Comentario Bíblico Adventista Génesis 50
Comentario Bíblico Adventista
Génesis Capítulo 50
1.
Se echó José sobre el rostro de su padre.
Ciertamente José había cerrado los ojos de su amado padre como Dios se lo había prometido (cap. 46: 4). El que sólo se describa el dolor de José en este pasaje no implica que los otros hijos no tuvieran pesar por su padre. Quizá su dolor fue menos demostrativo que el de José, ya que el corazón de José parece haber sido peculiarmente susceptible a las emociones tiernas. El dolor de José representaba el de todos, y podemos suponer que el pesar de ellos fue también real.
2.
Embalsamaron a Israel.
El antiguo método
egipcio de embalsamar ha sido descrito tanto por Herodoto (ii. 86) como por
Diodoro (i. 91). La exactitud de sus descripciones ha sido confirmada en lo
principal por antiguos documentos egipcios y por un examen de las mismas momias.
El proceso era caro: costaba el equivalente de unos 2.000 dólares. Primero se
extraía el cerebro a través de la nariz por medio de una pieza de metal torcida
y el cráneo era entonces bien limpiado de cualquier residuo que hubiera quedado,
lavándolo con drogas. Mediante una abertura por el lado izquierdo, hecha con un
cuchillo bien afilado, las vísceras eran eliminadas y colocadas en recipientes
separados, los así llamados vasos canopes. El abdomen vacío era limpiado con
vino de palmera y con una infusión aromática, y luego llenado con especias.
Después de que la abertura había sido suturada, el cadáver relleno era sumergido
durante muchos días (hasta 70) en un baño de solución de natrón. Entonces era
lavado, envuelto en una mortaja de lino, untado con goma y finalmente pintado
para parecerse a los rasgos naturales del difunto.
3.
Cuarenta días.
Por documentos egipcios se sabe que era
variable el lapso desde la muerte de un hombre hasta su sepultura. En un caso el
embalsamamiento llevó 16 días, la envoltura 35 días y el entierro 70 días, 121
días en total. En otro caso el embalsamamiento demandó 66 días, la preparación
para la sepultura 4 días y el entierro mismo 26 días, en total 96 días. En otra
parte se nos dice que el embalsamamiento demoraba de 70 a 80 días, y la
sepultura 10 meses (ver E. A. W. Budge, The Mummy ). El tiempo requerido
dependía de la riqueza de la familia del difunto y del período de la historia
egipcia. Jacob, siendo el padre del primer ministro, recibió el mejor trato
posible. Su embalsamamiento continuó durante 40 días, y la preparación para su
entierro otros 70 días. Este fue declarado como período oficial de duelo.
4.
La casa de Faraón.
Ha sido
objeto de conjeturas entre los comentadores por qué José, al fin de este período
de duelo, no presentó su pedido al rey personalmente, en vez de hacerlo por
medio de otros cortesanos. No se conocen sus razones para este proceder
indudablemente extraño, pero puede haber sido perfectamente normal en su tiempo.
Algunos han sugerido que José procedió así para demostrar reconocimiento a los
cortesanos y para ganar su buena voluntad. Quizá los hombres mediante los cuales
José se dirigió al rey eran sacerdotes, y como tales les incumbía directamente
la sepultura de un muerto. Es posible que José, habiéndose dejado crecer la
barba y el cabello -algo acostumbrado en casos de luto-, no pudiera entrar en la
presencia del rey sin ser afeitado primero. No tiene fundamento la insinuación
hecha por algunos de que la autoridad de José había disminuido después del
hambre, o que había ocupado el trono otro faraón que era menos amigable con
José. La muerte de Jacob significó duelo para los egipcios y esto no habría
ocurrido si la popularidad de José se hubiera desvanecido. Además el proceder de
José de llegar hasta el rey mediante intermediarios puede haberse debido
sencillamente a la tendencia oriental de hacer una transacción personal
importante por medio de otros.
5.
En el
sepulcro.
La afirmación de Jacob de haber cavado la tumba en la que
había sido sepultado su abuelo Abrahán ha sido criticada como una contradicción
de los hechos presentados en el cap. 23. Sin embargo, no es necesario llegar a
la conclusión de que Jacob aquí se atribuyó a sí mismo lo que realmente había
sido hecho por Abrahán. Jacob puede haber agrandado la cueva original de Macpela
para que hubiera lugar para otros cuerpos, o puede haber preparado en ella el
nicho especial que tenía el propósito de ocupar. O la expresión sencillamente
puede ser la forma en que José informó a Faraón que el entierro no se efectuaría
en Egipto sino en Canaán y por lo tanto pedía permiso para ir allá.
7.
José subió.
Habiendo sido
concedido el permiso del rey, el cadáver fue llevado a Canaán junto con un gran
acompañamiento. Con José subieron los principales dignatarios de la corte junto
con todos los miembros de la familia. Como escolta a través del desierto y hasta
la tierra extranjera de Canaán, probablemente un gran acompañamiento de carros y
jinetes fue con ellos. El espléndido séquito de dignatarios egipcios en parte
puede explicarse por la forma como José era estimado en Egipto, y en parte por
la afición de los egipcios para tales procesiones fúnebres.
10.
La era de Atad.
La era
consistía en un gran espacio abierto donde los bueyes pisaban los cereales, por
lo que resultaba el lugar más conveniente para acomodar al gran grupo de
personas que acompañaban a José. Atad era el nombre del propietario o, puesto
que 'atad es la palabra hebrea para espinos, puede haber indicado que allí
crecían espinos en abundancia.
Al otro lado del Jordán.
La
procesión fúnebre no tomó el camino más corto de Gaza, a través del país de los
filisteos, ni a través de Beerseba, sino el que bordea el mar Muerto. Se
desconocen las razones para este largo rodeo, pero pueden haber sido políticas.
Muy poco se sabe de las relaciones generales entre Egipto y Palestina durante el
período de los hicsos, y la falta de seguridad en la Palestina meridional puede
haber sido la causa para la extraña ruta que tomó José en su viaje a Hebrón.
Endecharon allí.
Altorrelieves cincelados y pinturas murales de
las tumbas del antiguo Egipto revelan que los egipcios eran muy demostrativos y
vehementes en sus lamentaciones públicas por los muertos. Se rasgaban los
vestidos, se golpeaban el pecho, se arrojaban polvo y barro sobre la cabeza y
cantaban himnos fúnebres al son de la música de panderetas de las que se habían
quitado los platillos resonantes.
11.
Su
nombre.
Cuando el cortejo se detuvo durante siete días en la era de Atad
(vers. 10) para expresar su aflicción de un modo especial, los habitantes de la
zona circunvecina quedaron muy impresionados por la forma en que los egipcios se
lamentaban por el padre de uno de sus dignatarios. Este acontecimiento extraño
fue la razón para que los cananeos de aquella región llamaran al lugar
Abel-mizraim, la "pradera de Egipto". Este nombre representa un juego de
palabras con los vocablos "endechar", 'ébel , y "pradera", 'abel , puesto que
ambas tienen las mismas consonantes.
13.
Lo llevaron sus hijos.
Pareciera que los
egipcios se quedaron en la era de Atad mientras José y sus hermanos proseguían
solos hacia Canaán para sepultar a su padre en la cueva de Macpela en Hebrón. En
cuanto a la historia de ese lugar, ver com. del cap. 23.
14.
Volvió José.
No había llegado todavía el tiempo para
que los descendientes de Jacob se establecieran permanentemente en Canaán.
Primero tenían que convertirse en "una gran nación" (cap. 46: 3).
16.
Tu padre mandó.
Los hermanos de
José estaban ahora llenos de temor al pensar que él se vengaría por la crueldad
de ellos. Creían que sólo el tierno amor de José por su anciano padre lo había
refrenado de vengarse mientras éste vivió. Literalmente, "exhortaron a José", lo
que significa que enviaron a uno de ellos, posiblemente a Benjamín, para que
suplicara a José a fin de que respetara el deseo expresado por su padre antes de
su muerte y para implorarle perdón. No hay razón para considerar que recurrieron
al deseo de su padre como un mero fingimiento. El hecho de que Jacob no hiciera
referencia al pecado de ellos en sus bendiciones, prueba que él -como padre-
había perdonado el pecado de sus hijos en vista de que la gracia de Dios había
convertido su crimen en el medio de la salvación de la familia.
17.
José lloró.
Puesto que los
hermanos no se presentaron personalmente delante de José, quizá sería preferible
traducir "José lloró mientras se dirigían a él". Estaba herido porque ellos -
aun cuando fuera por sólo un momento - hubieran abrigado un concepto tan falso
de su amor.
18.
Vinieron también sus
hermanos.
Asegurados de que José no tenía intención de vengarse, se
atrevieron a encontrarse con él personalmente ofreciéndose como sus esclavos.
Pero estaba lejos de José cualquier pensamiento de venganza. Desde lo más íntimo
de su espíritu, estaba saturado de perdón. Aunque conocía por experiencia la
traición humana, nunca había fomentado ningún pensamiento de amargura u odio. Se
apresuró a asegurar a sus hermanos que no tenían nada que temer de él, sino que
podían tenerle completa confianza.
22.
Vivió José ciento diez años.
Siendo que José nació
cuando su padre tenía 91 años (ver com. de caps. 27: 1; 47: 9), tenía 56 años a
la muerte de su padre y, por lo mismo, sobrevivió a su padre en 54 años.
23.
Vio José los hijos de Efraín.
No es seguro si se quiere hacer referencia aquí a los bisnietos o a los
nietos de Efraín. En el segundo mandamiento del Decálogo la expresión "tercera y
cuarta generación" (Exo. 20: 5; Deut. 5: 9) indudablemente incluye a los padres
y significa los nietos y bisnietos. Se usa en el mismo sentido en Núm. 14: 18.
Sin embargo, en Exo. 34: 7, donde se da el orden siguiente: padres, hijos, hijos
de los hijos, tercera y cuarta generación, las dos últimas generaciones
obviamente se refieren a bisnietos y tataranietos. Puesto que a veces el padre
está incluido en el número de generaciones mencionadas y a veces excluido, no es
seguro lo que se quiere decir en el caso de José. Al mismo tiempo es
perfectamente claro que Moisés deseaba mostrar que José vivió hasta ver el
comienzo del cumplimiento de la bendición de su padre. No hay prácticamente
dificultad en que José viera a los bisnietos de Efraín. Dado que sus dos hijos
nacieron antes de que él tuviera 37 años (cap. 41: 50), puede haber tenido
nietos para cuando tuvo 56 ó 60 años, y bisnietos 20 años más tarde a la edad de
80 años. Los tataranietos pueden pues haber nacido cuando aproximadamente tenía
100 años de edad.
También los hijos de Maquir.
En el caso de los
hijos de Manasés, Moisés es más definido, pues declara específicamente que José
vio a sus propios bisnietos.
Sobre las rodillas de José.
Literalmente, "nacieron sobre las rodillas de José" " (ver com. de cap.
30: 3).
24.
Yo voy a morir.
Cuando
José vio que la muerte se aproximaba, expresó a sus hermanos su firme creencia
en el cumplimiento de la promesa divina (caps. 46: 4, 5; 15: 16). Les hizo jurar
que, cuando Dios los llevara a la tierra prometida, enterrarían sus huesos allí.
Ese deseo fue cumplido. Cuando murió fue embalsamado al igual que su padre (ver
com. de los vers. 2, 3), y colocado en un ataúd. Probablemente su cuerpo recibió
una sepultura temporaria en una tumba previamente preparada, de acuerdo con la
costumbre de los egipcios, y permaneció en Egipto hasta el tiempo del éxodo. En
ese tiempo los israelitas, cumpliendo su deseo, llevaron sus restos a Canaán y
los sepultaron en Siquem en la parcela que había sido comprada por Jacob y dada
a su hijo José (Gén. 33: 19; 48: 22; Jos. 24: 32).
Con un acto de fe de
parte del moribundo José termina la historia del período patriarcal. Para los
que quedaron en Egipto, su ataúd, o tumba, se convirtió en un recordativo
constante de las promesas de Dios de que su morada permanente había de ser la
tierra de Canaán y no Egipto. Permaneció como una exhortación constante para que
ellos volvieran los ojos de Egipto hacia Canaán, y para que esperaran con
paciencia y fe el cumplimiento de la promesa que Dios había hecho a sus padres.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
15-26 PP
243-245
CBA Génesis
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA GÉNESIS
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