Comentario Bíblico Adventista Éxodo 11
Comentario Bíblico Adventista
Éxodo Capítulo 11
1.
Una plaga.
Aunque Dios había indicado previamente a Moisés que se necesitarían varios castigos a fin de inducir a Faraón a que diera permiso para la partida de ellos (caps. 3: 19; 9: 14), nunca le reveló el número preciso de plagas que se requerirían. Por primera vez ahora se levanta el velo de la incertidumbre en cuanto al tiempo cuando podría esperarse la liberación.
Os echará.
El verbo hebreo es sumamente enfático. Finalmente Faraón los echaría sin hacer excepciones de ninguna clase.
2.
Cada uno.
Al principio sólo las mujeres iban
a "pedir" (ver com. cap. 3: 22). Ahora, al llegar el tiempo, fueron incluidos
los hombres. Puede parecer extraño que se indicara a los hombres, tanto como a
las mujeres, que pidieran alhajas de sus vecinos. Sin embargo, hay monumentos
egipcios que presentan a los hombres llevando tantas alhajas -collares,
brazaletes, anillos, etc.- como las mujeres.
3.
Moisés era tenido por gran varón.
Algunos han pensado
que es extraño que Moisés, si fue realmente el autor del Pentateuco, hubiera
hecho un comentario tal. Sin embargo, no hay nada en esa afirmación que
demuestre vanidad de parte de él. Simplemente está explicando por qué los
egipcios dieron tan liberalmente de sus recursos. Era natural que, como el
instrumento de Dios, el pueblo relacionara a Moisés con las "muy grandes"
señales de que había sido testigo. En primer lugar, él había desconcertado a los
magos (cap. 8: 18, 19); luego había impresionado de tal manera a los cortesanos,
que una cantidad de ellos aprovechó de sus advertencias y salvó su ganado (cap.
9: 20). Finalmente casi toda la corte llegó a convencerse de que él tenía poder
para destruir el país (cap. 10: 7). Moisés había tratado al rey de igual a
igual, y el hecho de que el pueblo lo reverenciara como a un dios,
automáticamente acrecentó el prestigio de Moisés ante ellos. Si no hubieran
considerado que Moisés era una persona sumamente extraordinaria a quien sería
peligroso molestar, probablemente desde hacía mucho tiempo habría sufrido una
agresión. Como estaban las cosas, toda la nación pareció contenta de que
estuviera por irse el pueblo que les había ocasionado tantas desgracias, y por
lo mismo dieron gustosamente de sus recursos.
4.
Dijo, pues, Moisés.
Una vez más Moisés apareció en la
presencia de Faraón. De acuerdo con el pasaje del cap. 10: 28, Faraón lo había
amenazado con la muerte si se atrevía a hacerlo. Es evidente que Moisés no
hubiera regresado si no hubiera sido por una explícita orden divina.
A
la medianoche.
Esta medianoche no puede ser la que siguió al día en el
cual Moisés hizo el anuncio al rey, pues sólo después de su conversación con
Faraón recibió Moisés instrucciones en cuanto a la pascua. Esas instrucciones
deben haber sido comunicadas al pueblo varios días antes de la fiesta de la
pascua y de su partida de Egipto (cap. 12: 3, 6). Sin duda no se especificó cuál
sería esa noche a fin de que Faraón pudiera tener tiempo para considerar la
suerte que les aguardaba tanto a él como a su pueblo.
Yo saldré.
Es digno de notar que el Señor mismo castigó a Egipto con la décima
plaga, mientras que cada una de las otras había sido infligida por Moisés y
Aarón como instrumentos de Dios, a través de un medio natural.
5.
Todo primogénito.
Este golpe
había de caer sobre los primogénitos tanto de los hombres como de los animales.
Dios no deseaba exterminar a los egipcios y a su ganado sino sólo convencer a
aquéllos de que no sería más tolerada su oposición, a los propósitos divinos
para Israel.
6.
Gran clamor.
Son bien conocidas la
intensidad de las emociones de los orientales y la libertad las expresan. Las
pinturas de los antiguos funerales egipcios presentan a mujeres que están
planendo, los cabellos desgreñados y los brazos en alto, y que expresan su dolor
tanto con gestos como con palabras. Herodoto relata que los egipcios se
desnudaban y se golpeaban el pecho en los funerales (ii. 85), costumbre que
también prevalecía entre los semitas. Habiendo un amargo duelo en cada casa, el
clamor de Egipto bien pudo haber sido tal como nunca había sido oído antes y
nunca se oiría otra vez.
7.
Moverá su
lengua.
La palabra traducida "moverá" significa "penetrar cortando", o
"aguzar" , "converger en un punto", y alude al hecho de que el perro da forma de
punta a su lengua cuando gruñe. Israel no sufriría el más leve daño (ver Jos.
10: 21), al paso que morirían muchos egipcios.
8.
Muy enojado.
Literalmente, en el "calor de la ira".
Hasta aquí Moisés había desplegado una paciencia más que que humana en sus
tratos con el rey. Esto era un reflejo de la tolerancia y paciencia de Dios,
cuyo embajador era y en cuyo nombre y con cuya autoridad había actuado, Sin
embargo ahora la ira del siervo de Dios mientras se iba, era una evidencia para
el empedernido rey de que concluía su día de gracia y de que la ira de Dios
estaba por estallar sobre él.
9.
Jehová
dijo a Moisés.
La mayoría de los comentadores toman estas palabras como
una repetición de afirmaciones divinas hechas previamente, y procuran
traducirlas. "Como Jehová le había dicho a Moisés". Pero ellas también pueden
tomarse como una reiterada señal de Dios a Moisés de que cumpliría la predicción
hecha antes de su llamamiento (cap. 4: 23).
10.
Hicieron todos estos prodigios.
Antes de proceder a
relatar la última y más grande de todas las plagas, Moisés se detiene por un
momento para contemplar retrospectivamente la serie de milagros, meditando por
así decirlo en el fracaso de ellos para conmover la terca voluntad de Faraón.
Acerca del endurecimiento del corazón de Faraón, ver com. cap. 4: 21.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
3 PP 278
4-8 PP 279
5 SR 118
10 5T 274
CBA Éxodo
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