Comentario Bíblico Adventista Éxodo 10
Comentario Bíblico Adventista
Éxodo Capítulo 10
1.
He endurecido su corazón.
Literalmente: "Yo, sí yo, he hecho pesado su corazón" (ver com. cap. 4: 21). La palabra "yo" aparece dos veces en el original, una vez como un pronombre personal independiente y la otra unida al verbo para darle énfasis.
2.
Para que cuentes.
Ahora se revela un nuevo
propósito de las plagas. Tenían el propósito no sólo de impresionar a Faraón y a
sus siervos con la grandeza de Dios y conseguir su cooperación, sino también de
convencer a los hijos de Israel para todas las generaciones futuras de que
Jehová es el único Dios verdadero. Los Salmos 78, 105 y 106 ilustran cómo el
relato de la liberación fue transmitido de generación a generación. Era el plan
de Dios que sus misericordias y obras maravillosas fueran conservadas en
recuerdo perpetuo. Siendo que la inclinación del hombre a olvidar los beneficios
de Dios es una de las tristes facetas de su carácter pecaminoso, se requiere una
exhortación constante para que las recuerde. Con frecuencia esto es verdadero en
cuanto a sus necesidades diarias, pero también se aplica a las circunstancias
providenciales, como las relacionadas con la conversión o la curación de una
grave enfermedad.
3.
¿Hasta cuándo?
La confesión de Faraón (cap. 9: 27) había sido un acto humillante, pero
esto fue anulado por una orgullosa reacción de su corazón rebelde (cap. 9: 34,
35). Lo que Dios deseaba no era una mera profesión de humildad, sino que actuara
de acuerdo con ella. El arrepentimiento de Faraón no sería genuino hasta que
dejara salir a los israelitas.
4.
La
langosta.
Como un nuevo castigo para el obstinado rey, Dios anunció una
plaga de langostas más temible que cualquiera que Egipto hubiera conocido hasta
entonces. Las langostas, el "gran ejército" de Dios, como son llamadas en Joel
2: 25, hasta el día de hoy han sido calamidades periódicas para los países del
Cercano Oriente, generalmente cada 10 ó 15 años. Ahora es posible un control
efectivo, mediante métodos científicos, como el uso de lanzallamas, trincheras
tratadas con productos químicos, dentro de las cuales caen las langostas en
grandes cantidades; y la destrucción de sus huevos y el uso de arsénico. Pero no
se disponía de tales recursos hasta hace comparativamente poco tiempo.
Antiguamente, una invasión de langostas se consideraba como el más terrible de
todos los asolamientos que pudieran azotar a un país. Joel presenta una vívida
descripción de una plaga tal cuando dice: " "Delante de él consumirá fuego, tras
de él abrasará llama; como el huerto del Edén será la tierra delante de él, y
detrás de él como desierto asolado" " (Joel 2: 3). Las langostas destruyen todo
rastro de vegetación: cosechas, verduras, arbustos y cardos. Aun hacen daño a la
corteza de los árboles, cuyas ramas más pequeñas son completamente peladas y
quedan blancas (Joel 1: 7-12). Llegan en grandes mangas; el ruido de su vuelo
hace recordar el de la lluvia o el crepitar del fuego en el pasto seco; con su
multitud oscurecen el cielo (Joel 2: 2, 3).
5.
Cubrirá la faz de la tierra.
Esto es literalmente
verdadero. A veces cubren el suelo en forma tan densa que en vastas zonas no
puede verse el terreno en absoluto.
Comerá lo que escapó.
Puesto
que las langostas no dejan rastro alguno de verdor (ver com. del vers. 4), es
obvio que devorarían todo lo que sobreviviera al granizo devastador,
especialmente el trigo y la espelta (cap. 9: 32). Ciertamente las perspectivas
de la nueva cosecha parecían oscuras. No podía esperarse ningún producto de
ninguna especie para ese año e inevitablemente vendría el hambre.
6.
Llenará tus casas.
Construidas
con diversas aberturas para la luz y la ventilación, las casas antiguas
facilitaban la entrada de los insectos. Durante una plaga, las mangas de
langostas volaban dentro de las casas y se deslizaban sobre las paredes por
decenas de millares. Los observadores que han experimentado una plaga tal
afirman que es difícil impedir que las langostas aun entren en la boca de una
persona cuando come.
Cual nunca vieron tus padres.
Al igual que
otros países del Cercano Oriente, ocasionalmente Egipto sufría de devastadoras
plagas de langostas. Sin embargo este castigo celestial habría de exceder a
cualquier plaga tal del pasado.
Se volvió.
Moisés no esperó para
apreciar el efecto de su anuncio sobre el rey, sabiendo que Faraón no temería al
Señor.
7.
Los siervos de Faraón le dijeron.
Hasta este momento, los cortesanos parecían no haber aventurado sus
opiniones, al menos para oponerse a Faraón. Con la excepción de los magos que
habían señalado que los piojos de la tercera plaga eran "dedo de Dios" (cap.
8:19), la corte entera había permanecido pasiva mientras el rey hacía las
sucesivas y fatales decisiones que afectaban a la nación. También se dice de
ellos que "endurecieron" sus corazones como el rey (cap. 9: 34). Pero ahora
expresaron sus temores. Habiendo ya perdido la mayor parte de su ganado y casi
todas las cosechas de la estación, se alarmaron realmente temiendo que nuevas
calamidades los arruinaran en forma permanente. Es significativo que
intervinieran antes de que realmente comenzara la plaga, pues esto revelaba que
habían llegado a creer en la certeza de las predicciones de Moisés y en el poder
de su Dios. Algunos habían ya llegado a ese punto cuando fue anunciada la plaga
del granizo (cap. 9: 20), pero ese sentimiento se había hecho ahora más general.
8.
Andad, servid a Jehová.
Comprendiendo que le faltaba el apoyo de sus consejeros, Faraón les
permitió que llamaran a Moisés y a Aarón para hacerles más preguntas. La orden
"Andad" fue casi inmediatamente modificada por una pregunta que implicaba que no
todo el pueblo estaba incluido en ella. Parece que el rey vanamente buscaba una
concesión mínima que pudiera hacer aplacar a Moisés y evitar más calamidades.
Por lo tanto procuró darle al pedido de Moisés la apariencia de ser irrazonable.
9.
Con nuestros niños y con nuestros
viejos.
No hubo ambigüedad en la respuesta de Moisés; toda la nación
había de participar en la fiesta. Sus rebaños y ganados habían de acompañarlos,
no sólo para proporcionarles sacrificios para la celebración y alimento para la
gente, sino también para ser cuidados durante los días de ausencia.
10.
El les dijo.
Infiriendo por la
afirmación de Moisés que los israelitas no tenían la intención de volver, Faraón
otra vez se enojó y dijo, tal como se traduce con mayor claridad: " "¡Así esté
Yahvéh con vosotros como voy a dejaros salir a vosotros con vuestros pequeños!
Ved cómo a la vista están vuestras malas intenciones" " (BJ). Esta respuesta
refleja desprecio no sólo por Moisés y Aarón sino también por el Señor que ya
había probado mediante las poderosas manifestaciones de su poder que podía hacer
con Faraón lo que deseaba. Después de esta expresión de mala voluntad, el rey
dijo a los mensajeros de Dios que podía adivinar sus malas intenciones.
Pretendió tener más preocupación por las mujeres hebreas y los niños que Moisés
y Aarón, pero estaba determinado a retener a mujeres y niños como una garantía
de que volverían los hombres (PP 276).
11.
Id ahora.
Aun esta aparente concesión no tenía un fondo
de seriedad. Resalta esto por la expresión "Id ahora", en la cual es
inconfundible la ironía y más todavía por el hecho de que, con esas palabras,
terminó todas sus negociaciones con Moisés y Aarón y los echó de su presencia.
Este insulto, que antes no les había lanzado, muestra que su ira aumentaba al
ver más y más claramente que al final tendría que rendirse.
13.
Un viento oriental.
Generalmente las langostas vienen con un viento, ya que no pueden volar
lejos sin su ayuda. En este caso, un viento del este las habría traído del norte
de Arabia, una región donde con frecuencia se crían en grandes cantidades. Esto
resultaría algo excepcional porque las langostas que ocasionalmente asuelan
Egipto por lo general proceden de Libia o Etiopía, es decir del sur o suroeste.
El hecho de que el viento sopló durante un día entero y toda una noche antes de
que llegaran las langostas, sugiere que venían de una distancia considerable.
14.
Sobre toda la tierra.
Generalmente las mangas de langostas se restringen a ciertas partes del
país, pero en esta ocasión la plaga afectó una zona mayor que nunca antes. Esto
era milagroso en sí mismo.
Ni la habrá después.
Esta declaración
no contradice a Joel 2: 2., donde siglos más tarde se menciona otra singular
plaga de langostas, dado que las primeras se refieren a Egipto y las segundas a
la tierra de Israel.
15.
Oscureció la
tierra.
No es bastante claro si la oscuridad de que aquí se habla se
produjo mientras volaban las langostas o después de que se asentaron.
Generalmente las langostas vienen en nubes tan densas que oscurecen la luz del
sol y con frecuencia convierten el mediodía en un crepúsculo. También es verdad
que sus cuerpos pardos y sus alas oscurecen la tierra una vez que se posan en
ella. Es más probable la última explicación (Joel 2: 2).
Todo el fruto.
Aunque no se menciona expresamente el daño hecho al fruto por el
granizo, implícitamente eso sucedió con esa plaga (Exo. 9: 25). Por lo general
las langostas devoran primero los sembrados verdes, las plantas y las hojas, y
luego atacan los materiales más duros, como cañas, ramitas y la corteza de los
árboles. Las principales frutas de Egipto eran: higos, granadas, moras, uvas y
dátiles.
No quedó cosa verde.
Los observadores modernos afirman
que cuando se posa una nube de langostas por sólo media hora, eso es suficiente
para transformar una región fértil en un desierto transitorio. Después de que
han pasado las langostas, nada queda sino raíces, troncos y ramas gruesas. La
apariencia de una región así devastada es similar a la que sería si hubiera sido
barrida por el fuego (Joel 2: 3).
16.
Entonces Faraón se apresuró a llamar.
El
rey había hecho súplicas similares antes, pero nunca con tanta premura como esta
vez. Evidentemente esta plaga lo aterrorizó más que cualquiera de las siete
anteriores.
18.
Oró a Jehová.
Moisés sabía que ni una palabra de reproche ni una petición cambiaría el
corazón endurecido del monarca. Sin embargo intercedió, pero no basándose en
promesa alguna del rey, pues ahora sabía por su experiencia que pronto sería
quebrantada. Son verdaderamente notables la paciencia y magnanimidad de Moisés.
Accedió al pedido real en el instante en que fue hecho, sin siquiera pedir un
favor o pronunciar el más leve reproche.
19.
Un fortísimo viento occidental.
Literalmente, "un
viento del mar", lo que indica que vino del Mediterráneo. Puesto que llevó las
langostas al mar Rojo, debe haber venido del noroeste. Y como el Mediterráneo
está al oeste de Palestina, los hebreos comúnmente usaban la expresión "el mar"
como sinónimo de "oeste".
El Mar Rojo.
Literalmente, "mar de las
Cañas". No es seguro por qué tenía ese nombre, ya que hoy no hay allí cañas, ni
indicación de que las hubiera en tiempos antiguos. Sin embargo, la comprobación
de numerosos textos bíblicos (Exo. 15: 4; 23: 31; Núm. 21: 4; etc.) hace que sea
bastante seguro que el mar de las Cañas fue en realidad el mar Rojo y no uno de
los lagos amargos de la región del canal de Suez, a diferencia de lo que han
sostenido algunos comentadores.
20.
Endureció el corazón de Faraón.
Ver com. cap. 4: 21.
21.
Extiende tu mano.
La novena
plaga, como la tercera y la sexta, fue infligida sin previa advertencia. Después
de la plaga de las úlceras [o forúnculos], Dios había anunciado que estaba por
enviar todas sus plagas sobre el "corazón" del rey (cap. 9: 14). Por lo tanto
había de esperarse una sucesión de castigos sobre Faraón y sus súbditos.
Indudablemente esta plaga vino muy poco después de la octava.
Tinieblas.
Algunos comentadores han supuesto que un eclipse de sol causó la intensa
oscuridad. Sin embargo, esta interpretación no puede ser correcta puesto que
ningún eclipse puede producir jamás una oscuridad que dure tres días (vers. 22).
" mayoría de los intérpretes han creído que el milagro fue producido mediante el
chamsin , una tormenta de arena del desierto que ocasionalmente sopla sobre
Egipto y cubre la tierra con una horrible oscuridad. Esto se debe a densas nubes
de fina arena que el viento lleva consigo y que interceptan la luz del sol
produciendo una oscuridad más profunda que las peores neblinas. El que esto
escribe, una vez experimentó una tormenta de arena tal en el borde del desierto
Indico en un día claro, y puede testificar que durante media hora prevaleció una
oscuridad igual a la de una noche sin luna. Saturado con finas partículas de
arena, el viento era sumamente molesto y deprimente, y hombres y bestias
buscaban refugio. La fina arena penetraba en cada habitación y aun en los
armarios de las casas. Una tormenta de arena puede soplar durante dos o tres
días, pero rara vez tiene un efecto tan tremendo por mucho tiempo en una sola
ocasión. Aun cuando Dios hubiera usado remolinos de arena para producir la
oscuridad, con todo fue milagrosa pues, aunque todo el país estuvo envuelto en
oscuridad impenetrable durante tres días, los hijos de Israel tenían luz,
viviendo en el mismo país (vers. 23). Pero los egipcios estaban acostumbrados a
rigurosas tormentas de arena que soplaban procedentes del desierto. Además, con
cada una de las otras plagas Moisés describe el instrumento con el cual fue
realizada, y sería lógico que aquí se esperara que él se refiriera a ella como
una tormenta de arena, si eso es lo que quiso decir.
A semejanza de las
plagas anteriores, ésta asestó un fuerte golpe a los dioses egipcios. Ra, el
dios-sol, había sido el dios principal de Egipto durante siglos y cada rey se
llamaba a sí mismo el "hijo de Ra". En el tiempo de Moisés, este dios era
identificado con Amón y llevaba el nombre de Amón-Ra. Los más grandes templos
que el mundo jamás haya visto fueron edificados en su honor y uno de ellos, el
gran templo de Karnak en el Alto Egipto, todavía es magnífico aun estando en
ruinas. Otro dios era el disco del sol, Atón, que unas pocas décadas después del
éxodo llegó a ser brevemente el dios supremo del sistema religioso egipcio.
Mediante la novena plaga fue claramente demostrada la completa impotencia de
estos dioses para sus adoradores.
23.
Luz
en sus habitaciones.
No se da explicación acerca de cómo se realizó
esto. Los que atribuyen la oscuridad al resultado de una tormenta de arena
explican que ésta no se extendió hasta la tierra de Gosén. Pero en ese caso los
egipcios que vivían entre los israelitas, si había algunos, habrían compartido
los beneficios de sus vecinos, lo que no parece haber sido así. El registro
bíblico indica que la oscuridad fue general pero que los hijos de Israel
recibieron luz en forma realmente milagrosa.
24.
Faraón hizo llamar a Moisés.
La intensa oscuridad fue
más de lo que el rey pudiera soportar por mucho tiempo. Al haberse prolongado
por tres días, envió mensajeros para ubicar a Moisés. Conducido a la presencia
del rey, Moisés fue informado de que los hebreos, incluso sus familias, podrían
partir para la propuesta celebración religiosa en el desierto, pero debían dejar
sus rebaños y majadas. Esto aseguraría su regreso del desierto puesto que sin el
ganado no podrían vivir muchos días allí.
26.
Ni una pezuña.
Moisés rehusó con términos inequívocos
la transacción propuesta. Ya había declarado en una ocasión anterior que irian
con sus familias y todas sus bestias (vers. 9), y de ninguna manera se
retractaría ahora de esa estipulación.
No sabemos.
Moisés
presentó una explicación para su rechazo. La fiesta propuesta era nueva y su
ritual todavía no era conocido. No podían esperarse indicaciones exactas hasta
que hubieran llegado al lugar que designara el Señor. Debían llevar consigo el
ganado porque la fiesta seguramente requeriría el ofrecimiento de sacrificios.
27.
Jehová endureció.
Ver com. cap.
4: 21.
28.
Retírate de mí.
Esta
respuesta indica una ira furiosa. El rey comprendía que Moisés lo privaría del
trabajo gratuito del cual Egipto había disfrutado por tanto tiempo. Su gran
furor le hizo perder todo dominio propio y rudamente le ordenó a Moisés que no
volviera, bajo pena de muerte.
29.
Bien has
dicho.
La respuesta de Moisés fue cortés y digna. El representante de
una nación de esclavos estuvo delante de su cruel amo con un completo dominio de
la situación. Sus palabras implican que Moisés acogió bien la decisión real,
puesto que serían inútiles futuras entrevistas.
No veré más tu rostro.
Estas palabras tan sólo expresan aquiescencia a la orden del rey. Moisés
no se presentaría voluntariamente otra vez delante de Faraón.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-29 PP
276-278
1-6 PP 276
7-20 PP 276
13, 21 SR 117
21-29 PP 278
28 PP 279
CBA Éxodo
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA ÉXODO
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