Comentario Bíblico Adventista Levítico 5
Comentario Bíblico Adventista
Levítico Capítulo 5
1.
Si alguno pecare.
En la Biblia hebrea, los vers. 1-13 forman parte del cap. 4, pues tratan también de ofrendas por el pecado. Sin embargo, las ofrendas consideradas en estos versículos son algo diferentes de las del cap. 4. Son casos fronterizos entre ofrendas por transgresiones y ofrendas por el pecado. Participan de la naturaleza de ambas ofrendas y usan los dos nombres en forma indistinta.
Por haber sido llamado a testificar.
Se refiere aquí al proceso judicial, en el cual se convocaba a los testigos para que dijeran lo que habían visto u oido. Uno de ellos se niega a testificar, y es declarado culpable. Algunas veces tenemos que cumplir deberes desagradables, deberes que desearíamos evitar.
Al decir la verdad debemos cuidar de no imputar motivos, y juzgar de esa manera
a nuestro hermano. Se debe tener cuidado de que los hechos sean reales y no
meras conjeturas. Las pruebas circunstanciales pueden señalar el camino hacia la
verdad, pero también pueden conducir a conclusiones erróneas. Cuidémonos de no
sacar conclusiones indefendibles.
Un caso tal es el de un diácono, visto
por varios miembros de la iglesia acarreando leña en sábado, mientras pasaba
frente a la iglesia, vestido en ropas de trabajo. Más tarde llegó al culto como
si nada hubiera ocurrido. Fue interrogado, puesto que la transgresión había sido
pública, pero no dio indicios de arrepentimiento. No había duda en cuanto a los
hechos, y el hermano no negó lo que había hecho. Los testigos y el acusado
concordaban en lo que había ocurrido. Su acción era una clara violación del
sábado. Luego él explicó su conducta:
Temprano esa mañana se había
sentido impresionado a visitar a una viuda con dos hijitos, a quienes quería
llevar a la escuela sabática. Al llegar a la casa, encontró a la madre enferma y
la casa sin calefacción. Se fue a su casa y, luego de cambiarse de ropa, llevó
leña hasta la casa de la familia necesitada. Esto era lo que los testigos habían
visto, pero, sin conocer las circunstancias, habían llegado a la conclusión
errónea de que el hermano estaba haciendo lo que no era correcto en sábado.
Un testigo debe decir la verdad, toda la verdad y solamente la verdad.
No debe añadir detalles, ni tampoco quitarlos; no debe juzgar los motivos que
llevaron a realizar la acción. Se evitaría mucha injusticia y mucho pesar si
este principio fuese seguido con mayor estrictez.
2.
Cosa inmunda.
Los pueblos de la antigüedad no tenían el
conocimiento médico que hoy poseemos. No tenían cómo saber que al ponerse en
contacto con ciertas enfermedades podrían transmitirlas. Por lo tanto, el único
principio seguro era evitar todo lo que tuviese aspecto sospechoso. La
transgresión podía llevar a una epidemia. Este principio todavía tiene validez
como medida sanitaria.
Por supuesto las leyes levíticas tenían que ver
en primer lugar con impurezas morales y ceremoniales. Al mismo tiempo, muchos de
estos reglamentos tenían significado tanto para el cuerpo como para el alma. Por
cuanto el pueblo no estaba capacitado para entender ni valorar el aspecto
físico, por lo menos en forma cabal, no se menciona a menudo este factor aunque
esté implícito. En el AT, la palabra tame , traducida "inmundo", sólo se usa
para referirse a la "inmundicia" levítica. Es obvio que en los vers. 1 y 4 el
tema es la responsabilidad moral. Por cuanto la "inmundicia" de los vers. 2 y 3
aparece en la misma categoría de la transgresión indicada en los vers. 1 y 4,
debe ser, en esencia, un asunto de responsabilidad moral. En el código levítico
la "inmundicia" es esencialmente culpabilidad moral o ceremonial, pudiendo en
algunos casos implicar "inmundicia" física.
3.
Si después llegare a saberlo.
Tal vez un hombre no se
daba cuenta de lo que había hecho y, por lo tanto, podría considerárselo
disculpable. Sin embargo, aunque no se diese cuenta de ello, podría constituir
una amenaza para otros por ser portador de infección. De ahí que en ciertos
casos podría no ser totalmente inocente y se le debía enseñar una lección que lo
impresionase tanto a él como a otros. Sin embargo, no es del todo culpable aquel
que es ignorante, a menos que lo sea voluntariamente, habiendo tenido la
oportunidad de informarse.
Algunos adrede cierran los ojos a la luz,
convenciéndose a sí mismos de que, al no verla, no serán responsables de ella.
Pero en el juicio todos tendremos que dar cuenta, no sólo de lo que sabemos sino
también de lo que podríamos haber sabido si hubiésemos hecho el esfuerzo de
aprender.
4.
Si alguno jurare.
Esto
no se refíere a la conversación sino a la solemne confirmación de una promesa de
hacer o dejar de hacer cierta cosa. Cuando dos personas hacían un contrato o un
convenio, había acuerdo mutuo, y ese acuerdo era confirmado con un juramento. Si
una de las partes olvida su promesa, confirmada por juramento, o la repudia a
sabiendas, "si después lo entiende, será culpable".
El faltar a la
palabra es un pecado notorio de nuestra época; y hasta parece ir en aumento. Los
cristianos deben cuidarse de esto. Es fácil acomodarse a las costumbres de
nuestros tiempos, descuidando las normas impuestas por Dios.
5.
Confesará.
Es culpable, y lo
sabe. No basta una confesión general. Debe confesar "aquello en que pecó".
Ninguna otra confesión servirá.
6.
Para su
expiación.
Su ofrenda debía ser una cordera o una cabra, siempre hembra.
Estas eran ofrecidas de la manera habitual, haciendo el sacerdote expiación por
el pecado cometido.
7.
Dos tórtolas.
Dios se apiadaba de los que
eran demasiado pobres como para traer el sacrificio habitual. El transgresor
presentaba dos aves al sacerdote, quien ofrecía una como ofrenda por el pecado y
luego la otra como holocausto.
11.
Flor de
harina.
El culpable podría quizá ser demasiado pobre como para presentar
las dos tórtolas o los dos palominos. Pero aun el más pobre podría traer una
pequeña porción de harina. No debía ponerle aceite ni incienso, porque entonces
hubiera sido una oblación. Sin estas añadiduras, era una ofrenda por el pecado.
El sacerdote tomaba un puñado de la harina y la quemaba sobre el altar,
siguiendo el ritual de las "ofrendas encendidas a Jehová". A fin de que nadie
pensara que se trataba de una obligación, Dios repite que era "expiación".
Aquí nos enfrentamos con una situación inusitada: una ofrenda por el
pecado, sin sangre. Otro factor notable: las otras ofrendas por el pecado no
eran puestas sobre el altar. Pero en este caso, Dios repite, "es expiación".
¿Cómo se ha de explicar la diferencia ritual permitida por Dios en este caso?
Según Heb. 9: 22, "sin derramamiento de sangre no se hace remisión" de
pecado. Esa es la regla. En Lev. 5: 11-13 se nos presenta una excepción a la
regla general. No todas las cosas, sino " "casi todo es purificado, según la
ley, con sangre" " (Heb. 9: 22). El hecho de que en este caso una ofrenda sin
sangre lograba la expiación, probablemente explica el "casi todo".
Indudablemente nunca podrá haber verdadera remisión de pecado sin la
sangre de Cristo. Si así fuera, la muerte de Cristo hubiera sido en vano. Pero
en los símbolos había casos en los cuales se efectuaba la remisión y la
purificación sin el derramamiento inmediato de sangre.
15.
Cuando alguna persona cometiere falta.
Las "cosas
santas de Jehová" son las primicias, los diezmos, las ofrendas y todo aquello
que pertenece al servicio de Dios. La "falta" aquí considerada implicaba haber
retenido lo que debía pagarse o haberlo disminuido, La ofrenda exigida por esta
falta era un "carnero sin defecto". Pero esto no bastaba; el que había cometido
la falta debía también hacer restitución, añadiendo "la quinta parte". Esta
disposición tenía por objeto impedir una retención deliberada, aunque fuera
transitoria, de lo que correspondía dar. En caso de duda en cuanto a la cantidad
implicada, el sacerdote era quien debía calcularla. Luego de haberse hecho la
restitución, el sacerdote hacía " "expiación por él con el carnero del
sacrificio por el pecado" " (vers. 16).
17.
Aquellas cosas que por mandamiento de Jehová no se han de
hacer.
Esta segunda situación es similar a la primera (vers. 14-16),
pero tiene que ver con las "cosas que ... no se han de hacer". Estas cosas son
las que desagradan a Dios aunque no son mencionadas específicamente.
Dios se ocupa de principios más bien que de detalles. Los Diez
Mandamientos tienen que ver con los principios fundamentales. El mandamiento "No
hurtarás" no especifica qué cosa no debe ser robada. Lo abarca todo, No dice:
"No hurtarás las cosas grandes"; tampoco dice: "No hurtarás las cosas pequeñas".
Simplemente dice: "No hurtarás". En el caso que consideramos, Dios podría haber
dado más detalles. Si así hubiera sido, algunos podrían haber tenido la
tentación de pensar que las cosas mencionadas eran más graves que las omitidas.
Por eso Dios incluye todas las transgresiones en la frase "todas aquellas cosas
que por mandamiento de Jehová no se han de hacer". Nadie podía aducir
ignorancia. Aunque la sentencia puede haber parecido dura, era justa.
18.
Por ignorancia.
La ignorancia
es algo de lo cual debemos arrepentirnos. Generalmente no se considera la
ignorancia como transgresión. Dios tiene compasión de los ignorantes, y nosotros
también la hemos de tener. Pero debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance
para reparar nuestras faltas.
CBA Levítico
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