Comentario Bíblico Adventista Éxodo 32
Comentario Bíblico Adventista
Éxodo Capítulo 32
l.
Moisés tardaba.
Moisés ya había estado varias semanas en el monte cuando el pueblo le exigió a Aarón que le hiciera "dioses" (Deut. 9: 9-12). La larga ausencia de Moisés los había dejado inquietos e impacientes. Les faltaba la fe de Moisés y de sus padres, quienes se sostuvieron "como viendo al Invisible" " (Heb. 11: 27).
Es digno de notarse que la demora de Moisés se transformó en motivo de apostasía para el pueblo de Dios (ver Eze. 12: 21-28; Hab. 2: 2-4; Mat. 25: 1-13). Del mismo modo, algunos no estarán listos para recibir al Señor cuando venga "la segunda vez" (Heb. 9: 28). En ese día muchos dirán: " "Mi señor tarda en venir" , y se entregarán a la maldad (Mat. 24: 45-51; Luc. 12: 37-48; 2 Ped. 3: 3-18).
Los israelitas temían que los hubiera abandonado su dirigente, del cual habían llegado a depender. Mientras tenían a Moisés con ellos, para animarlos con sus exhortaciones y apoyarlos con su ejemplo, lograban mantener una vida espiritual más elevada y andaban por fe, "no por vista" (2 Cor. 5: 7). Cuando su presencia les fue quitada, hubo una reacción, y triunfó la "carne" sobre el "espíritu". Aunque desde la llanura se podía ver claramente en la cima del monte la oscura nube en la cual había entrado Moisés cuando subió al monte con Josué, y esa nube se iluminaba de tanto en tanto con los rayos de la presencia divina, les parecía a muchos que Moisés los había abandonado o que había sido consumido por el fuego devorador. El escenario estaba preparado para una dolorosa manifestación de idolatría.
Esta experiencia presenta uno más de esos contrastes notables, tan
característicos de la Biblia, como por ejemplo, el de Cristo en gloria sobre el
monte de la transfiguración y sus discípulos en la llanura, disgustados y
derrotados (Mat. 17: 1-18). En este pasaje, mientras Moisés estaba en el monte
recibiendo las tablas de la ley y las instrucciones concernientes al verdadero
culto y el excelso y sagrado oficio del sumo sacerdote, el pueblo en el llano
notoriamente estaba desobedeciendo al Señor. Y, paradójicamente, fueron
inducidos a la idolatría por el mismo que había sido designado para ministrar
ante el Señor.
A Aarón.
Si el hermano de Moisés hubiese tenido
fe y firmeza de carácter, este triste incidente de la historia de Israel podría
haberse evitado. La debilidad de carácter demostrada por Aarón y su espíritu de
transigencia con el pecado no sólo hicieron inefectivo su liderazgo espiritual
sino que lo transformaron en un dirigente rebelde.
Haznos dioses.
Durante su permanencia en Egipto, los hebreos se habían acostumbrado a
formas materiales de la deidad. Por eso les resultaba difícil confiar en un Dios
invisible. Aunque la palabra hebrea traducida "dioses" es 'Elohim , o sea que
está en plural, algunos eruditos bíblicos afirman que aquí y en los vers. 4, 8 y
31 debe traducirse "un dios". Lo más probable es que los israelitas pretendieron
hacer una representación de 'Elohim para rendirle culto -transgrediendo el claro
mandamiento del Decálogo (Exo. 20: 5). En su extravío trataron de celebrar una
fiesta a Dios, visible para ellos en ese becerro.
Que vayan delante de
nosotros.
Cansados de esperar tanto tiempo en el Sinaí, y deseosos de
continuar su viaje a la tierra prometida, los israelitas exigieron ser
encabezados por un dios visible que les inspirara confianza y valor (ver 1 Sam.
4: 3-8). Cuánto mejor hubiera sido que hubiesen usado este período de espera
para meditar en la ley de Dios y hubiesen preparado así sus corazones para
recibir mayores revelaciones de él. Si lo hubiesen hecho, hubieran podido
resistir esta tentación. En buena medida, el espíritu de apostasía fue generado
por la "multitud de todas clases de gente" que se había unido con los israelitas
a fin de escapar a las plagas de Egipto. Estas personas fueron un constante
estorbo y una trampa para Israel (Exo. 12: 38; Núm. 11: 4). Pueden compararse
con los "ociosos" de Hech. 17: 5.
2.
Apartad.
Alarmado por la locura desenfrenada del pueblo
y su actitud amenazadora, y viendo en peligro su propia seguridad, Aarón se
rindió ante las demandas de la multitud en vez de defender, con toda nobleza y
valor, el honor de Dios (cap. 23: 2). Con la esperanza de que se negasen a
entregar sus apreciadas pertenencias, mandó que se recolectaran los "zarcillos
de oro". Pero en esto se equivocó. Una vez que hubo dado el primer paso, no pudo
dar marcha atrás.
4.
Estos son tus dioses.
El "becerro" les resultaba natural a los israelitas por cuanto habían
sido testigos del culto al buey Apis en Egipto. Presumiblemente el becerro de
oro era una representación material del verdadero Dios, no de alguna deidad
pagana (ver vers. 5).
5.
Pregonó Aarón.
Sintiendo la aprobación popular, Aarón se identificó aún más con esta
apostasía declarando que harían "fiesta". Esta debía ser "fiesta para Jehová".
Este espíritu de transigencia, el esfuerzo por armonizar el culto del Señor con
el de los ídolos, no se manifestó solamente en este caso; también habría de
motivar gran parte de la idolatría que aquejaría a Israel en el futuro (1 Rey,
12: 26-33; 2 Rey. 17: 32, 33; Sof. 1: 5).
6.
Madrugaron.
Tal era el entusiasmo y el fervor del
pueblo por esta nueva religión, que se levantó muy temprano a fin de comenzar su
culto.
Se sentó el pueblo a comer.
Comúnmente sólo se quemaban
ciertas porciones de los sacrificios y los sacrificadores comían el resto.
Se levantó a regocijarse.
Este fue un desenfreno sensual. Las
fiestas religiosas paganas terminaban en las orgías más relajadas (Núm. 25: 1-9;
1 Cor. 10: 7,8). Este episodio ilustra la lucha constante que hay en la
naturaleza humana entre la carne y el Espíritu (Rom. 7: 23; 8: 1-13). Desde el
momento en que los israelitas salieron de Egipto, habían estado viviendo una
vida espiritual, dependiendo del Dios invisible y reposando bajo su protección.
Pero, a la larga, cuando no experimentaron la influencia del ejemplo y de la
dirección de Moisés, prevaleció el mal. Se volvieron a la idolatría y con ella
al libertinaje tan íntimamente ligado al culto pagano. El placer sensual pasaba
por religión (2 Tim. 3: 4-5). Una religión tal tiene el mismo atractivo hoy para
las multitudes como lo tenía en los días de Israel. Todavía existen dirigentes
dóciles, que se doblegan ante los deseos de los que no están consagrados a Dios,
dirigentes que llevan a sus seguidores al pecado (PP 327).
7.
Tu pueblo.
Dios había
desheredado a Israel; ya no hablaba de él como de "mi pueblo" (Exo. 3: 10; etc.;
cf. Mat. 21: 13; 23: 28). Había quebrantado el pacto hecho con Dios, y se había
apartado de su cuidado y dirección (Isa. 59: 2). El odio al pecado es inherente
al carácter divino. Dios ama al pecador, pero odia el pecado. Moisés, muy
alejado del campamento, no sabía lo que estaba ocurriendo abajo.
8.
Pronto se han apartado.
Hacía
tan sólo unas pocas semanas desde que el pueblo se había comprometido en un
solemne pacto con Dios y le había prometido obedecerle (caps. 19: 8; 24: 3).
Ahora ese pacto había sido quebrantado (PP 331). Al no tener "raíz" en sí
mismos, cuando sobrevino la tentación cayeron fácilmente en el pecado (ver Mat.
13: 20, 21). Muchos de ellos, especialmente las personas que no eran israelitas,
fueron vencidos por sus viejas prácticas idolátricas (ver 2 Ped. 2:22). La
expresión "de dura cerviz" da la idea de caprichosa obstinación, como la de un
caballo que endurece el pescuezo cuando se tiran las riendas hacia la derecha o
hacia la izquierda, negándose a seguir en la dirección deseada.
10.
Ahora, pues, déjame.
Dios
estaba probando a Moisés y preparándolo para lo que vendría en el futuro (Gén.
18: 23-32; 32: 26-28). Esta no fue la última vez cuando pasó por tal experiencia
(Núm. 16: 21,45). Moisés percibió que la propuesta de Dios no era definitiva, e
intercedió por su pueblo.
De ti yo haré.
El Señor puso ante
Moisés la oportunidad de escoger entre su propia gloria, y la honra de Dios y el
bienestar de los que estaban bajo su cuidado (ver Mat. 4: 8-10). Noblemente
estuvo a la altura de la situación y probó su leal consagración a Dios y a la
tarea que se le había encomendado.
11.
Entonces Moisés oró.
Moisés replica que Israel es
todavía el pueblo de Dios, y no suyo (vers. 7). Dios había hecho tanto por ellos
que seguramente no los dejaría ahora, reconociendo así el fracaso de su propio
plan. Moisés puso eso como primer argumento, afirmando que Dios no podía
retractarse. Moisés no podía excusar el pecado de su pueblo, pero podía
interceder por él para que fuese perdonado (ver Job. 42: 10; Jer. 14: 19-21;
Eze. 14: 14, 20; Dan. 9: 4-11).
12.
¿Por
qué han de hablar...?
Las naciones circunvecinas habían sabido de la
maravillosa liberación de los hebreos de Egipto y, como resultado, temían lo que
el Señor pudiese hacer en favor de Israel. Por lo tanto, si Israel era
destruido, los paganos se regocijarían y Dios sería deshonrado. Las acusaciones
de los egipcios resultarían verdaderas y se vería que en vez de llevar a su
pueblo al desierto a sacrificar (cap. 5: 1- 3), lo había llevado allí para ser
sacrificado (cap. 10: 10). El segundo ruego de Moisés fue que se evitara que los
paganos se regocijaran en triunfo sobre Israel.
13.
Acuérdate de Abraham.
En tercer lugar, Moisés le
recuerda a Dios sus promesas a Abrahán (Gén. 15: 5; 17: 2-8), a Isaac (Gén. 26:
4), y a Jacob (Gén. 28: 14; 35: 11). Hasta ese momento las promesas sólo habían
tenido cumplimiento parcial, pero seguramente Dios no faltaría a su palabra.
14.
Jehová se arrepintió.
El Señor
se conmovió por la oración ferviente y desinteresada de su fiel siervo. Dios no
podía rechazar los ruegos de uno que pensaba más en su pueblo que en su propia
exaltación y honor. ¡Qué tributo para el carácter de Moisés! ¡Qué revelación del
amor divino! (Juan 3: 16; Fil. 2: 5-8). Las palabras "Jehová se arrepintió" son
un débil intento de expresar la voluntad divina en lenguaje humano. En realidad,
Dios no puede cambiar de propósito, porque conoce "lo por venir desde el
principio" (1 Sam. 15: 29; Isa. 46: 9, 10; 55: 11). Sin embargo, cuando los
pecadores abandonan el pecado y se vuelven a él, cuando sus hijos le suplican
misericordia y perdón, entonces Dios se "arrepiente". Cambia de la ira a la
misericordia, del castigo al generoso perdón (Sal. 106: 44, 45; Jer. 18: 5-10;
26: 3; Joel 2: 12-14; Jon. 3: 9, 10; 4: 2).
15.
En su mano.
Es decir, en ambas manos (Deut.9: 15).
17.
Cuando oyó Josué.
Al bajar,
Moisés se encontró con Josué, quien había permanecido donde Moisés lo había
dejado seis semanas antes (cap. 24: 12-18). juntos emprendieron el descenso.
Como soldado, Josué pensó que el sonido proveniente del campamento era ruido de
guerra, pero Moisés, prevenido por Dios de que algo andaba mal, sospechó cuál
era la verdadera naturaleza del ruido. El trecho final del descenso del monte
Sinaí no les permitía ver la llanura, de modo que los sonidos se oían antes de
verse qué los causaba. Quizá los montículos de la base del monte escondían de la
vista lo que ocurría (ver com. cap. 19: 1).
19.
Cuando él llegó.
Las ceremonias religiosas de la
mayoría de las naciones de la antigüedad incluían danzas como parte del culto.
Entre los hebreos, éstas eran algunas veces solemnes y dignas, como la danza de
David (2 Sam. 6: 14), y otras festivas y gozosas (ver com. Exo. 15: 20). Entre
los paganos, y especialmente entre las naciones orientales, tales danzas tenían
un carácter relajado y lascivo. Los bailarines egipcios eran expertos del tipo
más degradado, y su danza era sensual e indecente. En Siria, el Asia Menor y
Babilonia, la danza constituía una orgía desenfrenada. Este era el tipo de baile
al que se habían entregado los israelitas, lo que explica la tremenda ira de
Moisés. Era idolatría de la peor clase. No es extraño que arrojara las tablas
violentamente al suelo y las quebrara. Al hacerlo indicó que así como ellos
habían quebrantado su pacto con Dios, así también Dios había quebrantado su
pacto con ellos (Deut. 9:17; PP 331).
20.
Tomó el becerro.
Compárese este incidente con la acción
similar de Josías (2 Rey. 23: 1-27).
Esparció.
Puesto que estas
" "aguas" eran " "el arroyo" que descendía del monte (Deut. 9: 21 ), y no había
otra agua, al tomarla los israelitas se arriesgaban a tragar partículas de oro,
De este modo el instrumento de su pecado se transformó en instrumento de su
castigo. El pecado paga con su misma moneda (Sal. 7:15, 16; 9: 15; Prov. 1: 31,
32; 5: 22). Al destruir completamente el becerro de oro, Moisés le enseñó al
pueblo la total inutilidad y vanidad de un ídolo (1 Cor. 8: 4). Si el becerro no
podía salvarse a si mismo, ciertamente no podría salvar a sus adoradores (Sal.
115: 3-9; Isa. 46: 5-7).
21.
Dijo Moisés a
Aarón.
Luego de haber destruido el ídolo, Moisés naturalmente se volvió
al que había quedado a cargo del pueblo y que, por lo tanto, debería haber
resistido y detenido esta apostasía (cap. 24: 14). Moisés no quería decir que el
pueblo le hubiese hecho algo a Aarón; la pregunta fue formulada como reproche,
como reprensión. Si Aarón se hubiese mantenido firme, tal vez no hubiera
sucedido este incidente pecaminoso (PP 326-327).
22.
Tú conoces al pueblo.
En vez de aceptar
humildemente la responsabilidad de su idolatría, Aarón se excusó culpando al
pueblo. Al hacerlo, mostró ser un auténtico descendiente de Adán y Eva (Gén. 3:
12, 13). ¡Qué contraste con el espíritu de Moisés! (Ver com. Exo. 32: 10-14,
32.)
24.
Y salió este becerro.
A
fin de justificar aún más su conducta, Aarón insinuó que se había realizado un
milagro, que un poder sobrenatural había convertido el oro echado en el fuego en
"este becerro". El poder fascinador del pecado hace que hombres que en otras
circunstancias razonan cuerdamente, se dediquen a racionalizar su proceder.
Aarón hubiera sido destruido por causa de su pecado, si no hubiese sido por la
fervorosa intercesión de Moisés en su favor (Deut. 9: 20). A causa de ser Aarón
el dirigente durante la ausencia de Moisés, su pecado era tanto más condenable.
" "A todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará" " (Luc. 12:
48).
25.
Estaba desenfrenado.
Es
decir, la gente estaba dando rienda suelta a sus pasiones desenfrenadas. Todo
freno moral había sido totalmente abandonado. La gente estaba prácticamente
amotinada, había llegado a un frenesí total. Se había transformado en una turba
incontrolable. Aarón era responsable de la orgía porque había hecho el becerro y
había proclamado la fiesta.
Para vergüenza.
Quizá algunos de los
amalecitas (ver Exo. 17: 8-16) estaban aún en las cercanías contemplando este
tumulto y sus indecencias licenciosas.
26.
Se puso Moisés.
No pudiendo detener este vil
espectáculo, y creyendo que debía recurrirse a una acción más enérgica, Moisés
se puso "a la puerta del campamento" y convocó a todos los que quisieran unirse
con él para aquietar este disturbio. En la guerra entre el bien y el mal no hay
neutralidad posible. O estamos del lado de Dios o del lado de Satanás. No hay
terreno intermedio (Jos. 24: 14, 15; 1 Rey. 18: 21; Mat. 6: 24). La prueba final
de que se está del lado del Señor está en permanecer fiel cuando los que nos
rodean están apostatando. El de carácter débil se pone de parte de la multitud
(Mat. 7: 13, 14). La piedad valiente se manifiesta en poder resistir la
influencia de las multitudes. Demanda valor el ser singular (Dan. 3: 14-18).
Solos entre sus hermanos, los "hijos de Leví" se pusieron del lado del Señor. No
habían participado del culto idolátrico.
27.
Cada uno su espada.
Dondequiera que los levitas viesen
a alguien que todavía persistiera en tomar parte en los ritos licenciosos,
debían matarlo con la espada, sin tener en cuenta ni lazos de familia ni de
amistad (Deut. 33: 8, 9; Eze. 9: 6). Era necesario recurrir a una acción
resuelta para aplastar la rebelión. Jesús aclaró que ningún vinculo terrenal
debe interferir con nuestro cumplimiento del deber para con él (Mat. 8: 21, 22;
10: 37). Así el lugar de fiesta se tornó en lugar de muerte. Esta ejecución
sumaria de quienes habían presidido al pueblo en la idolatría era necesaria para
demostrar a los pueblos circundantes el odio con que Dios consideraba el culto
pagano. Y su propio pueblo debía convencerse de que Dios no toleraría tal
iniquidad. Si Dios hubiese permitido que este delito pasase sin ser severamente
castigado, en el futuro los judíos hubieran cedido más fácilmente ante las
tentaciones de la idolatría. Como amante protector de Israel, Dios quitó de
entre ellos a quienes estaban decididos a seguir en su conducta rebelde, para
que no llevaran a otros a la ruina. Algunas veces Dios, en su misericordia,
permite que perezcan unos pocos a fin de salvar a muchos. Además, si el pecado
hubiese persistido, Dios no podría haberlos protegido, y hubieran caído,
indefensos, ante sus enemigos.
29.
Os
habéis consagrado.
Moisés pronuncia el favor del cielo sobre los
levitas, quienes de todo corazón se le habían unido para castigar a los
idólatras. La palabra hebrea traducida "consagración" tiene la idea de ser
ordenado para un oficio sagrado. En este caso, también implica la bendición
especial que Dios tenía reservada para los levitas, el honor de ser escogidos
para servir en el santuario (Núm. 3: 5-9; 18: 1-7; Deut. 10: 8).
30.
Al día siguiente.
Esto sugiere
que finalmente el pueblo se había dado cuenta de su gran culpa y estaba
aterrorizado pensando que todos los culpables serían muertos. El amor y la
misericordia de Moisés hacia su pueblo lo llevaron a interceder nuevamente ante
el Señor en su favor. Hay aquí una profunda lección que los ministros del
Evangelio debieran examinar bien. Si bien es cierto que, como pastores del
rebaño, debieran amar a sus miembros y atraerlos hacia Dios, también deben
mostrar al pueblo sus transgresiones (Isa. 58: l). Al mismo tiempo, deben rogar
fervorosamente a Dios pidiendo el perdón del pecado mediante la misericordia de
Cristo.
31.
Este pueblo.
Moisés
había hablado con Dios haciendo referencia a los israelitas como " "tu pueblo"
(vers. 1l). Aquí, pensando en la gravedad del pecado que los hacía indignos de
ser llamados pueblo de Dios, se refiere a ellos como "este pueblo".
32.
Que perdones ahora su pecado.
Mejor: "Si te dignas perdonar su pecado..." " (BJ). En el hebreo, se
trata de una frase condicional inconclusa. Tan conmovido estaba Moisés al
dirigir su ruego a Dios, que no completó la oración. Esta podría haber terminado
con un "entonces estaré conforme", o "no hablaré más del asunto". Otros ejemplos
de esta construcción se encuentran en Luc. 13: 9; 19: 42.
Ráeme.
Tan grande era el amor que Moisés sentía por sus hermanos descarriados,
que si no podía impedir su destrucción, por lo menos no quería verla (ver Núm.
11: 15). Estaba dispuesto a no estar registrado "entre los vivientes" " (ver
Isa. 4: 3). Estaba dispuesto a entregar su propia vida, si eso podía servir para
hacer expiación por el pecado de ellos. Estaba dispuesto a llevar su culpa, en
esta vida y en la venidera, a fin de conseguir su perdón. Pablo manifestó una
abnegación similar para con los judíos de sus días (Rom. 9: 1-3). Moisés realizó
muchas acciones nobles, pero ésta fue la más noble de todas. No es fácil estimar
la medida del amor poseído por hombres como Moisés y Pablo, pues nuestras
limitadas facultades mentales no lo comprenden más de lo que un niñito puede
comprender el valor de los héroes. Moisés es un símbolo del Buen Pastor, que
puso su vida por sus ovejas (Juan 10: 11, 15), que fue "cortado de la tierra de
los vivientes" , por la rebelión de su pueblo (Isa. 53: 8; Dan. 9: 26; Juan 15:
13).
De tu libro.
Esta frase se refiere al "libro de la vida",
en el cual están registrados los nombres de todos aquellos que han profesado ser
hijos de Dios (Sal. 69: 28; Dan. 12: 1; Fil. 4: 3; Apoc. 3: 5; 13: 8; 17: 8; 20:
12, 15; 21: 27). Aquellos que se apartan de Dios, los que debido a su falta de
disposición para abandonar el pecado, se endurecen para resistir la influencia
del Espíritu Santo (Gén. 6: 3; Efe. 4: 30; Heb. 10: 29; 1 Tes. 5: 19), serán
borrados del libro de la vida y serán destruidos.
33.
Al que pecare contra mí.
En general la Biblia enseña
que cada uno debe llevar su propio castigo (Deut. 24: 16; 2 Rey. 14: 6; Sal. 49:
7, 8; Jer. 31: 29, 30; Eze. 18: 20). Solamente existe una expiación vicaria
aceptable según la Palabra de Dios, y ésa es la expiación de Jesucristo, el cual
al no tener pecado, podía ser castigado por los pecados de otros (Isa. 53: 5, 6;
Juan 1: 29; 1 Cor. 15: 3; Heb. 9: 28; 1 Ped. 2: 24). En su intercesión por
Israel, Moisés simbolizó la intercesión de Cristo por los pecadores. Pero no
podía llevar la culpa de los transgresores como lo hizo nuestro Señor.
34.
En el día del castigo.
Se ha
sugerido que esto pueda referirse a la afirmación de que ninguno de los que
había salido de Egipto podría entrar en Canaán (Núm. 14: 26-35).
35.
Jehová hirió.
Luego de la
matanza de los 3.000 (vers. 28) se declaró una plaga en el campamento. Aun ésta
era una evidencia de la misericordia divina, para hacer resaltar el peligro de
ceder al pecado. Aunque Dios estaba dispuesto a perdonar a los suyos, si ellos
podían obtener demasiado fácilmente ese perdón, serían más osados para cometer
transgresiones otra vez. Debían estar persuadidos de los malos resultados de la
iniquidad. El consuelo fue postergado a fin de que esa convicción pudiese
arraigarse más profundamente.
En todo el trato de Dios con nosotros hoy,
debiéramos estudiar para entender su propósito divino y aprender las lecciones
que desea que aprendamos. De esta manera quiere desarrollar y fortalecer nuestro
carácter.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-35 PP 325-337; 3T 296-304, 339-341; TM 97-100
1 PP
326; 3T 296, 339, 340; 4T 514
1-6 CM 268; PP 347
2 3T 296
2, 3 PP 327
3, 4 4T 514
4 PP 332; 3T 296, 300, 340; TM
97
4-6 PP 327
5 3T 340
5, 6 TM 97
6 CM 280; HAd
475; 3T 296, 340
7, 8 PP 328
9,10 3T 297
10-12 PP 329
10-14 TM 97
11 PR 12
11-14 3T 297, 340
14 PP
330; 3T 298
15 PP 330
15,16 PP 324; 3T 298
17, 18 PP
330; 3T 298
19 PE 163; 3T 298, 301, 341
19, 20 PP 331
20-23 TM 98
21-24 PP 331; 3T 298
25 TM 98
26 1JT
238; 2JT 213; 3JT 126; PR 108; 1T 337; 2T 607; 3T 272,279,518; 4T 447; 6T 465;
7T 10 26-28 PP 333; TM 99
26-29 3T 301
27, 28 PP 334
28
3T 303,342
30-34 PP 336
30-35 3T 303
31, 32 PE 163
32 DTG 391; SR 206
33 CS 537; PP 337; 3T 354
CBA Éxodo
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA ÉXODO
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Me gusta leer las explicaciones que dan de la Biblia, pero me entristece que todavía estén aferrados a guardar el día de reposo, que fue solamente señal (pacto) entre Dios y el pueble de Israel que salio de Egipto Éxodo 31: 12 al 17, los invito a escuchar este vídeo
ResponderBorrarhttps://www.youtube.com/watch?v=GqlazospoH4 no pierden nada con verlo y si ganaran mucho
1 Tesalonicenses 5:21-23 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
21 Examinadlo todo; retened lo bueno.
EStimad@. El sábado viene de la creación Gn.2:1-3, Dios lo dió a Adán y Eva, y ellos a quiénes representan? Sí, a la humanidad, pues son considerados como nuestros primeros padres, sin distinguir raza, credo o nacionalidad. Engrandecido sea Dios por su regalo, el sábado.
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