Comentario Bíblico Adventista Génesis 35
Comentario Bíblico Adventista
Génesis Capítulo 35
1.
Sube a Bet-el.
Jacob temió que la traidora matanza de los siquemitas hecha por Simeón y Leví provocaría una represalia por parte de otras tribus cananeas de la región. El anciano patriarca parece haber reflexionado en cuanto al horrible hecho y sus posibles consecuencias sin saber qué hacer o dónde ir. En su perplejidad, Dios se le apareció una vez más y lo instruyó en cuanto a su proceder para proteger a su familia. Cuán contento debe haberse sentido Jacob por la seguridad de que el mismo brazo divino que le había escudado contra la ira de Labán y la enemistad de Esaú continuaría protegiéndolo y preservándolo.
2.
Quitad los dioses ajenos.
La perspectiva de
encontrarse con Dios en Bet-el llevó a una completa obra de reforma. Había mucho
que hacer antes de que Jacob y su casa estuvieran listos para encontrarse con el
Señor (Amós 4: 12; 1 Juan 3: 3). Por consideración con sus esposas, Jacob había
tolerado la presencia de ídolos en sus tiendas. Esos dioses extraños
probablemente incluían los ídolos que Raquel había hurtado de su padre (Gén. 31:
19), las imágenes de sus siervos y otros que quizá quedaron en posesión de sus
hijos con los despojos de Siquem.
Limpiaos, y mudad vuestros vestidos.
Puesto que las directivas dadas por Jacob a los miembros de su familia
se parecen tan de cerca a las que después fueron dadas en el Sinaí (Exo. 19:
10), parece que Jacob actuó o por instrucciones específicas de Dios o siguiendo
un proceder que había aprendido de su padre. La limpieza externa del cuerpo y el
cambio de vestimentas simbolizaban la purificación moral y espiritual de la
mente y el corazón (Isa. 64: 6; 61: 10). No se debe entrar en el servicio del
Señor sin la debida preparación (Luc. 14: 28).
3.
Levantémonos.
Parece que Jacob había encontrado tan
agradable y satisfactoria su residencia en la proximidad de Siquem, que había
demorado el pago de sus votos hechos a Dios en Betel (cap. 28: 20-22). La
situación resultante del horrible crimen de sus hijos una vez más le había hecho
comprender su necesidad de una comunión más íntima con Dios y una obediencia más
cuidadosa de su voluntad. El traslado a Bet-el fue bien calculado para que
recordara su vida pasada y para que se acercara más a Dios tanto él como su
familia.
Que me respondió.
Una clara referencia a una oración
contestada. Si se refiere al caso de Bet-el, Jacob debe haber orado antes de
dormir aquella noche. Si se refiere a la experiencia del Jaboc, fue la oración
registrada en el pasaje del cap. 32: 9-12. El patriarca evidentemente estaba
familiarizado con el poder de la oración y probablemente oraba a horas
determinadas con la plena confianza de que Dios oye y responde las peticiones de
sus siervos fieles (cap. 24: 12, 26, 52, 63).
4.
Los zarcillos.
No sólo los ídolos reales fueron
entregados a Jacob para ser eliminados de la casa, sino también todas las joyas.
Estas cosas habrían sido una barrera para estar en buenos términos con Dios en
Bet-el. No es claro si los zarcillos eran simplemente ornamentos, o amuletos
como piensan algunos comentadores. El proceder más prudente para cualquier hijo
de Dios es seguir el ejemplo de las esposas y siervas de Jacob y eliminar todos
los adornos tales (1 Tim. 2: 9; 1 Ped. 3: 3).
Es realmente encomiable la
obediencia de los miembros de la casa de Jacob en llevar a cabo sus directivas.
Indudablemente, creían que la eliminación de los dioses extraños y de todos los
adornos perturbadores era necesaria si Dios había de ser sinceramente adorado.
Más tarde, fue dada una ley explícita que ordenaba a Israel, como nación, la
prohibición de tener otros dioses fuera de Jehová.
Los escondió debajo
de una encina.
La eliminación completa tanto de imágenes como de adornos
fue un proceder sabio. De otra manera podrían haber sido otra vez una fuente de
tentación. Para cualquiera que sinceramente ame al Señor, la única conducta
sabia es separarse completamente de las tentaciones persistentes. Es mejor no
conservar, ni para recuerdo, ningún objeto moderno de idolatría, lo que incluye
adornos que se usan para la gloria del yo antes que de Dios. En un momento
inesperado la tentación a usarlos otra vez, puede resultar demasiado fuerte para
ser resistida.
Ya sea que se tratara de la encina bajo la cual Abrahán
una vez levantó su tienda (cap. 12: 6), aquella bajo cuya sombra más tarde Josué
erigió una columna recordativa (Jos. 24: 26), la encina delos adivinos (Juec. 9:
37), o la encina del pilar de Siquem (Juec. 9: 6), no se sabe si todos estos
casos se refieren al mismo árbol, aquel bajo el cual Jacob enterro las imágenes
y los zarcillos. Sin embargo, no es del todo improbable que estos textos se
refieran al mismo árbol, que debe haber sido un hito.
7.
El-bet-el.
La ciudad cananea vecina, de allí en
adelante conocida entre los hebreos como Bet-el, era entonces llamada Luz (ver
com. de cap. 28: 19). La forma en que aquí parece el nombre siempre ha
presentado un problema a los traductores y comentadores. Algunos han traducido
este pasaje: "Llamó Bet-el al lugar de Dios". Otros han sugerido que el primer
"El", Dios, quizá no haya estado en el texto original, sino que representa el
error de un copista. El hecho de que falte en la LXX, la Vulgata y la versión
Siríaca da peso a esta posibilidad. Sin embargo, en vista del nombre
El-Elohe-Israel, dado al altar erigido en Siquem (cap. 33: 20), no sería del
todo extraño que Jacob llamara al lugar del altar cerca de Luz: "Dios de
Bet-el". Con esto Podría haber querido decir: "[Dedicado al ] Dios de Bet-el",
es decir a Aquel que se le había aparecido allí, en su fuga a Harán. Al llamar a
Jacob para salir de Padan-aram, Dios se había identificado a sí mismo ante Jacob
como " "el Dios de Bet-el" (cap. 31: 13). Por lo tanto es muy probable que Jacob
dedicara el altar teniendo eso en cuenta, como un recordativo de que ahora había
llegado al punto al que Dios se refirió cuando le dio la orden de volver.
8.
Débora.
Significa "abeja" (cap.
24: 59). Debe haber sido de edad muy avanzada. Jacob había nacido 20 años
después del casamiento de su madre, y ahora tenía más de 100 años. Puesto que
Débora había salido de Padan-aram con Rebeca, ahora posiblemente tenía 150 años
de edad. Sin embargo, esto no debería haber sido considerado como extraordinario
en el tiempo de Abrahán, Isaac y Jacob, que murieron a las edades de 175,180 y
147 años respectivamente.
Que Débora había llegado a ser un miembro de
la casa de Jacob puede explicarse suponiendo que Rebeca la había enviado a
Harán, o que había dejado el hogar de Isaac después de la muerte de Rebeca.
9.
Apareció otra vez Dios a Jacob.
Esta fue una manifestación visible en contraste con la audible de Siquem
(vers. 1). Las palabras "otra vez" con la cláusula adicional: "cuando había
vuelto de Padan-aram", implican una revelación anterior. Esta puede ser una
referencia a la primera aparición de Dios a Jacob en Bet - el, en un sueño. Si
es así, las palabras "otra vez" hacen resaltar que Jacob recibió dos
manifestaciones divinas en Bet-el, una en su viaje a Padan-aram, y la segunda
cuando regresó al mismo lugar. Este punto de vista está sostenido por el hecho
de que los vers. 11 y 12 repiten la bendición primero dada a Jacob en su sueño
de Bet-el (cap. 28: 13, 14). También es posible que la aparición de Dios a él en
Peniel haya sido considerada por Moisés como la primera de las dos, lo que haría
que hubiera dos revelaciones visibles de Dios desde el regreso de Jacob de
Padan-aram. La mención del cambio de nombre de Jacob a Israel en ambos casos,
favorece este último punto de vista.
10.
Israel será tu nombre.
En la aparición previa de
Bet-el, Dios había prometido a Jacob la protección divina en la tierra de su
exilio y un regreso seguro a su hogar, particularmente en vista de que estaba
llamado a suceder a Isaac como progenitor del pueblo escogido y del Mesías. Dios
había cumplido esa promesa, y por lo tanto Jacob renovó su voto de fidelidad a
Dios. Por su parte, Dios le confirmó el nombre Israel, que ya le había dado en
Peniel (cap. 32: 28), y con él la promesa de una numerosa descendencia y la
posesión de la tierra de Canaán. En su forma y sustancia esta promesa recuerda
la que fue hecha a Abrahán (cap. 17: 6, 8) más que la anterior dada a Jacob en
Bet-el (cap. 25: 13, 14). Hacia el final de su vida, Jacob aludió a esta segunda
manifestación de Dios en Bet-el (cap. 48: 3, 4), que menciona el profeta Oseas
en relación con su experiencia en Peniel (Ose. 12: 4).
13.
Se fue de él Dios.
Estas palabras claramente indican
que esta experiencia en Bet-el no fue una visión ni una fuerte impresión mental
de la presencia divina, sino una manifestación real de Dios.
14.
Jacob erigió una señal.
Jacob
perpetuó el recuerdo de esta aparición divina erigiendo una piedra
conmemorativa. La "columna" erigida unos 25 ó 30 años antes probablemente había
caído y desaparecido. La erección de columnas parece haber sido una práctica
favorita de Jacob (caps. 28: 15; 31: 45; 35: 20). En cada "señal" dedicada a
Dios derramó una "libación" de vino o la ungió con aceite de oliva, o ambas
cosas. De acuerdo con la ley de Moisés, la libación consistía en la cuarta parte
de un hin de vino, equivalente más o menos a un litro (Exo. 29: 40).
Echó sobre ella aceite.
Como en la ocasión previa (Gén. 28: 18),
Jacob consagró esta piedra ungiéndole con aceite y confirmando el nombre Bet-el
(vers. 15).
16.
Partieron de Bet-el.
No se sabe cuánto tiempo permaneció Jacob en Bet-el antes de continuar
su viaje hacia el sur. Su partida de Bet-el no estuvo en contravención con la
orden de "quedarse" allí (vers. 1), puesto que esa palabra no denota
necesariamente una morada permanente (Gén. 27: 44; Lev. 14: 8; 1 Sam, 20: 19;
etc.). Había de permanecer allí por lo menos el tiempo suficiente para erigir el
altar y para realizar sus votos. Habiéndolo hecho así, Jacob procedió a ir a
Mamre, donde entonces moraba su padre.
Como media legua.
Indudablemente Efrata era otro nombre para Belén (vers. 19), que estaba
a unos 24 km. al sur de Betel. Es dudoso el significado exacto de la frase
hebrea kibrath-ha'árets , "una pequeña distancia", literalmente "un kibrath de
tierra". Kibrath proviene de kabar, que significa "ser grande", "ser mucho",
"ser largo". Sin embargo, se piensa que el kibrath fue originalmente una medida
definida de distancia, usada por los hebreos, y cuyo valor ahora es desconocido.
Es claro por la LXX y la Vulgata que en el tiempo de su traducción el
significado de la frase ya se había perdido. Basándose en el significado de la
raíz kabar , la BJ traduce "cuando aún faltaba un trecho", con lo que puede
acercarse un poco más al significado original que la VVR.
18.
Benoni.
El nacimiento de Benjamín señaló el
cumplimiento del deseo de Raquel expresado en el nombre de José, de que Dios le
daría otro hijo (ver com. de cap. 30: 24). Mientras yacía en el parto, llamó a
este hijo Benoni, "hijo de mi dolor" o "hijo de mi desgracia". Teniendo en
cuenta las circunstancias, 431
desde su punto de vista era un nombre muy
apropiado.
Benjamín.
Literalmente, "hijo de la mano derecha".
Yamin , "derecha", significa felicidad y prosperidad, y en árabe también buena
fortuna. Como verdadero optimista, Jacob creyó que su hijo menor debía tener un
nombre que expresara valor y esperanza. Ese nombre debía recordarle el gozo que
vino a su corazón con el nacimiento de su duodécimo hijo, más que su dolor por
la pérdida de Raquel. Una cosa, en parte, compensaba la pérdida de la otra.
Al salírsele el alma.
La idea de que Moisés habla aquí de alguna
parte inmaterial pero consciente de Raquel, que probablemente voló al paraíso en
el momento de su muerte, no tiene fundamento en las Escrituras. Leer tal
significado en el texto provocaría una discrepancia con muchas otras
declaraciones específicas de las Escrituras que enseñan palmariamente que cesa
la conciencia completamente con la muerte (Sal. 146: 4; Ecl. 9: 5, 6, 10; etc.).
Uno de los primeros significados de la palabra néfesh , "alma", es "vida", como
se ha traducido 119 veces (Gén. 9: 4, 5; Job 2: 4, 6; etc.), o "aliento", como
se traduce en Job 41: 21. Génesis 9: 5 habla de la "sangre de vuestras vidas [
néfesh ]", lo que aclara que néfesh tiene sangre, y que la sangre es esencial
para su existencia. Por lo tanto, néfesh no podría ser una entidad inmaterial.
En Gén. 1: 20, 30 se dice de los animales que tienen néfesh, que son
"vivientes", o tienen "vida". La posesión de néfesh pues, no le da al hombre
nada que no tengan las otras formas de vida animal. Ciertamente, nadie
pretendería que a su muerte las "almas" de las amebas, moluscos y monos van en
vuelo rápido hacia el cielo. En realidad, en Ecl. 3: 19 se declara
específicamente que tanto los animales como los hombres tienen la misma
"respiración", rúaj , y que al morir la misma cosa les sucede a ambos. De
acuerdo con el Sal. 146: 4, dos cosas le pasa a un hombre cuando muere: (1) Su
"aliento", rúaj , abandona su cuerpo; (2) "perecen sus pensamientos". El texto
que consideramos es una sencilla declaración de que Raquel, en sus últimos
momentos conscientes y con su último aliento, dio a su hijo el nombre de Benoni.
Murió.
Raquel había clamado a su esposo: "Dame hijos, o si no me
muero" " (cap. 30: 1). Ambas cosas vinieron juntas ahora.
19.
Efrata, la cual es Belén.
Efrata fue el nombre original del pueblo llamado más tarde Belén.
Ocasionalmente ambos nombres fueron usados juntos como en Miq. 5: 2. Ephratha
era un nombre derivado de 'afar , una raíz que significa "ser luz", "ser veloz",
"ser fértil". 'Ephratha significaría pues "fertilidad" y al aplicarse a la
región de Belén implicaría la fertilidad de su suelo. Belén significa "la casa
del pan". De esa manera los dos nombres están íntimamente relacionados en su
significado, pues en una tierra de "fertilidad" tan sólo sería natural encontrar
una abundancia de "pan" en la "casa". Es posible que estos dos nombres, Efrata y
Belén, estén relacionados con dos miembros de antiguas familias hebreas que se
establecieron en la vecindad de Hebrón y Belén. Caleb, de la tribu de Judá, se
casó con Efrata y uno de los descendientes de ellos, en la cuarta generación,
recibió el nombre de Belén (1 Crón. 2: 51, 54).
20.
La sepultura de Raquel.
La piedra erigida por Jacob
como señal sobre la tumba de Raquel, permaneció como un famoso hito durante
siglos. Todavía estaba en pie en los tiempos de Moisés y de Samuel (1 Sam. 10:
2). La capilla Kubbet Rajil , "la sepultura de Raquel", a muy corta distancia al
norte de Belén, quizá esté ubicada sobre la verdadera tumba de Raquel o muy
cerca. El actual edificio, de construcción musulmana y sólo de unos cuatro
siglos de antigüedad, señala el punto tradicional generalmente aceptado por
musulmanes, cristianos y judíos.
21.
Migdal-edar.
Continuando hacia el sur, Jacob se detuvo
un poco más allá de Migdal 'Eder , que significa "torre del rebaño". Comúnmente
se erigían atalayas para conveniencia de los pastores cuando guardaban sus
rebaños y para la protección contra los enemigos que se aproximaran (2 Rey. 18:
8; 2 Crón. 26: 10; 27: 4). Es dudoso el lugar de esta torre.
22.
Fue Rubén.
Puesto que Bilha era
la esposa del padre de Rubén, éste fue un acto de incesto. Bajo la ley mosaica
era castigado con la muerte (Lev. 18: 8), y era grandemente despreciado aun por
los paganos (1 Cor. 5: 1). Aunque Bilha puede no haber sido completamente
inocente, Rubén ciertamente fue culpable de una caída moral muy vil.
Llegó a saber Israel.
Después de estas palabras, el texto hebreo
tiene un claro que llevó a los antiguos rabinos a comentar: "Hay un vacío en el
versículo". La LXX llena ese vacío añadiendo: "y pareció mal a su vista". Esto
parecería representar tan sólo inadecuadamente la mezcla de vergüenza, pena,
indignación y horror con que la impiedad del mayor de los hijos de Jacob debe
haber llenado a su padre. Más amargo y aplastante fue este último golpe que aun
la muerte de Raquel o la violación de Dina. El silencio de Jacob puede
interpretarse como el silencio de una piadosa resignación. Pero cuando llegó el
tiempo de pronunciar una bendición sobre sus hijos, el moribundo Jacob creyó que
Rubén, con ese crimen, había perdido la primogenitura, su posición de jefe
temporal y espiritual de la familia (Gén. 49: 4; 1 Crón. 5: 1). El primer lugar
fue dado a Judá; el segundo a Leví.
Los hijos de Israel.
Llamados después los 12 patriarcas (Hech. 7: 8), los hijos de Israel se
convirtieron en cabezas de familias numerosas o tribus, y el pueblo que
descendió de ellos es llamado las 12 tribus (Hech. 26: 7; Sant. 1: 1). En
tiempos antiguos, el número 12 fue con frecuencia tomado para significar
plenitud. Doce príncipes provinieron de Ismael (Gén. 25: 16). Doce espías
escudriñaron la tierra de Canaán. Nuestro Señor eligió doce apóstoles. Aunque a
veces no existieron exactamente 12 tribus, las Escrituras generalmente reconocen
12, omitiendo el nombre de una, luego el de otra, como se puede ver en
diferentes ocasiones (Deut. 33; Eze. 48; Apoc. 7; etc.).
23.
Los hijos de Lea.
Los hijos están mencionados aquí de
acuerdo con sus respectivas madres, no en el orden de su nacimiento. Los hijos
de Lea aparecen primero, puesto que ella fue la primera en dar a luz (caps. 29:
32-35; 30: 18-20); luego siguen los hijos de Raquel (caps. 30: 22-24; 35: 18),
los hijos de Bilha, la sierva de Raquel (cap. 30: 4-8), y los de Zilpa (30:
9-13).
26.
Le nacieron en Padan-aram.
Con excepción de Benjamín, todos nacieron allí. En un estilo escueto,
Moisés considera el intervalo de tiempo entre la partida de Jacob y su regreso
al hogar paterno como su estada "en Padan-aram".
27.
A Isaac su padre.
La llegada de Jacob a Mamre
constituyó el regreso formal a la casa de su padre, donde se radicó como
heredero de Isaac. Mamre estaba en la proximidad inmediata de Hebrón,
antiguamente Quiriatarba (ver caps. 13: 8; 23: 2). Isaac vivió 23 años después
de la partida de Jacob de Harán.
28.
Los
días de Isaac.
Jacob tenía 120 años cuando murió su padre (cap. 25: 26).
Diez años más tarde, a la edad de 130, estuvo delante de Faraón (cap. 47: 9). En
ese tiempo José había sido gobernador de Egipto durante nueve años (cap. 45:
11). Por lo tanto, Jacob tenía 121 años cuando José fue promovido a la edad de
30 (cap. 41: 46), y 108 cuando José fue vendido a la edad de 17 (cap. 37: 2). En
consecuencia, Isaac tenía 168 años de edad cuando José fue vendido como esclavo.
Desde ese trágico suceso, ocurrido mientras Jacob vivía en Hebrón con su anciano
padre (cap. 37: 14), Isaac fue testigo del dolor de Jacob y sobrevivió a ese
hecho durante 12 años.
29.
Y exhaló Isaac
el espíritu.
Una traducción mejor del hebreo debería ser "Isaac expiró"
, como está en la BJ (ver com. de cap. 25: 8). Generalmente se acepta que la
muerte de Isaac se menciona aquí fuera de su orden cronológico, puesto que
varios de los acontecimientos narrados en los capítulos siguientes,
particularmente en los caps. 37 y 38, deben haber sucedido durante el tiempo de
su vida (ver com. del vers. 28). Se inserta su necrología con anticipación a su
muerte real para evitar interrumpir la historia de José. Indudablemente la
muerte de Isaac se produjo cerca del final de los tres años de la prisión de
José.
Lo sepultaron Esaú y Jacob.
Esaú y Jacob habían estado
plenamente reconciliados durante 23 años. Por eso, no es extraño encontrar que
Esaú se uniera con Jacob en los últimos ritos de su honorable padre. Bajo
circunstancias similares, Isaac e Ismael habían cooperado en la sepultura de
Abrahán (cáp. 25: 9). Isaac fue piadoso y humildemente sumiso delante de Dios,
amigable y generoso con sus prójimos. Y su carácter era muy superior al de su
hijo Jacob,
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-29 PP 204-206
1-4 PP 204
5 PP 534, 535
8, 14, 18-20 PP 205
22 PP 206,242
27,29 PP 206
CBA Génesis
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