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Génesis 37 | Comentario Bíblico Adventista

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Comentario Bíblico Adventista Génesis 37

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Comentario Bíblico Adventista

Génesis Capítulo 37

Génesis 37 RVR60


1.

Habitó Jacob en la tierra.

Esta declaración da comienzo al período posterior a la muerte de Isaac. Jacob era ahora el heredero de las bendiciones y promesas que acompañaban a la sucesión patriarcal.

2.

La familia de Jacob.

Aquí comienza una nueva sección (ver caps. 5: 1; 6: 9; etc.). Aunque el nombre de Jacob sólo se menciona en este título, está claramente implícita la historia de su familia, como lo muestran los capítulos siguientes. Durante la vida de Jacob, cualesquiera hubieran sido las vicisitudes por las que pasaron los miembros de su familia, se consideran como parte del registro de su familia.

José, siendo de edad de diecisiete años.

Los sucesos que se están por describir se realizaron unos 11 años después del regreso de Jacob de Harán, cuando había llegado a la edad de 108 años (cap. 30: 25 y com. del cap. 27: 1).

Con los hijos de Bilha.

José estaba más íntimamente relacionado con los hijos de Bilha y Zilpa, quienes estaban más cerca de él en edad, y quizá eran menos altivos que los de Lea. Podría ser que Bilha, que había sido la sierva de su madre Raquel, cuidara de José después de la muerte de ésta.

La mala fama de ellos.

José informaba lo que había observado personalmente, o repetía lo que había oído acerca de sus hermanos. Esto señala el comienzo del amargo odio que los mismos sentían hacia él. José era motivado por altos ideales y su conciencia sensible se rebelaba contra las malas prácticas de sus hermanos. Informaba de estas cosas a Jacob, fuera de duda con el propósito de que la influencia de su padre pudiera llevarlos a un cambio de proceder y así no se deshonrara el nombre de la familia como había sucedido con la matanza de los siquemitas.


3.

Amaba Israel a José.

Jacob encontraba una satisfacción particular en la compañía de José, cuya amabilidad e ideales lo hacían tan diferente de sus hermanos. Puesto que Jacob tenía 91 años cuando nació José, y Benjamín no nació hasta varios años después, consideraba a José el hijo de su "vejez".

Una túnica de diversos colores.

El trato preferencial de José llegó a su pináculo con la túnica especial que su padre le hizo. Es dudoso el significado de la palabra passim , "de diversos colores". Se usa también en 2 Sam. 13: 18, 19 para describir el vestido de Tamar, la hija del rey David. La traducción que la LXX, la Vulgata y la Siríaca rinden: "teñida de colores", forma la base de la traducción que se halla en la mayoría de las Biblias modernas. Una pintura mural de la tumba de un noble en Beni Hasan, Egipto, que data del tiempo de Abrahán, describe a un grupo de asiáticos -hombres, mujeres y niños - de los cuales algunos no llevan puesto sino un taparrabo de dos colores, y otros, túnicas que llegan hasta la rodilla pero dejan un hombro al descubierto. Algunas de estas túnicas eran de un material blanco, liso; pero las había con dibujos azules Y rojos. El atavío del jefe era especialmente colorido y se distinguía de los otros por un bello dibujo entretejido en la trama. La túnica que Jacob dio a José puede haberse asemejado a ésa. Sin embargo, como se hace resaltar aquí, la palabra passim es de un origen dudoso. Si, como parece probable, es el plural de pas , "extremidad", en tal caso se referiría a las manos y los pies. Por lo tanto, de acuerdo con esto la túnica de José tenía mangas largas y llegaba hasta los pies. Un atavío tal no podía ser adecuado para llevarlo mientras se trabajaba y además era de la clase que usaban los niños de noble alcurnia. La BJ traduce "una túnica de mangas largas". La construcción gramatical hebrea sugiere la idea de que Jacob no sólo hizo una túnica tal para José, sino que "tenía la costumbre de hacerlas" para él. De todos modos, esta túnica excitó la sospecha de que Jacob tenía el propósito de pasar por alto a sus hijos mayores para conferir la primogenitura a José. No es pues de admirar que todos sus hermanos lo odiaran (PP 209).


4.

Le aborrecían.

La preferencia de Jacob por José era natural, no sólo quizá porque veía en él al hijo de su amada Raquel, sino también por la excelencia de su carácter, que resaltaba en marcado contraste con las vidas notoriamente malas de algunos de sus otros hijos. Muchos padres que se encuentran en la situación de Jacob, atraídos más a un hijo que a otro, a lo menos se esfuerzan por ocultar la preferencia, que en lo más íntimo de su corazón probablemente creen plenamente justificada. Pero con excesiva y visible parcialidad, Jacob mostró su preferencia por el hijo de Raquel al obsequiarle un costoso y principesco atavío. Como podía esperarse, una demostración tal de estima fue desagradable para sus otros hijos y, si no hubiera sido por el carácter esencialmente sano de José, podría haber sido esto dañino para él mismo.


5.

Soñó José un sueño.

La túnica implicaba la intención de Jacob de convertir al hijo mayor de Raquel en su heredero. Ahora bien, el sueño de José fue tomado como una expresión de sus propias intenciones en este asunto. Lo odiaron no solamente por causa del sueño, sino también por su osadía en contárselo (vers. 8). Aunque no se dice que los sueños de José provenían de Dios (caps. 20: 37; 28: 12-15), lo que le sucedió después en la vida atestigua que así fue, y que no fueron el reflejo de ninguna ambición personal de su parte. Los sueños de José muestran que Jacob no limitaba sus ocupaciones a la cría de ganado y ovejas, sino que también se ocupaba en agricultura como lo había hecho antes su padre Isaac (cap. 26: 12). Tal ocupación había estado implicada en la bendición paterna de Isaac (cap. 27: 28).


9.

Otro sueño.

Si el primer sueño de José había puesto de manifiesto tan sólo supremacía sobre sus hermanos, el segundo la extendió a toda la familia. El que José relatara este sueño a sus hermanos, después de ver cómo habían reaccionado ante el primero, revela una clara inmadurez de juicio. Este sueño tan sólo podía intensificar la envidia y el odio de ellos. Sin embargo, José parece haber sentido cierta satisfacción al contar sus sueños y observar la envidia y la ira de sus hermanos. Jacob, que estuvo presente en esta ocasión, lo reprendió severamente, en parte quizá por lo sorpresivo del caso, pero también para desautorizar cualquier acusación de connivencia con su hijo. Aunque Jacob desaprobó la narración del sueño, no pudo menos que quedar impresionado por la forma en que reflejaba sus propios pensamientos.

Algunos han cuestionado el origen divino del segundo sueño, puesto que parece haberse cumplido sólo parcialmente. Ni Raquel ni Lea vivieron para ver el gobierno de José en Egipto (caps. 35: 19; 49: 31). Basta destacar que aun Jacob no tomó literalmente en cuenta cada detalle del sueño, puesto que la madre de José ya había muerto en ese tiempo (vers. 10). Indudablemente Jacob entendió el sueño como un símbolo de la supremacía de José en un sentido general.


12.

Fueron sus hermanos.

Los hijos de Jacob parecen haber hecho largas migraciones anuales de un campo de pastoreo a otro, como con frecuencia es necesario aún hoy. Siquem está a unos 100 km. al norte de Hebrón, y Dotán (vers. 17) a otros 25 km. al noroeste de Siquem. El aprovechamiento de los campos de pastoreo del norte implica que era verano o comienzos del otoño. La estación seca comenzaba en abril y duraba hasta octubre (vers. 24). La razón para que los rebaños pacieran en Siquem puede haber sido porque la familia de Jacob tenía propiedades allí, conseguidas parcialmente por compras (cap. 33: 19) y quizá parcialmente por conquista (cap. 34: 2 7). Parece que los hijos de Jacob no sentían ningún temor de la gente que los circundaba (cap. 35: 5), la cual nunca se había vengado por la matanza de los siquemitas.


13.

Te enviaré a ellos.

Es evidente que Jacob no se daba cuenta de cuán profundamente sus hijos odiaban a José, un hecho que a ellos les había costado ocultárselo. Esto es evidente no únicamente porque envió a José solo a visitarlos, sino también por su reacción ante el relato de su desaparición. Ni por un momento parece que sospechó de deslealtad de parte de ellos. La preocupación de Jacob por sus hijos probablemente era debida no sólo a su larga ausencia sino también al temor de que los compatriotas de los siquemitas pudieran haberse vengado de la matanza, o pudieran haberlos estorbado en el pastoreo de sus rebaños.


17.

Vamos a Dotán.

A unos 19 km. al norte de Samaria, en la dirección de Esdraelón, Dotán estaba situada en la gran ruta de caravanas del norte a Egipto. Está en una planicie rectangular que constituye una de las mejores zonas de pastoreo de Canaán, y por lo tanto fue bien elegida por los hijos de Jacob. Todavía conserva su antiguo nombre, Dotán . En el tiempo de Eliseo fue escenario de un gran milagro (2 Rey. 6: 13-19).


20.

Matémosle.

A hombres que habían asesinado a todos los varones de una ciudad, el matar a un individuo solo difícilmente podría haberles parecido un pecado grave. El odio se había desarrollado de tal manera en su corazón que estaban listos para matar a su propio hermano a sangre fría. Se encontraban lejos de su hogar con sus influencias restrictivas. La "cisterna" en la cual querían echar su cuerpo era una de las cisternas comunes en Palestina. El relato que se habían propuesto contar a su padre era enteramente verosímil, pues Palestina era un país selvático durante el segundo milenio AC, y leones, osos y otros animales vagaban por allí libremente (Juec. 14: 5; 1 Sam. 17: 34).


21.

Rubén oyó esto.

Aunque Rubén estaba lejos de ser perfecto (ver cap. 35: 22), su corazón no era tan duro como el de los demás hermanos. Siendo el hijo mayor, sintió una responsabilidad especial por su hermano menor y se propuso, si era posible, salvarlo. Los que estaban dispuestos a convertirse en asesinos, por el momento se contentaron con obedecer la sugestión de Rubén. Débil y vacilante como era (cap. 49: 4), parece que Rubén era el único de los hermanos de José en quien no se había perdido completamente el afecto fraternal. Aunque le faltaba valor para resistir abiertamente la voluntad más fuerte de ellos, hizo por lo menos una tímida tentativa de salvar la vida de José. Bueno como era el plan de Rubén, fracasó debido a su falta de determinación y vigilancia.


24.

Le echaron en la cisterna.

Añadiendo insultos a la violencia, desnudaron a José y lo arrojaron en una cisterna seca que estaba cerca. Parece que las cisternas con frecuencia se usaban para una cosa tal (Jer. 38: 6). Indudablemente, el pensamiento de que angustiosamente moriría de hambre satisfizo su carácter vengativo y no prestaron atención a sus clamores lastimeros (cap. 42: 21, 22).


25.

Se sentaron a comer.

Quizá con un secreto sentimiento de satisfacción, si no de gozo, y con infinita indiferencia, los despiadados hermanos se sentaron a comer.

Una compañía de ismaelitas.

La palabra traducida "compañía" en la VVR, significa un grupo de viajeros, especialmente de comerciantes, y por lo tanto, quizá podría traducirse adecuadamente "caravana". Los árabes, descendientes de Ismael, ocupaban las regiones desérticas de Arabia al este de Egipto, y hacia el norte en la dirección general de Asiria. Los registros bíblicos y seculares revelan que los árabes mantenían un comercio floreciente con Egipto. No es de sorprenderse que algunos de los descendientes de Ismael hubieran llegado a ser comerciantes, pues, para entonces, ya habían transcurrido unos 180 años desde el nacimiento de Ismael, y sin duda su familia había crecido rápidamente.

De Galaad.

Puesto que Dotán estaba sobre una importante ruta de comercio, era natural que las caravanas pasaran por allí de tanto en tanto. La ruta de Galaad en Transjordania cruzaba el Jordán en las proximidades de Bet-san, en el extremo oriental del valle de Esdraelón, seguía el valle de Jenin y luego volvía hacia el sur para cruzar la cadena del Carmelo. Pasando por la planicie de Dotán,

continuaba hacia el sur por el camino de Er Ramle y Gaza hacia Egipto.

Aromas.

La palabra traducida "aromas" algunos la interpretan como goma tragacanto, que se obtiene de los arbustos del género Astragalus . También se la ha identificado con los capullos rojos secos de la planta nakawa , o la resina del cisto o cergazo. Cualquiera fuera el origen de los "aromas", o goma, probablemente se usaban como un ingrediente para preparar el incienso, o como un cosmético.

Bálsamo.

La palabra hebrea traducida "bálsamo" probablemente se refiere a la goma del árbol lentisco y al terebinto.

Mirra.

Es dudoso el significado de la palabra así traducida. Generalmente se entiende que se refiere al ládano, una goma aromática exudada por las hojas del cisto, o lo que hoy se conoce como mirra. Otros piensan que debe ser la corteza resinosa del lentisco.


26.

Judá dijo.

Judá vio en la aparición de la caravana de los ismaelitas un medio de acabar para siempre con José sin quitarle la vida. Esto lo eliminaría efectivamente de una competencia posterior en la lucha por la primogenitura. Sin duda los hermanos razonaron que José había hecho poco para incrementar la fortuna de la familia, y no veían razón para que fuera el heredero de las riquezas que habían producido las manos de ellos. La propuesta de Judá fue cordialmente aceptada por todos los hermanos, quienes para entonces, después de reflexionar en cuanto a su primer impulso de matar a José, se encontraban un poco remisos a ponerle las manos encima.


28.

Mercaderes.

Los mercaderes son llamados "ismaelitas" en los vers. 25, 27 y 28, y "madianitas" en los vers. 28 y 36. Esto se ha explicado suponiendo que ambos grupos estaban representados en la caravana, o que los dos nombres eran usados como sinónimos en el habla común. En cualquier caso, se trataba de una sola caravana, con la que hicieron la transacción (PP 212).

Veinte piezas de plata.

El precio pagado por José, 20 piezas o siclos de plata, era mucho menos que el precio promedio de un esclavo, De acuerdo con Exo. 21: 32, parece haber sido de 30 siclos, con toda probabilidad el precio de reventa que los ismaelitas esperaban recibir por José en Egipto. Naturalmente, estaban dispuestos a pagar menos por él. Veinte siclos serían aproximadamente 8 onzas (228 g) de plata (ver com. de cap. 20: 16).

La venta de José fue una franca violación del principio de que ningún hombre tiene derecho de someter a otro a una servidumbre involuntaria (cf. Lev. 25: 39-43). Demuestra claramente el grado de perversión moral que se había posesionado de los corazones de los hermanos de José. Así los que vendieron a José demostraron que habían perdido completamente todo afecto natural. La venta de José como esclavo es el primer ejemplo que se registra en la Biblia de una transacción tal.

Los traficantes de esclavos han imitado, aunque rara vez sobrepujado, la crueldad de la cual fueron culpables los hermanos de José, pues no era sencillamente un prójimo el que vendían, sino su propio hermano. Sin embargo, la Providencia divina encauzó los malos designios de estos hombres endurecidos. La llegada de la caravana en ese preciso momento fue el medio elegido por el cielo para salvar a José de la perversa maquinación contra su vida, y la salvación de ésta a su vez se convirtió en un medio por el cual resultó salvada la vida de sus propios hermanos (cap. 45: 4, 5). Aunque José no podía saberlo entonces, la Providencia estaba guiando sus pasos. ¡Con cuánta frecuencia los senderos más oscuros de la vida conducen a sus perspectivas más brillantes! Estemos siempre dispuestos a seguir dondequiera que Dios nos guíe (Rom. 8: 28, 35-39).


29.

Rubén volvió.

Toda la transacción se llevó a cabo en ausencia de Rubén y sin su conocimiento. Habiendo persuadido a sus hermanos para que consintieran en arrojar a José vivo en la cisterna, los había dejado antes de que llegara José, para que no se dieran cuenta de sus intenciones de llevarlo de vuelta a su padre (PP 211). El rasgar los vestidos propios era una antigua costumbre que expresaba gran pesar y dolor (Gén. 37: 34; 44: 13; 2 Sam. 13: 31; 2 Rey. 18: 37; Job 1: 20).


30.

El joven no parece.

El clamor impotente de Rubén reveló su intención secreta de salvar a José. Ahora, siendo el mayor, no sabía cómo había de dar cuenta a Jacob por la desaparición de José.

Las intenciones de Rubén eran loables y su plan bien trazado. Sin embargo fracasó. Con todo, finalmente llegó el día cuando los hermanos de Rubén se vieron forzados a escuchar su vívido reproche por esta mala hora y por su vil proceder (cap. 42: 22). José había de ser librado, pero no por Rubén. La escoria debía ser eliminada de su vida mediante el sufrimiento (cf. Heb. 2: 10) antes de que pudiera disfrutar del honor para el cual el cielo lo destinaba. En la providencia de Dios, con frecuencia la cruz debe preceder a la corona, y la aflicción se convierte en la suerte de algunos individuos a fin de que muchos puedan beneficiarse y para que el bondadoso propósito de Dios pueda prevalecer finalmente.


31.

Tomaron ellos la túnica de José.

Aunque Rubén estaba fuera de sí por su dolor y perplejidad, no les faltaba un plan a sus implacables e inexorables hermanos. Sin embargo, es indudable que no tenían ni la descarada osadía para cumplirlo personalmente ni el valor para contemplar el primer estallido de dolor de su padre. Hicieron pues arreglos para que otro -probablemente un esclavo, que no sabía del asunto nada sino lo que se le dijo, y así no podía revelar su oscuro secreto llevara la túnica ensangrentada a Jacob en Hebrón.


33.

Ha sido despedazado.

Sin duda los hijos de Jacob no sólo habían untado la túnica con sangre sino que también la habían roto en jirones para hacer más vívida la evidencia de la desgracia de José y más verosímil su relato. Con demasiada elocuencia, la túnica desgarrada dio su mudo testimonio de la suerte que aparentemente había sobrecogido al joven. El objeto que una vez simbolizó el imprudente favoritismo de Jacob por José, ahora llegó a representar la ruina de ambos, padre e hijo.


34.

Guardó luto por su hijo.

Convencido de la muerte de José por la innegable evidencia presentada, Jacob pasó por un período de luto de acuerdo con la costumbre de los tiempos antiguos. Habiendo rasgado sus vestimentas ordinarias, se vistió de cilicio, el atavío acostumbrado de los enlutados (2 Sam. 3: 31; Neh. 9: 1; Est. 4: 1). Se trataba de una tela áspera, de pelo grueso, con la cual también se hacían las bolsas de los cereales. En Gén. 42: 25 la misma palabra se traduce "sacos". En los casos de profundo pesar mental, el cilicio se llevaba directamente sobre la piel (1 Rey. 21: 27).


35.

Para consolarlo.

Cuando Jacob hubo hecho luto por José por más tiempo que el acostumbrado y parecía que su intenso dolor no se mitigaba, sus hijos comenzaron a preocuparse. Los encallecidos criminales se convirtieron en tiernos consoladores, y los que estuvieron a punto de ser asesinos procuraron aliviar el pesar que ellos cruelmente habían traído sobre su padre.

Es indudable que Jacob tenía otras hijas además de Dina, a menos que aquí se quiera hacer referencia a nueras (cf'. Rut 1: 11, 12). Puesto que los términos hebreos que designan relaciones familiares, a menudo se usan en un sentido más general que el de hoy día, con frecuencia se pone en duda el verdadero significado de palabras tales como "hijo", "hija", etc. Sin embargo, parece claro por Gén. 46: 7 que éstas fueron las verdaderas "hijas" de Jacob.

El Seol.

She'ol. Esta palabra es peculiar en el hebreo, y no se encuentra en ningún idioma semítico emparentado, siendo, por lo tanto, de origen desconocido. Invariablemente se emplea para designar el lugar al cual van los muertos.


36.

Los madianitas lo vendieron.

Acerca del empleo indistinto de los términos "madianitas" " e "ismaelitas" " aquí y en los vers. 25, 27 y 28, ver com. de vers. 28.

Potifar.

Este nombre, aunque hace mucho tiempo fue reconocido por los egiptólogos como un buen nombre personal egipcio, no fue encontrado en los monumentos egipcios sino hasta la década del 30, donde aparece en egipcio como P'a-di-p'a-Re'. Significa "aquel a quien [el dios] Re' ha dado", y es comparable con los nombres hebreos 'Elnathan , "Dios ha dado", y Yonathan , "Jehová ha dado".

Oficial de Faraón.

La palabra hebrea traducida como "oficial" es saris , que significa en primer lugar "eunuco". Los gobernantes orientales empleaban a los eunucos en varios cargos importantes, especialmente como funcionarios a cargo del harén real. El hecho de que Potifar fuera casado se ha tomado como una evidencia de que el término saris significa más de lo que significaría "eunuco" en el sentido estricto de la palabra. Esto podrá ser verdad, pero no se ha comprobado, puesto que aun los eunucos podrían haber estado casados.

Acerca del título "Faraón" , ver com. de cap. 12: 15.

Capitán de la guardia.

La palabra traducida "guardia" procede del hebreo tabbajim. En el singular significa "carnicero" o "cocinero" y quiere decir el que mata, cuece y sirve el alimento (ver 1 Sam. 9: 23, 24). Aquí, en el plural, se refiere a verdugos. Potifar, el "capitán", probablemente era el jefe de los verdugos, o quizá de la guardia personal de Faraón.


COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE

1-36 PP 208-215, 343; SR 100, 101

2 MEM 30

3, 7 PP 209

7, 8 SR 100

8-10 PP 210

9-11 SR 101

12-18 PP 211

19-28 PP 211

28 CV 78

29-35 PP 212

31-33 PP 242

36 PP 215

Génesis 37 RVR60


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