Comentario Bíblico Adventista Génesis 18
Comentario Bíblico Adventista
Génesis Capítulo 18
1.
Le apareció Jehová.
Esto debe haber ocurrido sólo un corto tiempo después del suceso registrado en el cap. 17, pues ambos acontecimientos tuvieron lugar aproximadamente un año antes del nacimiento de Isaac (ver caps. 17: 21; 18: 10, 14). Para una explicación del "encinar de Mamre"," cerca de Hebrón, ver com. de cap. 13: 18.
A través de la narración del capítulo 18, adviértase que al paso que Moisés siempre se refiere al visitante divino de Abrahán como "Jehová", Abrahán siempre se dirige a él como "Señor", 'Adonai (ver com. del vers. 3).
El calor del día.
Esta expresión probablemente se refiere al mediodía (1 Sam. 11: 11), y el "aire del día" (Gén. 3: 8), al atardecer. El término común hebreo para el mediodía es tsohoráyim (cap. 43: 16), una forma dual que significa literalmente el tiempo del "doble", esto es de la luz "máxima". Una expresión poética se refiere al mediodía como literalmente " "el día ... perfecto" " (Prov. 4: 18), porque entonces el sol ha alcanzado el cenit. Hablamos de "pleno mediodía". En esta ocasión, quizá Abrahán había almorzado y estaba descansando pues cuando llegaron sus visitantes fue necesario que comenzaran los preparativos para su hospedaje.
2.
Tres varones que estaban junto a él.
Así
comienza el relato de la sexta aparición del Señor a Abrahán (ver com. de cap.
17: 1). Algunos expositores han pensado que los tres "varones" fueron las tres
personas de la Deidad. Esto parece injustificable puesto que se alude a dos de
los tres como a ángeles (Gén. 19: 1, 15; Heb. 13: 2) y como a hombres (Gén. 19:
10, 12, 16). Por lo tanto, lo más adecuado es ver en los tres "varones" al Señor
y a dos ángeles.
Cuando los vio.
Abrahán no se había dado cuenta
todavía de la identidad de ellos. Tan sólo vio a tres forasteros cansados de
viajar que buscaban reposo y alimento. Corrió a su encuentro con verdadera
cortesía oriental para ofrecerles las comodidades de su casa, inclinándose ante
ellos en armonía con la costumbre del Oriente. Esta forma de saludar de ninguna
manera indica que Abrahán reconoció a Jehová como uno de los tres. Hizo lo mismo
en la presencia de sus vecinos heteos (cap. 23: 7, 12). De la misma forma, Jacob
se inclinó ante Esaú (cap. 33: 3), José ante su padre (cap. 48: 12), Salomón
ante su madre (1 Rey. 2: 19), y los hijos de los profetas delante de Eliseo (2
Rey. 2: 15).
3.
Señor.
El hecho de
que Abrahán dirigiera su invitación a uno de los forasteros ha sido tomado por
algunos expositores como una indicación de que ya había reconocido a Jehová como
uno de ellos. Es probable que uno de los tres aventajara a los otros en
apariencia o que uno se hubiera adelantado como portavoz del grupo, lo cual
explicaría por qué Abrahán se dirigió a él. Además, debe notarse que la palabra
hebrea aquí traducida "Señor" no es el nombre sagrado Yahvéh sino 'adonai ,
equivalente a "señor", una forma respetuosa de saludo.
Si ahora he
hallado gracia.
Se usaba con frecuencia esta expresión para hablar a
alguien de categoría superior, o a alguien que se deseaba honrar
particularmente. Esto no implica que Abrahán hubiera reconocido que uno de los
hombres era Dios. Labán se dirigió así a Jacob (cap. 30: 27), Jacob a Esaú
(caps. 32 : 5; 33: 8, 10, 15), Siquem a Jacob (cap. 34:11), los egipcios a José
(cap. 47: 25), y Jacob a José (cap. 47: 29). Muchos otros ejemplos muestran que
ésta era una fórmula usual.
No pases.
Con típico encanto y
hospitalidad orientales, Abrahán invitó a los forasteros a quedar el tiempo
suficiente para recuperar sus fuerzas. Indudablemente Abrahán fue uno de esos
que, "sin saberlo, hospedaron ángeles" " (Heb. 13: 2). Este caso muestra que
Abrahán habitualmente era hospitalario con los forasteros. Aunque esas personas
al principio le eran enteramente desconocidas, su saludo fue tan respetuoso como
si un mensajero hubiera llegado de antemano para anunciarle la identidad de
ellos y su intención de visitarlo. Los que están dispuestos a mostrar bondad
hacia los extraños y viajeros, inesperadamente pueden ser favorecidos con la
presencia de huéspedes que tienen potestad para impartir bendiciones especiales
(Luc. 24:29).
4.
Lavad vuestros pies.
La primera mención que hizo Abrahán de agua para lavar los pies de los
cansados viajeros es un factor necesario en la hospitalidad en algunos países
orientales hasta el día de hoy. Mientras descansaban debajo de un árbol, les
preparó una comida. Después de eso, podían partir en paz y continuar su viaje.
6.
Fue de prisa.
Como un jeque
beduino de la actualidad, Abrahán ordenó a su esposa que tomara tres "medidas",
se'im (casi 20 litros) de flor de harina y que las cociera. La cocción se hizo
sobre piedras calientes. La "mantequilla" era leche cuajada, considerada como un
manjar en muchos países orientales aún hoy. El menú presentado en este y los dos
versículos siguientes constituyó una comida generosa y satisfaciente. Abrahán
les dio lo mejor que tenía.
8.
Comieron.
Los visitantes celestiales de Abrahán realmente comieron el alimento que
se les había preparado, así como Cristo lo hizo posteriormente, después de haber
resucitado y estando ya glorificado, para probar la realidad de su resurrección
(Luc. 24: 21-43). La aceptación, por parte de Cristo y los ángeles, de la
hospitalidad de Abrahán, quizá fue para probarle a éste que la visita de ellos a
su tienda de Mamre no había sido un sueño o una visión sino una experiencia
material.
9.
¿Dónde está Sara?
Abrahán estuvo con ellos y los atendió mientras comían (vers. 8).
Habiendo comido, preguntaron por Sara. Una pregunta tal estaba absolutamente en
contra de la cortesía oriental; los extranjeros no debían saber el nombre de una
esposa ni usarlo. Su conocimiento del nombre de ella probablemente le sugirió a
Abrahán que sus huéspedes eran más que hombres y su pregunta implicaba que su
visita tenía que ver con Sara. La conversación siguiente aclaró su identidad y,
gracias a la promesa que fue repetida entonces, Abrahán reconoció con certeza a
Aquel que se le había aparecido cinco veces antes. Esta fue la primera ocasión
en la cual Sara personalmente fue testigo de una de las manifestaciones divinas
concedidas a su esposo. Abrahán ya sabía y creía (Rom. 4: 19, 20). Por estos
hechos y por lo registrado en Gén. 18: 9-15, parece que esta visita tenía el
propósito de preparar a Sara para la vicisitud suprema de su vida: el nacimiento
de su primero y único hijo.
10.
El tiempo
de la vida.
Esto puede indicar un año, como está implicado en Rom. 9: 9
y así se traduce en la LXX o quizá se refiera al período normal del embarazo,
nueve meses. En cualquiera de los casos, Sara iba a dar a luz a un niño por ese
tiempo.
Sara escuchaba.
Sara estaba detrás de las cortinas de la
tienda, tal como ha sido la costumbre de las mujeres árabes desde los tiempos
antiguos. Se les prohibía tratar libremente con hombres aun siendo huéspedes,
especialmente si eran forasteros. Pero a pesar de eso, cuando se interesan mucho
en la conversación, ahora como entonces las mujeres beduinas por regla general
se encuentran cerca de la abertura de la tienda, aunque sin ser vistas. Si bien
ellas mismas no pueden ser vistas, generalmente oyen cada palabra dicha por los
visitantes y los observan de cerca. La mención de su nombre debe haber
sorprendido tanto a Sara como a Abrahán. Con qué intensa fascinación y
embelesada atención debe haber escuchado el anuncio de que iba a tener un hijo.
11.
Abraham y Sara eran viejos.
Al
igual que Abrahán en las revelaciones previas, Sara no podría creer ahora que la
promesa formulada jamás pudiera convertirse en realidad. Había oído su
reiteración durante 25 años, pero para ella los días se habían prolongado más
allá de toda posibilidad de cumplimiento, y una tras otra cada una de las
visiones de Abrahán aparentemente habían fracasado. Como resultado de la
revelación previa (cap. 17), la duda de Abrahán se había convertido en fe, y en
esta ocasión no hay ninguna evidencia de duda de su parte, según lo señala Pablo
categóricamente (Rom. 4: 19, 20).
12.
Se
rió, pues, Sara.
En ocasión de las revelaciones divinas previas, Abrahán
se había reído (ver com. de cap. 17: 17). Ahora se rió Sara, probablemente
expresando amargura por su suerte e incredulidad de que las circunstancias
cambiaran alguna vez. Mediante una risa medio sarcástica y medio anhelante, dio
expresión al pensamiento: "¡Esto es demasiado bueno para ser verdad!" (Ver Eze.
12: 22-28).
Mi señor.
En contraste con las faltas resaltantes de
Sara, es digna de elogio su respetuosa sumisión ante Abrahán. Aun hablando
consigo misma, se refirió a él como "mi señor", por lo cual la alaba el NT como
un ejemplo de virtud cristiana en las esposas (1 Ped. 3: 6).
14.
¿Hay para Dios alguna cosa difícil?
El velo del anonimato fue entonces totalmente puesto a un lado, y el que
hablaba se identificó indubitablemente como el Señor. Es interesante notar que
aunque esta aparición divina quizá tenía más aplicación para el beneficio de
Sara que para el de Abrahán, puesto que él ya conocía y creía, el Señor no se
dirigió directamente a Sara antes de que ella le hubiera hablado primero. En vez
de hablar a Sara, le preguntó a Abrahán si había alguna cosa demasiado difícil
para el Señor. Dios habló así principalmente para corregirla incredulidad de
Sara y para fortalecer su fe. Donde fallan la sabiduría y la fuerza humanas y
donde la naturaleza, debilitada, no tiene capacidad para actuar, allí Dios
todavía tiene amplias posibilidades y hace que las cosas sucedan de acuerdo con
los consejos de su propia voluntad divina. En realidad, con frecuencia permite
que las circunstancias lleguen a una dificultad insuperable de modo que resalte
la impotencia humana en marcado contraste con la omnipotencia divina.
15.
Sara negó.
La negativa de Sara
muestra que su risa y observaciones del vers. 12 apenas fueron audibles, y ni
siquiera podía pensar que hubieran sido oídas. Entonces ella habló directamente
a los forasteros, ya fuera quedando detrás de las cortinas de la tienda o
saliendo al aire libre. Fue inducida a negar, temerosa de ofender a los
huéspedes y de que se conocieran sus sentimientos secretos. Al darse cuenta de
que había sido descubierta, se produjo un momento de confusión del cual procuró
escapar por la vía de la falsedad.
Te has reído.
En una manera
directa que recuerda la forma en que se había dirigido a los primeros culpables
en el Edén, Dios solemne e inequívocamente declaró que la negativa de ella era
falsa. El silencio siguiente de Sara es una evidencia de que reconoció su falta,
al paso que el haber concebido más tarde a Isaac implica arrepentimiento y
perdón.
16.
Los varones se levantaron.
Habiendo
descansado y recobrado las fuerzas, los tres visitantes celestiales estuvieron
listos para continuar su viaje. Ahora se menciona por primera vez su destino. Si
Sodoma y sus ciudades hermanas estuvieron en el valle que ahora forma la parte
meridional del mar Muerto (ver com. de cap. 14: 3), quedaban a unos 40 km. de
Hebrón: un buen día de viaje. Puesto que los huéspedes de Abrahán habían llegado
al mediodía y sin duda pasaron varias horas con él, su partida posiblemente se
efectuó ya bien avanzada la tarde.
Abraham iba con ellos.
De
acuerdo con una antigua costumbre de amistad continuada a través de los tiempos
del NT (Rom. 15: 24; 1 Cor. 16: 11; Hech. 20: 38; 3 Juan 6), Abrahán acompañó a
sus huéspedes durante una corta distancia. Cuando se van los huéspedes, todavía
se acostumbra en los países orientales acompañarlos en su camino, y la distancia
que se recorre indica el grado de respeto y honra que el anfitrión desea
mostrarles. Una antigua tradición afirma que Abrahán fue hasta Cafar-Barucha, un
lugar montañoso aproximadamente a unos 7 u 8 km. yendo al este noreste de
Hebrón, desde donde se puede ver el mar Muerto. Quizá desde este punto Abrahán y
sus huéspedes contemplaron las prósperas ciudades de la llanura.
17.
¿Encubriré yo a Abraham?
Abrahán es llamado en las Escrituras el amigo de Dios (2 Crón. 20: 7;
Isa. 41: 8). Puesto que estaba tan encumbrado en el favor divino y en su
comunión con Dios, el Altísimo consideró conveniente darle un conocimiento más
íntimo de las obras y procedimientos del Eterno. De la misma manera ha confiado
mensajes a los profetas. Acerca de éstos Dios dice que comparte su consejo, o
"secreto" , con ellos (Jer. 23: 18-22; Amós 3: 7). El Señor habla así
especialmente cuando se refiere a episodios de castigo que han de caer sobre la
tierra.
18.
Una nación grande y fuerte.
Refiriéndose a la primera promesa que le hubiera hecho a Abrahán (cap.
12: 2), Dios explicapor qué es adecuado y propio informarle en cuanto al juicio
que estaba por caer sobre las ciudades de la llanura. Teóricamente, por lo
menos, toda la tierra pertenecía a Abrahán. Si Dios, participante principal del
pacto, tenía el propósito de proceder, afectando a una parte de ella, Abrahán,
como socio menor que había demostrado ser digno de confianza, debía ser
informado. En realidad era esencial que Abrahán comprendiera y aprobara lo que
iba a suceder, puesto que estaban implicados Lot y su familia, algunos de cuyos
miembros, como resultado, pronto perderían la vida.
19.
Yo sé.
Podía confiarse en Abrahán. No traicionaría a
Dios. ¡Feliz elogio para el anciano patriarca! El leal desempeño de su tarea
divinamente señalada requería que compartiera el conocimiento de los propósitos
de Dios. La posteridad de Abrahán también debía comprender, a fin de que no
compartiera el destino de Sodoma y Gomorra. Iba a ser el deber de Abrahán
transmitir a las generaciones futuras lo que sabía de los procedimientos de Dios
con la raza humana. La ley moral y ceremonial de Dios también eran parte de la
herencia sagrada que había de transmitir a las generaciones venideras. No sólo
oró Abrahán con su familia y delante de ella, sino que intercedió por ella como
sacerdote, práctica seguida por otros patriarcas y santos hombres de la
antigüedad (ver Job 1: 5). Como profeta, instruía a su familia tanto en la
teoría como en el ejercicio de la religión, poniendo énfasis en las virtudes
prácticas. Enseñaba a su familia no sólo a conocer estas cosas sino también a
hacerlas. Siendo esposo, padre y supervisor benévolo, daba una dirección
positiva a la vida social y religiosa de su numerosa familia.
Dios podía
confiar en Abrahán porque él "mandaría" a su familia, no mediante métodos
dictatoriales, sino por un precepto claro y un ejemplo consecuente. En la
educación de los hijos, cada palabra, mirada y acto tienen su efecto. En muchos
hogares se enseña muy poco por la instrucción o el ejemplo. Los padres son
responsables por la sagrada misión de educar a sus hijos y, por lo tanto,
debieran combinar la firmeza con el amor como lo hizo Abrahán. Esta tarea de
educar a los hijos de la debida manera no puede ser delegada a otro, instructor
o maestro, sin que haya el peligro de una grave pérdida. No debe esperarse que
la influencia de maestros piadosos tome el lugar de la educación del hogar, sino
más bien que la complemente. Cada una tiene su lugar, y es incompleta sin la
ayuda de la otra, que debe servir para reforzarla.
20.
El clamor contra Sodoma y Gomorra.
Esto se refiere a la
enorme impiedad que prevalecía en las ciudades de la llanura (cap. 13: 13). Se
había llegado al límite de la paciencia y tolerancia de Dios. Aunque la conducta
de los habitantes de la llanura por mucho tiempo había sido mala, Dios les dio
un período de gracia durante el cual él no había quedado sin testigos. La
piadosa vida de Lot les daba un ejemplo de cómo deban vivir, pero esto no había
ejercido influencia sobre ellos (2 Ped. 2: 7, 8). Su trato previo con Abrahán
los había puesto en contacto con el Dios verdadero (Gén. 14: 22). Pero todo fue
en vano. Su impiedad era muy grave -literalmente "muy pesada"- y demandaba el
castigo del cielo. El mundo de nuestros días casi ha llegado a la misma
profundidad de mal (Luc. 17: 28-32; 2JT 63).
21.
Descenderé ahora y veré.
Esto no significa que Dios no
estuviera completamente informado de lo que sucedía en Sodoma (cap. 13: 13).
Como en el caso de la edificación de la torre de Babel (cap. 11: 5), Dios tuvo
en cuenta el concepto humano de la justicia divina haciendo que Abrahán viera
con claridad que la decisión de destruir a Sodoma no era arbitraria, sino que
estaba basada en la necesidad. Por lo tanto, no existe discrepancia entre el
anuncio de Dios de su intento de investigar personalmente lo que sucedía en
Sodoma, y la seguridad del juicio que ya estaba implicado en el vers. 17.
22.
Abraham estaba aún.
Dos de los
visitantes celestiales de Abrahán lo dejaron y descendieron a la llanura (cap.
19: 1). Sin embargo, el Señor quedó para conversar algo más con Abrahán.
23.
Se acercó Abraham.
Esta
expresión parece indicar más que un mero acercamiento físico al Señor. La
palabra hebrea traducida "acercó" a veces se usa para indicar el anhelo de la
mente y del corazón de ir hacia Dios en contrición y adoración (Exo. 30: 20;
Isa. 29: 13; Jer. 30: 21). El mismo pensamiento también se expresa en el NT
(Heb. 4: 16; 10: 22; Sant. 4: 8).
¿Destruirás también?
Esta
preocupación personal por sus prójimos es uno de los rasgos sublimes del
carácter de Abrahán. Su intercesión en favor de ellos es una de varias
situaciones similares registradas en las Escrituras (Exo. 32: 11- 32; Job 42:
10; Eze. 14: 14; Dan. 9: 3-19; Luc. 23: 34; Hech. 7: 60). Abrahán no sólo quedó
preocupado por la suerte de Lot, sino que también experimentó un profundo
sentimiento de compasión hacia los habitantes de Sodoma, con muchos de los
cuales había tenido un trato personal en ocasión del rescate de ellos de manos
de los reyes de la Mesopotamia. Abrahán debe haber tenido razón al creer que
algunos de los habitantes de la llanura habían sido favorablemente influidos por
su ministerio anterior en favor de ellos. Aunque obviamente Lot no es olvidado,
su nombre nunca se menciona. La compasión de Abrahán probablemente se elevaba e
intensificaba al recordar su propia necesidad de la gracia perdonadora en
ocasiones previas.
Esta pregunta presupone que Dios, de acuerdo con la
resolución registrada en Gén. 18: 17, le había explicado al patriarca su
intención de destruir las ciudades de la llanura. El propósito de Abrahán no era
simplemente la preservación de cualquier piadoso remanente que podría
encontrarse dentro de las ciudades condenadas, sino que se extendiera un período
de gracia para toda la población. Sin embargo, comprendiendo que era un hecho
decidido que las ricas aunque impías ciudades habrían de ser destruidas, Abrahán
procedió con humildad osada preguntando si el Señor había tenido en cuenta la
suerte de los justos en la destrucción general de los impíos. Aquí Abrahán
recurrió a la bondadosa misericordia de Dios.
25.
El Juez de toda la tierra.
Sólo Dios es el Juez de
todos los hombres. Dirigiéndose con tales palabras a Dios, Abrahán mostró que
reconocía como Ser Supremo a Aquel ante quien estaba. Ahora recurrió, no a la
gracia y al perdón de Dios, sino a su absoluta equidad justiciera. Este
principio había sido demostrado por Dios al extender por otros 400 años el
tiempo de gracia a los amorreos. Su iniquidad no había llegado "a su colmo"
(cap. 15: 16). Cuando Dios consintió en perdonar a Sodoma si tan sólo podían
encontrarse diez justos dentro de sus puertas, siguió el mismo principio.
26.
Perdonaré.
Dios aceptó la
condición propuesta por Abrahán no como un acto de justicia sino de
misericordia. La justicia requería la preservación de los justos, pero sólo la
misericordia podía librar a los impíos. Probablemente también la presencia de un
grupo de 50 personas justas daría esperanza de la conversión de otros. Dios
aceptó los razonamientos de Abrahán y mostró estar dispuesto a conceder
misericordia a quienes no la merecían si tan sólo había un grupo de "cincuenta
justos".
27.
Polvo y ceniza.
En
esta expresión, 'afar wa'efer , Abrahán usa dos palabras hebreas similares en el
sonido y parecidas en su significado. Ellas revelan la profunda humildad de alma
que sentía en la presencia de Dios. Comprendía demasiado bien su humilde origen
como humano y el hecho de que estaba destinado a volver a la sustancia de la que
había sido tomado (cap. 3: 7, 19).
28.
Quizá.
El patriarca presentó su caso con hábil tacto
oriental. Su primer cálculo hipotético del número de sodomitas piadosos fue, a
propósito, lo suficientemente alto como para provocar una respuesta favorable.
Sin embargo, comprendiendo que ese número probablemente era demasiado alto, otra
vez mostró extraordinaria diplomacia. En vez de pedir la salvación de la ciudad
sobre la base de 45 personas justas, rechazó el pensamiento de que podría ser
destruida por una diferencia de 5. Animado por las continuas respuestas
bondadosas de Dios, gradualmente se hizo más audaz disminuyendo el número de
personas justas que, en su opinión, serían suficientes para salvar la ciudad.
Abrahán no pidió el perdón incondicional de la ciudad, sino sólo su
preservación bajo ciertas condiciones. Sería apresurado especular en cuanto a lo
que habría sucedido si hubiese continuado y hubiera reducido el número a menos
de 10. Quizá Abrahán pensó que era seguro dejar el número así. Además, ¿acaso no
estaban Lot, su esposa y dos hijas en casa, y no se podía contar también con las
hijas casadas de Lot y sus familias (cap. 19: 14, 15)? Comenzando con un número
que le pareció propicio para conseguir una respuesta favorable, es probable que
Abrahán originalmente hubiera tenido el propósito de disminuirlo mientras
hubiera habido esperanza de conseguir una respuesta tal. Y la misericordia
divina aceptó la intercesión de Abrahán sin vacilaciones.
33.
Abraham volvió.
Todo el que
realmente ama a Dios amará también a su prójimo y si es necesario se sacrificará
para fomentar el bienestar ajeno. No podemos impedir que los hombres pequen
contra Dios, pero podemos interceder por ellos y suplicar con ellos. A Dios le
agrada una intercesión tal porque refleja su propio gran corazón de amor.
¡Cuánto consigue con frecuencia la vigorosa oración de un justo! Cuando Abrahán
se acercó a Dios con amor y fe, intercediendo humildemente por los pecadores,
Dios se le acercó en misericordia concediendo bondadosamente cada pedido. Esto
mismo aguarda hoy a los que siguen en las pisadas del padre de los fieles.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-33 PP
133-140
1-7 MeM 198
1-8 2JT 568; PP 133
2, 8 CS 689
17 PP 134
18 PR 273
19 COES 54; Ed 182; FE 286; HAd
163,286; HAp 108; 1JT 28, 77; 2JT 69, 133, 197, 202; 3JT 117, 149, 191, 430; MC
303; MeM 127; PP 136, 138, 140, 62l; 1T 405; 5T 547; 7T 196; 8T 189; Te 257; TM
348
20 Ev 23; PP 134
21, 25, 27 PP 134
32 2JT 321
CBA Génesis
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA GÉNESIS
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