Comentario Bíblico Adventista Éxodo 14
Comentario Bíblico Adventista
Éxodo Capítulo 14
2.
Den la vuelta y acampen.
Hasta aquí la marcha de los israelitas había sido por lo general en dirección sudeste. Otra jornada de un día en la misma dirección los habría llevado bastante más allá de la frontera oriental de Egipto. Pero Dios ordenó un cambio que debe haberles parecido extraño e inexplicable. Debían encaminarse en dirección sudoeste, lo que pronto colocaría al mar Rojo entre ellos y su destino. Aunque la ubicación geográfica del siguiente lugar donde acamparon se describe aquí con considerables detalles, ninguno de los lugares nombrados ha sido todavía identificado. El nombre Pi-hahirot indudablemente es egipcio, pero siguen siendo dudosos su ubicación y significado.
Entre Migdol y el mar.
Migdol significa "torre", o "fortaleza". Eso sin duda se refiere a una cantidad de localidades a lo largo de la frontera oriental de Egipto (Núm. 33: 7; Jer. 44: 1; 46: 14; Eze. 29: 10; 30: 6). Estos "migdoles" probablemente no eran diferentes ciudades sino baluartes que formaban parte del sistema de fortificaciones fronterizas (ver com. Exo. 13: 20).
Hacia Baal-zefón.
Este lugar es desconocido, aunque el nombre Baal-zefón
fue aplicado también a una deidad cananea. Significa literalmente el "Baal", o
"señor del norte", un dios mencionado en los monumentos egipcios tanto como en
las inscripciones del norte de Canaán. Un texto fenicio lo declara como el
principal dios de la ciudad del delta egipcio, Dafne (la bíblica Tafnes, la
moderna Tel Defene). El lugar aquí mencionado puede haber recibido su nombre de
este dios cananeo, cuya capilla o santuario -al cual venía a adorar la gente del
desierto oriental- estaba en el pueblo.
Una descripción geográfica tan
exacta, única en el Pentateuco, sugiere en primer lugar que Pi-hahirot mismo no
era bien conocido y, en segundo lugar, que el autor del Exodo estaba bien
familiarizado con la geografía del país. Ningún autor tardío podría haberse
aventurado a dar tales detalles locales.
3.
Faraón dirá.
Este pasaje explica el propósito de Dios
al dirigir a los israelitas en una dirección tan extraña (ver com. vers. 2).
Para el juicio humano esta ruta parecía ser la más insensata que podían haber
tomado. Canaán estaba al noreste de Egipto; sin embargo la columna de nube los
dirigió hacia el sudoeste cuando llegaron a los límites orientales de Egipto.
Tan sólo sería natural que Faraón, al saber de la extraña ruta que habían tomado
los israelitas, pensara que se habían extraviado y estaban vagando confusamente
en el desierto oriental egipcio. Ahora parecía imposible escapar. Pero Dios
había preparado precisamente esa situación para que Egipto y las naciones
vecinas pudieran aprender a temer y respetar su nombre (ver vers. 4).
4.
Endureceré.
Ver com. cap. 4: 21.
5.
¿Cómo hemos hecho esto?
Indudablemente Faraón tenía el propósito de que su permiso se limitara a
un viaje de tres días en el desierto oriental egipcio. Cuando resultó evidente
que los israelitas avanzaban rápidamente por el desierto hacia el mar Rojo,
Faraón salió a perseguirlos (PP 289). Un corto alivio del sufrimiento le había
dado tiempo para reponerse de los horrores de la décima plaga, y ahora se
arrepintió de su acto apresurado. Dado que ninguna otra calamidad siguió a la
muerte de los primogénitos, los egipcios pueden haber pensado que se había
quebrantado el poder del Dios de los hebreos y que ellos, una vez más, eran los
señores de su tierra y amos de la situación. La pérdida de un gran cuerpo de
obreros trastornaría la economía del país y traería penalidades sobre los que
quedaban.
7.
Seiscientos carros escogidos.
Durante la decimoctava dinastía, los carros llegaron a ser un equipo
acostumbrado del ejército egipcio. De allí en adelante, los reyes siempre salían
a la guerra en carros. Hasta el día de hoy se han conservado dos carros reales
de la decimoctava dinastía, y de este modo se conoce bien su construcción. Eran
abiertos por la parte de atrás, y consistían en una tabla levantada,
semicircular, circuida por un borde que se elevaba formando una graciosa curva
hasta la altura de aproximadamente 75 cm por encima de la tabla erecta, Los
carros tenían dos ruedas v una espiga y eran tirados por dos caballitos.
Generalmente eran ocupados por dos hombres, un guerrero y el que manejaba el
carro.
Capitanes.
"Tres guerreros" " (BJ). En hebreo, así como
en otros idiomas semíticos, la expresión "tres guerreros" probablemente
significa "el tercero en el carro". En Asiria se convirtió en el término técnico
usado para el conductor del carro. Pero en hebreo la palabra parece haber sido
un sinónimo de "guerrero distinguido" [o "capitán" ] (ver 2 Rey. 9: 25; etc.).
Puesto que regularmente aparecen dos hombres en los carros egipcios, parecería
que la palabra traducida aquí "capitán" debiera traducirse "guerrero
distinguido". Los 600 carros escogidos, con sus ocupantes, probablemente
pertenecían a la escolta real, y podían estar listos para la acción en cualquier
momento, tal como en el caso de la persecución de los israelitas.
8.
Endureció Jehová.
Un hecho
significativo mencionado tres veces (vers. 4, 8, 17) en relación con la
persecución de los israelitas que emprendió Faraón (ver com. de cap. 4: 21).
Con mano poderosa.
Esto es, triunfantes sobre los egipcios
perseguidores. La BJ traduce "con gesto jubiloso" .
9.
Caballería.
(Nota: Siendo que los egipcios no tenían
caballería en ese tiempo -aunque un jinete aislado una vez aparece en un
monumento pequeño -, la palabra traducida "caballería" más bien debiera
traducirse "cabalgadores" u "hombres montados", es decir los que conducían los
carros. Así entendido esto, el texto concuerda notablemente con el monumento
local de ese tiempo que representa al ejército egipcio como compuesto de dos
clases de tropas: los que iban en carros y la infantería.)
Los
alcanzaron acampados.
No es seguro si Faraón alcanzó a los israelitas
poco después de que acamparon a orillas del mar Rojo, o si después de estar allí
un día o aún más tiempo. Aunque es evidente que Faraón salió en persecución de
los israelitas algún tiempo después de la partida de ellos, podía cubrir la
distancia de unos 130 km, de Tanis (Ramesés) hasta la orilla noroccidental del
mar Rojo, mucho más rápidamente que los israelitas. El hubiera empleado, por lo
menos, dos días para hacerlo, aproximadamente el tiempo requerido por los
israelitas para viajar a través del desierto desde Etam (ver com. vers. 5). La
descripción de los acontecimientos, cuando se aproximaron los egipcios, parece
llevar a la inferencia de que los israelitas apenas se habían detenido para
acampar cuando descubrieron que los egipcios los perseguían (vers. 9, 10; PP
289).
10.
Temieron en gran manera.
Para los ojos humanos su situación parecía desesperada. Encerrados al
este por el mar, al sur por una escabrosa montaña, al oeste por desiertos
montañosos y al norte por los egipcios perseguidores, probablemente llegaron a
la conclusión de que su escape era imposible. Además estaban desarmados y sin
preparación para el combate. En última instancia, no habían aprendido todavía a
poner su confianza en el poder y en la protección de Dios.
Clamaron a
Jehová.
Si su oración hubiese sido acompañada por la fe, el vers. 11 no
registraría su murmuración contra Moisés. Algunos comentadores han sugerido que
los más piadosos entre los israelitas clamaron a Dios (vers. 10) mientras que
los irreligiosos murmuraron contra Moisés (vers. 11).
11.
Muramos en el desierto.
Los hombres siempre han
encontrado satisfacción en culpar a algún otro por las dificultades que
encuentran. En este caso fue Moisés el blanco de la indignación. Argüían que él,
como dirigente, debiera haber hecho algo mejor que colocarlos en una situación
tan peligrosa. Pero, ¿acaso la columna de nube no los había guiado a esa trampa
de la cual parecía no haber escape? Cínicamente preguntaron si Egipto, una
tierra de sepulcros por excelencia, no podía haber provisto tumbas para ellos.
12.
¿No es esto lo que te hablamos en
Egipto?
El pueblo presentó a Moisés afirmaciones exageradas de los
hechos. Solamente cuando aumentó la opresión, después de la primera entrevista
de Moisés con Faraón, se quejaron de lo que había hecho Moisés (cap. 5: 21), al
paso que al principio aceptaron gustosamente sus propuestas (cap. 4: 31). Al
salir de Egipto habían cumplido voluntariamente con sus instrucciones.
Mejor nos fuera.
Es una tendencia común preferir la muerte a la
esclavitud, cuando éstas son las únicas alternativas. No es extraño que un
pueblo plenamente acostumbrado a la servidumbre y al que le faltaba una
tradición de independencia no se elevara a las alturas de heroísmo alcanzadas
por los hombres libres.
13.
No temáis.
Aunque es comprensible la alarma de los hebreos, el noble valor y la
confianza de Moisés son sorprendentes. Una transformación en verdad notable se
había efectuado en él desde el tiempo cuando tímidamente le objetaba al Señor
(caps. 4: 1, 10, 13; 5: 22, 23). Aunque quizá sólo entendía vagamente que Dios
sería "glorificado en Faraón y en todo su ejército" (vers. 4), ahora permaneció
tranquilo y confiado en que todo iría bien. Su propia serena confianza se
refleja en su admonición al pueblo de que aguardara pacientemente la liberación
del Señor. Es obvio que había poco más que él pudiera hacer. Moisés no sabía
cómo Dios podría cumplir su voluntad, pero su propia experiencia al cooperar con
Dios en la tierra de Egipto le aseguraba que el Altísimo era plenamente capaz de
rescatar a su pueblo, a pesar de lo improbable que pudiera parecer tal
perspectiva. Moisés mismo estaba apenado porque su pueblo mostraba tan poca fe.
Los egipcios.
Es decir, la gran hueste de Faraón. Leemos en la
VVR: " "Porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los
veréis" " . Expresada así, la afirmación significa que verían a sus enemigos tan
sólo como cuerpos inertes en las orillas del mar Rojo (vers. 30).
15.
¿Por qué clamas a mí?
Estas
palabras del Señor implican que Moisés había recurrido a Dios en procura de
ayuda quizá poniendo delante de él las quejas del pueblo. Ellas no implican un
reproche de parte de Dios, sino que constituyen una admonición para que actuara
resueltamente.
16.
Tú alza tu vara.
Los israelitas no debían quedar completamente inactivos mientras el
Señor efectuaba su liberación. Habían de avanzar, y al hacerlo serían testigos
del grandioso poder de Dios. El podía haber dividido el mar Rojo sin la ayuda de
Moisés, si es que puede llamarse ayuda el hecho de alzar la vara. Otra vez Dios
escogió obrar por medio de Moisés a fin de que el pueblo confiara más plenamente
en su jefe elegido. Dios siempre obra de acuerdo con el principio de utilizar
instrumentos humanos consagrados para realizar su obra en la tierra, cuando
quiera y dondequiera sea posible.
17.
Yo
endureceré.
Sólo aquí se declara que Dios endurecería el corazón de los
egipcios, indudablemente en la misma forma en que había endurecido el corazón de
Faraón (ver com. cap. 4: 21). Siguiendo sus mandatos, se habían hecho
participantes de su culpa (cf. Apoc. 18: 4). Sin duda los egipcios ansiosamente
anticipaban la recuperación de su tesoro perdido y una sangrienta represión para
cualquiera que se resistiera a ser capturado (caps. 12: 35; 15: 9). Teniendo en
cuenta las circunstancias, la naturaleza humana reaccionaría haciéndolos fríos y
despiadados.
Para que los sigan.
El sentido común, basado en la
experiencia previa, debería haber hecho que los egipcios fueran precavidos antes
de meterse en una aventura tan peligrosa como la de seguir a los hebreos a
través del mar. Su necedad y sed de sangre los impulsaron a meterse en el
peligro (ver Rom. 1: 21, 22), Acciones precipitadas por lo general caracterizan
a los que deliberadamente desprecian la dirección del Espíritu de Dios. Sin
tomar en cuenta los castigos de Dios tan recientemente experimentados,
infatuados de confianza propia, desafiaron hasta el fin al Dios de Israel (2
Tes. 2: 9-12; Apoc. 17: 14; 19:19; 20: 7-9).
19.
El ángel de Dios.
La Presencia divina manifestada en la
columna de nube es llamada "Jehová" en el vers. 24 y en el pasaje del cap. 13:
21, pero aquí, "el ángel de Dios" (ver PP 382). De la misma manera, Aquel que se
apareció a Moisés en la zarza ardiente es llamado tanto "Dios" como "el Ángel de
Jehová" (cap. 3: 2-6).
20.
Iba entre.
Indudablemente los egipcios
llegaron a la proximidad del campamento de los israelitas al terminar un largo
día de marcha (PP 290). Como un impenetrable muro de neblina que avanzaba del
mar, la columna nebulosa se colocó entre los perseguidos y los perseguidores,
obligando a estos últimos a detenerse. Convencidos de que los hebreos no podían
escapar, los egipcios pospusieron el ataque hasta el día siguiente (vers. 23,
24; 3TS 226; PP 290).
Era nube.
La expresión "para aquéllos", si
bien es cierto que no está en el hebreo sino que ha sido usada por los
traductores de la VVR, indudablemente se justifica por el contexto (ver también
PP 291). La noche transcurrió aprisa intensificando la impenetrable muralla de
oscuridad proporcionada por la nube. Mientras tanto, del lado que daba a los
israelitas la columna presentaba la apariencia de una antorcha brillante que
alumbraba todo el campamento y hacía tan fácil prepararse para la marcha como si
hubiera sido de día. Así pudieron reunirse los rebaños, pudieron cargarse las
bestias de carga y se dispusieron en orden de marcha las diversas tribus y
familias (ver PP 286). Tan sólo esperaban la orden de partir.
21.
Recio viento oriental.
La
palabra traducida "viento oriental" puede aplicarse a cualquier clase de viento
proveniente de una dirección oriental -en términos generales desde el sudeste
hasta el noreste-, puesto que los hebreos usaban términos específicos sólo para
los cuatro puntos cardinales. Aun ahora la marea menguante del golfo de Suez se
vigoriza con un fuerte viento noreste. Los informes indican que, antes de la
construcción del canal de Suez, parte del golfo que está al norte de la ciudad
de Suez a veces quedaba completamente en seco durante la marca menguante, debido
a un fuerte viento noreste. Como resultado, se podía ir en vehículo a través del
golfo o vadearlo a pie. Sin embargo, una baja marca robustecida por un viento
este no puede explicar la forma en que quedó en seco el mar que aquí se
describe, porque en un caso tal toda el agua es impelida hacia el sur, no en dos
direcciones opuestas como lo indica el Registro sagrado. Una separación tal de
las aguas sólo podía ser producida por un milagro (ver PP 291). Se desconoce el
punto exacto del cruce.
22.
Las aguas como
muro.
No se conoce la profundidad de las aguas en el sendero "en seco"
abierto en el mar. Por esta razón no es claro si las aguas tomaron la posición
de un "muro" literal, es decir perpendicular, o si el término "muro" se usa en
sentido figurado para referirse al hecho de que los israelitas estaban
protegidos de un ataque "a su derecha y a su izquierda". Las palabras de la
inspiración pueden interpretarse de ambas formas (ver vers. 21; PP 291), quizá,
con preferencia, de la primera (3TS 226, 227).
23.
Siguiéndolos los egipcios.
Cuando los israelitas
dejaron la orilla occidental del mar Rojo, siguió la nube y permitió que vieran
los egipcios que los hebreos habían escapado. Los egipcios avanzaron
inmediatamente a la orilla del mar, y encontrando que el pasaje todavía estaba
seco, entraron rápidamente y avanzaron en ardiente persecución. Tan sólo cuando
toda la hueste egipcia estuvo en el medio del mar, la columna de nube se
convirtió para ellos en una columna de fuego y les reveló su ubicación precaria
(1T 265; 1JT 453).
24.
A la vigilia de la
mañana.
La "vigilia de la mañana" de los hebreos duraba aproximadamente
desde las 3 de la mañana hasta la salida del sol, la que, en ese momento del
año, tendría lugar aproximadamente a las 5: 45 hrs.
Jehová miró.
En el Sal. 77: 17- 19 se da una descripción de lo que sucedió en este
momento. Un súbito aguacero fue acompañado de relámpagos y truenos. Avanzando
por el lecho del mar Rojo, cuyas aguas amontonadas ahora podían ver a cada lado,
los egipcios deben haber estado aterrorizados (ver también Josefo, Antigüedades
ii. 16. 3).
25.
Quitó las ruedas de sus
carros.
La palabra aquí traducida "quitó" también puede traducirse
"trastornó", lo que quizá significa que las ruedas se hundieron en la arena
hasta los ejes para ser sacadas otra vez sólo con dificultad y para hundirse
nuevamente unos pocos metros más allá. La BJ traduce: "Trastornó las ruedas de
sus carros". Los egipcios todavía pudieron manejar sus carros pero "con gran
dificultad" (BJ). Esto implicaría que, aunque no se perdieron las ruedas, no
funsionaban debidamente (1JT 453).
Jehová pelea.
La oscuridad
sobrenatural que al principio los había separado de los israelitas (vers. 20),
la misteriosa apertura de un sendero a través del mar Rojo, la fuerte tormenta
de truenos y finalmente la marcha dificultosa, hicieron que los egipcios
comprendieran tardíamente que el Dios de los hebreos estaba ayudando activamente
a su pueblo obstruyendo con eficacia su propio avance. Convencidos de que no
valía la pena perseverar en una misión sin duda condenada al fracaso, comenzaron
su retirada.
27.
El mar se volvió.
Cuando Moisés otra vez extendió su vara sobre el mar, cesó de soplar el
viento este y volvieron las aguas (vers. 21). Parece que el retorno de las aguas
fue tanto el resultado del soplar del viento como lo había sido la apertura de
un sendero (ver cap. 15: 10). Un fuerte viento oeste que súbitamente comenzó a
soplar en vez del viento este del vers. 21 puede haber apresurado el proceso.
Cuando los egipcios huían, fueron alcanzados por las olas embravecidas que se
precipitaban de cada lado.
28.
Todo el
ejército de Faraón.
Es decir, todos los que se pusieron en marcha a
través del mar, en persecución de los hebreos. Algunos comentadores han razonado
que puede haber habido secciones del ejército de Faraón que permanecieron en la
orilla occidental y que, por lo tanto, no fueron destruidas. La expresión "los
carros y la caballería, y todo el ejército" no apoya la opinión de muchos
comentadores de que sólo los carros habían entrado en el mar y que la infantería
había quedado detrás. Elena G. de White parece indicar que fue aniquilada la
hueste entera de los egipcios (PP 291; 1T 265).
30.
Israel vio a los egipcios.
Josefo ( Antigüedades ii.
16. 6) dice que, después que los israelitas cruzaron el mar, comenzó un viento
oeste (ver com. vers. 27). Un viento tal, ayudado por la corriente, habría
llevado los cuerpos de los egipcios ahogados hasta la orilla oriental. En esa
forma, de acuerdo con Josefo, Moisés obtuvo armas y corazas para los israelitas.
31.
El pueblo temió a Jehová.
Al
guiar a Israel a través del mar, Dios tenía el propósito de fomentar en el
corazón del pueblo reverencia y fe hacia él. Pero la fe en el Señor estaba
inseparablemente relacionada con fe en Moisés como su representante, y por esta
razón había sido efectuado el milagro mediante Moisés. Siendo todavía niños en
la fe, los israelitas necesitaban de milagros y manifestaciones divinas.
Creyeron por lo que habían visto. Pero nuestro Señor pronunció una bendición
sobre "los que no vieron, y creyeron" (Juan 20: 29). Una fe que continúa
apoyándose en lo que ve, está lejos de ser perfecta. Así sucedió con Israel. Si
no supiéramos nada de la historia posterior de Israel, llegaríamos a la
conclusión de que, de allí en adelante, debió haber continuado su viaje con
regocijo, confiando en Dios de todo corazón y sin demostrar nunca más
desconfianza, no importando cuán grande fuera la crisis. Pero por el contrario
lo encontramos continuamente descontento con Dios y con Moisés, murmurando
contra ellos y despreciando su consejo. Al par que contemplamos con asombro la
perfidia de los israelitas, no debiéramos apresurarnos a condenar su pesadez de
corazón. Es evidente que de ninguna manera somos superiores a ellos si confiamos
en Dios sólo hasta donde nuestra vista natural puede percibir su voluntad y sus
caminos.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-31 PP 288-292
1-4 PP 288
3, 4 3TS 223
5-9 PP 289
9 1T 265
9-12 3TS 223
10 SR 121
11-14 PP 289; SR 122
12 3TS 224
13 3JT 233
13,
14 3TS 224
15 EC 110; 1JT 451-453; 2JT 228; 3JT 419, 421; PP 295; TM 423
15, 16 PP 291; SR 122; 3TS 225
15-27 1T 265
17-22 SR 123
19 3TS 223, 225
20 PP 295; 3TS 225
21, 23 3TS 225
23, 24 PP 291
23-25 SR 124
25 3TS 226
25-28 PP
291
26-31 SR 125
27 1T 266
27, 28 PP 292; 3TS 227
CBA Éxodo
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA ÉXODO
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