lev. 15: 16,
17; cf. Lev. 22: 4; Deut. 23: 10, 11). (3) Relaciones conyugales normales (Lev.
15: 18; cf. Exo. 19: 15; 1 Sam. 21: 5; 1 Cor. 7: 5). (4) Condiciones normales en
la mujer (Lev. 15: 19-23; cf. Lev. 12: 2; 20: 18). (5) Relaciones conyugales
inoportunas (Lev. 15: 24; cf. Lev. 18: 19; 20: 18). (6) Condiciones anormales en
la mujer (Lev. 15: 25-30; cf. Mat. 9: 20; Mar. 5: 25; Luc. 8: 43).
14.
Dos tórtolas.
En el primero y
en el sexto de los casos enumerados en el comentario del vers. 3, cuando
existían condiciones físicas anormales, se requería un sacrificio. En los otros
casos, no hacía falta. El sacrificio era la menor de todas las ofrendas de
sangre: una tórtola o un palomino como ofrenda por el pecado, y lo mismo como
holocausto (vers. 29, 30).
31.
A fin de que no mueran.
Cualquier persona
que se hubiera atrevido a entrar en el santuario en ese estado de contaminación,
lo habría contaminado, a pesar de que en la mayoría de los casos la
contaminación personal era involuntario y no requería un sacrificio. Estos
reglamentos indican el interés de Dios en la salud y la higiene personal, y al
mismo tiempo servían para hacer resaltar la santidad de las cosas sagradas. La
contaminación ceremonial era símbolo de la contaminación moral. En las leyes
levíticas, se hace una clara distinción entre el pecado real y la inmundicia
ceremonial.
Dios odia al pecado. Lo ha visto desde sus comienzos, y
prevé su fin; sabe lo que es. También aborrece toda clase de impureza, aunque no
sea específicamente pecado. Dios hace distinción entre el pecado y la impureza y
no llama delincuencia moral a lo que es solamente impureza. Pero Dios hace saber
al hombre que toda clase de impureza le desagrada. Esta lección es también para
nosotros.
Dios exige santidad; exige limpieza. Requiere de nosotros
recato y humildad. Requiere que no embotemos nuestra sensibilidad moral con
cosas que tiendan a hacernos menos atentos a su voz.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
4-12 MC
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CBA Levítico
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