Comentario Bíblico Adventista Éxodo 17
Comentario Bíblico Adventista
Éxodo Capítulo 17
1.
Acamparon en Refidim.
Entre el desierto de Sin, donde comenzó la caída del maná, y Refidim, se establecieron dos campamentos, en Dofca y Alús (Núm. 33:12,13). Se desconoce su ubicación así como también la de Refidim. La mayoría de los eruditos bíblicos han buscado a Refidim en el Wadi Feiran , que conduce al tradicional monte Sinaí. 595 Otros lo han identificado con el Wadi Refayid , principalmente por el parecido de su nombre con Refidim. El Wadi Refayid está tan sólo a unas pocas horas de marcha del monte Sinaí. Este hecho favorece su identificación con Refidim ya que en varios textos el monte Horeb se usa casi como sinónimo con el monte Sinaí (Exo. 17: 6; 33: 6; Sal. 106: 19; etc.).
No había agua.
Viajando en la última parte de la primavera, el pueblo esperaba encontrar agua en los valles. Esto quizá explique el hecho de que no llevaran suficiente cantidad de agua. El lecho seco del río del valle de Refidim produjo una consternación más grave que cualquiera que se hubiera presentado antes.
2.
Danos agua.
En varias ocasiones el pueblo
había murmurado; ahora se quejó amargamente. Puesto que Moisés ya les había dado
carne y pan para comer, naturalmente pueden haber esperado que también les diera
agua. Pero su queja reflejaba duda antes que fe.
Tentáis a Jehová.
Los hijos de Israel "tentaron" a Dios al poner a prueba su paciencia y
despertar su santa ira debido a su continua falta de fe y de gratitud. Toda su
historia de peregrinaciones por el desierto es una historia de provocación. Es
asombrosa la longanimidad de Dios con los israelitas, que "tentaron y enojaron
al Dios Altísimo" (Sal. 78: 56). Repetidas veces "provocaron la ira con sus
obras" " (Sal. 106: 29), "murmuraron en sus tiendas" (Sal. 106: 25), "se
rebelaron junto al mar" (Sal. 106: 7) y "tentaron a Dios en la soledad" (Sal.
106: 14).
3.
Para matarnos.
Durante
un corto tiempo las palabras de Moisés parecieron haber calmado al pueblo, pero
cuando su sed se hizo insoportable volvieron a Moisés ardiendo de ira.
Acusándolo otra vez de haber tramado su muerte (ver cap. 14: 11), manifestaron
una lastimosa falta de fe.
4.
¿Qué haré?
Moisés siempre llevaba sus dificultades al Señor (Exo. 15: 25; 32: 30;
33: 8; Núm. 11: 2, 11; 12: 13; 14: 13-19; etc.). Por experiencia propia había
aprendido a tener confianza implícita en Aquel que lo había llamado a ser el
jefe de su pueblo, y siempre que llegaba al límite de la sabiduría humana,
encontraba un Auxiliador siempre listo.
Me apedrearán.
En
realidad la situación debe haber sido grave ya que la vida misma de Moisés
estaba en peligro. Como no se ha encontrado en Egipto ningún vestigio de muerte
por apedreamiento, esta forma de pena capital parece haberse originado aquí, en
lo que atañe a los israelitas, y sin duda fue sugerida por la abundancia de
piedras disponibles. El apedreamiento posteriormente fue practicado entre los
griegos, en el tiempo de las guerras médicas (Herodoto ix. 5), y entre otros
pueblos. Era una de las formas más fáciles de matar a un criminal sin derramar
su sangre, y muy a propósito en caso de que la gente fuera convocada para vengar
un crimen, como la blasfemia (Lev. 24: 16) o la idolatria (Deut, 13: 10; 17:
5-7). Sin embargo, aquí en Refidim se trató de un motín, un levantamiento
espontáneo para librarse de un jefe odiado a quien tenían por responsable de un
sufrimiento intolerable. Por cierto, la sed puede ser una tortura de la peor
clase.
5.
Pasa delante del pueblo.
Llevando consigo a algunos de los ancianos como testigos, Moisés debía
dejar al pueblo en Refidim y subir a las montañas adelantándose al lugar donde
el pueblo estaba acampado. La realización de este milagro había de ser
presenciada sólo por los ancianos, en contraste con el segundo caso similar
cuando se hizo brotar agua en presencia de todo el pueblo (Núm. 20: 8-11).
6.
Yo estaré delante de ti.
El
Señor prometió acudir personalmente en ayuda de Moisés. Fue su bondadosa
presencia lo que hizo que fluyera agua de la roca, aunque eso no iba a suceder
hasta que Moisés la golpeara con su vara para que el pueblo pudiera reconocerlo
como representante de Dios.
7.
Masah y
Meriba.
"Tentación" y "murmuración". Mediante estos nombres, la
incredulidad manifestada aquí continuaría recordándole a Israel la lección que
Dios quiso enseñarle en esa ocasión (Deut. 6: 16; Sal. 78: 20; 95: 8; 105: 41).
No se conoce la ubicación de esta roca, pero en vista del hecho de que fue "en
Horeb" (vers. 6), parece haber sido cerca de Refidim y del monte de la ley.
8.
Entonces vino Amalec.
Los
amalecitas eran descendientes del nieto de Esaú, de quien tomaron el nombre
(Gén. 36: 12). Separándose de sus hermanos en una fecha remota, parecen haberse
convertido en una tribu dominante en la parte norte de la península del Sinaí.
Aunque eran una raza emparentada con Israel, vieron con desconfianza la
ocupación de sus campos de pastoreo por los hebreos y estuvieron resueltos a
destruirlos completamente (PP 306). Comenzando con este primer encuentro en
Refidim, se desarrolló una larga y amarga contienda entre las dos naciones. Un
año después los israelitas fueron derrotados por los amalecitas, que unieron sus
fuerzas con los cananeos en Cades-barnea (Núm. 14: 45). Durante el período de
los jueces, los amalecitas procuraron subyugar a Israel pero fueron derrotados
por el grupo de Gedeón (Juec. 6: 33). Saúl y David también los derrotaron
repetidas veces (1 Sam. 14: 48; 15: 7; 27: 8; 30: 17, 18; 2 Sam. 8: 12) y los
últimos restos de la nación fueron destruidos finalmente por los simeonitas
durante el reinado del rey Ezequías (1 Crón. 4: 41-43).
Peleó contra
Israel.
Esta batalla comenzó con un ataque a traición contra los que
estaban en la parte final de la larga columna hebrea, "todos los débiles",
cuando estaban cansados y trabajados (Deut. 25: 18). Este infame ataque fue
considerado por Dios como un insulto personal, y aunque el castigo final fue
largamente demorado, nunca fue olvidado pues a su debido tiempo Dios ordenó a
Saúl que los destruyera (1 Sam. 15: 2, 3). Debido a la murmuración de los
israelitas, Dios permitió que los amalecitas los atacaran en Refidim (PP 305).
9.
Josué.
El sucesor de Moisés y
más tarde jefe de Israel aparece aquí en el relato por primera vez. Josué, cuyo
nombre significa "Jehová es salvación" o "Jehová ayuda", era un príncipe de la
tribu de Efraín que entró en el servicio personal de Moisés antes o poco después
de la batalla con los amalecitas (Núm. 13: 8; Exo. 24: 13). Cuando fue elegido
por Moisés, su nombre todavía era Oseas, que significa "salvación". Su nombre
más lleno de significado, Josué, "Jehová es salvación" o "jehová ayuda", le fue
dado por Moisés en una ocasión posterior (Núm. 13: 8, 16).
Escógenos
varones.
Tal vez era de noche cuando Moisés oyó del ataque que había
sufrido su retaguardia, y por lo tanto había pocas posibilidades de compensar la
pérdida hasta el día siguiente (Exo. 17: 9). Con todo se hicieron arreglos para
enfrentar al enemigo a la mañana siguiente. Esa preparación consistió en la
selección de hombres aptos para la batalla y probablemente también en reuniones
estratégicas con los jefes de grupos e instrucciones de último momento para la
batalla del día próximo.
La vara de Dios en mi mano.
Al par que
Moisés envió a sus hombres al combate e hizo todo lo humanamente posible para
garantizar la victoria sobre el traidor enemigo, demostró también su confianza
en Dios antes que en la fuerza humana (cf.Jer. 17: 5). Aunque sabia que la
victoria viene del Señor, esa confianza no le impidió realizar todo esfuerzo
posible para proteger a las mujeres y a los niños, a los ancianos y a los
débiles. Así siempre deben combinarse el poder divino con el esfuerzo humano.
10.
Hur.
Hur, que también ocupaba
un puesto prominente (cap. 24: 14), era un descendiente de Judá a través de
Caleb, el hijo de Hezrón (1 Crón. 2: 18-20). Su nieto, Bezaleel, fue arquitecto
del tabernáculo (Exo. 31: 2). De acuerdo con una tradición judía, fue el esposo
de Maria y, de acuerdo con otra, su hijo.
11.
Israel prevalecía.
El levantar las manos generalmente
ha sido considerado por los antiguos eruditos judíos, por los padres de la
iglesia, por los reformadores y por muchos comentadores modernos como la señal o
actitud de oración. A lo largo de los tiempos bíblicos la costumbre de levantar
las manos en oración fue observada por los piadosos y fervientes adoradores.
Unos pocos comentadores han considerado la postura de Moisés, con las manos en
alto, como la actitud de un comandante que supervisa y dirige la batalla, pero
esta opinión debe rechazarse puesto que Moisés no ejercía el cargo de comandante
en jefe. Había transferido el cornando a Josué (vers. 9). El estaba entregado a
una ferviente oración a Dios en procura de ayuda y victoria (PP 305). Ha surgido
la pregunta: ¿Por qué Moisés no continuó orando aun cuando tenía las manos
cansadas? Sólo los que han tratado de orar sin cesar durante largos períodos de
tiempo saben cuán difícil es un proceder tal. Quizá cuando Moisés dejaba caer
las manos debido a la fatiga, también descansaba de la concentración mental
necesaria para orar. Para impresionar en Israel la importancia de la oración
intercesora, Dios permitió que se alternaran el éxito y el fracaso de acuerdo
con la oración. Al mismo tiempo Dios quería que su pueblo aprendiera que su
éxito debía ser buscado en la cooperación con sus jefes escogidos.
12.
Aarón y Hur.
Prevaleció el
trabajo aunado. Mientras Israel, bajo las órdenes de Josué, luchaba por su misma
existencia abajo en el valle, los dos compañeros de Moisés lo sostenían. Quizá
ese sostén no sólo fue físico sino también espiritual. Continuaron intercediendo
con él hasta que fue ganada la victoria final hacia la terminación del día.
En esta experiencia hay una profunda lección espiritual para cada
cristiano y para la iglesia en conjunto. De ella aprendemos que la oración y la
súplica son esenciales para la victoria sobre nuestros enemigos. Mientras las
manos están extendidas y el alma se esfuerza en oración, nuestros adversarios
espirituales son rechazados. Cuando se olvida la oración y se afloja nuestro
aferramiento de Dios, ganan terreno los enemigos espirituales con el resultado
de que finalmente puede cortarse toda conexión con el cielo. Por otro lado, la
iglesia estará segura de la victoria sobre todos los poderes del mal mientras
sus dirigentes sean hombres de oración y mientras sus miembros cooperen con esos
dirigentes, sosteniéndolos con sus oraciones y vidas ejemplares.
14.
Escribe.
Esta es la primera mención de la
escritura en el Registro sagrado. Hasta no hace mucho no se sabía cómo se pudo
hacer eso y qué clase de escritura se empleó. El hecho de que la escritura
alfabética existía en el tiempo de Moisés fue descubierto durante el período de
la Primera Guerra Mundial. Antes sólo se sabía que la escritura alfabética fue
usada por los diversos pueblos de Palestina, particularmente los fenicios, en el
primer milenio AC, y que los alfabetos europeos habían evolucionado de los
caracteres fenicios originales, a través de las etapas intermedias del griego y
del latín. Los adeptos de la alta crítica se mofaban de la idea de que Moisés
pudiera haber escrito el Pentateuco en hebreo, durante el segundo milenio AC,
convencidos como estaban de que la escritura no existía en ese tiempo. Los que
admitían que Moisés podría haber escrito parte del Pentateuco, o ciertos casos
tales como el relatado aquí, pensaban que él debía haber empleado la escritura
jeroglífica egipcia o la cuneiforme babilonia.
Según las evidencias
disponibles, parece probable que la primera escritura alfabética fue inventada,
si no en Fenicia o en el sur de Palestina, por lo menos en la región misma del
Sinaí, donde Moisés recibió la orden de escribir en un libro el relato de la
derrota de los amalecitas. En 1916 el Dr. Alan Gardiner publicó su primer
intento de descifrar las inscripciones encontradas unos diez años antes por Sir
Flinders Petrie en las minas de cobre egipcias del Wadi Magara en el Sinaí.
Expediciones posteriores han encontrado más inscripciones en ese lugar, y la
labor combinada de una cantidad de destacados lingüistas ha logrado descifrar
esa escritura. Esas inscripciones revelan el asombroso hecho de que constituyen
los intentos más antiguos para inventar una escritura semítica, que consistía en
unos 25 caracteres.
Los inventores de ese alfabeto probablemente fueron
cananeos que trabajaban para los egipcios en las minas del Sinaí. Tal vez no
tuvieran idioma escrito propio, pero se habían familiarizado con el sistema
jeroglífico de escritura usado durante siglos en Egipto. Por ejemplo, la única
forma en que los egipcios podían expresar por escrito la idea de una casa era
dibujando un jeroglífico, o cuadro, de una casa. Algunos cananeos de las minas
tuvieron la brillante idea de usar ciertos jeroglíficos egipcios para expresar
sonidos fonéticos abstractos en vez de objetos concretos. En el idioma cananeo,
casa se decía báyith . Siendo b el primer sonido de báyith , asignaron el valor
fonético de b al jeroglífico egipcio para "casa". La aplicación de este
principio hizo posible que, con un pequeño número de caracteres, se expresara
cualquier cosa que se quisiera decir. Este fue un invento de enorme importancia.
Ni siquiera ha sido muy mejorado desde entonces. Todavía usamos una forma
modificada de la escritura alfabética inventada en la península del Sinaí antes
del éxodo. Por ejemplo, nuestra propia letra b desciende directamente del primer
carácter elegido en el Sinaí para representar ese sonido.
El invento de
la escritura alfabética poco antes del éxodo fue tanto un don providencial de
Dios como lo fue el invento de la impresión mediante tipos movibles poco antes
de la Reforma. La Biblia nunca podría haber llegado a ser "el Libro del pueblo"
si hubiera sido necesario escribirla con los complicados sistemas jeroglíficos o
cuneiformes que precedieron al invento de la escritura alfabética. Con esta
nueva forma de escritura - con la cual probablemente Moisés se había
familiarizado durante su larga permanencia en el Sinaí- fue fácil escribir el
relato de las relaciones de Dios con su pueblo y también los diversos
reglamentos legales que se encuentran en el Pentateuco. También era fácil
aprender a leer esa escritura. No es por un mero accidente por lo que las
Escrituras hebreas constituyen el registro histórico más antiguo y completo de
la raza humana y de los esfuerzos de Dios para rescatar al hombre del reino de
Satanás.
En un libro.
El "libro" en el cual escribió Moisés el
relato del ataque y la derrota de Amalec tal vez consistía en un rollo de
papiro, el material de escritura egipcio más común. Este antepasado del papel
era hecho con fibras del tallo de la planta del papiro que crecía entonces en
los pantanos del delta del Nilo. Las hojas de papiro para escribir se preparaban
superponiendo, vertical y horizontalmente, dos capas de fibras de esta planta,
las que, humedecidas, se pegaban y prensaban hasta secarse; luego se alisaban,
frotándolas con piedra pómez. Finalmente varias hojas eran unidas para formar un
rollo de un promedio de alto de 22 a 25 cm y un largo de 3 a 9 m. Un rollo tal
tenía suficiente extensión como para contener cualquiera de los cinco libros del
Pentateuco.
Por la observación presentada en Núm. 33: 2 es evidente que
Moisés conservaba un diario de las jornadas de Israel a través del desierto, las
cuales formaron la base de la lista de Núm. 33 y de la narración histórica que
él nos ha dejado. Quizá Moisés adquirió el hábito de escribir un registro diario
durante los primeros 40 años de su vida en la corte egipcia, pues sabemos, por
los registros de Tutmosis III, probablemente contemporáneo de Moisés, que todos
los acontecimientos relacionados con las campañas militares eran "registrados
[cada] día por su nombre", y que después de que se completaba una campaña, esas
notas tomadas en el campo eran transferidas a "un rollo de cuero en el templo de
Amón" (cf. PP 250). Por lo tanto, no habría parecido raro a Moisés recibir la
instrucción de registrar el traidor ataque y la derrota de Amalec para
referencia futura como una "memoria".
Y dí.
Estas palabras
muestran que Josué ya había sido elegido por Dios para suceder a Moisés.
Raeré del todo.
Fue decretada la destrucción de esta rama de la
nación edomita, mientras que el resto de los edomitas disfrutaron de la
protección divina (ver Deut. 2: 4, 5). Los amalecitas habían atacado brutalmente
al pueblo de Dios sin mostrar compasión alguna aun con sus propios parientes
(Deut. 25: 18). Este ataque, completamente sin motivo, reveló su odio y desafío
a Dios y selló su destino como nación (PP 306).
15.
Moisés edificó un altar.
La edificación de un altar
implica el ofrecimiento de un sacrificio. Puesto que el sacrificio fue ofrecido
para celebrar una victoria, debe haber sido una ofrenda de gratitud.
Jehová-nisi.
Al poner nombre al altar, Moisés siguió el ejemplo
de Jacob, que había llamado a uno de sus altares El Elohe-Israel (Gén. 33: 20).
El nombre del altar de Moisés significaba "Jehová es mi estandarte" y tenía el
propósito de glorificar a Dios por la victoria sobre los amalecitas . "La vara
de Dios" (Exo. 17: 9) había sido mantenida en alto por Moisés durante la
batalla, como los soldados mantienen en alto sus estandartes; y como los
soldados siguen al estandarte, Israel había seguido las direcciones de Dios. Así
el Señor se convirtió en su estandarte. Mientras estuvieron en Egipto, con
frecuencia habían visto los estandartes militares de los ejércitos egipcios que
llevaban la representación pictórica de sus dioses: Amón, Ra, Ptah, Sutekh y
otros, y cuyas divisiones recibían el nombre de esos dioses. Al darle a ese
altar el nombre "Jehová es mi estandarte", Moisés usó un lenguaje familiar y al
mismo tiempo llamó la atención al hecho de que el estandarte del Señor era más
poderoso que los emblemas de los amalecitas. El nombre "Jehová-nisi" representa
una santa osadía.
16.
Por cuanto lo mano de
Amalec se levanto.
Literalmente, "porque la mano [de Amalec] estuvo
contra el trono del Señor". Es oscuro el texto hebreo de este pasaje. La
traducción de la BJ: "la bandera de Yahvéh en la mano" , se basa en el cambio de
una consonante por cuya causa la palabra "trono" se convierte en "bandera". Las
letras hebreas n y k , son similares, y algún copista fácilmente puede haber
confundido la primera con la segunda. Muchos comentadores hoy día prefieren esta
traducción porque parece estar más en armonía con el contexto, particularmente
con el vers. 15, donde se usa la misma palabra hebrea para "bandera".
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-16 PP
304-307
1-3 PP 304
2-7 SR 131
4-7 PP 304
6 MeM
12; PP 436
7 DTG 101
8 CV 95
8-12 SR 133
9 3TS
382
10-12 3TS 382
10-13 PP 305
12 1T 527; 5T 162
13-16 SR 134
14 2JT 86; PP 306; 2T 108
16 PP 306; 2T 108
CBA Éxodo
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