Comentario Bíblico Adventista Éxodo 28
Comentario Bíblico Adventista
Éxodo Capítulo 28
1.
Haras llegar delante de ti.
Hasta este momento Moisés había sido el único medio de comunicación entre Dios y su pueblo. A Aarón su hermano y a los hijos de éste se le encomendaron hasta ahora ciertas tareas que habían pertenecido a Moisés. Como el más manso de todos los hombres (Núm. 12:3), Moisés demostró un carácter noble y semejante al de Dios ( Lev. 8: 1-30; cf. Juan 3:30) al depender con buena voluntad con sus prerrogativas. Se daba cuenta de que luego la proclamación de la ley se hacía necesario tener un sacerdocio separado; el establecimiento del tabernáculo lo exigía. A la proclamación oral de la ley de Dios, había seguido una conciencia del pecado más acentuado (Rom. 3: 20; 7: 9). Esto exigía que hubiera un sacerdocio para mediar entre los pecadores y el Dios santo (ver Heb 2: 17; 5: 1-3), para servir de eslabón entre lo santo y lo profano. Además el pacto había hecho de Israel "un reino de sacerdotes" (Exo. 19: 5,6), y esta vocación sacerdotal de la nación debía expresarse oficialmente mediante la casa de Aarón, como representantes del pueblo (Núm. 3:12; 8: 17,18). Dios deseaba que se construyese el santuario para que pudiese habitar "en medio " de su pueblo (Exo. 25:8), pero sólo los que hubiesen sido consagrados como sacerdotes para representar al pueblo podrían acercarse a la sagrada presencia del santuario. De este modo, cuando el sumo sacerdote intercedía ante Dios a favor del pueblo, lo hacía en nombre de ellos.
Nadab y Abiú aparecen juntos, como también Eleazar con Itamar. Esta separación de los dos pares de hermanos quizá se deba al pecado y muerte prematura de Nadab y Abiú (Lev. 10: 1, 2). No se conoce ningún detalle personal de la vida de Itamar luego de la muerte de sus hermanos mayores (Lev. 10: 6, 12). Eleazar llegó a ser sumo sacerdote (Núm. 34: 17; Jos. 14:1). La familia sacerdotal fundada por Itamar incluyó a Elí (1 Sam. 1:9; cf. 1 Rey. 2: 27 y 1Crón. 24: 3, 6), y continuó luego del cautiverio (Esd. 8: 2).
2.
Vestiduras sagradas.
Dejando de lado la
descripción de los objetos inanimados del tabernáculo, se hace referencia a los
hombres que habrían de oficiar en ese tabernáculo. Después de elegir a los que
serían sus sacerdotes, Dios los hace vestir con vestimentas especiales que sería
el signo distintivo de su investidura. 659
Para honra.
Las
vestimentas serían "para honra" a fin de elevar la función sacerdotal a los ojos
del pueblo, para que considerasen las ministraciones sacerdotales con mayor
reverencia. Esta vestimenta sacerdotal también serviría para distinguir a los
sacerdotes como clase aparte y, en cierto sentido, superior al resto de la
nación. Además las vestimentas debían ser un recordativo permanente para los
sacerdotes mismos de su santa posición y de las exigencias que ésta les imponía
de vivir una vida consagrada. Esas vestimentas les ayudaban a recordar que ellos
eran "administradores de los misterios de Dios" (1 Cor. 4: 1).
Y
hermosura.
Las sagradas vestimentas eran para "hermosura", a fin de
armonizar con la riqueza y el esplendor del tabernáculo en el cual debían
ministrar los sacerdotes, y para destacar la "hermosura de la santidad" (1 Crón.
16: 29; Sal. 29: 2; 96: 9). Las hermosuras de la naturaleza indican que el
Creador es amante de lo bello, y que le agrada la belleza en el culto que le
rendimos. Las vestimentas de los sumos sacerdotes no sólo eran diferentes de las
de los sacerdotes comunes, sino que también eran mucho más hermosas. Se
utilizaba oro en su misma textura y piedras preciosas las hacían brillar. Todo
esto tenía el fin de que fueran hermosas e impresionantes. Los sacerdotes debían
llevar sus vestimentas sagradas cuando servían en el santuario, pero nunca en
otras ocasiones (Exo. 35: 19; Lev. 16: 4, 23, 24; Eze. 42: 14; 44: 19). Estas
vestimentas representaban el carácter de Dios, el cual debía ser reproducido en
los corazones y en las vidas de su pueblo (Isa. 64: 6; 61: 10; Zac. 3: 3, 4;
Mat. 22: 11; Apoc. 19: 8). El hecho de que los colores y los materiales de las
vestimentas del sumo sacerdote fueran los mismos que se usaban para el velo y la
cortina de la entrada del tabernáculo, sugiere la lección de que el carácter de
los que rendían culto, representado por el sumo sacerdote, debía armonizar con
el carácter del santuario (Mat. 5: 48; 22: 11-13; Efe. 1: 3,4; 2: 6; Col. 3: 1,
2; Sant. 1: 27; 1 Juan 2: 15-17).
3.
Los
sabios de corazón.
"Artesanos hábiles" " (BJ). En contraste con el
sentido figurado que actualmente se da al corazón como sede de los afectos y las
emociones, los judíos lo consideraban como asiento de la sabiduría (Exo. 31: 6;
35: 10, 25; Job 9: 4; Prov. 11: 29; etc.).
Para consagrarle.
Como parte de la ceremonia de consagración, Aarón debía ser investido
con estas vestimentas (Exo. 29: 5-9; Lev. 8: 7-13). Las vestimentas también
habrían de ser para los "hijos" de Aarón como sucesores suyos en la función de
sumo sacerdote.
5.
Tomarán oro.
Con
excepción del oro, éstos eran los mismos materiales que se usaban en el velo que
separaba al lugar santísimo del santo (cap. 26: 31), las diez cortinas
interiores (cap. 26: 1) y la "cortina" en la puerta del tabernáculo (cap. 26:
36).
6.
El efod de oro.
El efod era
considerado como la parte más sagrada de las vestimentas sacerdotales, y se
transformó en emblema del sacerdocio (1 Sam. 2: 18, 28; 14: 3; 22: 18). Este
debía sostener al "pectoral", las dos piedras de ónice, y el Urim y el Tumim
(Exo. 28: 9, 30). Era una especie de chaleco, hecho en dos partes: una que
cubría la espalda, la otra el pecho. Estas partes estaban unidas en los hombros
mediante "hombreras" " (vers. 7) y en la cintura por una banda llamada " "cinto
de obra primorosa" (vers. 8), la cual, en realidad era parte integral del efod.
Rodeaba al cuerpo, sosteniendo en su lugar las dos partes del efod. El "oro" era
hilo finísimo, bordado sobre la tela ya confeccionada, según la costumbre
egipcia (ver cap. 39: 3). La " "obra primorosa" (vers. 6) se refiere a la
habilidosa y artística obra de los artesanos. Quizá los israelitas llevaron
consigo pequeños telares desde Egipto. Los colores azul, púrpura, carmesí; el
lino fino, el oro y las gemas del efod, le daban una variedad y una hermosura
que hacían de él la más gloriosa de todas las vestiduras sacerdotales. La
variedad tiene un encanto en sí misma, y es una de las características de la
iglesia, en la que hay " "diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo" "
(1 Cor. 12: 4).
9.
Dos piedras de ónice.
Ha existido cierta diferencia de opinión en cuanto a la identificación
de esta piedra. El problema se debe a la palabra original. La LXX traduce
"esmeraldas". Josefo las llama "sardónice", la mejor variedad de ónice (
Antigüedades iii. 7. 5). Es probable que hayan sido de ónice, que era una
excelente piedra para grabar. En Egipto el anillo real tenía grabado el nombre
de su dueño.
13.
Engastes de oro.
Es decir, engarces o montaduras de filigrana, que eran comunes en los
ornamentos egipcios. Tal vez éstos hayan estado cosidos al efod. Los " "dos
cordones" o cadenillas (vers. 14) de oro trenzado iban prendidos a los engastes.
Estas piedras tenían el doble propósito de recordar al sumo sacerdote que
llevaba sobre sus hombros la solemne y sagrada responsabilidad de ser el
intercesor entre las 12 tribus y Dios, y de recordarle a Dios, por así decirlo,
que el sumo sacerdote representaba a las tribus y oficiaba en lugar de ellas.
15.
El pectoral del juicio.
La
descripción del pectoral es muy detallada, lo que indica su forma intrincada y
su significado (vers. 15-30). El principal propósito del efod era sostener el
pectoral, el cual se ponía por encima del efod y era su principal ornamento. La
palabra que se traduce "pectoral" significa "ornamento". Esta debe haber sido la
parte más brillante y llamativa de la vestimenta del sumo sacerdote. Se lo
llamaba "pectoral del juicio [decisión]", principalmente porque servía para
sostener "el Urim y el Tumim" (vers. 30), mediante los cuales se consultaba a
Dios y por medio de los cuales él revelaba su voluntad al pueblo. El pectoral
estaba hecho de los mismos materiales del efod (vers. 6)
16.
Doble.
El grosor doble le daría al pectoral la
consistencia necesaria para llevar 12 pesadas gemas. Un "palmo" era
aproximadamente medio codo, o sea unos 25 cm.
21.
Los nombres de los hijos de Israel.
Es decir, los
nombres de las 12 tribus. En cada piedra estaba el nombre de una de las 12
tribus. Estos nombres grabados en las 12 joyas ilustran el valor de los hombres
y las mujeres a la vista de nuestro Padre celestial. Dios estima a su pueblo
como gemas preciosas del cofre de su amor (Mal. 3: 17). Su iglesia le es como
una " "novia adornada con sus joyas" (Isa. 61: 10). La iglesia es su "especial
tesoro" (Exo. 19: 5).
En el Apocalipsis las " "doce puertas" y los doce
"cimientos" de los muros de la nueva Jerusalén son piedras preciosas, en los
cuales están " "los nombres""de las doce tribus de los hijos de Israel" " y los
"doce nombres de los doce apóstoles del Cordero" , respectivamente (Apoc. 21:
12, 14). El hecho de que cada una de las 12 tribus estuviese representada por
una gema diferente de las otras, sugiere que cada cristiano tiene su propia
personalidad característica, su propia belleza a la vista del cielo. Dios no
espera que seamos todos iguales. Nos honra por lo que somos y por lo que podemos
hacer para él. Puede haber diferencia de experiencia y de habilidades,
"diversidad de dones", pero siempre se manifiesta el mismo "Espíritu" " (1 Cor.
12: 4-7). El que cada nombre esté grabado en una piedra separada parece sugerir
también que Dios piensa en cada persona de su pueblo como individuo y lo conoce,
lo ama y lo cuida (Sal. 87: 5, 6; Isa. 57: 15; Mat. 25: 40, 45; Luc. 15: 3-10).
La atención que se dedica en este capítulo a minúsculos detalles es
reconfortante para quienes puedan sentir que no están haciendo una gran obra
para Dios. Si no existiese la delicada belleza del detalle, no habría un marco
apropiado para las cosas más visibles, y aparentemente más importantes. Sin lo
pequeño, lo grande no podría funcionar. No menospreciemos las "pequeñeces" "
(Zac. 4: 10), los pequeños servicios realizados con amor. Aunque no sea más que
un "vaso de agua fría" dado a "uno de estos pequeñitos", de ninguna manera
perderemos nuestra "recompensa" " (Mat. 10: 42).
22.
Cordones.
Estos debían hacerse de la misma forma como
los cordones del vers. 14, es decir, de alambre de oro entrelazado como una
cuerda.
23.
Dos anillos de oro.
Estos servían para prender el pectoral al efod. Debía haber cuatro
anillos, uno en cada esquina superior (vers. 23), y uno detrás de cada esquina
inferior (vers. 26). Un cordón de alambre de oro retorcido pasaba por cada uno
de los dos anillos superiores y estaba tomado de los "dos engastes", o engarces
de filigrana, de las piedras que iban en los hombros (vers. 25; cf. vers. 11-
14). Por cada uno de los dos anillos inferiores pasaba una cinta azul, la cual
iba atada a dos anillos colocados para ese propósito en el frente del efod,
"sobre el cinto del efod" (vers. 26-28). Asegurado de esta manera en sus cuatro
esquinas, el pectoral no se podía separar del efod (vers. 28).
29.
Sobre su corazón.
Aarón, al
igual que todos los sacerdotes que le habrían de suceder, debía llevar los
nombres de los hijos de Israel no sólo sobre sus hombros (vers. 12), sino
también "sobre su corazón". De este modo los presentaba continuamente ante el
Señor sobre sus hombros para demostrar que soportaba la solemne responsabilidad
de ellos, y sobre su corazón para indicar el afecto y el amor que sentía por
ellos. Cuando quiera entraba al tabernáculo en representación del pueblo, su
corazón se inclinaba ante el Señor por la conciencia de su pecado y de su
necesidad. Cristo, nuestro Sumo Sacerdote en el santuario celestial (Heb. 3: 1;
8: 1, 2), ha aceptado la responsabilidad de nuestra salvación, porque el "
"principado del reino" " de la gracia está "sobre su hombro" (Isa. 9: 6).
También nos lleva sobre el corazón (ver Gál. 2: 20), porque en toda nuestra
"angustia", "él fue angustiado" , y puede "compadecerse de nuestras debilidades"
(Isa. 63: 8, 9; Heb. 2: 14-18; 4: 14-16).
Por memorial.
El sumo
sacerdote llevaba los nombres de Israel "continuamente", a fin de que siempre
fuesen recordados ante Dios. Nunca debía olvidar su posición y su
responsabilidad como representante de ellos. De la misma manera Cristo vive
"siempre para interceder" por nosotros (Heb. 7: 25), teniéndonos esculpidos "en
las palmas de las manos" (Isa. 49: 16).
30.
Urim y Tumim.
Estas palabras significan respectivamente
"luz" y "perfección". Aunque no hace referencia específica al Urim y al Tumim
por nombre, Josefo habla del "brillo" de las piedras en el pectoral del sumo
sacerdote, "brillo" que había dejado de verse hacía dos siglos debido a la
iniquidad prevaleciente ( Antigüedades iii. 8. 9).Por medio de estas dos piedras
Dios hacía conocer su voluntad. Un halo de luz en torno al Urim era señal de la
aprobación divina en cuanto a los asuntos que se le presentaban, y una sombra
sobre el Tumim era evidencia de su desaprobación (PP 363). Ver ejemplos de esto
en 1 Sam. 23: 9-12; 28: 6; 30: 7, 8. El pectoral era en relación con las
vestimentas del sumo sacerdote lo que era el propiciatorio en relación con el
santuario. En los dos, Dios revelaba su gloria y hacía conocer su voluntad (cf.
Exo. 25: 22; Sal. 80: 1; Isa. 37: 16).
31.
El manto.
Este debía ser llevado por el sumo sacerdote
debajo del efod. Debía ser tejido sin costura (cap. 39: 22; PP 363; DTG 695).
Contra el azul de este manto, los variados colores del pectoral y del efod deben
haber resaltado en vivo contraste. Este manto es símbolo de la perfección de
carácter, del "manto de justicia" " que deben llevar los que tienen fe en Cristo
(Isa. 61: 10; Zac. 3: 4). Como era "tejido" de una pieza y, por ende,
inconsútil, es símbolo de la túnica "sin costura" que llevó Jesús (Juan 19: 23)
y de la unidad que Dios desea que exista en su iglesia (Juan 17: 21-23; Efe. 4:
3, 5, 11-13).
32.
Por arriba habrá una abertura.
La abertura
servía para que pasara la cabeza del sumo sacerdote. El "borde" en torno a esta
abertura fortalecía sus orillas para que no se rompieran o desgastaran.
33.
Granadas.
Probablemente eran
borlas en forma de granadas, cosidas al borde del manto.
34.
Una campanilla de oro.
Las "campanillas" eran de oro
puro (cap. 39: 25), y estaban dispuestas en forma alternada con las "granadas".
Podían ser oídas por el pueblo cuando el sumo sacerdote ministraba dentro del
santuario (cap. 28: 35). El tintineo de las campanillas hacía que los que
rendían culto supieran que él estaba oficiando en favor de ellos en la presencia
de Dios, y los instaba a seguirle con sus pensamientos y sus oraciones, mientras
él llevaba a cabo las diferentes partes del ritual sacerdotal. El sonido de las
campanillas unía al sacerdote y a la congregación en el culto. Si el sumo
sacerdote hubiese intentado realizar el servicio del santuario sin llevar el
manto con sus campanillas, hubiera roto ese vínculo de comunión y el pueblo
hubiera quedado separado de su intercesor. Su ministerio se hubiera convertido
en un procedimiento vano, sin razón de ser. Para destacar la importancia de este
eslabón entre el pueblo y su representante, el castigo del descuido era la
muerte (vers. 35). Las campanillas y las granadas nos recuerdan que por fe
nosotros podemos entrar confiadamente en el "Lugar Santísimo por la sangre de
Jesucristo" " para obtener el perdón de los pecados (Heb. 4: 16; 10: 19). Por fe
también nosotros podremos oír el sonido desde el santuario que dirigirá nuestra
mente y nuestro corazón hacia arriba al lugar donde Cristo está sentado a la
diestra de Dios para hacer intercesión por nosotros (Rom. 8: 34; Col. 3: 1-3;
Heb. 8: 1, 2; CS 480).
36.
Una lámina de
oro.
Esta plancha de oro era lo más característico y sobresaliente de la
mitra (vers. 37). Estaba colocada sobre la frente, atrayendo de esta manera la
atención de todos, quizá aún más que el pectoral. Su posición hacía que fuese
"el punto culminante de todo el atavío sacerdotal". Esta posición resaltaba más
y tenía más significado por la inscripción que llevaba: "Santidad a " Jehová". "
Tales palabras daban al pueblo el más elevado concepto de la religión, y
señalaban su objetivo supremo (Lev. 11: 44, 45; Heb. 12: 14; 1 Ped. 1: 15, 16).
Eran un constante recordativo de que, sin este elemento esencial, todas las
formas del culto serían para Dios como una burla (ver Isa. 1: 11-17). En cuanto
al sumo sacerdote, le enseñaban que su ministerio debía carecer de todo
formalismo, porque su propósito era la consagración de su propia vida y de las
vidas del pueblo. Esta es una lección importantísima para los ministros de Dios
hoy (Isa. 52: 11; 1 Ped. 5: 2, 3). Los ministros que no vivan teniendo en cuenta
este fin, caen bajo la más severa condenación del cielo (1 Sam. 2: 12-36; 3:
11-14; 4: 11; Mal. 2: 1-9). La importancia de la inscripción de la mitra explica
la razón por la cual se la menciona aun antes que la mitra misma.
37.
Con un cordón de azul.
Según el
cap. 39: 31, la "lámina de oro" estaba atada a la mitra" con este "cordón de
azul".
La mitra.
Al hacer la descripción de las vestimentas del
sumo sacerdote, Josefo escribe: "Sobre la cabeza lleva un gorro, no de forma
cónica ... y su forma es tal que pareciera ser una corona, hecha de gruesas
fajas de tela, pero la textura es de tela de lino; tiene muchos dobleces, y está
unida mediante costuras" ( Antigüedades iii. 7. 3). Según esto, la "mitra" era
un turbante blanco.
38.
Sobre la frente de
Aarón.
Esta inscripción, que debía estar "siempre" sobre la frente del
sumo sacerdote mientras ministraba, le recordaba su solemne responsabilidad como
representante del pueblo. Como tal, estaba vestido, por así decirlo, con la
"santidad" de su investidura grabada en la lámina. Era símbolo y representante
de Aquel que "no conoció pecado" , pero que "por nosotros" fue hecho "pecado" (2
Cor. 5: 21), y que es el único por cuyo medio puede hacerse la verdadera
expiación delante del Padre.
39.
Y
bordarás.
La "túnica" era una vestimenta blanca que se ponía sobre los
"calzoncillos de lino" " (vers. 42). Con referencia a esta túnica Josefo
escribió: " "Esta vestimenta llega hasta los pies y se ciñe al cuerpo; tiene
mangas apretadas a los brazos" " ( Antigüedades iii. 7. 2).
Un cinto.
Este estaba hecho de "lino torcido" de varios colores y llevaba un
bordado artístico (cap. 39: 29).
Obra de recamador.
Literalmente, "la obra de un bordador". Puesto que el cinto debía
llevarse sobre la túnica y bajo el manto del efod, no se lo veía. Aunque iba
oculto, era costoso y hermoso. De esta manera se enseñaba la lección de que todo
lo que se consagra al servicio de Dios, sea algo visible o invisible, debe ser
de lo mejor. Nuestro motivo al servir a Dios debiera ser honrar a Dios, no
meramente hacer lo que será agradable a los hombres (Gál. 1: 10; 1 Tes. 2: 4).
La verdadera piedad no hace distinción entre lo visible y lo invisible, entre lo
oculto y lo que está a la vista de todos; más bien buscará la sinceridad, la
honradez y la idoneidad en todo lo que atañe a Dios (Efe. 6: 5-7).
40.
Y para los hijos de Aarón.
En
los vers. 40-43 se describe la vestimenta del sacerdote común. Los "cintos"
quizá eran del mismo material y de la misma hechura que los del sumo sacerdote.
Las "tiaras" eran turbantes de lino.
Para honra.
Es
significativo que el sencillo atuendo del sacerdote común, una túnica de lino
blanco, debía ser "para honra y para hermosura" al igual que la vestimenta del
sumo sacerdote (vers. 2). El color blanco aparece en las Escrituras como símbolo
de pureza (Apoc. 4: 4; 7: 9, 14; 19: 8).
42.
Calzoncillos de lino.
Debían ir desde la cintura hasta
un poco más arriba de las rodillas.
43.
El
tabernáculo de reunión.
Ver com. cap. 27: 21. Las vestimentas
sacerdotales debían siempre estar "sobre Aarón y sobre sus hijos" cuando se
ocupaban en los sagrados servicios del santuario, a fin de que no fueran
culpables de profanar lo sagrado y no fueran castigados con la muerte.
Los que ejercían el sacerdocio aarónico cumplían funciones tanto de
representantes como de mediadores. En especial el sumo sacerdote representaba al
pueblo delante de Dios e intercedía en su favor (Zac. 3: 3-5; Heb. 2: 17; 5: 1;
8: 3). Era el eslabón vital entre un Dios santo y un pueblo impío, no
santificado. En los dos aspectos el sacerdocio aarónico era un símbolo del
sacerdocio de Cristo. Esto se aplica al sacerdocio mismo (Heb. 3: 1), a su
santidad personal y a la santidad de la investidura (Heb. 4: 15; 7: 26), a su
representación del pueblo (Heb. 6: 19, 20), a su obra de mediación e intercesión
(Heb. 9: 11, 12, 24), y a su gloria celestial (Heb. 2: 9).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-30 PP
362-364
1 PP 373; PR 225
2 OE 182; PP 362
6-12 PP 363
15-21 Ev 278; SR 183
15-27 PP 363
29 OE 34; PVGM 134
29-34 PP 363
30 SR 183
34 LS 116; PE 36, 55, 251
36 2JT 172; PP 364; PR 429
40-42 PP 362
CBA Éxodo
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