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Génesis 42 | Comentario Bíblico Adventista

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Comentario Bíblico Adventista Génesis 42

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Comentario Bíblico Adventista

Génesis Capítulo 42

Génesis 42 RVR60


2.

Descended allá.

A medida que la sequía se hacía más y más severa, y sufrían tanto los hombres como las bestias, Jacob tomó la decisión de conseguir víveres de Egipto para que su familia no muriera de hambre. El que no hiciera planes para trasladarse con su familia a Egipto, a diferencia de Abrahán (cap. 12: 10) e Isaac (cap. 26: 2), puede haberse debido a que el hambre prevalecía en Egipto tanto como en Canaán.

3.

Descendieron los diez hermanos.

El hecho de que los diez fueran a Egipto pudo deberse a una medida de seguridad o a que los cereales eran distribuidos a los jefes de familias. Posiblemente su número podría servirles para conseguir más víveres e indudablemente serviría para que regresaran con más alimentos. También el hambre reinante hacía muy posible que fuera asaltada la caravana y fueran despojados de sus víveres.


4.

Benjamín.

Benjamín no fue retenido por causa de su juventud, puesto que ya tenía más de 20 años, sino porque, siendo el único hijo que quedaba de Raquel, había ocupado el lugar de José como el objeto del más tierno afecto de Jacob.


5.

Entre los que venían.

Los hermanos de José formaron parte de una caravana de cananeos, o sencillamente llegaron con otros que habían ido por la misma razón.


6.

El señor.

De shallit -que a su vez deriva de la raíz shalat -, "gobernador". Se usa para designar a alguien investido con autoridad ilimitada. Esta palabra, también conocida en arameo y árabe, es el origen del título sultán y quizá del nombre personal Salatis , el cual, de acuerdo con Manetón, perteneció al primer rey hicso. Sin embargo, Manetón puede haber confundido la palabra que significa "gobernante" con un nombre personal. Esta palabra muestra claramente que José era más que un sencillo ministro de alimentación. En su calidad de segundo personaje en el país, era el verdadero gobernante, o primer ministro de Egipto.


7.

Los conoció.

José reconoció inmediatamente a sus hermanos, pero ellos no habiéndolo visto durante más de 20 años, no lo reconocieron (vers. 8). No sólo había cambiado por la edad, sino que había tomado la apariencia de los egipcios, usaba ropas egipcias y su rostro estaba bien afeitado en vez de lucir una barba semítica. Además hablaba un idioma extraño e indudablemente era un gran señor. El mero pensamiento de relacionar a José con ese hombre poderoso habría parecido un gran absurdo (cap. 45: 3).

Les habló ásperamente.

El que José les hablara "cosas ásperas a ellos", como dice el texto literalmente, no se debió a un sentimiento de venganza, sino que más bien tuvo como fin sondear el parecer de ellos, en especial con relación a él mismo y a Benjamín, cuya ausencia indudablemente llamó la atención de José y quizá despertó sus recelos.


9.

Espías sois.

Ahora se revelan las "palabras ásperas" que José habló a sus hermanos. Los egipcios siempre habían estado recelosos de sus vecinos orientales, que no sólo habían hecho incursiones en su territorio para luego esfumarse huyendo a sus moradas del desierto, sino que en lo pasado se habían infiltrado en el país y en realidad habían tomado posesión del gobierno de algunas zonas del mismo. Tales incursiones, durante el primer período intermedio, anterior a la duodécima dinastía, habían inducido al rey Amenemhet I a construir fortificaciones fronterizas entre el Mediterráneo y el mar Rojo, llamadas "Muralla del Gobernante", para rechazar de Egipto a los cananeos. Los hicsos, que vinieron posteriormente, y también del este, ya habían ganado la supremacía del país y estaban vigilantes para que otros no les hicieran a ellos lo que ellos habían hecho con los egipcios. Por lo tanto era natural que José examinara cuidadosamente a todos los orientales e hiciera un esfuerzo para detectar si eran indeseables o verdaderos espías. Puesto que el hambre predominante en los países vecinos traía gran número de extranjeros a Egipto como compradores de cereales, tenía que tomarse un cuidado mayor para eliminar a aquellos cuya presencia en el país pusiera en peligro su seguridad.


10.

No, señor.

Si los hermanos de José se ofendieron por la acusación que era lanzada contra ellos, el temor los indujo a retener su orgullo y aseguraron su completa inocencia. Cuando su pretensión de ser hombres honrados no impresionó al señor egipcio, le contaron más específicamente en cuanto a su familia. Y así trataron de probar su inocencia. Puesto que todos pertenecían a una familia -la que difícilmente podría hacer un ataque hostil contra todo un reino-, no había una verdadera razón para sospechar que fueran espias. José aceptó la objeción, pero insistió en que probaran la exactitud de su relato trayendo a su restante hermano menor.


17.

En la cárcel por tres días.

José con toda seriedad había ordenado a sus hermanos (vers. 15) que enviaran a uno de ellos de vuelta a Canaán para traer a Benjamín. La mala disposición de ellos para hacer esto sabiendo que Jacob no consentiría, indujo a José a mandar a todos a la cárcel por tres días. En apariencia, esto se hizo a causa de la mala voluntad de ellos para aceptar la propuesta, pero en realidad era para probarlos más. El había languidecido en la prisión aproximadamente durante tres años como resultado del trato inhumano de ellos; él los redujo a ellos a prisión sólo por tres días.


18.

Haced esto, y vivid.

Al tercer día José modificó su actitud severa. Su explicación: "Yo temo a Dios", debía ser entendida en forma general sin referencia a Jehová, como correspondía con un gobernante egipcio. En vez de mantener en la prisión a nueve de ellos, retendría solamente a uno y permitiría que los otros volvieran para traer a Benjamín y para llevar alimento a sus familias necesitadas. El regreso de ellos con Benjamín significaría la liberación del que hubiera quedado en la prisión. Por otra parte, si habían engañado a José con su relato, morirían de hambre y el que quedaba en Egipto sería ejecutado como espía.


21.

Verdaderamente hemos pecado.

Cuando comprendieron que este señor de Egipto no los castigaría o mataría por una mera sospecha, sino que los juzgaría justamente, comenzó a hablarles la conciencia. ¡Cuán diferentemente habían tratado a José! El gobernante de todo Egipto tenía compasión de sus familias que sufrían hambre en Canaán, al par que ellos habían intentado dejar a su hermano en la cisterna para que muriera de hambre. A medida que estos y otros pensamientos similares pasaban por su mente, fueron inducidos a reconocer su culpabilidad. Su propia desgracia les hizo recordar la angustia de su hermano. Rubén les recordó cómo él los había amonestado infructuosamente para que no pecaran contra el muchacho y ahora estaban recibiendo una justa recompensa por su frialdad ante esa amonestación, Así se acusaron a sí mismos en la presencia de José, sin darse cuenta de que él entendía cada palabra.


24.

Tomó de entre ellos a Simeón.

Pasando por alto a Rubén, que comparativamente no tenía culpa, José eligió a Simeón, el principal instigador del trato cruel al que fue sometido (PP 228). La crueldad de Simeón se había manifestado en otras ocasiones también, como cuando él y Leví habían exterminado a los siquemitas. Cuando Simeón fue aprisionado delante de los ojos de sus hermanos, se vieron obligados a recordar lo que habían hecho a José, quien quizá esperó que la compasión por Simeón los animaría a volver más prestamente con Benjamín.


25.

Sus sacos.

La primera palabra traducida "sacos", keli , significa "vasijas", o "receptáculos", y puede haber significado una canasta u otro recipiente. La segunda palabra "saco", donde fue colocado el dinero, es una transliteración del hebreo š aq , que se ha incorporado en los idiomas europeos a través del griego sákos y del latín saccus . Además de estos términos, se usa otra antigua palabra para "saco", el vocablo hebreo 'amtájath . En la Biblia, se lo emplea únicamente en este relato y debe haber sido un sinónimo de Ñ aq , porque son intercambiables (vers. 27, 28; cap. 43: 12; etc.).

José no les devolvió su dinero con malas intenciones, sino que no podía aceptar dinero de su padre y hermanos para comprar alimento. Aunque quizá pensó que era posible que sus hermanos se alarmaran al encontrar el dinero, no vio razón para librarlos de esa ansiedad. Les ayudaría a suavizar algo más sus duros corazones, después de las amargas experiencias de los días precedentes.


27.

Abriendo uno de ellos su saco.

El descubrimiento del dinero hecho por uno de ellos les causó consternación a todos. ¿Era un presagio de mayores desgracias que todavía les sobrevendrían? En Egipto ya habían sido tomados por espías. ¿No serían acusados también de ladrones? Que los hermanos consideraran esto -para lo cual no tenían explicación - como un castigo de Dios, es evidencia de su efecto saludable sobre ellos. En su consternación y alarma se olvidaron de examinar el resto de los sacos.


29.

Venidos a Jacob.

Al llegar a casa, informaron sus tristes experiencias, incluso la detención de Simeón. Al abrir sus bolsas y encontrar en todas ellas su dinero, se alarmaron más que nunca. Posiblemente sólo uno descubrió su dinero mientras estaban de viaje, y los otros después de su regreso a casa, por estar oculto en la abertura de uno de los sacos y en el fondo o cerca del fondo de los otros. O puede haber estado colocado en la bolsa del forraje de uno y en las bolsas de los alimentos de los otros.


36.

Me habéis privado.

Al escuchar su triste relato y ver el mal presagio del dinero devuelto, y comprendiendo que había perdido a un segundo hijo, Jacob estalló en un amargo lamento acusando a sus hijos de ser responsables por la pérdida de José y Simeón. Ahora estaban resueltos a llevarse a Benjamín también. Le costó a Jacob ser justo con sus hijos, puesto que no sabía que eran culpables de la desaparición de José, y, por supuesto, no podían ser acusados directamente por la prisión de Simeón. Sin embargo, deben haber aceptado el lamento de Jacob como un reproche bien merecido. Sabían que verdaderamente tenía más razón de lo que él mismo creía. Ciertamente habían privado a su padre de José y sentían también que la prisión de Simeón era una justa retribución por ese acto cruel. ¿Cómo podían ahora asumir la responsabilidad de llevar a Benjamín a Egipto cuando no existía la certeza de que volvería a salvo? Estaban en una dificultad, pues su única alternativa era morir de hambre. Si habían de conseguir la liberación de Simeón y salvarlo de una muerte segura, y si ellos y sus familias habían de sobrevivir al hambre, tenían que volver a Egipto en procura de alimento.


37.

Rubén habló.

La oferta de Rubén representaba un sacrificio supremo de su parte. Fue un ofrecimiento sincero pero apresurado. Rubén era el mayor, aunque ciertamente no el más sabio de los hijos de Jacob, y otra vez aparece como el de tierno corazón. Pero Jacob rehusó. Tenía poca confianza en la capacidad de ellos para garantizar el regreso a salvo de Benjamín. Sus manos no estaban limpias. Le habían ocasionado muchas horas de ansiedad en lo pasado. Rubén había cometido un grave pecado, Simeón y Leví habían asesinado a la población de una ciudad, y la familia de Judá era tan mala que dos de sus hijos habían muerto en su juventud debido a su impiedad. ¿Cómo podía Dios prosperar a Benjamín con hombres tales? Todo lo que emprenden terminaba en chasco o desastre.


COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE

1-38 PP 225-228

1-3, 6, 8 PP 225

9-17 PP 226

18-29 PP 227

36 1JT 482; PP 228

36-38 PP 228

Génesis 42 RVR60


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