Comentario Bíblico Adventista Génesis 16
Comentario Bíblico Adventista
Génesis Capítulo 16
1.
Una sierva.
A pesar de todas las promesas de Dios, persistía el hecho de que Abram todavía no tenía un hijo, diez años después de que se le había hecho la primera promesa (vers. 3). Aparece en escena Agar, una sierva egipcia de Sarai. Puesto que los egipcios eran una nación poderosa en el tiempo de Abram, es muy singular encontrar a una sierva egipcia en un hogar palestino. Probablemente Agar era la sierva personal dada a Sara¡ cuando ella fue llevada a Faraón (ver cap. 12: 15, 16). El hecho de que estuviera todavía en la casa de Abram, tiende a mostrar que Faraón no se había hecho devolver los regalos que había dado a Abram.
Agar.
Este no es un nombre egipcio. No se da su nombre original. El nombre Agar, que árabe significa "huida", puede haberle sido dado después de que huyó de su ama.
2.
Que te llegues a mi sierva.
La falta de fe
de Sarai hizo que llegara a la conclusión de que no tenía esperanza de tener
hijos. Por eso decidió seguir la práctica de su país natal a fin de proporcionar
un heredero para la familia. Los códigos legales de Mesopotamia autorizaban la
práctica por la cual una esposa estéril podía dar una de sus esclavas a su
esposo y tener hijos mediante ella. Esos códigos también determinaban
precisamente los derechos de una descendencia tal. Se necesitaba una
reglamentación, especialmente en el caso en que una primera esposa tenía hijos
después de que la sierva los había tenido, o cuando una sierva se volvía
altanera después de haber sido honrada al dar a luz a un heredero (ver el código
de Hammurabi, secciones 144-146, 170, 171).
Atendió Abram.
La fe
puede ser genuina y sin embargo resultar débil en momentos de ansiedad y
perplejidad. Una fe vigorosa se aferrará de la promesa y sólo de ella, confiando
enteramente en Dios para su cumplimiento. Tal fue la fe de Abram, excepto en
tres o cuatro breves ocasiones, a lo largo de una vida prolongada y azarosa.
Dios no necesitaba de los ardides de Abram para el cumplimiento de su promesa.
Tan sólo se requerían confianza y obediencia. Al acceder al consejo apresurado
de Sarai, Abram siguió en las pisadas de Adán. Chasco y sufrimiento fue el
resultado en ambos casos y la supuesta bendición resultó ser una maldición. Al
prestar oídos a la sugestión de Sarai, Abram creó para sí mismo dificultades de
consecuencias muy abarcantes. Sobrevinieron angustias domésticas y dolores, y
odio entre los futuros descendientes de ambas esposas. De nuevo, en la
actualidad, ¡cuán amargamente han luchado por la posesión de la Tierra Santa los
modernos representantes de Sarai y los descendientes de Agar, los judíos y los
árabes!
3.
Diez años.
La fe de
Abram y Sarai, que había permanecido inmutable durante diez años, disminuyó
ahora. Probablemente se presente este comentario para explicar su impaciencia
por la demora en la llegada de un heredero. No comprendía Abram que la demora
tenía origen divino para probar su fe y desarrollar su carácter.
4.
Miraba con desprecio a su señora.
La esterilidad era considerada entre los hebreos como un deshonor y un
baldón (Gén. 30: 1, 23; Lev. 20: 20; ver com. de Luc. 1: 25), al paso que la
fecundidad era considerada como una señal especial del favor divino (ver Gén.
21: 6; 24: 60; Exo. 23: 26; etc.). Era de esperarse que la muchacha egipcia,
honrada por su admisión a la categoría de esposa (vers. 3), olvidara su
condición de privilegio y se enalteciera. No estaba dispuesta a aceptar el plan
de su ama; ¿por qué debía ser considerado su hijo como un hijo de Sarai? La
criada que había servido a Sarai tan fielmente a través de los años como para
ser considerada digna de convertirse en la mujer de Abram, comenzó a despreciar
a la que hasta ese momento había honrado. Los hogares donde se altera la norma
divinamente aprobada del matrimonio, son hogares donde prevalecen angustias,
celos y amarga contienda. El hogar de Abram no fue una excepción, y la armonía
de tiempos anteriores se transformó en discordia.
5.
Mi afrenta sea sobre ti.
Sarai usa el lenguaje de una
irritación ardiente, lo que indica que estaba arrepentida de su decisión previa
y que tenía la intención de acusar a su esposo por ese hecho y por sus amargas
consecuencias. Aun usa irreverentemente el nombre de Jehová, invocando su juicio
sobre Abram.
6.
Haz con ella lo que bien te
parezca.
La sección 146 del antiguo código mesopotámico de Hammurabi
dice que "si más tarde aquella esclava ha pretendido la igualdad con su ama
porque ha tenido hijos, su ama no puede venderla; puede marcarla con su marca de
esclava y contarla entre sus esclavos". Esta ley permitía la humillación de una
esclava concubina altanera, pero también colocaba ciertas restricciones sobre su
dueña. Abram, que era mesopotámico por nacimiento y educación, seguramente
estaba bien familiarizado con las leyes y costumbres de su tierra natal, y obró
de acuerdo con la ley, que permitía que su esposa humillara a Agar pero no la
vendiera. La disposición conciliatoria de Abram se manifestó por el permiso que
dio a Sarai. Reprimió sus propios sentimientos a fin de restaurar la armonía del
hogar perturbado. Por otro lado, demostró debilidad al ceder ante el iracundo
propósito de Sarai de infligir un castigo injustificado sobre la futura madre
del hijo de Abram.
La afligía.
Cuando Sarai la colocó de nuevo
en su condición de esclava, tal como lo permitía la ley civil de ese tiempo, y
aun recurrió al castigo corporal, como lo implica el término hebreo "afligía",
Agar salió del hogar de Abram y huyó. Si la esclava legalmente cometió una falta
al huir, ciertamente su ama era digna de censura.
7.
El ángel de Jehová.
Aunque los expositores más
conservadores han reconocido aquí a la segunda persona de la Deidad, está muy
lejos de ser seguro que Jesús se apareció en persona. Los ángeles eran usados
frecuentemente para transmitir mensajes divinos a los hombres, y este "ángel de
Jehová" puede haber sido tomado por Agar como Jehová mismo (vers. 13), o quizá
sencillamente como un representante de Jehová. Elena G. de White habla de él
simplemente como de "un ángel" (PP 142). Dios mismo repetidas veces se apareció
a Abram (Hech. 7: 2; Gén. 12: 1; 13: 14; 15: 1; 17: 1; 18: 1; 21: 12). Sólo una
vez un ángel fue comisionado para hablarle (Gén. 22: 11, 15). El relato de aquí
se parece muchísimo al de la visita del ángel, pero difiere grandemente de las
de Dios mismo.
En el camino de Shur.
Agar estaba en camino a su
Egipto natal y casi había llegado a la frontera egipcia (ver Gén. 25: 18; 1 Sam.
15: 7). "La fuente" implica un manantial particular bien conocido.
9.
Ponte sumisa.
El verbo hebreo traducido
"ponte sumisa" es otra forma del verbo traducido "afligía" del vers. 6. Sin
embargo, Agar debía volver y someterse humildemente a Sarai, sin importar cuán
despiadadamente la tratara.
Dios no pasó por alto la aspereza de Sarai
hacia Agar. Castiga a los que usan mal su autoridad, pero rara vez permite que
hagan justicia por su cuenta los que están sufriendo por un trato áspero e
injusto. La humildad es un rasgo de carácter que Dios espera de sus hijos (Efe.
6: 5; Col. 3: 22; 1 Ped. 2: 18-23).
10.
Multiplicaré tanto tu descendencia.
Dios reconocía las
difíciles circunstancias en que Agar se encontraba y de las que originalmente no
tuvo la culpa. Agar honraba al Dios verdadero, y él no la abandonaría en su
necesidad. La promesa que le hizo a ella, una esclava, no tiene paralelo. Esta
promesa consoló grandemente a Agar. Aunque su hijo no iba a ser el hijo del plan
divino, sin embargo tendría parte en la promesa hecha a Abram. Dios había
prometido multiplicar la simiente de Abram, sin limitar esto a los descendientes
de Sarai. Por lo tanto, cumpliría su promesa al pie de la letra, pero reservaría
las bendiciones espirituales para la descendencia originalmente tomada en cuenta
en la promesa, esto es Isaac (ver Gál. 4: 23-30; Rom. 9: 7, 8).
11.
Ismael.
Esta es la primera vez
en que Dios puso nombre a un niño no nacido (ver Gén. 17: 19; Luc. 1: 13, 31).
Así le manifestó a Agar el interés que tenía en ella y su descendencia. El
nombre del hijo, Ismael, "Dios oirá", había de recordarle a ella la
interposición misericordioso de Dios y había de recordar a Ismael, que fue
objeto de la providencia bondadosa de Dios.
12.
Será hombre fiero.
"Un onagro humano" (BJ).
Literalmente, "un asno salvaje humano". Esta figura de lenguaje que se refiere
al onagro, animal salvaje e indómito que vaga a su voluntad en el desierto,
describe acertadamente el amor de los beduinos por la libertad mientras
cabalgan, endurecidos y frugales, gozándose de la cambiante belleza de la
naturaleza y despreciando la vida de la ciudad. Una descripción eminentemente
poética del asno salvaje aparece en Job 39: 5-8.
Su mano será contra
todos.
Una exacta descripción de los árabes, muchos de los cuales
pretenden tener a Ismael como a su padre. Poderosas naciones han tratado de
conquistar Arabia y someterla a su voluntad, pero ninguna ha tenido un éxito
permanente. Los árabes han mantenido su independencia y Dios los ha preservado
como un monumento perdurable de su cuidado providencial. Permanecen hoy día como
un argumento incontestable de la verdad de la predicción divina.
13.
Tú eres Dios que ve.
Lo
acontecido convenció a Agar de que Dios le había hablado. Indudablemente
creyendo que debía morir el que veía a Dios (Exo. 20: 19; 33: 20), quedó atónita
de haberío visto y sin embargo permanecer viva. Por lo tanto, lo llamó "Dios que
ve" porque no sólo la había visto y había ido a ella en su aflicción, sino
también había permitido que ella lo viera y viviera.
14.
Viviente-que-me-ve.
Durante generaciones, los árabes
que cobraban nuevas fuerzas en este pozo recordaban que Dios se había revelado
aquí a Agar, su antepasado.
Entre Cades y Bered.
Se ha perdido
la ubicación del pozo, también mencionado en los pasajes de los caps. 24: 62 y
25: 11. Puesto que tampoco se conoce Bered, todo lo que se puede decir es que el
pozo puede haber estado al oeste de Cades en la parte sudoeste de Canaán, en el
camino a Egipto. Algunos eruditos lo han identificado con el pozo Ain Kadesh ,
que los árabes llaman Moilahi Hagar .
15.
Agar dio a luz un hijo a Abram.
De acuerdo con la orden
divina dada a Agar, Abram dio a su hijo el nombre de Ismael. Durante 13 años
parece que Abram quedó ilusionado con que Ismael era la descendencia prometida.
Cuando Abram tenía 99 años, la voluntad de Dios le fue manifestada más
claramente (cap. 17: 1, 18).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE
WHITE
1-16 PP 141-143; SR 77-83
3 PP 171
61
8-11 PP 141
12 HAd 203; PP 171
13 FE 348; MeM 300; PE 112; 5T
558, 627
CBA Génesis
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA GÉNESIS
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