Comentario Bíblico Adventista Génesis 12
Comentario Bíblico Adventista
Génesis Capítulo 12
1.
Vete
De aquí en adelante Abram es el héroe de la narración del Génesis. Esta es la primera revelación dada por Dios a Abram que se registra, aunque se sabe por Hech. 7: 2 que Dios se le había aparecido por lo menos una vez antes. La palabra de Jehová comienza con una orden, continúa con una promesa y termina con una bendición. Estos tres aspectos importantes caracterizan toda manifestación de Dios para el hombre. Las promesas de Dios se cumplen y sus bendiciones se reciben tan sólo cuando sus mandamientos son obedecidos. Generalmente los hombres están deseosos de recibir las bendiciones de Dios y ver la realización de sus promesas, pero sin cumplir con sus requerimientos.
El llamamiento de Dios demandaba que Abram rompiera completamente con el pasado. No sólo tenía que salir de la tierra de los dos ríos, Mesopotamia, en la cual estaban situadas tanto Ur como Harán, sino que también tenía que renunciar a sus vínculos familiares y aun a la casa de su padre, para no volver nunca más a los de su propia sangre y raza. Fue una dura prueba. Harán y Ur compartían la misma civilización y las mismas normas de vida. Todo esto cambiaría inmediatamente cuando dejara la tierra de los dos ríos y cruzara a Siria y Palestina. En vez de fértiles tierras de pastoreo, encontraría una región montañosa densamente arbolada. En vez de vivir entre las tribus semíticas a las que pertenecía y que eran muy civilizadas, estaría errabundo entre tribus de un nivel cultural materialmente inferior y de una religión especialmente degradada.
Seguramente no debe haber sido fácil que Abram rompiera todos los lazos con su amada patria, una tierra en la que había pasado toda su vida y a la que estaba unido por muchos tiernos vínculos. Un joven puede salir de su país natal con poco pesar, pero no es fácil que un hombre de 75 años haga una decisión tal.
La tierra que te mostraré.
Gén. 11: 31 indica que el destino original de
Abram había sido Canaán. Es obvio que Dios debe haber especificado Canaán como
la tierra hacia la cual él debía dirigir sus pasos. En esta ocasión (cap. 12: 1)
no se menciona a Canaán, pero es claro que Abram sabía que Canaán era el lugar
donde Dios quería que él fuera. Partió teniendo en cuenta a Canaán (vers. 5). La
declaración de Pablo en Heb. 11: 8 de que Abram "salió sin saber a dónde iba" "
evidentemente se refiere a que de allí en adelante no tendría un lugar seguro
donde morar, sino que iba a ser peregrino y extranjero (Heb. 11: 9; 3TS 374). En
adelante Dios lo guiaría día tras día y él nunca sabría por adelantado lo que le
podría traer el futuro.
2.
Haré de ti una
nación grande.
Se anuncia la compensación que tendría Abram por dejar su
familia y hogar. Sin duda Abram se preguntaría cómo podría cumplirse la promesa
en vista de que no tenía hijos y no era joven. No podía ser el propósito de Dios
que los siervos de Abram, los pastores y capataces de sus ganados, constituyeran
la nación prometida. ¿Cómo entendió Abram la palabra "grande"? ¿Implicaba
grandes cantidades, o influencia, o grandeza en realizaciones espirituales? Tan
sólo el ojo de la fe, puesto en las promesas de Dios, podía penetrar el futuro y
contemplar cosas que el ojo natural no podía ver.
Te bendeciré.
Esta promesa incluía tanto bendiciones temporales como espirituales,
particularmente estas últimas. Pablo incluye claramente la justificación por la
fe entre las bendiciones que reposaron sobre Abram (Gál. 3: 8).
Engrandeceré tu nombre.
La verdadera grandeza debía resultar del
acatamiento de las órdenes de Dios y de la cooperación con su propósito divino.
Los edificadores de Babel habían pensado hacerse "un nombre" desafiando a Dios,
y sin embargo no ha sobrevivido ninguno de sus nombres. Por el otro lado, Abram
sencillamente debía ir donde Dios lo dirigiera a fin de ganar fama. Aún hoy en
día el nombre Abram es común como nombre personal, e incontables millones de
judíos, mahometanos y cristianos lo han aclamado en lo pasado y todavía lo
consideran retrospectivamente como su progenitor espiritual.
3.
Bendeciré.
Una seguridad tal fue
la promesa de amistad y favor más excelsa que Dios pudo conferir a Abram. Dios
consideró como propios los insultos y agravios hechos a su amigo y le prometió
hacer causa común con él, compartir sus amigos y tratar a sus enemigos como si
hubieran sido los suyos propios. Abram fue "amigo de Dios" (Sant. 2: 23).
Todas las familias de la tierra.
La palabra hebrea aquí
traducida "tierra", 'adamah, significa esencialmente "terreno", o "suelo". Se
incluye a todas las naciones y todos los siglos. Fue la "tierra" que había
recibido la maldición después de la caída (Gén. 3: 17), el mismo suelo del cual
originalmente había sido hecho el hombre. Esa maldición había sobrevenido debido
a la infidelidad de un hombre (Rom. 5: 12), y ahora todas las familias de la
"tierra" habían de recibir una bendición por la obediencia de un hombre que fue
hallado fiel. Los cristianos de hoy, como sus descendientes espirituales,
comparten la bendición impartida a Abram (Gál. 3: 8, 29). La bendición que le
fue concedida finalmente uniría a las familias divididas de la tierra, y
cambiaría la temible maldición pronunciada sobre la tierra, debido al pecado,
transformándola en una bendición para todos los seres humanos. Todas las
promesas siguientes dadas a los patriarcas y a Israel aclararon o ampliaron la
promesa de la salvación ofrecida a toda la raza humana en la primera promesa
hecha a Abram.
4.
Se fue Abram.
Gozosamente Abram obedeció el llamamiento del Señor, sin argüir y sin
mencionar condiciones para su obediencia. Sencillamente "fue".
Lot fue
con él.
De todos los parientes de Abram, tan sólo Lot y su familia
estuvieron dispuestos a proseguir hacia la tierra prometida. Pedro se refiere a
él como el "justo Lot" (2 Ped. 2: 7, 8). Su deseo de obedecer a Dios, como lo
había hecho su tío, lo dispuso para compartir, por el momento a lo menos, las
penalidades del viaje y las incertidumbres de un futuro riesgoso.
Setenta y cinco años.
La presentación de la edad de Abram indica
que su partida hacia Canaán marcó el comienzo de una nueva e importante era. Ya
había entrado en años cuando fue llamado para adaptarse a una vida en un país
nuevo, a su clima y a las extrañas costumbres de un pueblo extranjero.
5.
Todos sus bienes.
La riqueza de
Abram y de Lot consistía principalmente en grandes rebaños de ganado y manadas
de ovejas. Abram era un hombre próspero (cap. 13: 2), pero su prosperidad de
ninguna manera resultó ser un obstáculo para su vida religiosa. Si bien es
cierto que con frecuencia la riqueza hace más difícil que su poseedor quede
calificado para el reino de Dios, de ninguna manera es un obstáculo fatal (Mat.
19: 23-26). Cuando una persona de recursos se considera como mayordomo de Dios,
y usa la riqueza que le ha sido confiada para la honra de Dios y para el
adelantamiento de su reino, entonces la riqueza es una bendición y no una
maldición.
Personas.
Heb. Néfesh. Se incluían en ese grupo
algunos conversos al Dios verdadero (PP 119). Esos conversos se unieron a la
casa de Abram y se convirtieron en sus criados. Se dice que tanto Abram como Lot
tenían pastores (Gén. 13: 7). El hecho de que Abram pudiera más tarde rescatar a
Lot con la ayuda de 318 criados armados y con entrenamiento militar (cap. 14:
14), es un argumento adicional que apoya la idea de que esas "personas" eran
miembros integrantes de su casa (ver com. de cap. 14: 14).
A tierra de
Canaán.
La tierra de Canaán incluía no sólo Palestina sino también
Fenicia y la Siria meridional (ver com. de cap. 10: 19). Inscripciones egipcias
y del norte de Siria del segundo milenio AC usan el término Canaán en este
sentido. Puesto que Abram iba a establecerse en la parte meridional de Canaán
-Siquem, Hebrón, Gerar-, el viaje le significó unos 720 km. desde Harán. Puesto
que los factores topográficos no dan lugar a muchas alternativas posibles, su
ruta puede trazarse con bastante exactitud. Saliendo de la región de Harán, la
gran caravana debe haberse movido lentamente hacia el sur a lo largo del río
Balik hasta llegar al Eufrates, río que posiblemente fue seguido aguas arriba
por unos 100 km. Desde este punto, probablemente cruzaron unos 130 km. de
desierto hasta llegar al río Orontes, en la Siria septentrional. El gran oasis
de Alepo está a mitad de camino entre el Eufrates y el Orontes, y probablemente
fue usado por Abram en su viaje para dar descanso y agua a los fatigados
animales y a los viajeros. Llegando al Orontes, posiblemente lo siguió hacia el
sur, presidiendo la gran caravana a través de la llanura siria, llamada hoy día
Beqa , que está entre las cordilleras del Líbano y el Antilíbano. Pasando la
cuenca desde donde el Orontes fluye hacia el norte y el Litani hacia el sur, la
caravana pudo haber seguido este último hasta llegar a Galilea con sus colinas y
elevaciones del terreno.
6.
Pasó Abram por
aquella tierra.
Palestina tenía muchos bosques en ese tiempo. En
antiguos documentos egipcios sus caminos se describen como una pesadilla para
los viajeros. El progreso de la caravana puede haber sido muy lento en vista del
gran número de animales y de gente que acompañaban al patriarca. Probablemente
el viaje fue interrumpido con frecuentes pausas para descansar. Habiendo cruzado
Galilea, los viajeros llegaron a la planicie de Esdraelón, en la cual ya había
varias poderosas ciudades cananeas, tales como Meguido y Taanac. Luego tal vez
cruzaron la cordillera del Carmelo y entraron en la zona llena de colinas que
posteriormente pertenecería a Efraín, y en ese lugar efectuaron su primer alto
prolongado. Esto se hizo probablemente porque Jehová dijo a Abram (vers. 7) que
había llegado al fin de su viaje y que ahora estaba en la tierra que le había
prometido.
Siquem.
Situada en la entrada oriental de un angosto
valle franqueado por los montes Ebal y Gerizim, ocupaba un lugar
estratégicamente importante. Es un lugar desierto hoy día, llamado Balatah ,
cerca de Nablus. Algunas excavaciones y evidencias documentales prueban que
Siquem era una ciudad floreciente y fortificada a principios del segundo milenio
AC, cuando Abram acampó en sus proximidades. Una de las más remotas expediciones
militares egipcias a Palestina de la que se haya preservado un claro registro,
se dirigió contra esta misma ciudad. La estela de un guerrero egipcio que sirvió
bajo el faraón Sen-Usert III (1878-1840 AC) de la duodécima dinastía describe
una campaña contra Sekemem , nombre egipcio para Siquem, y relata que los
asiáticos naturales de ese lugar fueron derrotados. Cuando Abram entró en la
tierra de Canaán, Egipto ejercía una gran influencia sobre sus vecinos cananeos.
Aunque Egipto no ejerció verdadero dominio político sobre Canaán, este último
país dependía económicamente de Egipto, que tenía representantes reales en sus
principales ciudades. Esos funcionarios vigilaban los intereses económicos de
Egipto y servían como consejeros a los gobernantes locales cananeos. Esta era la
situación política que Abram encontró en Canaán.
El encino de More.
Probablemente la palabra se usa aquí en un sentido genérico y colectivo
y puede referirse o no a un árbol en particular. Se ha sugerido que significa un
bosquecillo de robles. Este punto de vista tiene el apoyo de una referencia
posterior que hace Moisés a la misma localidad, pero usando la forma plural
'elon, "árboles" (VVR "encinar"), lo que indica claramente que en More había más
de un árbol tal (Deut. 11: 30). El bosquecillo mismo no ha sido identificado,
pero debe haber estado en la proximidad de Siquem, como lo indica este texto y
Deut. 11: 29, 30.
More significa "maestro". Los antiguos traductores
judíos de la LXX lo tradujeron por la palabra griega hupselén , "elevado". Los
comentadores han tratado de explicar el nombre More como una indicación de que
Abram entendió que había de ser "enseñado" allí por Dios, o que el bosquecillo
pertenecía a un maestro famoso.
El cananeo.
Estuvo equivocado
Abram si esperó ser conducido hasta una tierra despoblada, cuyos pastos no
tendría que compartir con otros. Quizá por esta razón se añade la declaración:
"el cananeo estaba entonces en la tierra". Encontrándose como extranjero en
medio de un pueblo extraño, Abram no podía considerar la tierra como propia para
poseerla realmente (ver Heb. 11: 9, 13). Esto lo podía hacer sólo por fe.
7.
Apareció Jehová.
Esta es la tercera
revelación divina concedida a Abram, y la primera realizada en Canaán. Su
propósito era consolarlo e inspirarle confianza y valor renovados. Después de un
largo y arduo viaje, Abram llegó a la tierra que le había sido prometida como
hogar para él y para su posteridad, tan sólo para encontrarla ocupada por
cananeos. Un mensaje que confirmara las promesas dadas en Ur y en Harán le daría
la seguridad de que la posesión de la tierra se haría efectiva en el tiempo y en
la forma en que Dios lo dispusiera.
A tu descendencia.
Todo el
mensaje consiste en sólo cinco palabras en hebreo (seis en la VVR). Aunque es
una de las más cortas revelaciones divinas, fue de gran importancia para Abram,
que ahora era extranjero en un país extraño. En ninguna forma su brevedad
correspondía con su importancia y valor. Se necesitaba fe para creer que los
cananeos, ahora organizados en ciudades poderosamente fortificadas, serían
desposeídos y su tierra dada a un anciano sin hijos. La evidente improbabilidad
de la realización de una promesa tal, la convertía en una difícil prueba de la
fe del patriarca.
Un altar.
El terreno, santificado por la
presencia de Dios, fue dedicado por Abram como un lugar de culto para la
Divinidad. El altar allí levantado y los sacrificios ofrecidos daban testimonio
del Dios del cielo y protestaban silenciosamente contra la idolatría de ese
lugar. Así Abram prometió públicamente lealtad al verdadero Dios. Siendo el amo
de una gran familia, también sintió una responsabilidad hacia sus siervos de
inculcarles un conocimiento más perfecto del Dios a quien él servía (cap. 18:
19). El sacrificio testificaba de la creencia de Abram en la muerte del Hijo de
Dios como expiación por el pecado.
8.
Bet-el.
Ante la necesidad de campos de pastoreo
frescos, Abram se trasladó de la proximidad de Siquem a la región del este de
Bet-el, unos 30 km. más hacia el sur. Abram levantó su tienda en la cima de una
colina entre las ciudades de Bet-el y Hai. Se hace referencia a la ciudad aquí
con el nombre que llevó en tiempos posteriores. Todavía recibía el nombre de Luz
en tiempos de Abram (cap. 28: 19). Esta ciudad cananea, llamada ahora Beitin ,
está a unos 16 km. al norte de Jerusalén. Le cupo un papel importante en la vida
de Jacob (caps. 28: 19; 35: 1), y fue una de las primeras ciudades de Canaán
conquistadas por Josué. Durante el período del reino dividido, uno de los dos
lugares del culto idolátrico de Israel estuvo ubicado allí (1 Rey. 12: 28, 29).
Los eruditos han identificado la actual Et-Tel con Hai, debido a la semejanza de
los nombres, pues Hai es un nombre hebreo que significa "ruina", al paso que Tel
es un nombre arábigo que significa un lugar de ruinas. Sin embargo, esta
identificación es dudosa.
Edificó allí altar.
Dondequiera que
Abram levantaba su tienda, erigía un altar (Gén. 12: 7; 13: 18), y realizaba un
culto público para los miembros de su familia y para los vecinos paganos. El
culto era probablemente sencillo, pues consistía esencialmente en oración. Pero
la ofrenda de un animal sacrificado y fuera de duda una exhortación
evangelística, así como el gran número de criados a quienes Abram llevó a un
conocimiento de Jehová debe haber hecho impresionantes tales ocasiones (ver
caps. 14: 14; 18: 19). Muchos mantienen su fe en secreto, temerosos de
confesarla, pero no Abram. Doquiera fue, confesó a Aquel en quien confiaba y a
quien obedecía. Sus altares, esparcidos por el campo de Palestina, se
convirtieron en monumentos recordativos del único Dios verdadero. Los cananeos,
cuya iniquidad no había llegado todavía al colmo (cap. 15: 16), pudieron así
conocer al Creador del universo, y mediante el precepto y el ejemplo de Abram
fueron exhortados a descartar sus ídolos y adorar a Dios. Abram fue el primer
misionero al extranjero pues viajó incansablemente por Palestina y predicó a
Dios doquiera levantaba su tienda. Isaac y Jacob también fueron llamados por
Dios para pasar su vida en esa tierra. Aunque ellos no siempre fueron ejemplos
resplandecientes de la verdad, los cananeos no podían menos que ver la
diferencia entre su propia forma de vida y la de los hebreos. Cuando llegara el
tiempo de su juicio, no podrían negar que Dios les había proporcionado las
oportunidades necesarias para aprender de él.
9.
Hacia el Neguev.
Bet-el no iba a ser el hogar
permanente de Abram. Prosiguió hacia el sur, hacia el Neguev, que mantiene este
nombre hasta el día de hoy. El Neguev era y todavía es una zona semiárida que
está al sur y al suroeste de las montañas, y en tiempos posteriores perteneció a
Judá. Desde tiempos antiguos, Beerseba, situada en la encrucijada de la ruta de
varias caravanas, ha sido su ciudad principal. Quizá Abram comprendió que las
partes montañosas de Canaán, que ya estaban ocupadas por los cananeos, no
podrían proporcionar suficientes pastos para sus propios grandes rebaños y los
de Lot. Debido a su escasa población y a sus amplios campos de pastoreo, el
Neguev le pareció más adecuado.
10.
Hubo
entonces hambre.
Apenas había pasado Abram por la tierra prometida,
cuando una gran hambre lo obligó a dejarla. Canaán, aunque era naturalmente
fértil, se veía sometida a los castigos de la sequía, especialmente en aquellos
años cuando las lluvias de noviembre y diciembre -de las cuales dependía la
región- faltaban o eran escasas (ver Gén. 26: 1; 41: 56; 1 Rey. 17: 1; Hag. 1:
10, 11). La presencia de esta hambre precisamente cuando Abram entró en la
tierra, fue una prueba adicional de su fe. Debía enseñarle lecciones de
sumisión, fe y paciencia. Tenía que comprender que aun en la tierra prometida el
alimento y las bendiciones proceden solamente del Señor.
Descendió Abram
a Egipto.
Encontrándose en el sur de Canaán, a Abram le pareció natural
ir a Egipto, el país de la abundancia, en busca de sustento. Aunque Egipto mismo
ocasionalmente era azotado por el hambre cuando no ocurría el desbordamiento del
Nilo, era conocido en los países circunvecinos como un puerto de refugio en
tiempos de necesidad. Los antiguos registros egipcios se refieren a repetidas
ocasiones en que los asiáticos entraron en el país para alimentar sus rebaños
hambrientos. A veces esos visitantes permanecían en el país y se convertían en
una amenaza para los naturales de él. Amenemhet I (1991-1962 AC), primer rey de
la dinastía XII, fortificó su frontera oriental con el propósito confesado "de
no permitir que los asiáticos entraran en Egipto para mendigar agua, según [su]
forma acostumbrada, para dar de beber a su ganado". Un documento posterior, el
informe de un funcionario de la frontera del tiempo de los jueces hebreos,
menciona que los beduinos de Edom recibieron permiso para entrar en Egipto a fin
de preservar su vida y la de su ganado.
El registro más famoso de una
visita de asiáticos a Egipto en el tiempo de Abram, es la pintura de la tumba de
un noble, en el tiempo del faraón Sen-Usert II (1897-1879 AC). Describe la
llegada de 37 beduinos semíticos que habían ido para negociar cosméticos con los
egipcios y muestra sus facciones, sus coloridas vestimentas, sus armas y sus
instrumentos musicales. Este documento excepcional es una gran contribución a
nuestra comprensión del tiempo de Abram. Ningún artista moderno que prepare
cuadros de la edad patriarcal puede permitirse descuidar esa pintura
contemporánea del tiempo de Abram. Esta evidencia documental en cuanto a la
entrada de asiáticos en Egipto con propósitos comerciales, o para adquirir
alimento en tiempo de necesidad, ayuda a hacerse una imagen de Abram
descendiendo al valle de Egipto para preservar la vida de sus rebaños y manadas
(ver pág. 168).
12.
Su mujer es.
Abram debía descubrir en Egipto que la astucia humana no tiene valor y
que la liberación del temor y de la perplejidad proceden solamente del Señor
(Sal. 105: 14, 15). Al aproximarse a Egipto, Abram temió por su vida debido a la
belleza de su mujer Sarai. Puesto que ella era su medio hermana, se sintió
justificado en pedirle que se hiciera pasar como su hermana (Gén. 20: 12). La
conducta de los cananeos, como se manifestó después en el caso de los hombres de
Sodoma (cap. 19: 4-11), es una evidencia de que tenía razón para estar temeroso.
Su experiencia en Egipto muestra aún más claramente que, desde un punto de vista
humano, sus temores estaban bien fundados. Pero la precaución que tomó no surgió
de la fe. ¿Cómo podía esperar retenerla como su esposa cuando ella misma había
negado estar casada? ¿Cómo podía pensar en protegerla más eficazmente como su
hermana que como su mujer? Su astuto plan trajo sobre él precisamente lo que
temía y esperaba evitar, pese a que, temporariamente como supuesto hermano de
ella, fue tratado bien por Faraón y recibió ganado y esclavos como una muestra
del agrado y de la amistad del rey (ver com. de cap. 20: 13-16). Así sucede con
frecuencia con nuestros planes supuestamente "inteligentes".
14.
Era hermosa en gran manera.
A
la edad de 65 años, ¿cómo podía haber sido Sarai tan atrayente como lo sugiere
este incidente? Debe recordarse que en el tiempo de Abram la duración de la vida
humana era dos veces lo que es hoy, y Sarai, que murió a la edad de 127 años
(cap. 23: 1), estaba, por lo tanto, sólo en la edad madura. Se sabe que los
faraones tenían predilección por las mujeres extranjeras de tez más clara y que
conseguían muchachas libias, hititas, mesopotámicas y palestinas para el harén
real.
15.
Casa de Faraón.
La
palabra "Faraón", término egipcio que significa literalmente "casa grande", no
fue originalmente un título real sino un término para designar el palacio.
Durante la dinastía XVIII, bajo cuyos reyes Moisés escribió el libro del
Génesis, se convirtió en un término de respeto que se refería al rey. De la
misma manera, el sultán era llamado la Sublime Puerta. También a veces se hace
referencia al presidente de Estados Unidos, impersonal e indirectamente, como
"la Casa Blanca". En tiempos posteriores el nombre propio del rey fue añadido a
su título. El ejemplo más antiguo de este uso en la Biblia aparece en el siglo X
AC (ver 2 Rey. 23: 29, "Faraón Necao" ).
16.
Tuvo ovejas.
De los animales domésticos que aquí se
mencionan, tan sólo el camello todavía no era común en ese tiempo. Sin embargo,
no era enteramente desconocido, como lo demuestra una cantidad de pequeñas
imágenes de camellos cargados, encontradas en tumbas del tercero y segundo
milenio AC. El caballo todavía no había sido introducido en Egipto y no se lo
menciona. Los arqueólogos hacen notar que los hicsos asiáticos que gobernaron en
Egipto durante más de un siglo fueron los que introdujeron el caballo y el carro
de combate. La mención que hace Moisés de caballos en los tiempos de José y no
en los tiempos de Abram es una evidencia de su exacto conocimiento de Egipto.
17.
Jehová hirió a Faraón.
La
extrema necesidad del hombre es la oportunidad de Dios. Aunque Abram había
chasqueado a Dios, el Altísimo intervino en su favor. No podemos determinar cuál
fue la naturaleza de las plagas que sobrevinieron, pero evidentemente fueron de
tal naturaleza como para proteger a Sarai de la deshonra y como para convencer a
Faraón de que él debía devolverla a Abram. Sarai misma quizá reveló su verdadera
condición de casada, o quizá Dios habló directamente a Faraón como lo hizo más
tarde con Abimelec (ver cap. 20: 3).
Este incidente debiera haberle
enseñado a Abram a confiar en Dios antes que en la eficacia de sus propios
hábiles planes. Sin embargo, parece extraño encontrarlo un poco después
cometiendo el mismo error y aún más extraño el que su hijo Isaac intentara el
mismo artificio (caps. 20: 2; 26: 7). El hecho de que Dios liberara a sus
siervos rescatándolos de circunstancias creadas por ellos mismos es una
evidencia de su misericordia y amor. Los que profesan tener fe en el Altísimo
quizá a veces procedan como indignos de su vocación, y sin embargo Dios con
frecuencia induce a sus oponentes a que los respeten. El Señor sigue siendo fiel
a sus hijos aun en los momentos de infidelidad de ellos (ver 2 Tim. 2: 13). Pero
es presunción proceder deliberadamente [mal] suponiendo que Dios nos salvará de
resultados adversos. Ante una tentación como ésta, Cristo replicó: "No tentarás
al Señor tu Dios" (Mat. 4: 7).
18.
Faraón
llamó a Abram.
Las palabras de reproche de Faraón implican que él no
habría tomado a Sarai si hubiera sabido que era la esposa de otro hombre. Sus
intenciones eran irreprochables; los arreglos que hizo para tomarla como su
esposa fueron enteramente legítimos. Sarai había sido llevada a la corte a fin
de prepararla para la boda, pero no se había unido todavía con el rey. Y por su
parte Abram había aceptado la dote acostumbrada y otros obsequios como
demostración del favor del rey.
19.
Tómala,
y vete.
Reconociendo que las plagas le habían sobrevenido debido al
desagrado de Dios, el monarca no se atrevió a tratar duramente a Abram, sino que
más bien procuró mitigar la ira de Dios dándole un salvoconducto para que
saliera del país. La bondad de Faraón y la misericordia de Dios lo habían
humillado, y en silencio reconoció su culpa. ¡Cuánta deshonra sobreviene a la
causa de Dios cuando sus representantes, como resultado de su conducta
desacertado y vergonzosa, traen sobre sí mismos un reproche bien merecido de los
hombres del mundo!
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-20 PP 117-124
1 FE 286, 505; OE 117; PP 118; PVGM 22;
3TS 374
1, 2 PP 384
2 DMJ 42; MC 316; PP 121; PR 11, 519; PVGM
269
2, 3 DTG 19; PP 117; PR 273
3 PR 503
4-6 PP 120
6, 7 PP 120
7, 8 MeM 33, 35; 5T 320
10 PP 122
11-17 PP 123
13 PP 143
18, 19 PP 123
CBA Génesis
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