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Génesis 31 | Comentario Bíblico Adventista

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Comentario Bíblico Adventista Génesis 31

Comentario Bíblico Adventista Génesis 31

Comentario Bíblico Adventista

Génesis Capítulo 31

Génesis 31 RVR60


1.

Las palabras de los hijos de Labán.

El reclamo de los hijos de Labán era obviamente exagerado, puesto que Labán todavía tenía rebaños cuando Jacob lo dejó (vers. 19). Los hijos de Labán sospechaban que Jacob había conseguido sus riquezas mediante un fraude, aunque no lo acusaron abiertamente de ese delito. No podían probar que hubiera violado ninguna de las cláusulas del convenio entre él y su padre, si bien estaban seguros que debía haberlo hecho.

2.

El semblante de Labán.

Lo que Jacob alcanzó a oír fue confirmado por lo que observó en la actitud de Labán. Puesto que nada de lo que hacía Labán parecía estorbar en lo más mínimo el rápido aumento de las riquezas de Jacob, aun la apariencia de amistad que había caracterizado la relación de ambos en el pasado, ahora se había cambiado en abierto antagonismo. En la providencia de Dios, la actitud de Labán se convirtió en el medio de provocar el regreso de Jacob a la tierra de su nacimiento. La convicción de Jacob de que había llegado el tiempo de volver a la tierra de sus padres fue confirmada por un mensaje directo de Dios.


4.

Llamó a Raquel y a Lea.

A cierta distancia de su hogar, con los rebaños, Jacob llevó a sus esposas al campo para que fuera mayor el secreto al hacer planes para su partida. Si esto se hubiera hecho en casa, algunos miembros de la familia de Labán podrían haber oído su conversación e informado a Labán a tiempo para que volviera e impidiera la partida. A pesar de todas sus precauciones, al tercer día llegó la noticia a Labán (vers. 19, 22). Parece que algún cambio se había efectuado en la supervisión de los ganados y rebaños, pues Jacob ahora estaba a cargo de los suyos (cap. 30: 35, 36), o al menos tenía acceso a ellos. Posiblemente la ausencia de Labán, que estaba trasquilando sus propias ovejas, hizo posible la fuga de Jacob con todos sus bienes, lo cual hubiera sido obviamente imposible de otra manera (vers. 1, 29). Quizá Jacob también estaba entonces trasquilando sus ovejas, y mandó llamar a sus esposas, e hizo traer todas sus pertenencias para levantar tiendas en ese lugar con el pretexto de los festejos que corrientemente se celebraban en ocasiones tales. Así preparó el camino para su partida que no despertaría sospechas por adelantado.


7.

Me ha cambiado el salario.

"Diez" puede no haber sido algo literal. Quizá se usó sencillamente como un número redondo para indicar cambios muy frecuentes, así como nosotros diríamos "una docena de veces" " (cf. Dan. 1: 20). Indudablemente Labán hizo repetidos esfuerzos para reducir el convenio original, cambiando sus cláusulas. El hecho de que Jacob ocultara su propia estratagema y atribuyera a la bendición de Dios todo lo que había conseguido con astucia, implica que sabía muy bien que el medio empleado no era completamente honrado.


9.

Quitó Dios el ganado.

Jacob quizá sintió que, si no hubiera sido por la voluntad de Dios de bendecirlo, sus propios esfuerzos no habrían tenido éxito. Por eso, y no sin razón, le pareció correcto atribuir su aumento de riqueza al benévolo cuidado de Dios. Por cierto que él sentía que sus propias maquinaciones y la bendición de Dios no se excluían mutuamente.


11.

Me dijo . . . en sueños.

No es seguro si este sueño le sobrevino aparte de la breve revelación del vers. 3, o si es un relato más completo de aquella comunicación divina. Algunos comentadores sugieren que esto sobrevino en el mismo comienzo del último período de seis años de servicio de Jacob, Algunos piensan que fue tan sólo un sueño común que Jacob relacionó con el que había recibido en Bet-el y ahora relató a fin de impresionar a sus esposas. Esta opinión es insostenible debido a la exactitud biológica de la información revelada en él, información que era contraria a las propias supersticiones y creencias de Jacob (ver com. de cap. 30: 37-41).


14.

Respondieron Raquel y Lea.

El que las dos hermanas estuvieran en perfecto acuerdo en cuanto a la conducta de su padre a pesar de sus celos mutuos, es una clara evidencia de la validez de la queja de ellas. La dura crueldad de Labán y su codicia insaciable obviamente fueron tan pronunciadas, que aun sus hijas finalmente protestaron. Se quejaron de que, a pesar de ser hijas legítimas y haber nacido libres, no habían recibido ninguna herencia, y habían sido vendidas como esclavas. Indudablemente toda la propiedad de Labán había sido transferida a sus hijos varones, ya que sus hijas no recibieron nada de ella.


16.

Toda la riqueza.

Raquel y Lea reconocieron la mano de Dios en la notable prosperidad de su esposo. Quizá sea condenable el alejamiento de ellas de su padre, pero la severidad y mezquindad de él hicieron comprensible, si no del todo inevitable, una reacción tal. Por otro lado, se sentían ligadas a su esposo, el padre de sus hijos, con una unión íntima y tierna. Su vida y fortuna estaban ahora completamente identificadas con las de él. Por primera vez se presenta a las dos hermanas de común acuerdo. El hecho de que hiciera poco tiempo desde que Raquel había tenido un hijo, puede haber aliviado la tensión y los celos que habían existido entre ellas durante los primeros años de la vida matrimonial.


19.

Labán había ido a trasquilar sus ovejas.

Posiblemente Labán había salido de la casa antes de que Jacob llamara a sus esposas al campo, y no después de su decisión de dejar Harán. El hecho de que Raquel pudiera robar las imágenes de su padre sugiere la ausencia de Labán de su casa cuando Raquel salió de ella. Jacob sabía que su suegro quedaría detenido varios días por la tarea de trasquilar sus ovejas y por los festejos que comúnmente la acompañaban (ver 1 Sam. 25: 4, 11; 2 Sam. 13: 23), a los cuales con frecuencia se invitaban amigos. No sabemos si Jacob no había sido invitado, o si había rehusado la invitación

de Labán, debido a la disensión que existía entre ellos. Pero esto le proporcionó una excelente oportunidad para escapar sin ser estorbado.

Raquel hurtó los ídolos.

Esos "ídolos" , terafim (Juec. 17: 5; 18: 14; etc.), generalmente eran pequeñas (vers. 34) figurillas humanas (en ocasiones eran más grandes) y con frecuenta se hacían de madera (1 Sam. 19: 13-16). Las excavaciones efectuadas en el Cercano Oriente han permitido descubrir un gran número, hechas de madera, arcilla y metales preciosos. Algunas representan dioses masculinos, pero la mayoría son figurillas de deidades femeninas de 5 a 7,5 cm de largo. Se usaban como dioses familiares o se colgaban del cuerpo de la persona como amuletos protectores. Puesto que la mayoría representan diosas desnudas cuyos rasgos sexuales están acentuados, probablemente se pensaba que promovían la fertilidad. Esta quizá sea la razón principal por la cual Raquel las deseaba. Textos cuneiformes de Nuzi, Mesopotamia, revelan que, en ocasión de la muerte del padre, los ídolos familiares eran heredados por los hijos adoptivos solamente cuando no estaban presentes los verdaderos. Si un hombre tenía hijos, sus dioses no podían ser propiedad de sus hijas. Por lo tanto Raquel no tenía derecho a los ídolos familiares de su padre, como lo admitió francamente Jacob (Gén. 31: 32). Otros documentos hallados también en Nuzi indican que en la era patriarcal la posesión de los ídolos de la familia, tales como los que tenía Labán, le garantizaban a quien los tenía el título de las propiedades de su padre (ANET 219, 220). Probablemente ésta era la razón principal por la cual Labán estaba tan ansioso de recuperarlos (ver vers. 30, 33-35).


21.

Pasó el Eufrates.

El Eufrates es preeminentemente el rio de los tiempos bíblicos (1 Rey. 4: 21; Esd. 4: 10, 16). No se sabe cómo pudo Jacob cruzar el Eufrates con sus rebaños, particularmente en tiempo de primavera (Gén. 31: 19). Por supuesto, hay vados en diferentes lugares a lo largo del río en esa zona. Galaad era el destino inmediato de Jacob, y estaba en la región montañosa al sur del río Yarmuk. Galaad se menciona aquí en vista de que Labán lo alcanzó allí. El nombre Galaad le fue dado por Jacob en aquella ocasión (vers. 47). Se desconoce su nombre anterior.


23.

Fue tras Jacob.

Puesto que Labán recibió aviso dos o tres días después de la huida de Jacob (vers. 22), y lo alcanzó después de una persecución de siete días, parece que los dos se encontraron nueve o diez días después de que Jacob partió de las proximidades de Harán. Las montañas de Galaad están a unos 450 km. de Harán, distancia que puede ser cubierta por camellos rápidos en siete días, el tiempo que necesitó Labán. Pero era imposible arrear rebaños y majadas por una distancia tal en ese lapso, puesto que no podían cubrir más de unos 15 km. por día. Indudablemente Labán no persiguió a los fugitivos inmediatamente después de recibir la noticia de su huida. Sabía que Jacob iría lentamente (cap. 33: 13, 14) y, por lo tanto, él no necesitaba apresurarse. Puesto que Raquel había tomado los ídolos de su padre, su partida debe haber sido de Harán, donde estaba situado el hogar paterno (cap. 29: 4, 5). El hecho de que Labán supiera que sus ídolos habían sido robados indica que debe haber regresado a su casa antes de perseguir a Jacob. Debe haber terminado la trasquiladura de sus ovejas, concluido los festejos que la acompañaban y hecho los arreglos para el cuidado de los rebaños que Jacob había abandonado antes de salir de Harán. El tiempo transcurrido desde que recibiera el aviso de la fuga de Jacob y su propia partida pudo haber sido fácilmente de tres días o más.


24.

Vino Dios a Labán.

En una forma completamente inesperada Dios cumplió la promesa hecha a Jacob 20 años antes (cap. 28: 15, 20, 21). Es extraño que Dios se revelara a un idólatra así en un sueño. Labán, que se había relacionado con la religión de Abrahán mediante su abuelo Nacor, por medio de Eliezer el siervo de Abrahán (cap. 24: 31, 50) y, más recientemente, mediante su larga asociación con su propio sobrino, reconoció al Dios verdadero como al que le había hablado en su sueño la noche previa al momento en que alcanzó a Jacob (vers. 29).

Descomedidamente.

Esta expresión, literalmente " "de bien a mal" , es proverbial (Gén. 24: 50; 2 Sam. 13: 22). Labán no debía obligar a Jacob a volver, ya fuera por la fuerza o haciéndole más propuestas atractivas.


27.

¿Por qué te escondiste para huir?

Habiendo alcanzado a Jacob, Labán asumió el papel de un padre bonachón pero malamente ofendido y profundamente herido. ¿No se daba cuenta Jacob de cuán fácilmente podía Labán obligarlo a volver a Harán? El hecho de que Labán solamente le hablara en vez de tratarlo como tal vez merecía, lo debió Jacob únicamente a la intervención del Dios de sus padres la noche anterior. Pero, ¿por qué el ardiente anhelo de Jacob de volver a la casa de su padre lo había inducido a hurtar los dioses de su suegro? Esta era la única queja legítima de Labán, un dardo pulido que tenía el propósito de herir duramente y al punto. Quizá Jacob había instado a su suegro a que descartara sus dioses paganos mostrándole que los ídolos no tenían ningún valor, y quizá lo indujo a aceptar la verdadera religión. ¡Y ahora parecía que él mismo tenía tanta confianza en los dioses familiares de Labán como para no estar dispuesto a salir de Harán sin ellos! ¿O temía Jacob que Labán intentara de esa manera quitarle el resto de su propiedad?


32.

No viva.

En defensa de su secreta y apresurada partida, Jacob mostró temor e hizo una confesión sincera y honrada. En cuanto a la acusación de robo, Jacob voluntariamente se sometió a las disposiciones de la ley de Mesopotamia. Eso significaba la pena de muerte para ciertas clases de robo que incluían objetos sagrados (Código de Hammurabi, sec. 6).

Delante de nuestros hermanos.

Esta era una referencia a los parientes de Labán (vers. 23), hermanos políticos de Jacob.


33.

En la tienda de las dos siervas.

Este pasaje nos permite dar un vistazo interesante a la costumbre de ese tiempo por la que no solamente el esposo y la esposa, sino cada esposa y concubina, tenía una tienda separada.


34.

Una albarda de un camello.

Para explicar esto en términos modernos, una montura de mujer probablemente hecha de mimbre y que se parecía a una canasta o cuna. Había una alfombra en el fondo y estaba protegida contra el viento, la lluvia y el sol por medio de un dosel y unas cortinas. La luz entraba por aberturas en los costados. Al ocultar su robo mediante astucia y engaño, Raquel demostró ser una verdadera hija de Labán. ¡Cuán poca mella había hecho la religión de su esposo en el carácter de ella! Con toda seguridad, apenas podía ser él un modelo de virtud.


35.

No me puedo levantar.

La costumbre y cortesía orientales requerían que los hijos, de cualquier edad y condición, se levantaran en la presencia de sus padres (Lev. 19 : 32; 1 Rey. 2: 19). Por lo tanto, era muy poco aceptable la excusa de Raquel.

La costumbre de las mujeres.

Una perífrasis para referirse a la menstruación (cf. cap. 18: 11), la que bajo la legislación mosaica posterior, significaba que quien la tenía estaba ceremonialmente inmunda (Lev. 15: 19). Por este pasaje puede inferirse que esa disposición particular estaba en vigor antes de la ley mosaica, por lo menos entre los arameos. El que Labán no requiriera que Raquel se levantara para que pudiera buscar en la "albarda" de su camello puede haberse debido al temor de contaminación.

No halló los ídolos.

La triple repetición de esta frase hace resaltar la plenitud de la búsqueda de Labán y el éxito de Raquel al esconder los objetos robados.


36.

Jacob se enojó.

Labán sabía que sus dioses familiares habían desaparecido cuando salió Jacob. De esto estaba seguro. A pesar del sueño de la noche anterior, puede ser que todavía tuviera el propósito de poner en apuros a Jacob. Este voluntariamente había convenido en entregarle a Labán cualquiera que fuera hallado culpable (vers. 32). Quizá Labán tenía la esperanza de poder señalarlo a él mismo como responsable por el hecho, ya fuera directa o indirectamente, y por eso lo apremió a ver si todavía podía conseguir de esa forma el regreso de Jacob. Parece que Labán comprendió que la culpa de Jacob lo había privado de la mano protectora de Dios. Con el fracaso completo de la acusación de Labán, Jacob ya no estuvo más a la defensiva y, por el contrario, presentó su alegato ante un humilde y suavizado Labán. El servicio de Jacob para Labán estaba por encima de toda crítica, un hecho que Labán mismo no pretendía negar (vers. 43).


39.

A mí me lo cobrabas.

Jacob tenía una base legal de queja contra Labán por cobrarle la pérdida de animales arrebatados por las fieras y los ladrones. Esa práctica era contraria a las antiguas leyes de Mesopotamia pues, como lo muestra el Código de Hammurabi (sec. 267), un pastor sólo debía pagar las pérdidas ocasionadas por su descuido.


42.

El temor de Isaac.

Parece extraño que Jacob mencionara esto en adición al "Dios de Abrahán", puesto que las dos expresiones indudablemente se refieren al mismo Ser. Esto podría deberse a que la experiencia religiosa de Abrahán no le era tan real como la de su padre Isaac. Hacía mucho que Abrahán había muerto, al paso que Isaac todavía vivía y practicaba "el temor" de Dios. El uso de esta expresión aquí y en el vers. 53 sugiere la profunda impresión que recibió Jacob por la dedicación con la cual Isaac practicaba su religión.

Te reprendió anoche.

Jacob hizo resaltar que por la admonición dada a Labán en el sueño de la noche previa, Dios ya se había pronunciado sobre el asunto en cuestión entre ellos. Aunque no lo dijo así, Jacob puede haber discernido en la intervención divina a su favor, la aprobación de Dios por todo lo que había hecho para aumentar sus posesiones. Quizá razonó que, puesto que de su parte tan sólo había hecho frente a la astucia con la astucia y al engaño con el engaño, Labán no tenía derecho a castigarlo o a esperar una compensación. La conducta de Jacob quizá halle un atenuante en la forma despiadada en que lo trató su suegro, pero el hecho de que Dios lo protegiera contra la venganza no justificaba su proceder (Prov. 20: 22; Rom.12: 17; 1 Tes. 5: 15).


43.

Los hijos.

Labán tácitamente reconoció la verdad de las palabras de Jacob y admitió que no tenía derecho de quejarse. No podía hacer nada sino aceptar la situación existente y la inevitable separación que acarreaba, Sin embargo, su espíritu altivo se manifestó una vez más cuando pretendió tener derecho a todas las posesiones de Jacob. Ni una sola palabra de reconocimiento o aprecio salió de los labios de Labán por los 20 años de diligente trabajo de Jacob. Por el contrario, asumió el papel de un bondadoso y noble benefactor que siempre había sido magnánimo en su trato con los suyos.


44.

Hagamos pacto.

Teniendo esto en cuenta, Labán propuso un pacto formal de amistad. Esto puede haber sido provocado también por el temor de que Jacob pudiera buscar la reconciliación con Esaú y volviera para vengarse (vers. 52).


45.

Por señal.

Jacob reveló su consentimiento a la propuesta de Labán procediendo inmediatamente a erigir una piedra como recordativo similar al de Bet-el (cap. 28: 18). Ambos grupos se unieron también en juntar piedras para usarlas como mesa para la comida del pacto.


47.

Lo llamó Jacob, Galaad.

Ambos nombres, uno arameo y el otro hebreo, tienen prácticamente el mismo significado, "montón del testimonio". El que las más remotas inscripciones aramaicas no bíblicas conocidas no se remonten al tiempo de Jacob, sino a un período posterior, no prueba que no existiera el arameo en el siglo XVII AC. La más antigua evidencia fuera de la Biblia de la existencia de un idioma tal consiste en ciertas palabras arameas encontradas en las tablillas cuneiformes alfabéticas de la antigua Ugarit de Siria, que datan del siglo XV AC. En consecuencia, nuestra Biblia contiene las más antiguas palabras arameas auténticas que se conozcan. Cada uno de los dos hombres le dio a ese recordativo un nombre en su propio idioma, con idéntico significado. Puesto que la región más tarde llegó a ser posesión de Israel, se le aplicó el nombre hebreo Galaad. Esto incluye no sólo las inmediaciones del monte Galaad mismo sino toda la región montañosa al este del Jordán entre los ríos Yarmuk y Jaboc.


49.

Mizpa.

Este sitio también recibió otro nombre, Mizpa, que significa "atalaya". Posteriormente llegó a ser el lugar de una localidad que derivó su nombre de la "señal del testimonio" " erigida por Labán y sus parientes (Juec. 10: 17; 11: 11, 29, 34). Ese pueblo fue una vez la residencia del juez Jefté (Juec. 11: 34).

Atalaye Jehová.

El hecho de que Labán invocara a Jehová, el Atalaya celestial, para que protegiera a sus hijas, no prueba que aceptó a Jehová como el representante de sus derechos. Con su concepto tribal de la deidad, Labán estaba dispuesto a conceder el poder al Dios de Jacob, por lo menos en Canaán, si no en Harán. ¿Qué otra cosa podía hacer, especialmente después del sueño de la noche anterior? Quizá también dijo esto con el pensamiento de que sólo Jehová podía llegar hasta la conciencia de Jacob.


50.

Si afligieras.

A pesar de su carácter egoísta, el instinto paternal de Labán hizo que se preocupara por el bienestar de sus hijas y expresara solicitud por su futuro. Esto parece un poco extraño teniendo en cuenta la conducta de Labán (vers. 15). El mismo había sido la causa de la poligamia de Jacob. Pero eso, por así decirlo, fue todo dentro de la familia. Y si Jacob tomaba otras esposas, el afecto y la herencia que debían recibir sus hijas y los hijos de ellas disminuirían por lo mismo. Labán pensó en las posesiones hasta el mismo fin.


51.

Este majano.

Si alguno de ellos en lo futuro pensaba en vengarse del otro, ese monumento habría de ser un recordativo de su pacto de amistad. Así como en esta ocasión los intentos hostiles habían sido subyugados, así también en lo futuro el recuerdo del suceso había de impedir cualquier expedición punitiva posible. Desde el punto de vista de Labán, él estaba haciendo un gran sacrificio al permitir que escapara Jacob ileso, pues el rápido aumento del poder y la riqueza de Jacob, junto con una posible reconciliación con Esaú, ciertamente hacían difícil cualquier perspectiva futura de sobrepujar el poder de Jacob. Parece que Labán estaba ansioso de impresionar a Jacob con su espíritu magnánimo.


53.

El Dios de sus padres.

Se sabe por Jos.24:2 y por la existencia de ídolos en la casa de Labán (Gén. 31: 30, 35), que los parientes de Abrahán de Mesopotamia adoraban a otros dioses. Esto parece indicar que "el Dios de Nacor" no podría ser Jehová. Pero es sabido también que Nacor acarició "el conocimiento y el culto del Dios verdadero" (PP 168) junto con su idolatría. La forma verbal "juzgue" está en plural, lo que parece sostener el punto de vista de que Labán estaba hablando de dos dioses distintos. Sin embargo, la LXX, la Peshito y la Vulgata traducen "juzgue" en forma singular, reconociendo como a uno solo al Dios de Abrahán y al Dios de Nacor. Parecería que ahora que la separación era inevitable, Labán estaba procurando establecer vínculos entre él y Jacob, llamando la atención al hecho de que sus abuelos Abrahán y Nacor, y su bisabuelo Taré, adoraron el mismo Dios.

A quien temía Isaac.

Ver com. del vers. 42. Quizá Moisés añadió esta expresión para aclarar que Jacob "juró" por Jehová y no por ninguno de los dioses de Nacor.


54.

Jacob inmoló víctimas.

Al parecer, sólo Jacob participó en el ritual del sacrificio que consideraba esencial para ratificar el pacto. Labán fue tan sólo un observador, pero participó de la fiesta ceremonial preparada por Jacob.


55.

Besó sus hijos y sus hijas.

Parece que Labán no besó a Jacob al separarse, a diferencia de lo que había hecho cuando se encontraron la primera vez (cap. 29: 13). Aunque Labán y Jacob se separaron reconciliados mutuamente y no como enemigos, no eran exactamente los mejores amigos.

Y los bendijo.

Labán, cuyos mejores sentimientos parecen haber prevalecido como resultado del pacto, o quizá de la fiesta, o de la inminente separación de sus hijas, expresó sus sentimientos en una bendición de despedida para ellas. Así desaparece Labán de la narración de las Escrituras. Con esto cesa todo contacto entre la familia de Canaán y sus parientes de Mesopotamia.


COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE

1-55 PP 188-193

1, 2 PP 191

1-3 SR 90

3 PP 192

4-7 SR 90

7 PP 188

15 PP 187

19-23, 26, 27, 29 PP 192

29 SR 91

38-40 PP 188

39 SR 91

40 DTG 445

41, 42 SR 91

42 44 PP 192

44-46 SR 92

49, 51-53 PP 193; SR 92

Génesis 31 RVR60


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CBA Deuteronomio,7,CBA Efesios,7,CBA Éxodo,42,CBA Génesis,52,CBA Isaías,68,CBA Levítico,29,CBA Libro,7,CBA Números,38,Deuteronomio,1,Efesios,1,Éxodo,42,Génesis,52,Isaías,1,La Santa Biblia,64,Levítico,29,Números,38,RVR1960,4,RVR1960 Libro,4,RVR60,152,RVR60 Éxodo,1,RVR60 Génesis,50,RVR60 Levítico,27,RVR60 Números,36,
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