Comentario Bíblico Adventista Éxodo 3
Comentario Bíblico Adventista
Éxodo Capítulo 3
1.
Jetro.
Otro nombre para Reuel (ver com. cap. 2: 18).
Acerca de su sacerdocio, ver cap. 2: 16; acerca de la ubicación de Madián, ver cap. 2: 15.
A través del desierto.
El monte Horeb debe buscarse en la parte central de la península del Sinaí (ver com. siguiente), y de acuerdo con este versículo, el hogar de Jetro estaba separado de él por un desierto. Por lo tanto, su hogar debe haber estado al este o sudeste de Horeb y no al noreste como han pensado algunos. Sólo así es posible explicar los dos siguientes hechos: (1) Cuando Moisés regresó de Madián a Egipto, fue por el camino de Horeb, donde lo encontró Aarón que venía de Egipto (cap. 4: 27). (2) Ningún madianita fue encontrado por los israelitas en su viaje a través del desierto aunque el camino hacia la casa de Hobab, el madianita, se separaba del camino de ellos cuando partieron del Sinaí (Núm. 10: 29).
Monte de Dios.
El Exodo fue escrito después de la manifestación de Dios
a Israel en Horeb, por lo que recibió el nombre de "monte de Dios" . Horeb y
Sinaí son dos nombres para la misma montaña (Exo. 19:11; Deut. 4: 10). Desde el
siglo VDC, Horeb ha sido identificado con una de las cumbres montañosas de la
parte sur del centro del Sinaí llamada Jebel Musa , "el monte de Moisés". Tiene
2.252 m de altura y se levanta unos 450 m por encima de los valles circundantes.
Sin embargo, se ha observado que esta montaña es invisible desde la más grande
planicie de las adyacencias, er-Raha , que ha sido considerada como el "desierto
de Sinaí" (cap. 19: 2). Esta planicie brinda espacio para un gran número de
personas, y con varios valles más pequeños, tributarios de ella, tiene una
cantidad de fuentes de agua. Sin embargo, desde la planicie er-Raha se puede ver
la cumbre vecina Ras es-Safsaf , de 1.981 m. Por esta razón, muchos eruditos que
aceptan la identificación tradicional de la llanura er-Raha con el desierto del
Sinaí, creen que el monte Sinaí debe ser identificado con el Ras es-Safsaf antes
que con el - Jebel Musa.
Otros han identificado la montaña de la ley con
el Jebel Serbal , que está a unos 24 km al noroeste del Jebel Musa , la montaña
más impresionante de toda la península del Sinaí. El Jebel Serbal , con una
altura de sólo 2.027 m, está lejos de ser una de las montañas más altas de la
zona, pero se levanta como una aguja del Wadi Feiran que tiene un promedio de
altura de sólo unos 650 m. Es la gran diferencia de nivel lo que hace que
impresione el Jebel Serbal . Esta es una de las razones por la que algunos
eruditos ven en ese monte el Horeb, y en el Wadi Feiran el "desierto de Sinaí"
del Exodo. La segunda razón es que la tradición que relaciona el Jebel Serbal
con el monte Sinaí parece ser anterior a la que lo identifica con el Jebel Musa
. Siendo que no existe ninguna prueba concluyente para sostener cualquiera de
las dos identificaciones, no se puede determinar ahora si el Horeb es el Jebel
Musa , sobre cuyas estribaciones está el famoso monasterio de Santa Catalina
-donde Tischendorf encontró el Códice Sinaítico-, o su vecino el Ras es-Safsaf ,
o aun el Jebel Serbal (ver com. cap. 19: 1, 20; y el mapa de la pág. 611).
2.
El Ángel de Jehová.
El contexto
(vers. 4-6, 14) aclara que este "Ángel de Jehová" era el Señor mismo, la segunda
persona de la Deidad (PP 257, 320, 382). Ya en los tiempos de Abrahán el Señor
se había revelado a si mismo bajo esa forma y nombre (Gén. 22: 11).
Una
llama de fuego.
El texto hebreo dice literalmente "salía del medio de la
zarza", no porque hubiera sólo una zarza cerca del monte Horeb, sino más bien
porque era la única zarza a la cual se le da un significado particular. La zarza
ardiente era una apropiada representación visible del mensaje que Dios impartió
allí a Moisés. En contraste con los árboles más nobles y altos (Juec. 9: 15), la
zarza espinosa puede ser comparada con el pueblo de Israel en su humillación y
despreciado por el mundo. El fuego que quemaba pero no consumía la zarza, puede
pensarse, representa la aflicción refinadora de la esclavitud. Sin embargo, la
zarza no se consumía; y en la llama castigadora el Señor no entrega su pueblo a
la muerte (Sal. 118: 18).
5.
No te
acerques.
Cuando Moisés se acercó a la zarza, no esperaba recibir una
visión ni estaba todavía consciente de la presencia de Dios. Por eso, al
aproximarse para examinar esa "grande visión" (vers. 3), fue amonestado para que
quedara a una distancia segura de la zarza.
Quita tu calzado.
Puesto que los zapatos, tales como los conocemos hoy en día, no eran
usados ni por los egipcios ni por los habitantes del desierto oriental, es más
correcto traducir la palabra na'al por "sandalia". La práctica de sacárselas
antes de entrar en un templo, un palacio o aun una casa particular siempre ha
sido una costumbre general en el Cercano Oriente. Puesto que los zapatos o
sandalias llevan polvo y otras impurezas, la reverente mentalidad oriental
consideraba sacrílego entrar en un lugar limpio o santo con los zapatos puestos.
La misma orden dada a Moisés entonces, fue después repetida a Josué (Jos. 5:
15).
Tierra santa.
El lugar donde estaba Moisés era santo, no
porque fuera un antiguo santuario o un lugar sagrado previamente desconocido
como tal por él, como lo han pensado algunos comentadores, sino por causa de la
presencia de Dios.
6.
El Dios de tu padre.
La transición de "el Ángel de Jehová" (vers. 2) a "Jehová" (vers. 4) y
luego a "Dios" (vers. 4, 6) excluye la idea de que Jehová era meramente un Dios
nacional como lo ha pretendido la alta crítica. Muestra que las tres expresiones
son más o menos sinónimos. Después de hacer saber a Moisés el hecho de su
presencia, Dios se le presentó como el Dios de sus padres, Abrahán, Isaac y
Jacob. En esa forma, Dios le recordó las promesas hechas a los patriarcas, que
él estaba por cumplir con su simiente, los hijos de Israel. En la expresión "tu
padre" los tres patriarcas están clasificados juntos como uno, debido a la
relación personal disfrutada por cada uno de ellos con Dios y las promesas que
cada uno recibió directamente de Dios.
Moisés cubrió su rostro.
Ningún hombre puede soportar la gloria del Dios santo. De ahí que no
fuera sino natural que Moisés ocultara su rostro. Más tarde Elías hizo lo mismo
en el mismo lugar (1 Rey. 19: 13), y hasta los santos ángeles lo hacen delante
del trono de Dios en el cielo (Isa. 6: 2).
8.
Sacarlos.
La expresión "subirle" (BJ) es literalmente
correcta porque la parte de Palestina que debían conquistar está en un nivel
mucho más alto que Egipto. Los escritores bíblicos son muy cuidadosos en este
respecto y siempre indican la diferencia de altitud mediante expresiones tales
como "descendió" o "subió" (Gén. 12: 10; 13-1; 42: 2; 46: 3, 4).
Una
tierra buena.
La tierra a la cual los israelitas iban a "subir" es
llamada una "tierra buena" debido a su gran fertilidad (Deut. 8: 7-9) y
"extensión" en contraste con la tierra de Gosén. Aun cuando la fertilidad de
Palestina no igualaba la de Egipto, todavía era grande. La rica tierra al este
del Jordán produce enormes cosechas de cereales en la primavera y proporciona
pastoreo durante todo el año. La región occidental es menos productiva, pero
cuando es cuidadosamente cultivada, da excelentes cosechas de aceitunas, higos y
cebada. Desde un punto de vista moderno, Canaán parece un país pequeño, algo
menor que Bélgica. Pero a los israelitas del tiempo de Moisés les parecía
espacioso pues era considerablemente más grande que toda la región del delta de
Egipto, de la cual habían ocupado sólo una pequeña parte. La tierra prometida en
el pacto que Dios hizo con Abrahán (Gen. 15: 18-21) y que en realidad fue
poseída por David y Salomón (1 Rey. 4: 21) incluía no sólo Palestina sino
también una considerable zona de Siria (ver mapa en colores).
Tierra que
fluye leche y miel.
Se usa aquí por primera vez esta expresión pero es
común en libros posteriores (Núm. 13: 27; Deut. 26: 15; 31: 20; Jer. 11: 5; 32:
22; Eze. 20: 6, etc.). Esta era una expresión proverbial para una tierra de
abundancia, y no debiera extremársela dándole un significado literal. Tenía el
propósito de ser una descripción figurada de la gran fertilidad y belleza
natural de la tierra de Canaán. Leche y miel son los más simples y los más
selectos productos de una tierra que abunda en pastos y flores, y éstos se
encontraban en gran abundancia en Palestina.
Los lugares del cananeo.
Para una explicación del origen y de la historia de las diferentes
naciones mencionadas, ver com. de Gén. 10: 15-17. Es incompleta la enumeración
de las naciones de Palestina presentada aquí. Se mencionan expresamente sólo
cinco de las diez cuya tierra fue prometida a Abrahán (Gén. 15: 19-21). Pero se
añade una: la de los heveos. Es posible que ellos hubieran sido los sucesores de
los cenezeos o de los cadmoneos del tiempo de Abrahán.
11.
¿Quién soy yo?
Un gran cambio se había efectuado en
Moisés. Cuarenta años antes voluntariamente se ofreció como libertador. Fue a
sus hermanos y mató a uno de sus opresores esperando que entendieran "que Dios
les daría libertad por mano suya" (Hech. 7: 25). Sin embargo, en ese tiempo no
estaba calificado para la posición de liderazgo a la que aspiraba, ni los hijos
de Israel estaban listos para la liberación. Los 40 años de Madián le habían
enseñado humildad y lo habían imbuido de una desconfianza completa de sí mismo.
El príncipe adoptivo de la casa real de Egipto se había convertido en un pastor
que se ocupaba en una tarea despreciada por los egipcios (Gén. 46: 34), y se
sentía tan inseguro de sí mismo como para temer a Faraón. El, un despreciado
pastor del desierto oriental, ¿qué influencia podría esperarse que tuviera sobre
el poderoso rey de la nación más fuerte de la tierra? Además, ¿qué influencia
tendría con su propio pueblo? Lo habían rechazado cuando era poderoso,
¿aceptarían su liderazgo siendo un fugitivo que volvía a aparecer? Pensamientos
como éstos deben haber cruzado por la mente de Moisés cuando le llegó el
llamamiento de volver a Egipto y libertar a su pueblo. Puede entenderse
fácilmente su renuencia a aceptar el llamamiento así como su desconfianza en sí
mismo y en su pueblo.
12.
Yo estaré
contigo.
Dios no refutó los argumentos de Moisés sino que le aseguró la
compañía y ayuda divinas. No hay ninguna habilidad humana, ni poder humano, ni
inventiva propia del hombre que puedan realizar lo que sólo es posible
cooperando con Dios. No hay una promesa mayor que pueda llegar hasta un
dirigente del pueblo de Dios que la que fue dada a Moisés en el tiempo cuando
fue llamado.
Señal.
Dios le dio a Moisés una prueba de que no
sería enviado en una misión infructuosa, pero era una señal cuyo cumplimiento
vendría más tarde como la que Isaías dio a Ezequías (2 Rey. 19: 29). Pero antes
de que pudiera cumplirse la señal, Moisés debía obedecer y llevar a cabo la
tarea que se le ordenaba que emprendiese.
13.
¿Cuál es su nombre?
Estando a punto de
aceptar el llamamiento divino, Moisés preguntó qué debía decir en caso de que el
pueblo le pidiera sus credenciales divinas. La suposición de que el pueblo
pudiera hacer esa pregunta no debe atribuirse a ignorancia del nombre de su
Dios. El nombre con el que Dios se había revelado a sus padres no podía haberse
desvanecido enteramente de su memoria, y la mera mención del nombre de Dios no
podría haber sido de mucha ayuda para Moisés. Con todo, la naturaleza y el poder
de Aquel que envió a Moisés se expresarían en ese nombre, y puesto que los
nombres significaban tanto para la mentalidad semita, era importante que Moisés
revelara a su pueblo la verdadera naturaleza de su Dios, que estaba dispuesto
ahora a librarlos de su servidumbre.
14.
Yo
soy el que soy.
Dios le reveló, pues, a Moisés, o más bien le explicó,
el nombre por el que se había hecho conocer a Abrahán cuando hizo el pacto (Gén.
15: 7). En hebreo, al igual que en castellano, este nombre es una forma del
verbo "ser", e implica que su poseedor es Aquel que es eterno y que existe por
sí mismo (Juan 8: 58; DTG 435). Su universalidad, que todo lo abarca, excluía
cualquier comparación del Dios de Israel con las deidades de Egipto y otras
naciones. Tenía el propósito de dar a Moisés y a su pueblo un poderoso consuelo
en sus aflicciones y un potente apoyo para su confianza en la realización del
propósito divino para libertarlos.
Yo soy me envió.
"Yo soy" es
una forma abreviada de "Yo soy el que soy" y tiene el propósito de expresar la
misma idea.
15.
Este es mi nombre.
De la palabra hebrea traducida como "Yo soy" proviene la forma derivada
Yahvéh (BJ), o Jehová en la VVR. Para los judíos, éste siempre ha sido el nombre
sagrado con el cual el verdadero Dios se distingue de todos los dioses falsos.
Ver págs. 181, 182.
16.
Reúne a los
ancianos.
Dios procedió a dar a Moisés más instrucciones referentes a la
ejecución de su misión. Al llegar a Egipto, primero debía informar a los
ancianos como representantes de la nación, a saber los que eran cabezas de
familias, linajes y tribus, del plan de Dios para libertarlos. Los "ancianos" no
eran necesariamente hombres de mucha edad, sino los que eran reconocidos como
jefes por el pueblo (caps. 6: 14, 15; 12: 21).
En verdad os he visitado.
Una repetición de las palabras usadas por José en su lecho de muerte
(Gén. 50: 24). Puede entendérselas así: "He hecho como profeticé a José, y
podéis estar seguros de que sucederá todo lo que he prometido".
17.
Ver com. vers. 8.
18.
Oirán.
Moisés pensó que lo
despreciarían, que harían oídos sordos a sus palabras y rechazarían su
dirección. Pero Dios le dijo que la recepción que le darían sería muy diferente
de la que había recibido 40 años antes. Los corazones de los hombres están en
las manos de Dios, y Dios mismo había dirigido los asuntos de su pueblo en una
forma tal como para que estuviera listo a reconocer a Moisés como el instrumento
elegido por Dios para su liberación.
Iremos ahora.
"Permite,
pues, que vayamos" (BJ). El pedido del permiso de Faraón para dejar el país está
presentado con palabras como para expresar la relación precisa de Israel con él.
Faraón no tenía derecho a detenerlos, pero era necesario su consentimiento para
que salieran, así como lo fue el de un rey anterior para su establecimiento en
la tierra de Gosén (Gén. 45: 16- 20). No tenía ninguna razón valedera para
rehusar su pedido de ir por tres días de camino en el desierto, pues su retorno
al término de ese período estaba implicado en el pedido. ¿Era esto un engaño? De
ninguna manera. Dios conocía el corazón de Faraón, e instruyó a Moisés para que,
al principio, pidiera únicamente lo que el rey debía conceder o, en caso de que
éste rehusara, se manifestara la dureza de su corazón. Si Faraón hubiera
consentido, probablemente Dios entonces le habría hecho conocer su propósito
pleno y le habría pedido la liberación permanente de su pueblo. Cuando Faraón
rehusó el primer pedido, que era razonable (Exo. 5: 2), Moisés debía demostrar
el poder del Dios de los hebreos mediante milagros y castigos. Por eso Moisés
persistió en demandar permiso para que el pueblo fuera y sirviera a su Dios
(caps. 7: 16; 8: 1; 9: 1, 13; 10: 3). Tan sólo cuando el rey ofreció permitirles
sacrificar en Egipto, Moisés añadió a su pedido la significativa frase "como él
nos dirá" (cap. 8: 27), lo que implicaba que podrían no volver. Por supuesto,
era eso lo que temía Faraón.
19.
Sino por
mano fuerte.
Faraón no estaría dispuesto a dejar que saliera el pueblo
aun cuando la mano poderosa de Dios cayera sobre él (caps. 8: 15, 19, 32; 9: 12,
35; 10: 20, 27). Dios previó su resistencia y realizó sus planes de acuerdo con
ella.
20.
Entonces.
Esta
declaración no contradice el vers. 19. El significado de los vers. 19 y 20 es
que Faraón no estaría dispuesto a dejar salir a Israel aun después de ser herido
por la mano poderosa de Dios, pero que se vería compelido a hacerlo contra su
voluntad. Todavía después de la novena plaga Faraón rehusaría dejarlos salir
(cap. 10: 27), y cuando finalmente dio permiso ante la muerte de su primogénito
y, en realidad, los expulsó (cap. 12: 31-33), pronto cambió de parecer y los
persiguió (cap. 14: 5-9). La mano poderosa de Dios no había quebrantado la
voluntad del rey, y sin embargo contribuyó a la liberación de Israel.
22.
Pedirá cada mujer.
Obviamente
los hebreos no tenían el propósito de devolver lo que pidieron de los egipcios.
Por eso han sido acusados de realizar un fraude, y Dios ha sido inculpado no
sólo por transigir con su acto de engaño sino también por haberlo preparado y
dirigido. Sin embargo, nótese que no se trataba de pedir "prestado", sino de
"pedir" solamente. Los israelitas habían de pedir regalos de sus vecinos
egipcios como una contribución para los gastos necesarios del largo viaje.
Habían trabajado duramente durante muchas décadas como esclavos para provecho de
los egipcios, que se habían aliviado de sus impuestos merced al valor del
trabajo gratuito de los hebreos. Estos últimos en realidad tenían derecho a lo
que no era sino una pequeña recompensa por sus largos años de trabajo. Los
israelitas pidieron sin tener la intención de devolver, y los egipcios
concedieron su pedido sin esperar recibir nada de vuelta, porque Dios hizo que
los israelitas hallaran gracia delante de ellos (vers. 21). Los egipcios habían
despojado a los israelitas, y ahora los hebreos se llevaron el despojo de Egipto
como una compensación parcial (PP 286).
COMENTARIOS DE ELENA
G. DE WHITE
1-22 PP 256-258
1 CM 312, 320; CV 84, 370;
Ed 59; FE 342, 360; MC 377; OE 348; PP 253-256; 4T 442
1, 2 DTG 14
1-3 PP 256
2 SR 110
2-5 MC 162
4, 5 MC 406
4-6 PP 256
5 CMC 88; Ed 238; FE 192; 2JT 316; OE 188; PP 362; PR
34; TM 57
5, 6 MC 343; 8T 284
7,8 PP 257
7-10 SR 111,
147
10 CV 370; FE 287; MC 377
10-13 PP 257
11 4T 611
12 CH 313; DTG 596; 7T 221; 8T-144
14 DTG 16; 2JT 308; 3JT 408;
1T 292; 5T 725; 6T 20
14-22 PP 258
CBA Éxodo
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