Comentario Bíblico Adventista Génesis 17
Comentario Bíblico Adventista
Génesis Capítulo 17
1.
Era Abram de edad de noventa y nueve años.
Habían pasado 13 años desde el nacimiento de Ismael (cap. 16: 16) antes de que Dios se revelara otra vez a Abram. Durante los 11 años anteriores, Dios se le había aparecido por lo menos 4 veces (caps. 12: 1, 7; 13: 14; 15: 1). La larga demora de parte de Dios de aparecerse otra vez a Abram tenía probablemente un propósito. Quizá era un castigo corrector de la impaciencia de Abram al no esperar que Dios realizara las cosas en su debido tiempo y su debida forma.
Yo soy el Dios Todopoderoso.
Este nombre de Dios, 'El-Shaddai, se encuentra únicamente en los libros del Génesis y Job, 6 veces en el primero y 31 veces en el segundo. Esta es una de las muchas indicaciones de que el autor de ambos libros fue la misma persona. El origen y significado de la palabra Shaddai son inciertos, pero la traducción de la VVR ", "Todopoderoso"," con toda probabilidad es la más aproximadamente correcta (Isa. 13: 6; Joel 1: 15). Este nombre fue bien elegido en vista de la nueva promesa que Dios estaba por hacerle a Abram. Habían pasado 24 años desde que Abram entró en la tierra de Canaán (Gén. 12: 4). Durante los primeros 10 años, Dios le había prometido repetidas veces un hijo a Abram, hasta que éste tomó las cosas en sus propias manos, se unió con Agar y engendró a Ismael. Desde el nacimiento de Ismael no se registra que hubiera recibido ninguna otra revelación divina, y parece que Abram pensaba que Ismael era el cumplimiento de las promesas de Dios (vers. 17, 18). Estando listo ahora para renovar su promesa a Abram, Dios lo encontró algo escéptico. Por esta razón Dios se presentó como "el Dios Todopoderoso", para el cual nada sería imposible, sin importar cuán difícil pareciera a los hombres.
Anda delante de mí.
Durante 13 años Abram no había andado plenamente
"delante" de Dios; de ahí la orden de que lo hiciera. Abram había de caminar
como si fuera en la misma senda de Dios, consciente de la vigilancia divina y
solícito de la aprobación del cielo; no detrás de Dios, como consciente de sus
propios errores pero deseoso de evitar ser observado. Hay una diferencia
manifiesta entre la expresión usada para designar las vidas de Enoc (cap. 5: 24)
y Noé (cap. 6: 9), y esta orden. De los dos primeros patriarcas se dijo que
caminaron "con Dios", al paso que a Abram se le pidió que caminara "delante" de
él. Esto sugiere un grado menos completo de comunión, y puede haber implicado el
desagrado de Dios por la falta de fe de Abram al unirse con Agar.
Sé
perfecto.
Así como la justicia recibida por la fe (la justificación) era
necesaria para el establecimiento del pacto, así también un intachable caminar
delante de Dios (la santificación) se necesitaba para que se mantuviera. Esta
exhortación quizá haya sido una velada referencia al hecho de que la vida pasada
de Abram no había sido enteramente intachable. Dios quería que Abram entendiera
que la realización final de la promesa divina requería estar más completamente a
la altura de la excelsa norma de pureza y santidad de Dios (ver Mat. 5: 8, 48).
Abram fue llamado a una experiencia más elevada que la que hasta entonces había
conocido.
2.
Mi pacto.
Esto no
indica un pacto nuevo, sino más bien que estaba por cumplirse el pacto realizado
unos 14 años antes (cap. 15).
3.
Abram se
postró.
Abram, que durante los muchos años de silencio quizá se había
preguntado si Dios se le revelaría otra vez, se postró con temor reverente. Esta
actitud de adoración era común en los tiempos antiguos y también era una postura
para mostrar respeto a los seres humanos (ver Gén. 17: 17; 24: 52; Núm. 16: 22;
Mar. 14: 35).
4.
"Por mi parte" (BJ).
Esta expresión, que no figura en la VVR, pero sí en la BJ y en el
original hebreo, es significativa. Para dar mayor énfasis, Dios se refiere a sí
mismo al comienzo de esta cláusula. La expresión es equivalente a decir "en lo
que a mí respecta, yo" sigo dispuesto a cumplir el pacto de hace muchos años.
Padre de muchedumbre de gentes.
Esta predicción iba a tener un
doble cumplimiento. En primer lugar, se refería a las numerosas tribus que
harían remontar su genealogía hasta Abram. Los árabes ismaelitas, los madianitas
y otras tribus arábigas descendientes de Cetura (cap. 25: 1-4), y los edomitas
-tanto como los israelitas- todos fueron descendientes de Abram. Sin embargo, en
un sentido más amplio esta promesa se refería a los innumerables descendientes
espirituales que pretenderían tener a Abram como a su padre (Gál. 3: 29).
5.
Será tu nombre Abraham.
Abram
fue el primero de varios hombres cuyos nombres cambió Dios. Los nombres eran de
una importancia mucho mayor para los antiguos de lo que lo son para nosotros.
Todos los nombres semíticos tienen significado y generalmente consisten en una
frase o sentimiento que expresa un deseo o quizá gratitud de parte de los
padres. En vista de la importancia que la gente daba a los nombres, Dios cambió
los nombres de ciertos hombres para hacerlos armonizar con sus experiencias,
pasadas o futuras. Abram, que significa "padre enaltecido", no aparece en esta
forma en ninguna otra parte de la Biblia, pero se lo encuentra bajo la forma
Abiram, que significa " "mi padre es enaltecido" " (Núm. 16: 1; 1 Rey. 16: 34).
Es poco probable que el nombre Abrahán sea tan sólo una forma extendida de
Abram, como lo sostienen algunos comentadores, en vista de la explicación dada
en este versículo. Sin embargo, con nuestro conocimiento actual de los diversos
idiomas semíticos empleados en el tiempo de Abrahán, no es fácil explicar el
nombre Abrahán. No obstante, lo mejor es recurrir a la palabra árabe ruham ,
como lo han hecho varias generaciones de expositores bíblicos. La palabra ruham
significa "gran número", y puede haber existido en el hebreo antiguo, aunque no
aparece en la literatura hebrea que hoy está disponible. Por lo tanto, el nombre
Abrahán podría traducirse "padre de un gran número", lo que concuerda con la
explicación que Dios dio al patriarca después de cambiarle su nombre: "Te he
puesto por padre de muchedumbre de gentes".
7.
Estableceré mi pacto.
Los términos y beneficios de este
pacto se refieren no sólo a Abrahán como a un individuo sino también a todos sus
descendientes, tanto literales como espirituales. La promesa hecha aquí a
Abrahán se refiere específicamente a Cristo (Gál. 3: 16; Hech. 2: 30) y, de
acuerdo con Pablo, mediante Cristo todos los cristianos han de compartirla (Gál.
3: 29; Hech. 16: 31). Una comprensión correcta de los términos de este pacto
será de muchísimo provecho para mantener una relación correcta entre Dios y el
creyente de hoy día.
Pacto perpetuo.
La palabra traducida
"perpetuo" de ninguna forma indica siempre un período interminable (ver com. de
Exo. 21: 6). El vocablo "perpetuo", tal como se lo usa en la Biblia, denota
generalmente circunstancias o condiciones que -en virtud de su propia
naturaleza- deben persistir mientras pueda ser afectado por ellas el objeto al
cual se aplican. Esto es claro por expresiones tales como viva el rey "para
siempre" (1 Rey. 1: 31; Neh. 2: 3; etc.) que sencillamente expresan el deseo de
que el rey pueda disfrutar de una larga vida. Puesto que todos los seguidores de
Cristo -la descendencia espiritual de Abrahán- son herederos de las gloriosas
promesas del pacto (Gál. 3: 7, 27-29), el "pacto perpetuo" debe tener validez
mientras tenga vigencia el plan de salvación. Las estipulaciones del pacto de
Dios con Abrahán están pues en vigor a través de todas las generaciones.
Ser tu Dios.
Esta promesa abarca todas las bendiciones de la
salvación y es una indicación clara del carácter espiritual del pacto
abrahánico. Dios se da a sí mismo a aquel que entra en la relación del pacto, y
al hacer eso le confiere todos los privilegios, los gozos y la esperanza
gloriosa que provienen del parentesco con Dios. Quien llega a ser así un hijo o
hija de Dios no puede desear nada más para ser feliz, ya sea en esta vida o en
la venidera. Es como si Dios le hubiera dicho a Abrahán: " "Todo lo que soy o
tengo, o lo que pueda hacer, seré y lo haré para ti y tus descendientes. Todos
mis recursos ilimitados serán empleados para tu protección, tu consuelo y tu
salvación" " (Rom. 8: 32). Ciertamente son bienaventurados todos aquellos cuyo
Dios es Jehová (Sal. 144: 15). Bajo los términos del pacto eterno, Dios y el
creyente se entregan mutuamente sin reservas el uno al otro.
8.
Toda la tierra de Canaán.
A
todas aquellas amplias promesas de naturaleza espiritual una vez más fue añadida
la seguridad de que toda la tierra de Canaán había de pertenecer a Abrahán y a
su posteridad. Esta promesa había sido hecha repetidas veces en lo pasado (caps.
12: 7; 13: 15; 15: 7, 18-21). Se le dijo en esta ocasión que la promesa
continuaría en vigor para siempre, lo que significaba que mientras los
descendientes literales de Abrahán cumplieran con las condiciones del pacto,
poseerían la tierra, y que sus hijos fieles, tanto literales como espirituales,
finalmente heredarían la Canaán celestial por toda la eternidad.
10.
Todo varón.
En el hebreo
resalta la fuerza de la orden más que en la traducción. Literalmente, "entre
vosotros circuncidad a todo varón". Aquí se introduce el rito de la circuncisión
como una obligación en relación con el pacto. Iba a ser la señal del pacto con
el Israel literal, como el bautismo lo es con el Israel espiritual (ver Gén. 17:
11; Col. 2: 11, 12; Tito 3: 5; 1 Ped, 3: 21). La primera se relacionaba con el
nacimiento físico; el segundo acompaña al renacimiento espiritual.
11.
Circuncidaréis.
Desde la
antigüedad se han hecho varias sugestiones para explicar este rito. Filón,
filósofo judío de Alejandría, creía que fue ordenado por Dios meramente para
fomentar la limpieza física; otros vieron en él una protesta contra ciertos
ritos idolátricos practicados por los egipcios y otras naciones paganas. Calvino
creía que significaba un rechazo simbólico de la inmundicia de la carne y de ese
modo del pecado en general. Sin embargo, pueden destacarse los siguientes puntos
con referencia a la importancia de la circuncisión. Estaba destinada: (1) a
distinguir la descendencia de Abrahán de la de los gentiles (Efe. 2: 11), (2) a
perpetuar el recuerdo del pacto de Jehová (Gén. 17: 11), (3) a fomentar el
cultivo de la pureza moral (Deut. 10: 16), (4) a representar la justificación
por la fe (Rom. 4: 11), (5) a simbolizar la circuncisión del corazón (Rom. 2:
29) y (6) a prefigurar el rito cristiano del bautismo (Col. 2: 11, 12).
El único otro pueblo de la antigüedad que practicó la circuncisión fue
el pueblo egipcio, que indudablemente la tomó de los hebreos. No hay testimonio
anterior al siglo XIII AC de que existiera esa costumbre en Egipto, al paso que
los hebreos la practicaron desde el tiempo de Abrahán en el siglo XIX AC. El
hecho de que esta práctica se encuentre entre algunos pueblos africanos, los
árabes y otras naciones musulmanas, con toda probabilidad debe explicarse por la
influencia judía.
Por señal del pacto.
Dios ha establecido
señales y monumentos recordativos de diversos acontecimientos importantes. El
sábado fue instituido como un monumento recordativo de la creación; la
circuncisión, del pacto abrahánico; el bautismo, de la muerte y resurrección de
Cristo; y la Cena del Señor, del sacrificio vicario de Cristo. Las señales
externas pueden enseñar verdades espirituales, convirtiéndose así en los
instrumentos elegidos por Dios para una bendición espiritual. Así pueden servir
como un recordativo perpetuo de la gracia de Dios, y también de nuestro propio
deber y nuestras responsabilidades.
12.
Todo varón.
A Abrahán se le dieron
instrucciones específicas en cuanto a quiénes debían participar en el rito de la
circuncisión y cuándo éste había de ser administrado. Esas reglamentaciones
fueron más tarde incorporadas en la ley de Moisés (Lev. 12: 3; Luc. 2: 21). No
estaba exceptuado ningún varón de la sociedad hebrea, ya fuera libre o esclavo.
La circuncisión, señal del pacto de Dios con Abrahán, llegó a ser un signo para
Israel de que era el pueblo de Dios y, por lo tanto, cada varón israelita
recibía esa señal. Con el rechazo del Israel literal como pueblo escogido de
Dios, la circuncisión cesó de tener un significado como rito religioso (Hech.
15: 5, 10, 19, 20, 24, 28, 29; Gál. 2: 3-5; 5: 2-6; Rom. 2: 28, 29).
14.
Será cortada.
Se repite esta
sentencia en la legislación mosaica en el caso de diversas infracciones de sus
cláusulas (ver Exo. 12: 15, 19; Lev. 17: 4, 10; Núm. 15: 30; 19: 13). La
experiencia personal de Moisés indica la importancia solemne que Dios dio a la
realización de este rito (Exo. 4: 24-26). No se declara explícitamente si la
sentencia debía ser ejecutada a manos de la congregación, los magistrados
civiles o Dios mismo. El hecho de que ser expulsado del pueblo fuera en ciertos
casos seguido por la pena de muerte (Exo. 31: 14), no prueba que la pena capital
acompañara invariablemente a una sentencia tal (Exo. 12: 19; Lev. 7: 20, 21;
Núm. 19: 13). De todos modos, un hebreo incircunciso, ya fuera niño o adulto,
perdía su condición social, política y religiosa como hebreo (ver com. de Exo.
12: 15).
15.
Sara será su nombre.
Esta es la primera vez en que es mencionada por nombre Sara, la mujer de
Abrahán, en una comunicación divina con él. No hay gran diferencia entre los dos
nombres Sarai y Sara. Sarai, que significa "mi princesa", se convirtió
sencillamente en Sara, "una princesa". Antes había sido la princesa de Abrahán,
pero de allí en adelante iba a ser reconocida como la princesa y progenitora de
toda una nación. Pertenecería a sus descendientes tanto como a Abrahán.
16.
Te daré de ella hijo.
Después
de los muchos años de espera, se le dieron a Abrahán instrucciones definidas en
el sentido de que la descendencia prometida sería el hijo de Sara y no el hijo
de Agar (ver Gál. 4: 22-31).
Reyes de pueblos vendrán de ella.
En primer lugar esto se refiere a David y a sus sucesores en el trono de
Judá, pero incluye también a la realeza de Edom. Dios le asegura a Abrahán que
prevalecería el propósito divino a pesar de la perversidad de los hombres que
con tanta frecuencia lo estorban en su apresuramiento (ver Isa. 46: 10, 11; 55:
10, 11).
17.
Abraham se postró sobre su
rostro.
El hecho de que Abrahán cayera una vez más sobre su rostro
indica que se había levantado desde que se postró al comienzo de esta revelación
(vers. 3).
Y se rió.
Los comentadores difieren en su opinión en
cuanto a si la risa de Abrahán fue una expresión de gozo o de duda. Aunque sería
más agradable concordar con los que defienden la primera posición, debido a Rom.
4: 19, 20 el contexto parece favorecer la segunda. La declaración de Pablo en
Romanos se aplicaría pues al estado mental de Abrahán después de que se
convenció de la realidad de la promesa. Las preguntas hechas por Abrahán,
probablemente en su corazón más bien que audiblemente, "¿A hombre de cien años
ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?", no dejan la
impresión de haber sido formuladas con gozo. Parecen expresar dudas. Quizá la
risa de Abrahán también reflejó su perplejidad al encontrar que la promesa
divina acerca de Sara ignoraba sus planes para Ismael (ver Gén. 17: 18).
Aquellos que no quieren pensar en que hubiera habido duda en el corazón de
Abrahán, el gran héroe de la fe, debieran
Considerar los acontecimientos
registrados en los caps. 12: 11-13 y 16: 2-4. Nótese también la risa de Sara en
el cap. 18: 12-15 que muestra que ella todavía dudaba aún después de que Abrahán
había creído (cap. 21: 6, 9; también ver com. de cap. 17: 19).
18.
Ojalá Ismael viva delante de ti.
Este ruego sugiere que siempre a partir del nacimiento de Ismael,
Abrahán se había aferrado tenazmente a la esperanza de que este hijo podría ser
el heredero prometido. No viendo la posibilidad de que Sara le diera un hijo
debido a su edad avanzada, Abrahán intercedió en favor de Ismael. Abrahán estaba
contento de aceptar al hijo de su propio plan, aun en lugar de aquel que naciera
de Sara. Además esto le ahorraría la turbación de renunciar públicamente a su
plan para Ismael como heredero suyo (PP 142, 143).
19.
Llamarás su nombre Isaac.
"Ciertamente"
-incuestionablemente- Sara llegaría a ser madre; no había razón para dudar. El
nombre que Dios eligió para el hijo prometido de Sara, Isaac, significa "él
ríe". Esto puede ser una referencia a la risa de Abrahán, el recordativo
perdurable de un débil momento de duda. Sin embargo, más probablemente refleja
el gozo que experimentaría Abrahán con el nacimiento del hijo de la promesa.
Podría reírse ahora debido a la duda, pero entonces se regocijaría ciertamente
cuando la fe se encontrara con la realidad (ver Gén. 21: 6, 7; Isa. 54: 1; Gál.
4: 27). Los nombres tanto de Isaac como de Ismael fueron elegidos antes de su
nacimiento, y los nombres de Abram y Sarai fueron cambiados debido a que les
esperaba una nueva experiencia.
20.
En
cuanto a Ismael.
Dios volvió a asegurar a Abrahán que las promesas
especiales hechas a Isaac no interferirían con las hechas a la madre de Ismael
en el pozo del desierto (cap. 16:10). Los nombres de los doce hijos de Ismael
son dados en el cap. 25: 12-16. A semejanza de los doce hijos de Jacob, cada uno
de ellos llegó a ser el padre de una tribu (ver com. de cap. 25: 13-16).
21.
Con Isaac.
Repitiendo la
declaración del vers. 19, Dios aseguró a Abrahán que Isaac y no Ismael iba a ser
el hijo del pacto. Al paso que Ismael, en un sentido general, compartiría las
bendiciones prometidas a Abrahán, la descendencia de Isaac llegaría a ser lo
suficientemente numerosa como para poseer la tierra de Canaán. Específicamente,
el pacto con todas sus bendiciones materiales y espirituales, era para el hijo
de Sara, Isaac, y su posteridad. La historia posterior de los dos hijos
justifica plenamente la elección de Dios del uno y el rechazo del otro. Aunque
Agar había llegado a creer en el Dios verdadero, la influencia de su educación
primera en Egipto resultó decisiva en la vida de Ismael y en los hijos de éste,
pues sus descendientes se hicieron paganos.
Por este tiempo.
Se
añade ahora un límite de tiempo a la promesa de un hijo. No podía haber más
lugar para la incertidumbre. Después de esperar casi 25 años desde la primera
promesa, y habiendo mostrado fe y duda en lo pasado, Abrahán supo que el tiempo
de espera había de terminar pronto.
22.
Subió Dios.
Esta declaración indica que la revelación
de Dios había sido visible. No tenemos idea de la forma en que Abrahán vio a
Dios.
23.
Tomó Abraham a Ismael.
Obedeciendo a Dios, Abrahán circuncidó a todos los varones de su gran
familia, incluso a Ismael.
Debido a que Ismael tenía 13 años cuando fue
circuncidado (vers. 25), los árabes hasta el día de hoy postergan este rito
mucho más que los judíos, generalmente hasta llegar a una edad comprendida entre
los 5 y los 13 años, y con frecuencia no antes del decimotercer año.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-16 PP
132
1 PP 132, 387
1, 2 SR 146
4 PP 132
5 PP 132
7 PP 387; SR 78, 146
10 PP 132, 378; SR 148
10, 11 SR
146
16 PP 132, 142
18 SR 78
18-20 PP 142
19 SR
78
CBA Génesis
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