Comentario Bíblico Adventista Éxodo 15
Comentario Bíblico Adventista
Éxodo Capítulo 15
1.
Entonces cantó Moisés.
El canto de Moisés a orillas del mar Rojo siempre ha proporcionado a la iglesia de Dios un modelo de alabanza en todos sus conflictos con los poderes de las tinieblas (PP 293). El tema majestuoso de este canto resuena a través de todos los cantos de Israel, en alabanza a Dios por sus obras gloriosas en favor de ellos. Finalmente el canto de Moisés, siervo de Dios, será cantado otra vez, con el himno del Cordero, por los héroes de la fe que estén sobre el "mar de vidrio" , vencedores de la bestia y de su imagen (Apoc. 15: 3).
Moisés no es mencionado expresamente como el autor de este canto, pero su forma y contenido sin duda lo señalan como tal (ver PP 292). El himno está compuesto de tres estrofas resaltantes, cada una de las cuales comienza con alabanza a Jehová y termina con una descripción de la derrota de la hueste egipcia (Exo. 15: 2-5, 6-10, 11-18). El tema anunciado en el vers. 1 está tratado en tres formas diferentes, y sin embargo en cada una de ellas predomina la omnipotencia de Dios. Con clara perspicacia profética, especialmente la tercera estrofa muestra la gloria de Israel en su futura patria y el santuario como el lugar de morada de Dios.
Se ha magnificado grandemente.
Las palabras del vers. 1 fueron repetidas por un coro femenino dirigido por María (vers. 20, 21). No es seguro si esto se hizo después de cada estrofa, es decir después de los vers. 5, 10 y 18, o sólo al fin del canto. Las palabras traducidas "magnificado grandemente" significan literalmente "exaltado altamente" o "gloriosamente glorioso", como ha traducido la LXX esta usual forma verbal hebrea. Se repite para presentar el pensamiento de la exaltación en la forma más enfática posible.
2.
Jehová.
Aquí aparece por primera vez en la
narración del AT la forma abreviada del nombre de Dios "Yah" (BJ). Se usa
ocasionalmente en lenguaje poético debido al ritmo y también como una
terminación para nombres personales y aun toponímicos, como por ejem o Abías,
Ocozías, Ezequías, Sedequías, monte Moría, etc. (ver págs. 39, 180-182).
Y lo alabaré.
Estas palabras son la
traducción de una sola palabra hebrea. Esto ilustra lo concisa que es la poesía
hebrea.
5.
Como piedra.
Habiendo
atribuido a Dios la gloria por la milagrosa liberación de Israel y la derrota de
los egipcios, Moisés describe la suerte de ellos en un lenguaje eminentemente
poético y sin embargo tan sencillo que no requiere explicación. Es posible que
en este punto replicara el coro de María con las palabras registradas en el
vers. 21.
6.
Tu diestra.
Una nueva
estrofa comienza con este versículo, En su mayor parte magnifica y explica el
precedente, presentando más detalles y deduciendo un agudo contraste entre el
orgullo y la arrogancia de los egipcios y su miserable caída. Todo esto fue
realizado por la "diestra" del Señor.
8.
Al
soplo de tu aliento.
Una descripción muy poética del viento oriental,
que en parte fue la causa de la división de las aguas. Haciéndose más osado en
sus imágenes, Moisés representa las corrientes reunidas como "en un montón" a
cada lado y los abismos como "cuajados".
Se cuajaron.
Literalmente, "contrajeron", "se atrajeron en un conjunto", o
"coagularon". Usada, como está, en lenguaje poético, esta última palabra no
debiera traducirse como que quisiera decir que las aguas realmente se cuajaron
(ver PP 291).
9.
El enemigo dijo.
Mediante cláusulas cortas, yuxtapuestas -o sea sin partículas
conjuntivas-, se describe gráficamente la confianza de los egipcios, quienes
respirando venganza perseguían a los israelitas. El discurso fragmentado imita
las exclamaciones de los soldados del rey, al mismo tiempo ansiosos y sin
aliento. Esta descripción se aparta como una excepción del orden usualmente
majestuoso de la poesía hebrea.
10.
Soplaste.
Esta declaración presenta otro hecho que no
está mencionado directamente en la narración de la destrucción de los egipcios,
aunque está en completa armonía con ella. Así como un fuerte viento oriental
había separado las aguas y las había contenido para los israelitas, ahora un
viento del oeste o noroeste precipitó las aguas sobre los egipcios. En
obediencia a su Creador, el viento sirvió con eficacia para rescatar a un pueblo
y para destruir a otro.
Se hundieron como plomo.
La primera
estrofa terminó (vers. 5) comparando a los egipcios que se ahogaban con piedras
que se hundían. La segunda estrofa concluye con una expresión similar,
comparando a los egipcios con plomo. Las aguas en las cuales se hundieron son
llamadas "impetuosas" debido a la grandiosa prueba de la gloria del Creador
proporcionada por las olas que se precipitaban majestuosamente de regreso para
ocupar su lugar de costumbre. Es probable que aquí el coro de María (vers. 21)
se intercalara otra vez.
11.
¿Quién como
tú?
Una vez más Moisés retoma su canto de alabanza y victoria. La
tercera estrofa asegura al pueblo de Dios que el Eterno terminará la obra de
salvación ya comenzada, llenará a sus enemigos de terror y llevará a los suyos
hasta su santa morada y los plantará en el monte de su heredad. Lo que el Señor
ha hecho hasta aquí está considerado como una promesa de lo que el futuro tiene
todavía en reserva para aquellos que lo siguen donde él los dirige.
14.
Lo oirán los pueblos.
La
palabra hebrea traducida "pueblos" está en plural e incluye a las tribus o
naciones de Filistea, Edom y Moab y los otros habitantes de Canaán (vers. 15).
Moisés habla ahora en el papel de un profeta (Deut. 18: 15), cuando prevé los
efectos de la liberación milagrosa de su pueblo, salvado de los ejércitos de
Egipto. Los moradores de Palestina no sólo oirían acerca de este acontecimiento
sino que se aterrorizarían por siniestros presentimientos de lo que estaba
reservado para ellos, y así no tendrían valor para presentar una resistencia
efectiva a Israel.
Los filisteos.
No denomina todo el país que
una vez conocimos como Palestina, sino tan sólo una franja de territorio a lo
largo de la costa sudoccidental de Canaán, desde el sur de Gaza hasta Jope. Esta
franja de tierra costera, de unos 80 km de largo, fue ocupada por la
confederación filistea, que se convirtió en una verdadera espina en el costado
de Israel en tiempos posteriores.
15.
Los
caudillos de Edom.
Por el tiempo cuando Israel se aproximó a los límites
de Edom, sus caudillos habían sido reemplazados por reyes (Núm. 20: 14; cf. Gén.
36: 15). Aunque la negativa de los edomitas para permitir el paso de Israel por
su tierra da la impresión de que se sentían poderosos e intrépidos, el hecho de
que rechazaran el pacífico pedido de Moisés muestra claramente un sentimiento de
inseguridad y alarma que procuraban ocultar (Juec. 11: 17).
Los
valientes de Moab.
La alarma de los moabitas estuvo indicada por los
esfuerzos de Balac para inducir a Balaam a maldecir a los israelitas (Núm. 22 a
24).
Todos los moradores de Canaán.
Esta profecía se cumplió
notablemente cuando " "todos los reyes de los cananeos ... oyeron cómo jehová
había secado las aguas del Jordán hasta que hubieron pasado, desfalleció su
corazón, y no hubo más aliento en ellos" " (Jos. 5: 1).
16.
Hasta que haya pasado tu pueblo.
No el paso a través
del mar Rojo, pues eso ya había ocurrido, sino la travesía del desierto y de los
límites de Canaán.
17.
En el monte.
"El monte de tu heredad" no era probablemente el país de colinas de
Canaán (Deut. 3: 25), a diferencia de lo sostenido por algunos comentadores,
sino más bien el monte que el Señor había elegido para un santuario (Sal. 78:
54) y había escogido como su lugar de morada. El establecimiento de Israel en
esta montaña no significa su entrada en la tierra prometida sino el
establecimiento del pueblo de Dios en la casa de Jehová (Sal. 92: 13), en el
santuario futuro. Allí el Señor establecería una comunión más perfecta con su
pueblo, y allí éste demostraría ser la posesión especial de Dios sirviéndole y
ofreciendo sus sacrificios.
18.
Jehová
reinará eternamente y para siempre.
Declaraciones similares se
encuentran en otros pasajes de las Escrituras (ver Sal. 10: 16; 29: 10; 146: 10;
Apoc. 11: 15; etc.). Así expresa Moisés la firme convicción del varón de Dios de
que el dominio del Señor es eterno, no sólo en el universo sino en este mundo
también; no sólo bajo la ley sino también bajo el Evangelio; no sólo en el
tiempo sino a través de la eternidad. El canto de Moisés termina con esta
exclamación inspirada, aunque en el versículo siguiente da una explicación de
por qué el reino de Dios durará para siempre.
A semejanza de las dos
estrofas precedentes, que terminaron con una declaración acerca de la
destrucción de los egipcios (vers. 5, 10), la tercera concluye en forma similar.
Pero, en vez de llamar la atención a los derrotados egipcios, Moisés se vuelve
hacia su propio Libertador triunfante. Por eso el canto no termina con un cuadro
sombrío de la destrucción de los enemigos de Dios sino con una nota de victoria
y alabanza. Este mismo tema caracterizará el cántico de Moisés y del Cordero que
entonarán los redimidos sobre el mar de vidrio (Apoc. 15: 2-4).
20.
María la profetisa.
María es la
primera mujer a quien la Biblia honra con este título. Otras aparecieron de
cuando en cuando a través de la historia del pueblo de Dios (ver Juec, 4: 4; 2
Rey. 22: 14; Isa. 8: 3; Luc. 2: 36). María no es llamada profetisa aquí
mayormente por ser inspiradas las palabras que cantó sino más bien en
reconocimiento de su papel en el éxodo, superado sólo por los de Moisés y Aarón
(PP 401). Específicamente alegó poseer el don profético (Núm. 12: 2), siendo que
Dios había hablado mediante ella. El profeta Miqueas afirma que el Señor libró a
Israel de Egipto por medio de Moisés, Aarón y María (Miq. 6: 4). La tarea de
ella puede haber sido comunicar al pueblo mensajes por los cuales se mantuvo
viva la esperanza de liberación durante los oscuros años de opresión. Ella puede
haber enseñado, amonestado y reprochado al pueblo. Pero a orillas del mar Rojo
aparece como una inspirada mujer, con talento para el canto y la música. En ese
tiempo debe haber tenido más de 90 años (Exo. 2: 4; 7: 7).
Hermana de
Aarón.
Aunque, por supuesto, María también era hermana de Moisés y había
sido un instrumento para protegerlo durante su infancia, aquí es llamada la
hermana de Aarón. Esto quizá indique una posición subordinada en relación con la
que tenía Moisés, pero comparable con la de Aarón, que estaba subordinado a
Moisés (cap. 4: 16).
Tomó un pandero.
El instrumento tocado por
María y las mujeres que la acompañaban fue una pandereta o un tambor de mano.
Los eruditos modernos, especializados en instrumentos musicales antiguos,
favorecen la segunda traducción. La misma palabra para pandero, tof , se usa en
el hebreo moderno y en árabe para designar un tambor de mano. Antiguos dibujos
egipcios de este instrumento lo muestran como hecho de un aro de madera y dos
cueros, pero sin cascabeles ni palillos. Es golpeado por la mano del que lo
toca. En la Biblia, este instrumento generalmente aparece como tocado por
mujeres (Juec. 11: 34; 1 Sam. 18: 6; Sal. 68: 25), como lo fue en Egipto, pero a
veces también por hombres (1 Sam. 10: 5). Con frecuencia era acompañado por
canto y danza probablemente para acentuar el compás, y era considerado como un
instrumento de gozo. En el AT generalmente se relaciona con fiestas y alabanzas.
Todas las mujeres.
La separación de hombres y mujeres en
distintos grupos era una costumbre egipcia, así como también lo era la
realización de danzas por grupos de hombres y mujeres que acompañaban sus
movimientos con música. Esta costumbre parece haber sido adoptada por los
hebreos durante su larga permanencia en Egipto. En tiempos posteriores
encontramos a las mujeres hebreas tomando parte en las celebraciones de una
victoria cuando iban con música y canto al encuentro de los ejércitos que
regresaban (Juec. 11: 34; 21: 21; 1 Sam. 18: 6, 7; 29: 5).
Danzas.
El empleo de danzas en las ceremonias religiosas, tan contrario a las
ideas occidentales del decoro, siempre ha sido aceptable para la mentalidad y
los sentimientos orientales. Varios ejemplos de danzas religiosas se encuentran
en las narraciones del AT. David danzó delante del arca cuando la llevaba a
Jerusalén (2 Sam. 6: 16), la hija de Jefté fue danzando al encuentro de su padre
victorioso (Juec. 11: 34) y las vírgenes de Silo celebraron una fiesta en esa
forma (Juec. 21: 21). La danza también es mencionada con aprobación por el
salmista (Sal. 149: 3; 150: 4). La danza en los tiempos bíblicos era una
manifestación externa de gozo santo, que se realizaba con el mismo espíritu con
que se elevaban cantos de alabanza u oraciones de agradecimiento. Era netamente
un acto de culto, y Dios la aceptaba como tal (cf. Juan 6: 37). Los bailes
sociales modernos no tienen el menor parecido con las danzas religiosas de los
tiempos bíblicos, pues en ellas no se mezclaban hombres y mujeres, y el único
propósito de los participantes era expresar amor, dedicación y agradecimiento a
Dios. La danza antigua era una parte integral del ritual del culto.
21.
María les respondía.
María, con su coro
femenino, cantaba en respuesta al coro masculino, probablemente a la terminación
de cada estrofa del canto (después de los vers. 5, 10, 18). Las palabras del
estribillo de María, "Cantad a Jehová", etc., fueron también las palabras
iniciales del canto de victoria de Moisés (vers. 1).
22.
Desierto de Shur.
Esta es la región desértica que va
desde la frontera oriental de Egipto hasta la frontera meridional de Palestina y
toca en el sur las montañas de la península del Sinaí. Se la menciona varias
veces en las narraciones patriarcales (Gén. 16: 7; 20: 1; 25: 18) y en los
registros de las victorias de Saúl y David sobre los amalecitas ( 1 Sam. 15: 7;
27: 8). Fue por la parte meridional de este desierto por donde marchó Israel,
yendo hacia el sudeste a lo largo de las orillas del mar Rojo. En Núm. 33: 8
esta región es llamada el "desierto de Etam". Si es correcta la interpretación
dada en el comentario de Exo. 13: 20, en el sentido de que Etam es una palabra
egipcia para una fortaleza fronteriza, es fácil comprender por qué el desierto
de Shur debiera llamarse también el desierto de Etam.
Sin hallar agua.
Sin duda los israelitas llevaron una provisión de agua potable en odres
de cuero como han hecho los pueblos orientales desde tiempos antiguos. Sabiendo
que iban a entrar en el desierto, los israelitas no iban a dejar de llevar agua
consigo, pero una marcha de tres días sin encontrar más agua para reabastecer su
provisión exhausta haría sufrir tanto a hombres como a bestias. Era pues
imperativo que encontraran pozos o vertientes a ciertos intervalos. De todos los
animales domésticos empleados en el Cercano Oriente, el asno era la bestia de
carga más usada para viajar por el desierto. El camello se encuentra sólo
ocasionalmente antes del siglo XII AC. Los burros pueden viajar durante cuatro
días sin agua, pero el ganado -que los israelitas poseían en gran cantidad- no
podía vivir sin beber con más frecuencia. Por esta razón una marcha de tres días
sin hallar agua era más o menos el límite de lo que podía soportar el ganado sin
perecer.
23.
Mara.
El primer oasis
al sur de Suez es el 'Ain Hawarah . Está en el antiguo camino a las minas de
cobre del Sinaí, unos pocos kilómetros tierra adentro desde el golfo y a unos 75
km de la ciudad de Suez. Su agua es amarga. Si su identificación con la bíblica
Mara es correcta, el endulzamiento de las aguas hecho por Moisés no fue
permanente. Aunque la mayoría de los comentadores han aceptado esta
identificación, debiera tomarse en cuenta que hay varias vertientes amargas en
las proximidades, una de ellas aún más amarga que 'Ain Hawarah .
24.
El pueblo murmuró.
Habían
murmurado una vez antes, en la orilla occidental del mar Rojo (cf. 14: 11, 12),
y habrían de murmurar muchas veces más antes de que terminara su peregrinación
(Exo. 16: 2; Núm. 14: 2; 16: 41; etc.). La "murmuración" iba a ser su manera
usual de desfogar la amargura de su alma ante las dificultades que encontraron
regularmente. Como Moisés era responsable por su salida de Egipto y era, además,
su dirigente, sus murmuraciones iban dirigidas en primer lugar contra él. Los
hombres que sirven de la mejor manera posible a la nación son con frecuencia los
menos apreciados mientras viven y generalmente se erigen monumentos en su honor
sólo después de que han muerto.
¿Qué hemos de beber?
Aunque los
hombres con frecuencia beben agua de sabor desagradable cuando su sed es grande,
hay un límite más allá del cual no pueden ir. Aun las bestias rehúsan beber el
agua de ciertos pozos amargos del desierto de Arabia.
25.
Jehová le mostró un árbol.
No se revela el nombre de
este árbol. Se dice que hay diferentes árboles o plantas, en diversas partes del
mundo, capaces de endulzar el agua amarga, pero ninguno de ellos se ha
encontrado en la península del Sinaí. En realidad los beduinos de las
proximidades, que consideran de mal sabor el agua de el 'Ain Hawarah -al igual
que la de otras vertientes similares de las inmediaciones-, no conocen ningún
medio por el cual esa agua pueda ser hecha potable. De ahí que no haya sino dos
posibles explicaciones para este texto. O se le indicó a Moisés que tomara un
árbol que tenía la propiedad natural de endulzar el agua amarga -árbol que no
crece más en esa zona-, o bien la transformación del agua fue un acto directo de
Dios y el árbol tenía sólo un significado simbólico.
Ordenanzas.
Después de curar el agua y satisfacer la sed física de su pueblo, Dios
le dio una ordenanza relacionada con el milagro por una promesa (vers. 26).
Allí los probó.
Desde el tiempo de su salida de Egipto hasta su
entrada en Canaán, Dios "probó" a su pueblo en muchas ocasiones: primero ante el
mar Rojo, ahora en Mara, después en Meriba (cap. 17: 1-7), el Sinaí (cap. 20:
20), Tabera (Núm. 11: 1-3), Kibrot-hataava (Núm. 11: 34), Cades (Núm. 13:26-
33), y en otros lugares. Esas "pruebas" fueron parte de los intentos de Dios
para educarlos, en circunstancias comparativamente fáciles, para las vicisitudes
que afrontarían en Canaán.
26.
Si oyeres
atentamente.
Aquí se registra una promesa maravillosa. Si de allí en
adelante el pueblo de Dios obedecía estrictamente todos sus mandamientos,
entonces él lo sanaría como había sanado el agua, y lo libraría tanto de males
físicos como morales. Por consiguiente, el bienestar físico de Israel dependía
de su obediencia. Este gran principio fue cierto no sólo en el tiempo de los
hebreos sino a través de todos los siglos. El bienestar físico de la raza humana
todavía depende en gran medida de su obediencia a la ley divina. Los que
desobedecen las leyes que rigen el sano vivir, sólo pueden culparse a sí mismos
por las consecuencias. Por otro lado, los que viven de acuerdo con las
instrucciones impartidas por el cielo en cuanto a la salud, estarán notablemente
libres de enfermedades. Dios se interesa no sólo en el estado espiritual del
hombre sino también en su estado físico (3 Juan 2).
Ninguna enfermedad.
Algunas de estas enfermedades se enumeran en Deut. 28: 27, y también se
hace referencia a ellas en Deut. 7: 15. Se sabe que ciertas enfermedades siempre
han prevalecido entre los egipcios con mucha gravedad, especialmente
enfermedades de la piel y de los ojos. Durante su larga permanencia en Egipto,
los hebreos estuvieron bien familiarizados con las enfermedades de ese país.
Jehová tu sanador.
Los médicos egipcios eran famosos en todo el
antiguo Cercano Oriente, pero documentos existentes muestran que no consideraban
como suyo el poder de curar sino de sus dioses. En sus manuales de medicina,
algunos de los cuales tienen ahora 4.000 años de edad, las enfermedades se
dividen en tres clases: (1) las que pueden ser tratadas; (2) las que pueden ser
impedidas; (3) las que no pueden ser curadas. Aunque la ciencia médica ha
avanzado muchísimo desde los días de Moisés, se mantiene todavía esta
clasificación. El cirujano puede hacer una incisión, sacar un órgano y coser la
herida, pero no puede curarlo. El médico puede administrar ciertas drogas, que
sabe que tienen determinados efectos sobre ciertos males, pero allí termina su
habilidad. El verdadero proceso de curación es realizado por un poder sobre el
cual no tiene control la ciencia humana. Es todavía verdadero en el siglo XX,
como lo fue en el tiempo de Moisés, el hecho de que sólo Dios imparte sanidad.
El es el Médico supremo.
27
Elim.
El siguiente lugar donde acamparon ha sido identificado desde la
antigüedad con el Wadi Garandel , a unos 11 km al sur de 'Ain Hawarah . Este
lugar, con su abundante provisión de agua comparativamente buena y sus
exuberantes bosquecillos de palmeras, tamariscos, acacias y sus altos pastos, es
aún hoy día uno de los principales oasis entre Suez y el Sinaí. El arqueólogo
Flinders Petrie encontró una buena provisión de agua en el valle las dos veces
que lo cruzó, la primera en diciembre de 1904 y otra vez en marzo del año
siguiente, aunque el invierno había sido muy seco y no había llovido durante
varias semanas ( Researches in Sinai [Investigaciones en el Sinaí] [1906], pág.
12).
Acamparon allí.
Dado que el Wadi Garandel está unido con
dos valles comparativamente más fértiles, el Wadi Useyt y el Wadi Tayibeh , es
posible que los israelitas aprovecharan esta oportunidad para apacentar su
ganado y para hacerlo descansar por varios días antes de continuar su viaje. No
se hace mención aquí de que acamparan en Mara (ver vers. 23-26) aunque así se
indica en Núm. 33: 8. Es posible que el pueblo se detuviera en Mara sólo lo
necesario. Moisés, que había recorrido esas regiones antes y conocía cada pozo y
cada corriente de agua, probablemente les aseguró a los israelitas que
encontrarían un valle fértil tan sólo a pocos kilómetros más allá de Mara.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-27 PP
292-297
1 PE 70; 3TS 227
1, 2 Ed 157
1-16 PP 292
6-11, 18-21 Ed 157
21 Ed 36; PP 293
22-24 PP 296
23-25 MC 191
23-26 MM 120
24 3T 85, 89, 339, 342
24-26 SR 126
25 PP 296
25, 26 PP 297
26 CH 59;
DTG 764; MC 76; MeM 139; MM 119. 277; SR 127
27 PP 297
CBA Éxodo
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