Comentario Bíblico Adventista Génesis 23
Comentario Bíblico Adventista
Génesis Capítulo 23
1.
La vida de Sara.
Como madre de todos los creyentes (Isa. 51: 2; 1 Ped. 3: 6), Sara es la única mujer cuya edad en el momento de morir es mencionada en las Escrituras. Isaac tenía 37 años a la muerte de ella (Gén. 17: 1, 17; 21: 5).
2.
Quiriat-arba.
Abrahán se había trasladado a
su antigua residencia cerca de Hebrón (caps. 13: 18; 18: 1). Habiendo vivido
casi 40 años en la tierra de los filisteos (caps. 20: 1; 21: 31-34; 22: 19),
volvió entonces a la Canaán propiamente dicha, hecho que anota Moisés
específicamente. Quiriat-arba (Jos. 14: 15; 15: 13; 21: 11), que significa
"ciudad de Arba", recibió ese nombre de uno de los gigantes anaceos que
indudablemente la fundó. El nombre Hebrón fue dado a la ciudad un tiempo
después.
Duelo por Sara.
Aparentemente es el único rito fúnebre
observado por Abrahán. Esto probablemente se refiere a un duelo formal: sentarse
en el suelo y llorar en la presencia del muerto. Posteriormente, el duelo se
convirtió en un ritual complicado que incluía ceremonias tales como rasgarse los
vestidos, afeitarse la cabeza, vestirse de saco y cubrirse la cabeza con polvo y
ceniza (2 Sam. 3: 31; Job 1: 20; 2: 12).
3.
Habló a los hijos de Het.
Los habitantes de la región
son aquí llamados los hijos de Het o hititas (vers. 10). Durante el primer
período de residencia de Abrahán, los amorreos habían estado en posesión de
Hebrón (ver com. de cap. 20: 1). Las objeciones críticas en cuanto a la
presencia de los hititas en la Palestina meridional en este período antiquísimo
no están confirmadas por los descubrimientos arqueológicos más recientes.
En realidad, a la luz de las leyes de los hititas se pueden explicar
mejor algunos detalles relacionados con este relato. (Véase vers. 11, 17, y M.
R. Lehmann en Bulletin of the American Schools of Oriental Research, 129 [Feb.
1953], págs. 15-18.)
4.
Extranjero y
forastero soy.
Es digna de notarse la forma cortés en que Abrahán se
dirigió a los hititas, el "pueblo de aquella tierra" (vers. 7, 12, 13). Admitió
francamente su condición de transeúnte y no pretendió tener derecho a nada de la
tierra (Heb. 11: 13). Dios le había prometido toda Canaán. Con unos pocos
centenares de sus criados había derrotado a las fuerzas aliadas expedicionarias
de Mesopotamia (Gén. 14). Estos mismos hititas lo habían reconocido como a un
"príncipe de Dios" (cap. 23: 6). Sin embargo, humildemente Abrahán no presentó
ninguna demanda a sus vecinos, y pidió permiso para conseguir el título de
propiedad de una parcela de tierra, no por derecho, sino como un favor y por un
precio.
Sepultura.
Esa es la primera tumba mencionada en las
Escrituras. Muchas naciones paganas de la antigüedad incineraban a sus difuntos,
pero los hebreos preferían enterrarlos. El deseo de ser sepultado en la tierra
de uno mismo es común a la gente de todos los siglos, todas las razas y todos
los niveles de cultura.
6.
Eres un príncipe
de Dios.
Los heteos respondieron cortésmente al pedido de Abrahán,
correspondiendo a su cortesía. Rehusando aceptar la forma en que se consideraba
él mismo como "extranjero" entre ellos, lo reconocieron como a un "príncipe de
Dios", expresión que, de acuerdo con un modismo familiar hebreo, podría
legítimamente traducirse "príncipe poderoso". Al designar a Abrahán como un
"príncipe poderoso" los heteos expresaron su reconocimiento de Abrahán como un
hombre a quien Dios había favorecido.
Ninguno de nosotros te negará.
Aprobaron cordialmente el pedido de Abrahán. Para comenzar le ofrecieron
poner a su disposición los lugares donde ellos sepultaban a sus muertos; un
gesto verdaderamente cortés.
7.
Abraham se
levantó.
La cortesía oriental, el tacto y el trato mediante regateos
resaltan en los arreglos entre Abrahán y los hijos de Het. Abrahán expresó su
aprecio inclinándose, un ademán común oriental de gratitud. No encontrando
oposición a su pedido un tanto vago, Abrahán formuló una propuesta concreta.
8.
Interceded por mí.
En una forma
típicamente oriental, Abrahán no dirigió su pedido a Efrón mismo, sino que pidió
a los ancianos de la ciudad que usaran su influencia para conseguir la propiedad
deseada. Habían de ser sus intermediarios para realizar la transacción. Un
proceder tal le permitiría concluir el convenio con mayor presteza y también
evitaría incomprensiones que pudieran surgir de otra manera. El buen nombre de
toda la comunidad aseguraría un trato justo y protegería de las críticas tanto a
Abrahán como a Efrón.
9.
Macpela.
Este nombre se ha explicado en diversas formas. Algunos lo han tomado
como un nombre propio, otros como la descripción de alguna peculiaridad de la
caverna. Proviene de la raíz kafal , "duplicar", lo que sugiere que podría ser
una cueva doble o quizá con dos entradas. Parece preferible la primera
interpretación. En esa cueva fueron depositados sucesivamente los restos de
Sara, Abrahán, Isaac, Rebeca, Lea y Jacob (caps. 25: 9; 49: 31; 50: 13). De la
gran familia patriarcal, sólo Raquel quedó ausente (cap. 35: 19). Macpela ha
sido identificada con dos cuevas, una encima de la otra, debajo de una mezquita
musulmana en una loma cerca de Hebrón. Durante siglos el acceso estuvo
prohibido, pero en 1882 se hizo una excepción con el entonces futuro Jorge V de
Inglaterra y su hermano. Desde la Primera Guerra Mundial, varios cristianos han
tenido la oportunidad de visitar la cueva superior, la cual contiene piedras
marcadas que llevan los nombres de Abrahán, Sara, Isaac, Jacob, Rebeca y Lea.
Estas lápidas deben señalar sus tumbas reales en la cueva inferior labrada en la
roca. Si esta antiquísima tradición concuerda con los hechos, no se puede
determinar hasta que se permita realizar estudios científicos en la cueva
inferior.
11.
Te doy la heredad.
Toda esa clase de
transacciones se hacían en la puerta de la ciudad (Gén. 34: 20; Rut 4: 1). Habló
Efrón, que obviamente era uno de los nobles presentes y es mencionado por
nombre. Ostensiblemente ofreció a Abrahán la heredad que contiene la cueva como
un regalo directo. Esta oferta obedece a una buena costumbre oriental que se ha
mantenido viva en algunos lugares hasta el día de hoy. Por supuesto, todos
sabían que esa oferta no debía tomarse en serio. Efrón no estaba dispuesto a
vender la cueva sin la heredad.
La razón para este anhelo de Efrón de
vender toda la propiedad y no sencillamente parte de ella, reside en las leyes
hititas (Nos. 46, 47), que permitían la exoneración del servicio feudal
solamente si todo el campo es vendido, pero no si se dispone de él en
fragmentos. Por eso, si Abrahán hubiese comprado tan sólo la cueva, el pago de
impuestos de Efrón no habría disminuido, al paso que si Abrahán finalmente
compraba toda la propiedad, se transferían las obligaciones feudales de Efrón a
Abrahán, el comprador.
13.
Yo daré el
precio.
Reconociendo en la respuesta de Efrón su disposición para que él
quedara con la cueva si compraba el campo en que ella estaba, nuevamente Abrahán
se inclinó en señal de gratitud. Por supuesto, declinó aceptar la propiedad de
Efrón como un regalo, y preguntó el precio, expresando su deseo de pagarlo.
15.
Cuatrocientos siclos.
Unos 230
dólares (ver com. de cap. 20: 16). Ahora Efrón mencionó su precio, queriendo
decir que era una bagatela para un hombre rico como Abrahán. Aunque el precio
parece muy razonable en términos de los valores modernos, en el tiempo de
Abrahán debe haber parecido exorbitante. Los registros babilonios revelan que
los campos por término medio eran entonces vendidos a 8 siclos la hectárea, y
los huertos más fértiles a 80 siclos por hectárea. De acuerdo con las normas de
Babilonia, Abrahán podría haber comprado un campo de unas 50 hectáreas por ese
dinero. Aunque no sabemos cuán grande era el campo de Efrón, Moisés parece dejar
la impresión de que, para obtener una buena ganancia, Efrón se aprovechó de la
fama de Abrahán. De otra manera, Efrón no habría ofrecido a Abrahán el campo
además de la cueva (ver com. del vers. 11).
16.
Pesó Abraham.
Deseando evitar cualquier sentimiento de
enemistad, Abrahán, como semita a merced de los hititas, antes que regatear el
precio pagó sin cuestionar. Entonces, como ahora, se acostumbraba un proceder
tal por todo el Oriente, y Efrón indudablemente esperaba que Abrahán procediera
así. Como "príncipe poderoso", un rico jefe nómada, Abrahán quizá sintió que el
regateo disminuiría su dignidad, o quizá deliberadamente eligió evitar la
reputación de ser un negociante difícil. Pagó todo al contado, de acuerdo con
las normas comerciales comunes, como lo indica la frase "plata de buena ley
entre mercaderes".
17.
La heredad.
Aquí se presentan algunas estipulaciones del contrato, sin duda
expresadas con mayores detalles en una escritura pública. Numerosos contratos
tales de aquel tiempo -de Ur, el antiguo hogar de Abrahán, y de otras partes de
Mesopotamia presentan un cuadro claro de la forma de tales contratos. Sin duda
el título de propiedad de Abrahán contenía una descripción exacta de la
propiedad y su ubicación e incluía una lista de los árboles y otros objetos, en
este caso también la cueva. Por ejemplo, si los árboles no se hubieran incluido
específicamente, Efrón podría haber reclamado el fruto de ellos cada año.
Una vez más, éste es un detalle interesante que muestra que los hititas
estuvieron implicados en toda la transacción, puesto que la lista exacta del
número de árboles de cada venta de una propiedad es una de las características
de los documentos comerciales hititas.
19.
Sepultó Abraham a Sara.
La cueva estaba situada cerca
de Mamre, donde Abrahán había vivido antes del nacimiento de Isaac. Abrahán dejó
a su amada esposa descansando a la vista del bosquecillo que había sido su hogar
durante tantos años, donde habían compartido sus gozos y sus dolores, sus
chascos y sus esperanzas.
Al oriente de Mamre.
Mamre no era otro
nombre para Hebrón, sino que sencillamente era otro lugar que estaba en sus
proximidades (Gén. 13: 18).
En la tierra de Canaán.
Esta frase
hace resaltar, como en el vers. 2, que Sara encontró su último lugar de descanso
en una parcela de terreno perteneciente a Abrahán en la tierra prometida de
Canaán.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
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MeM 198
17-20 PP 166
CBA Génesis
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