Comentario Bíblico Adventista Éxodo 23
Comentario Bíblico Adventista
Éxodo Capítulo 23
1.
Falso rumor.
Esta es una ampliación del noveno mandamiento que prohibe la calumnia y la difamación. La última mitad de este versículo prohibe unirse con otros para propagar este agravio. Aunque la palabra "testigo" implica que la ley se refiere principalmente a la forma de proceder ante un tribunal, no se limita a eso.
2.
No seguirás a los muchos.
Omitiendo en esta
primera cláusula la palabra "hacer", que no está en el original hebreo, esta
prohibición abarca el mal tanto en hecho como en palabra y pensamiento.
Recordando las palabras de Jesús, no hemos de tomar la forma de vida de los
muchos como nuestro ejemplo (Mat. 7: 13, 14). Uno de los principales peligros
que arrostran los profesos cristianos es la complacencia para amoldarse y seguir
a la multitud, a pesar de la admonición bíblica contra una tendencia tal.
Inclinándote.
Es decir, desviándote. Una traducción mejor de la
última parte de este versículo sería: "Ni darás testimonio en un pleito
ladeándote tras la multitud para pervertir Injusticia". En relación con el
versículo siguiente, esto puede tomarse como una referencia a uno de los jueces
que no debe seguir a los otros jueces para decidir un caso sino que debe tener
su propia opinión y debe mantenerla.
3.
Ni
al pobre distinguirás.
Es decir, no serás parcial a su favor. Esto
parece sorprendente considerando los muchos preceptos que favorecen al pobre.
Sin embargo, simplemente sostiene una justicia imparcial que no debe favorecer
ni al pobre ni al rico. Inclinarse hacia cualquier lado sería una perversión de
la justicia (Lev. 19: 15).
4.
El buey de tu
enemigo.
Esto se refiere a un enemigo personal, no a un enemigo público
como en Deut. 23: 3-6. Anticipa el verdadero espíritu del cristianismo como fue
presentado por Cristo en su reproche de las distorsiones rabínicas de la ley
mosaica (Mat. 23: 4).
5.
¿Le dejarás sin
ayuda?
El asno sobrecargado y caído de un enemigo no debía ser dejado,
sin que se le ofreciera ayuda a éste para ponerlo de pie, a fin de que pudiera
continuar su camino. Esta cooperación misericordiosa colocaría a los dos hombres
en una relación amistosa, facilitando así una posible reconciliación.
6.
No pervertirás el derecho.
Mientras que el vers. 3 amonesta contra favorecer a los pobres por
compasión a ellos, el vers. 6 prohibe hacer discriminación contra el pobre
debido a su pobreza, un error mucho más común. Debe evitarse el prejuicio para
que se pueda hacer estricta justicia. Un tribunal no es un lugar para
sentimentalismos.
7.
No matarás.
Apoyar una acusación falsa contra un "inocente y justo", podría causar
su muerte, atrayendo así la venganza de Aquel que no justifica "al impío".
8.
No recibirás presente.
La
aceptación de un soborno de una de las partes en un juicio adaptando de ese modo
la injusticia, siempre ha sido uno de los pecados más comunes y reprensibles de
los jueces del Oriente. El soborno desvirtúa todo el propósito por el cual
existe la administración de justicia pues su peso en las balanzas de la justicia
las inclina en el sentido equivocado. Por esta razón, ha merecido generalmente
la pena de muerte. Aunque la ley mosaica no fija un castigo para este mal (Deut.
16: 18-20), Josefo afirma que los judíos ajusticiaban al culpable ( Contra Apión
ii. 28). Con todo, cualquiera que hubiera sido el castigo, este precepto debe
haber sido despreciado (1 Sam. 8: 3; Sal. 26: 10; Prov. 17: 23; Isa. 1: 23; Miq.
3: 9-11).
9.
No angustiarás al extranjero.
Esto repite la orden del cap. 22: 21 y probablemente se aplica a los
tribunales de justicia. La palabra "alma" denota la mente, los sentimientos. En
otras palabras, debiera extenderse simpatía por el "extranjero".
11.
El séptimo año.
Aunque otras
naciones tenían sus días de descanso a intervalos regulares o irregulares, los
israelitas observaron años enteros de descanso. Esto quizá los haya expuesto al
reproche de ociosidad de parte de otras naciones. Como la agricultura era
primitiva, se desconocía la rotación de cultivos y no se usaban fertilizantes
artificiales, es probable que no hubiera pérdidas financieras por seguir este
programa. Sin embargo, el deseo de ganancia hizo difícil la observancia forzosa
de esta disposición. El cautiverio de los "setenta años" tuvo el propósito de
compensar por la omisión en observar los años sabáticos (2 Crón. 36: 17-21).
El principal propósito de la ley que aquí se presenta era proporcionar
alimento a los pobres (ver Lev. 25: 1-7). Lo que la tierra producía por sí misma
sin cultivarla pertenecía a todos como una posesión común, aun a las "bestias
del campo". Sin duda también existía el propósito de que este año sabático fuera
de una observancia religiosa mayor: en él se realizaba la lectura solemne de la
ley en la fiesta de los tabernáculos en "el año de la remisión" (Deut. 31: 10,
11). Esta lectura era precedida por un período de preparación religiosa (Neh.
8). Este año sabático debe haber sido un período solemne, que conducía al
autoexamen, a la formación de hábitos santos, y provocaba una elevación
espiritual en el pueblo. Puesto que los cereales, el vino y el aceite eran los
productos importantes de Palestina, es indudable que debía descansar toda la
tierra.
12.
Al séptimo día.
Para
hacer resaltar más su carácter misericordioso, aquí se repite el cuarto
mandamiento. La mayoría de la población extranjera de la Tierra Santa se ocupaba
en duros trabajos (ver 2 Crón. 2: 17, 18), un hecho que explica por qué se
menciona particularmente aquí al "extranjero".
13.
Nombre de otros dioses.
Como una protección contra la
idolatría, el pueblo de Dios no debía ni aun mencionar los nombres de las
deidades paganas. Esta prohibición estaba basada en el principio de que el
familiarizarse con el mal con frecuencia lleva a participar de él. Si se hubiera
cumplido esta orden el peligro de idolatría habría sido completamente eliminado.
Llama la atención que Moisés mismo rara vez pronunciara los nombres de dioses
paganos. Los escritores bíblicos posteriores y los profetas estuvieron obligados
a hacerlo, tanto para registrar la verdadera historia de Israel como para
censurar la idolatría. Los propagandistas modernos conocen bien el valor de la
repetición de los nombres comerciales, y deliberadamente planifican para
mantener el nombre de su producto delante del público de una manera u otra.
Sería bueno que todo el que desee mantenerse puro y santo recordara que las
expresiones dependen de las impresiones.
14.
Tres veces.
Los versículos 14-17 registran la ley de
las festividades sagradas. Todas las antiguas religiones paganas tenían períodos
de fiesta anuales que conmemoraban la supuesta benevolencia de sus dioses.
Reuniéndose en grandes asambleas, la gente se inspiraba y animaba mutuamente a
una consagración mayor y a un agradecimiento más cordial que en otras
oportunidades. Tales festividades eran frecuentes en Egipto y ocupaban un lugar
importante en la vida religiosa.
Probablemente la familia de Abrahán
celebraba acontecimientos de esta naturaleza en Mesopotamia, y el Señor ahora
sancionó estas tres fiestas como un estímulo de la piedad. Estas fiestas debían
(1) referirse al mismo tiempo tanto a la agricultura como a la historia al
relacionarse con el transcurso de las estaciones y también con grandes sucesos
de la vida de la nación; (2) debían observarse tan sólo en un lugar; donde
estaba situado el tabernáculo; (3) toda la población masculina debía asistir a
ellas (vers. 17; ver com. Lev. 23: 2).
15.
La fiesta de los panes sin levadura.
Esta fiesta de
principios de la primavera venía al comienzo de la cosecha de la cebada, en el
mes de Abib (Nisán); comenzaba con la pascua y una santa convocación, duraba
siete días y terminaba con otra santa convocación (Lev. 23: 5-8). Se comía pan
sin levadura durante esos siete días en conmemoración del éxodo apresurado de
Egipto (Exo. 12: 33, 34, 39). La levadura era un símbolo del pecado y del error
(Mat. 16: 6, 11,12; 1 Cor. 5: 6-8). El pan sin levadura representaba la
liberación del pecado de Aquel que es el pan de vida (Juan 6: 35, 48, 51). Una
gavilla de cebada nueva, los primeros frutos de la cosecha, era ofrecida como
una ofrenda mecida delante del Señor (Lev. 23: 9-14). El tiempo señalado era el
15º día del primer mes, Nisán (Lev. 23: 6). Esta fiesta, que comenzaba con la
pascua, era un símbolo de la liberación de los pecadores del poder del pecado
mediante la muerte de Cristo. Cuando el Salvador se ofreció a sí mismo en el
Calvario, cesó el significado de la pascua porque ella lo anticipaba (1 Cor. 5:
7). El rito de la Cena del Señor fue instituido como un recordativo del mismo
acontecimiento (Luc. 22: 14-20).
Ninguno se presentará delante de mí con
las manos vacías.
Los que asistían a la fiesta debían presentar una
ofrenda voluntaria al Señor. Un oriental nunca va ante su superior sin un
regalo. No menos se esperaba de un israelita cuando se aproximaba a Jehová, el
Rey de la teocracia.
16.
La fiesta de la
siega.
Debían contarse cincuenta días desde el día cuando se ofrecía la
gavilla de cebada (Lev. 23: 15-21). El 50º día era llamado "la fiesta de las
semanas" porque siete semanas completas lo separaban de la pascua. En los
tiempos del NT fue llamado Pentecostés, de una palabra griega que significa
"quincuagésimo". Esta fiesta se celebraba en la última parte de nuestro mes de
mayo o a principios de junio, el tiempo de la cosecha de primavera. Para
expresar gratitud por los cereales, dos hogazas cocinadas con levadura eran
presentadas delante de Dios (Lev. 23: 17). Era una ocasión de gozo (Deut. 16:
9-11). La tradición judía relacionaba la fiesta con la promulgación de la ley
que ocurrió unos 50 días después de la salida de Egipto (ver Exo. 19: 1- 16), y
por lo tanto uno de los propósitos del Pentecostés era conmemorar la
promulgación de la ley. Para los cristianos de los tiempos apostólicos también
conmemoraba la dádiva del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, cuando la
iglesia naciente cosechó los primeros frutos del Evangelio (Hech. 2: 1- 12, 41).
Los primeros frutos de tus labores.
Literalmente, " "de las
primicias de tus trabajos" " (BJ). La expresión está relacionada con "cosecha",
no con "fiesta".
La fiesta de la cosecha.
En otros pasajes, es
comúnmente llamada "la fiesta de los tabernáculos" porque la gente debía hacerse
cabañas para morar en ellas durante la fiesta (Lev. 23: 33-36; Deut. 16: 13-15;
31: 10; Juan 7: 2). Esta festividad de ocho días comenzaba en el 15º día de
Tishri, que caía en la parte final de octubre o a principios de noviembre. Las
aceitunas habían sido cosechadas y se había completado la vendimia. Una santa
convocación señalaba su comienzo y su fin. Era un período de alegría y
agradecimiento por la recolección final de la cosecha otoñal y conmemoraba el
feliz viaje de los israelitas de Egipto a Palestina. Además habían observado el
gran día de la expiación tan sólo unos pocos días antes y habían recibido la
seguridad de que sus pecados no serían más recordados. Estaban en paz con Dios.
Bien podían reconocer la bondad del Eterno y alabarlo por su misericordia. La
fiesta de los tabernáculos no sólo conmemoraba la permanencia en el desierto
sino que -como la fiesta de la cosecha anticipaba la recolección de la cosecha
de la tierra (PP 581-583). Indudablemente durante el cautiverio esta fiesta fue
descuidada, pero en el tiempo de Nehemías otra vez fue observada con mucho gozo
(Neh. 8: 13-18).
A la salida del año.
Es decir al fin del año
agrícola y civil, después de que se habla recogido la cosecha.
17.
Tres veces en el año.
Considerando que
Palestina es un país pequeño, de menos de 232 km. de largo por 120 km. de ancho,
no era onerosa la asistencia a esas fiestas. Además tales fiestas agradaban a la
gente, pues eran un medio importante para divulgar informaciones y ofrecían casi
la única oportunidad para que se vieran los parientes y amigos. Los israelitas
pensaban de antemano en esas ocasiones con gozosa anticipación. Ellas ejercían
una importante influencia unificadora y eran así una parte vitalmente importante
de la vida nacional, pues tendían a unir al pueblo en el conocimiento y servicio
de Dios. Al paso que se requería que asistiera "todo varón", otros miembros de
la familia quedaban en libertad de hacerlo si así lo deseaban (1 Sam. 1: 1-23;
Luc. 2: 41-45).
18.
La sangre de mi
sacrificio.
Se trataba del cordero pascual, puesto que la prohibición de
usar "pan leudo" y de que cualquier parte del cordero quedara "hasta la mañana"
se refieren únicamente a esta ofrenda (Exo. 12: 1-11; Deut. 16: 1-5). El cordero
de la pascua era la más importante de todas las ofrendas puesto que simbolizaba
el sacrificio de Cristo, el verdadero Cordero pascual (1 Cor. 5: 7). Con toda
justicia, Dios podía llamarlo "mi sacrificio".
19.
Las primicias de los primeros frutos.
Esto significa o
bien "lo más escogido" de los primeros frutos (Núm. 18: 12) o "las primicias de
todas las cosas" " (Núm. 18: 13). Así como esos primeros frutos de la cosecha de
la "tierra" eran llevados ante Dios, así también Cristo se presentó a sí mismo
ante el Padre como los primeros frutos de la cosecha de la resurrección (Juan
20: 17; 1 Cor. 15: 20-23).
La casa de Jehová.
Esta frase es
sinónimo de la expresión el " "lugar que Jehová tu Dios escogiera para hacer
habitar allí su nombre" " (Deut. 26: 2; 12: 5, 11, 14; 16: 16), y se refiere al
santuario y posteriormente al templo.
No guisarás el cabrito.
Excavaciones realizadas en Ras Shamra, la antigua Ugarit -una ciudad
costera siria frente a la isla de Chipre- revelan que los cabritos de los
sacrificios, hervidos en la leche de su madre, eran un rito practicado por los
cananeos. Probablemente para evitar este rito pagano Dios prohibió que su pueblo
procediera así.
20.
Envío mi Ángel.
En estos versículos finales del "libro del pacto" (vers. 10-31)
encontramos las promesas que Dios cumpliría si su pueblo observaba sus
requerimientos. Dios siempre nos anima con " "el galardón" (Heb. 11: 26). Estas
promesas eran condicionales, pues Dios puede bendecir a su pueblo únicamente si
le obedece. El "Ángel" claramente se refiere al " "ángel del pacto" (Mal. 3: 1),
es decir a Cristo (PP 256, 320). La palabra mal'ák , "ángel", significa
"mensajero", y con frecuencia se traduce indistintamente. Cristo fue siempre el
Mensajero de Dios para Israel (PP 381) y como tal dio a su pueblo un
conocimiento del carácter, la voluntad y la misericordia de Dios (Gén. 22: 1,
10-12; Exo. 32: 34; Isa. 63: 7-9; Mal. 3: 1; Juan 8: 56-58; 1 Tim. 2: 5).
En el camino.
No sólo para guiarlos geográficamente (Exo. 23:
23; 32: 34) sino también espiritualmente en las sendas de justicia (Exo. 33: 9;
Deut, 31: 15).
En el lugar.
Una alusión a Palestina, e
indirectamente al hogar de los salvados, del cual ella era un símbolo (Juan 14:
1-3).
21.
El no perdonará.
Esto no
significa que Dios realmente no perdonará, pues el amor de Dios asegura que lo
hará (Sal. 32: 5; 103: 10-12; Isa. 63: 7-9; 1 Juan 1: 9), sino que expresa
vigorosamente, con típico énfasis oriental, la justicia soberana y santidad de
Dios (ver Exo. 34: 7).
Mi nombre está en él.
Aquí la primera
persona de la Deidad, el Padre, habla de la segunda persona de la Deidad, su
Hijo. La afirmación implica que el "Ángel" que lleva el nombre de Dios es
mutuamente igual con Dios mismo (ver Juan 1: 1-3, 14; Col. 1: 13-19; Heb. 1: 8).
23.
Amorreo.
Se menciona a las
"siete naciones" de la Canaán propiamente dicha, con la excepción de una de
ellas, los gergeseos (Deut. 7: 1; Jos. 3: 10; 24: 11). Las haría destruir como
naciones , no como a individuos, pues los tales todavía podrían ser ganados como
prosélitos para la fe de Israel (2 Sam. 23: 39; 24: 18-25; 2 Crón. 8: 7-9).
24.
No te inclinarás.
Debe
recordarse que el culto idolátrico de estos pueblos paganos era licencioso y
envilecedor en extremo. Las ceremonias de algunos dioses paganos y otras
deidades estaban contaminadas con sacrificios humanos y corrompidas por la
prostitución. La iniquidad de esas naciones había llegado al colmo (ver Gén. 15:
16). No es de admirarse que cayera sobre ellas una medida plena de la ira divina
(ver com. Gén. 15: 16).
Sus estatuas.
Literalmente, "sus
columnas" (ver com. Gén. 28: 18).
25.
Quitaré toda enfermedad.
Vivir con salud significa
mucho para protegernos de enfermedades de la mente y del espíritu, tanto como
del cuerpo. De la misma manera, la piedad promueve el bienestar físico (ver DTG
767).
26.
No habrá mujer que aborte.
Esto podría ser el resultado de una intervención especial del favor
divino y de un cuidado providencial, tanto como de vivir saludablemente. No sólo
no habría nacimientos prematuros sino que, como lo implica la última cláusula,
también serían desconocidas las muertes prematuras.
27.
Enviaré mi terror.
Para el cumplimiento de esta
promesa, ver Núm. 22: 3; Jos. 2: 9, 11; 9: 24. Realmente los enemigos de los
israelitas huyeron ante ellos (Núm. 21: 3, 24, 35; Jos. 8: 20-24; 10: 10, 11).
Si Israel hubiera proseguido en una obediencia plena, Dios habría quebrantado
del todo el poder de las naciones cananeas.
28.
La avispa.
Algunos han tomado esto como una referencia
a avispas literales, otros como una referencia figurada a los egipcios, que
repetidas veces invadieron a palestina durante el tiempo de Josué y de los
jueces, o al temor experimentado por los cananeos (Jos. 2: 9; ver nota adicional
a Jos. 6; ver com. Jos. 24: 12).
29.
En un
año.
Al paso que los hombres son impacientes, Dios es magnánimo y
maravillosamente tolerante (2 Ped. 3: 9). Las naciones cananeas no serían
expulsadas todas inmediatamente, (1) para que la tierra no quedara desolada no
habiendo suficiente gente para que la cuidara; (2) para que las fieras no se
multiplicaran y llegaran a ser un peligro. Cuando Israel, el reino hebreo del
norte, quedó despoblado por la emigración de las diez tribus llevadas en
cautiverio, hubo un notable aumento de los leones que devoraban a los pocos que
quedaron (2 Rey. 17: 24, 25). Un caso semejante ocurrido en tiempos más
recientes: en muchos distritos de Francia aumentaron los lobos después de la
guerra franco-prusiana. Otra razón por la cual las naciones no fueron expulsadas
inmediatamente fue porque Dios deseaba "probar" a Israel para ver si le
obedecería (Juec. 2: 21- 23).
31.
Fijaré
tus límites.
Estos límites no fueron alcanzados hasta 400 años más
tarde, bajo David y Salomón (1 Rey. 4: 21, 24; 2 Crón. 9: 26). Moisés confirma
aquí la promesa de Dios a Abrahán (Gén. 15: 18). Puesto que Salomón fue un
"varón de paz" (1 Crón. 22: 9), la obra de constituir el imperio debió ser
cumplida por David (2 Sam. 8: 3-15; 10: 6-19; 1 Rey. 5: 3; 1 Crón. 22: 8).
El Eufrates.
El Eufrates era eminentemente "el gran río" de los
tiempos del AT (ver Gén. 15: 18; Deut. 1: 7).
Los echarás.
Sin
duda muchos de los cananeos fueron desplazados hacia el norte, y pueden haberse
unido con el reino hitita, que durante muchos siglos se opuso formidablemente a
los imperios egipcio y asirio.
32.
No harás
alianza.
El "libro del pacto" termina como comienza, con un solemne
ataque contra la idolatría (cap. 20: 23). La historia posterior de Israel
muestra cuán necesaria fue esta repetida amonestación, y cuán indispensable la
profunda inquietud de Dios para evitarles este error. Trágicamente, la
amonestación fue en vano (2 Rey. 17: 7-18). Puesto que los tratados de paz
usuales en ese tiempo contenían un reconocimiento de los dioses de cada nación,
así como palabras que honraban a esos dioses, los pactos con los pueblos paganos
incluían el reconocimiento de sus dioses.
33.
No habitarán.
Por supuesto, los prosélitos de la
religión de Israel no estaban incluidos en esta orden, ni tampoco los paganos
esclavizados (ver Jos. 9: 27).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE
WHITE
2 CM 170; 1JT 600; 3JT 394; TM 60
4, 5 DTG 463
6-8 Te 43
6-9 PP 320
10, 11 1JT 547; PP 571
11
FE 323
12 PP 320
14 2T 573
14-16 PP 578
14-17 PP
320
20 MeM 316; 3T 356
20, 21 PP 444, 445; SR 166; 3T 340
20-22 PP 320
20-23 SR 142
21 DTG 656
24 PP 386
24, 25, 27-33 PP 585; SR 143
28 PP 465
CBA Éxodo
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