Comentario Bíblico Adventista Éxodo 9
Comentario Bíblico Adventista
Éxodo Capítulo 9
3.
Sobre tus ganados.
Hasta aquí las plagas habían sido dirigidas contra los egipcios mismos y no contra sus propiedades. Las propiedades pueden haber sufrido algo durante la plaga precedente (ver cap. 8: 24), pero las diversas aflicciones sólo habían causado alguna molestia y dolor. Ahora las propiedades iban a ser afectadas. Estaba por verse si Faraón quedaría más impresionado por las calamidades que empobrecieran a sus súbditos que por las que sólo les causaran sufrimiento personal. Teniendo esto en cuenta, la mano de Dios hirió primero el ganado de ellos o, más bien, todos sus animales domésticos.
Caballos.
Los caballos eran desconocidos antes de la invasión de los hicsos y, por lo tanto, no aparecen en la lista de animales obsequiados a Abrahán (Gén. 12: 16). Por primera vez llegaron a ser comunes durante la decimoctava dinastía. Parecen haber sido usados principalmente con propósitos bélicos.
Caballos.
Los caballos eran desconocidos antes de la invasión de los
hicsos y, por lo tanto, no aparecen en la lista de animales obsequiados a
Abrahán (Gén. 12: 16). Por primera vez llegaron a ser comunes durante la
decimoctava dinastía. Parecen haber sido usados principalmente con propósitos
bélicos.
Camellos.
Los camellos no eran comúnmente usados en el
antiguo Cercano Oriente antes del siglo XIII AC. De ahí que se los mencione con
poca frecuencia en los registros bíblicos anteriores. Sin embargo, las
representaciones de camellos encontradas en Egipto, Siria-Palestina y
Mesopotamia correspondientes al tercero y al segundo milenio AC, muestran que
esporádicamente se había domesticado a ese animal mucho antes del siglo XIII AC
(ver com. Gén. 12:16; 24:11).
Plaga.
"Grandísima peste" (BJ). El
equivalente de "morriña" o "comalia" (una enfermedad del ganado), es el término
común hebreo para "plaga". Puesto que la enfermedad particular aquí mencionada
afectó sólo a los animales, la palabra podría traducirse: "plaga animal". No son
raras en Egipto las enfermedades epidémicas del ganado, y a veces han destruido
gran número de animales. Pero el carácter milagroso de este castigo celestial
fue indicado por su anuncio previo, por su aparición en el día señalado, por su
gravedad y por el hecho de que los animales de los hebreos no fueron afectados.
5.
Mañana.
Se fijó un tiempo
definido para la llegada de la plaga, como en el caso anterior (cap. 8: 23), a
fin de que Faraón pudiera reconocer en ella un castigo de Dios, También habría
un tiempo para que aquellos que creyeran a Moisés recogieran sus animales del
campo (cap. 9: 3).
6.
Todo el ganado de
Egipto.
Es decir, todo el que estaba en el campo (vers. 3). Cuando tuvo
lugar la plaga siguiente, muchos de los egipcios todavía poseían animales (vers.
19). El hecho de que muchos egipcios sacaran su ganado del campo indica cuán
profundamente habían sido impresionados por el poder de Dios y por las
catástrofes que se precipitaban en rápida sucesión.
No murió uno.
Acerca de la distinción entre los israelitas y los egipcios, ver cap. 8:
22.
7.
Faraón envió.
Por primera
vez Faraón manifestó curiosidad acerca de las plagas. Pero a pesar de encontrar
que los hechos correspondían con los anuncios de Moisés, no fue seriamente
impresionado. En un sentido, parece haberse conmovido menos por esta plaga que
por las otras. Indudablemente, no había sufrido gran pérdida personal y le
preocupaba poco la pérdida financiera de sus súbditos. El hecho de que
estuvieran a salvo los animales de los israelitas, puede él haberlo atribuido al
aire más sano de Gosén, o a un conocimiento superior de sus propietarios en
cuanto al cuidado de los animales ya que eran pastores profesionales. Un corazón
obstinado siempre encuentra razones para las cosas que elige creer.
8.
Tomad.
La sexta plaga, al igual
que la tercera, vino sin anuncio previo, aunque el milagro había de ser
efectuado en presencia del rey. Quizá esto ocurrió cuando él estaba yendo hacia
el río para los ritos diarios que allí realizaba (caps. 7: 15; 8: 20).
Ceniza de un horno.
Los eruditos están divididos en cuanto al
significado de la palabra traducida "ceniza". Algunos piensan que debiera
traducirse "hollín". El horno era un fundidor. Esta plaga en particular parece
ser un cumplimiento de la promesa hecha a Abrahán cuatro siglos antes (PP 272).
9.
Sarpullido.
Quizá un "absceso" o
un "forúnculo que se abría formando ampollas". No es clara la naturaleza exacta
de esta enfermedad. Algunos han pensado que se trata de los así llamados
forúnculos del Nilo, de los cuales sufría mucho el pueblo de Egipto hacia el fin
de la inundación anual y que provocaba una picazón casi insoportable. Puesto que
esta dolencia es común en Egipto, difícilmente podría haber sido considerada
como sobrenatural a menos que se presentara con una gravedad sin precedentes.
Algunos han pensado que la plaga fue viruela o una enfermedad de la piel similar
a la lepra.
11.
Los hechiceros no podían
estar.
Parece que hasta entonces los magos siempre pudieron estar
presentes cuando se efectuaban los milagros, aunque a veces no habían podido
falsificarlos. En esta ocasión la plaga cayó sobre ellos con tal gravedad que no
pudieron acompañar al rey, sino que huyeron a sus hogares en procura de
protección y tratamiento.
12.
Jehová
endureció.
Ver com. cap. 4: 21.
13.
Ponte delante de Faraón.
La sexta plaga no tuvo efecto
sobre el duro corazón de Faraón, quien quedó impasible ya fuera ante los
sufrimientos de su pueblo o ante su propia aflicción. Por lo tanto se le ordenó
a Moisés que se presentara una vez más delante de él para advertirle de otros y
más tremendos castigos celestiales.
Dile.
Moisés había de
repetir el mismo mensaje con las mismísimas palabras de antes, lo cual indica
que Dios no cambia (caps. 8: 1, 20; 9: 1; etc.). El largo mensaje que sigue,
hasta entonces sin paralelo, contiene amonestaciones calculadas para impresionar
aun al más endurecido pecador.
14.
Todas
mis plagas a tu corazón.
Este enfático anuncio contrastaba el futuro
inmediato con el pasado reciente, e informaba al rey que Dios había de traer
sobre él castigos aún más severos que los del pasado. Ahora podía esperar plagas
de mayor intensidad y en más rápida sucesión, destinadas principalmente a su
obstinado y terco espíritu. La pérdida de su primogénito, el presunto príncipe
heredero, sometería su endurecido corazón y él aun rogaría a los israelitas que
se fueran y rogaría a los dirigentes de éstos -sus peores enemigos - que le
dieran su bendición (cap. 12: 32).
15.
Yo
extenderé mi mano.
Las formas verbales hebreas de este versículo están
en el tiempo perfecto y no en el futuro, como las traduce la VVR, con lo que así
se crea, al menos, una contradicción aparente (ver además el vers. 16).
16.
Para mostrar.
Dios procede a
explicar su razón por no haber destruido ya a Faraón, cuya obstinación hacía
mucho tiempo que demandaba un castigo tal. La razón aquí presentada es doble:
(1) para que Faraón pudiera experimentar y así llegar a reconocer el poder del
Dios verdadero y ser compelido repetidas veces a dar gloria a Jehová; (2) para
que el nombre de Dios fuera proclamado por toda la tierra. Esto se cumplió
completamente, y Faraón fue forzado a admitir no sólo el poder superior de Dios
sino también su justicia (vers. 27). Los grandiosos acontecimientos que
precedieron al éxodo y lo acompañaron, alcanzaron fama mundial. De acuerdo con
su costumbre de no registrar los sucesos adversos, los egipcios no dejaron
ningún rastro del éxodo en sus monumentos. Pero no pudieron impedir la
propagación del relato de esos grandiosos sucesos en las otras naciones (Exo.
15:14; Jos. 2: 10; etc.). Y hoy día, aunque han pasado más de tres milenios
desde que sucedieron esas " "maravillas en la tierra de Egipto, en el campo de
Zoán" " (Sal. 78: 12), el relato es leído en más de mil idiomas, en cada país
del mundo, proclamado por incontables millares de predicadores y todavía es
creído por millones de judíos y cristianos. ¿Podría haberse cumplido más
literalmente alguna profecía como la que fue dirigida al rey de Egipto?
El tiempo futuro usado en la VVR al traducir Exo. 9: 15, 16 (ver com.
vers. 15) ha inducido a una mala comprensión del carácter de Dios y de la
naturaleza de su trato con los hombres. Da la impresión de que Dios hubiera
predestinado a Faraón para seguir en su actitud de resistir a Dios, a fin de que
el Altísimo pudiera beneficiarse por la dureza de su corazón. Además da lugar a
inferir que Dios lo llamó a la existencia o lo colocó sobre el trono de Egipto
para ese mismo propósito y lo condenó a actuar desafiando la voluntad divina.
Una inferencia tal está en desacuerdo con muchas claras afirmaciones de las
Escrituras que enseñan que Dios no predetermina la suerte de ningún individuo ni
fuerza la voluntad humana (ver Jos. 24:15; Isa. 55: 1; Juan 1: 12; 3: 16; 7: 37;
Apoc. 22: 17; etc.). El pensamiento del hebreo original de los vers. 15 y 16 se
expresa más apropiadamente así: " "Si yo hubiera extendido mi mano y te hubiera
herido a ti y a tu pueblo con peste, ya habrías desaparecido de la tierra; pero
te he dejado con vida, para hacerte ver mi poder, y para que sea celebrado mi
nombre sobre toda la tierra" " (BJ; ver Ed 169-174, 233, 294).
17.
¿Todavía te ensoberbeces?
Tácitamente se entiende que aun en esta hora tardía Faraón podría haber
evitado los mayores desastres que más tarde cayeron sobre él y su pueblo.
Todavía Faraón tendría la oportunidad de decidir por sí mismo si había de
cooperar con Dios o no. En el hebreo, este versículo no es una pregunta sino una
sencilla declaración de un hecho, aunque el sentido no se cambia por eso:
"Todavía te estás exaltando", etc.
18.
Mañana a estas horas.
El hecho de que se fijara el
tiempo para el comienzo de la plaga haría comprender al rey que Jehová era el
Señor del cielo y de la tierra, y que las fuerzas de la naturaleza -todas,
objetos de la idolatría egipcia- eran las criaturas del poder divino y estaban
subordinadas a su voluntad. Lejos de poder ayudarles, esos elementos,
considerados por los egipcios como sus dioses, estaban bajo el control del Dios
de sus enemigos, y él los usaría ahora como instrumentos para el castigo de los
que los adoraban. ¡Cuán grande es el aborrecimiento de Dios por la idolatría!
Granizo muy pesado.
La lluvia, y más especialmente el granizo,
son comparativamente raros en Egipto. La región de El Cairo sólo tiene una
precipitación anual de lluvia de unos 6 mm, y al sur de El Cairo la lluvia es
algo raro. A veces no cae ni una gota durante años. Por lo tanto es comprensible
que una tormenta de granizo, tal como la que se describe en los vers. 23 y 24,
fuera algo tan extraordinario como para ser considerado un acto de castigo
divino (vers. 27).
Desde el día que se fundó.
Esto procede de
otra típica expresión egipcia, traducida por Moisés al hebreo, la cual - con
muchas otras - muestra que el autor estaba bien familiarizado con el idioma
egipcio. En el vers. 24 el mismo pensamiento se expresa con las palabras: "Desde
que comenzó a ser nación" (BJ). Muchas inscripciones egipcias se refieren al
antiguo pasado cuando su primer rey unió varias tribus formando una nación.
19.
Envía, pues, a recoger tu ganado.
Aun en medio del castigo Dios todavía mostró misericordia, advirtiendo a
los egipcios de su ruina inminente y aconsejándoles que se protegieran tanto
ellos como su propiedad. Si Faraón y sus siervos hubieran aceptado la
advertencia dada tan misericordiosamente, se habrían salvado las vidas tanto de
hombres como de bestias. Por el contrario, no fue tomada en cuenta la
advertencia, y se produjo una gran pérdida de vidas (vers. 25).
20.
El que tuvo temor.
Por primera vez se hace
la insinuación de que había egipcios que habían aprendido a temer al Señor. Es
indudable que el efecto de las plagas gradualmente había convencido a muchos de
ellos que el Dios de los hebreos era en realidad un Dios poderoso. Probablemente
todavía no lo conocían como al único Dios verdadero, sino sólo como a Uno a
quien convenía respetar y aplacar. En el éxodo, "gente extranjera" - los cuales
con seguridad no eran hebreos- (cf. Núm. 11: 4) salió de Egipto junto con los
esclavos que se iban (Exo. 12: 38). Como resultado de las plagas, muchos
egipcios deben haber llegado a la conclusión de que les sería ventajoso unirse
con los despreciados hebreos y beneficiarse con una lealtad -a lo menos nominal-
a su Dios. En ocasión de la séptima plaga, aparece la primera disensión entre
los egipcios que, hasta ese momento, parecían haber estado unidos en su
oposición a los israelitas. Algunos de "los siervos [funcionarios] de Faraón"
aprovecharon de la advertencia dada por Moisés (cap. 9: 19, 20) y pusieron a
cubierto su ganado y rebaños antes de la tormenta venidera.
21.
El que no puso en su corazón.
Una granizada de proporciones suficientes como para poner en peligro la
vida de hombres y bestias sobrepujaba a todo lo experimentado en Egipto y
parecía imposible en absoluto. Por lo tanto, Moisés y Aarón deben haber parecido
para la gran masa de egipcios como o fue Lot para sus yernos: como que se
burlaban (Gén. 19: 14).
22.
Hacia el cielo.
La acción de extender la mano hacia el cielo fue apropiada, pues la
plaga habría de venir del cielo. La mano de Aarón se había extendido sobre las
aguas de una manera similar, en ocasión de la primera y segunda plagas (caps. 7:
19, 20; 8: 6), y sobre "el polvo de la tierra" en la tercera (cap. 8: 17).
23.
Moisés.
Comenzando con la
séptima plaga, Moisés pasa al frente como el único instrumento de Dios. Cuando
llamó a los representantes de los israelitas, Faraón todavía mandó buscar a
Moisés y a Aarón (vers. 27; cap. 10: 8) como los dos con quienes había estado
tratando desde que comenzaron las plagas. Pero Moisés ahora se convierte en el
portavoz de Dios en la presencia del rey y en el ejecutor de los castigos
divinos. Ahora ya debe haber perdido su timidez y temor y debe haberse
convertido en el intrépido defensor de la causa de Dios como lo fue hasta el fin
de su vida.
Tronar y granizar, y el fuego.
Aunque sólo se había
predicho granizo, comúnmente rayos y truenos acompañan las granizadas en los
climas cálidos. La escena peculiar, provocada por la electricidad, que se
describe aquí como fuego que corriera "sobre la tierra", parece haber sido algo
correspondiente a "bolas de fuego".
25.
Aquel granizo.
Por más que los relámpagos hubieran sido
tremendos, fue el granizo el que causó la mayor destrucción. De acuerdo con la
advertencia dada (vers. 19), fueron muertos los pastores y los rebaños que
quedaron a la intemperie.
Destrozó el granizo toda la hierba.
No
en un sentido absoluto, puesto que de acuerdo con el cap. 10: 5 se salvó alguna
vegetación. Más bien indica todo árbol que da cosecha y fruto. Por el cap. 9: 31
es indudable que sólo fueron destruidas completamente dos cosechas: la de cebada
y la de lino, mientras que las otras sufrieron daño en un grado menor.
26.
Solamente en la tierra de Gosén.
Ver caps. 8: 22; 9: 4; 10: 23.
27.
He pecado.
La plaga del granizo hizo una impresión
mayor sobre el rey que cualquiera de los castigos previos. Fue la primera plaga
que produjo la muerte de hombres, y fue la más llamativa y terrible
manifestación del poder divino que él había experimentado hasta entonces (vers.
24). Por eso Faraón fue más humilde que antes, y aunque dos veces había llamado
a Moisés y le había pedido que 551 eliminara las plagas (cap. 8: 8, 28), ésta
fue la primera vez en que el orgulloso rey admitió el error de su proceder.
Aunque fue notable una confesión tal, sin embargo no representó un sincero
arrepentimiento, como lo indica la limitación "esta vez". Más se debió al efecto
del terror ocasionado por los terribles relámpagos y el granizo destructor que a
un genuino pesar por el pecado.
28.
No os
detendréis más.
Otra vez el rey dio su palabra de dejar partir a los
hebreos, si tan sólo cesaba la plaga.
29.
Salga yo de la ciudad.
Posiblemente Menfis o Tanis, más
probablemente esta última (ver com. cap. 7: 15), donde residía el rey y a donde
fueron Moisés y Aarón cuando Dios los envió a entrevistar al rey o cuando fueron
llamados por él.
Extenderé mis manos.
Este es uno de los
diversos textos en los cuales se menciona la costumbre de extender las manos en
oración. No sólo Moisés oraba de esa manera, sino también Job (Job 11: 13),
Salomón (2 Crón. 6: 13) y Esdras (Esd. 9: 5).
De Jehová es la tierra.
Aunque la palabra traducida "tierra" podría también ser traducida
"país", y aplicarse así a Egipto, la primera es probablemente correcta porque
siempre fue el propósito de Dios enseñar a los hombres a reconocerlo, no como a
un dios local sino como al gobernante del cielo y de la tierra.
30.
Yo sé que ni tú ni tus siervos
temeréis.
Sabiendo Moisés que la actitud del rey permanecería tan
inexorable como siempre una vez aliviado de la plaga que vendría, fue lo
suficientemente osado como para expresar su convicción de este hecho delante del
rey. El verdadero temor de Dios se muestra mediante la obediencia a sus
mandamientos, pero el temor de Faraón era de la clase del que sienten los
demonios, pues ellos también "creen y tiemblan" (Sant. 2: 19). Un temor piadoso
conduce a la obediencia, pero el temor del corazón de Faraón lo indujo a hacer
falsas promesas y a un pecado mayor. El genuino "temor de Jehová" no es el temor
rastrero experimentado por Faraón, sino un espíritu de temor reverente que
resulta de apreciar la sublime majestad y el poder de Dios.
31.
El lino.
La información
concerniente a las cosechas que sufrieron indica aproximadamente el tiempo del
año en que ocurrieron las plagas. Los egipcios cultivaban lino porque preferían
las vestimentas de lino. Los sacerdotes sólo se vestían de lino.
"En
caña".
Mejor, "estaba en floración". Esto sería hacia el fin de enero o
los comienzos de febrero.
La cebada.
La cebada estaba ya
espigada aproximadamente por ese mismo tiempo; generalmente se la cortaba en
marzo. Por regla general se cultivaba cebada para la preparación de cerveza,
bebida común entre los antiguos egipcios. También se usaba para alimentar los
caballos y con ella se preparaba pan para las clases más pobres.
32.
El trigo.
En Egipto la cosecha
de trigo comenzaba más o menos un mes después que la de cebada, y continuaba
hasta la primera parte de abril.
El centeno.
El centeno no
crecía en Egipto, y generalmente se acepta que la palabra hebrea aquí traducida
"centeno" en realidad era espelto, una calidad inferior de trigo que actualmente
se cultiva en Egipto como una segunda cosecha. Como lo muestran los monumentos,
se cultivaba con más profusión en tiempos antiguos que hoy en día. Se sembraba
simultáneamente con el trigo, y también maduraba por el mismo tiempo: a fines de
marzo.
La observación de que el lino y la cebada habían sido destruidos,
pero que el trigo y la espelta se habían librado de un daño mayor, muestra que
la plaga de granizo debe haber ocurrido a fines de enero o a principios de
febrero. Eso sería dos o tres meses antes del éxodo. Acerca de la duración de
las plagas, ver com. caps. 7: 25 y 9: 31.
34.
Se obstinó en pecar.
Con perversa impenitencia el rey
"endureció su corazón", como Moisés lo había predicho. Es evidente que sus
signatarios lo apoyaron en esa decisión, aunque la plaga siguiente los convenció
de la inutilidad de una resistencia adicional (cap. 10: 7). No es seguro si
apoyaron a Faraón por servilismo o porque no estaban todavía convencidos del
poder de Dios.
Como algunas de las plagas precedentes, la séptima otra
vez demostró la inutilidad del arrepentimiento proveniente del temor. Así Dios
podría conseguir la sumisión de todos los humanos, pero ese dominio se
invalidaría porque no se ganarían los corazones de los hombres. Se encuentra a
Dios, no en la tempestad ni en el fuego del temor, sino en la suave vocecilla
que habla dentro de] pecho del hombre. Muchos pecadores han pasado por los
portales del temor, donde oyen la voz de Dios, reconocen el poder divino y su
propia indignidad; pero sólo en el silencio del alma se entiende esa voz, y
entonces los hombres son transformados en carácter.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-35 PP
271-276
3 PP 271
3-11 SR 117
6-8, 10 PP 272
11
1T 292
11, 12, 14 PP 272
16 PP 272; PR 273
18-21 PP 274
23-25 SR 117
24-26 PP 275
27 SR 117; 5T 637
27-30, 33-35 PP 275
CBA Éxodo
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