Comentario Bíblico Adventista Génesis 30
Comentario Bíblico Adventista
Génesis Capítulo 30
1.
Dame hijos.
El buen éxito de Lea como madre despertó los celos de Raquel más allá de lo que podía soportar. Ahora bien, "la envidia es carcoma de los huesos" (Prov. 14: 30), y son "duros como el Seol los celos" (Cant. 8: 6). Aunque Raquel disfrutaba de la mayor parte del afecto de su esposo, no podía estar contenta mientras su hermana la sobrepujara en lo que, para todo oriental, es el más importante de todos los deberes de una esposa: la maternidad. Sara había estado casada por lo menos 25 años cuando nació Isaac. Rebeca había esperado en vano 20 años un hijo cuando ella e Isaac se volvieron a Dios en oración. Pero esperar afrontando la competencia hizo que Raquel se impacientara con sus celos relativamente poco después de su casamiento, y con amargura de espíritu censuró a Jacob.
2.
¿Soy yo acaso Dios?
Se despertó naturalmente
el desagrado apasionado de Jacob por las indignas palabras de su esposa
favorita. Rehusó aceptar la culpa por una situación que sólo Dios podía cambiar.
Bien sabía Raquel que sólo Dios podía quitar la esterilidad (vers. 6), pero por
el momento, sus celos por Lea aparentemente la cegaron ante ese hecho. La
respuesta de Jacob también manifiesta una cierta falta de espiritualidad. ¿Por
qué no le sugirió a su chasqueada y amargada esposa que ambos buscaran ayuda en
la oración, como sus padres lo habían hecho antes de que él mismo naciera? En
vez de eso, Jacob consintió en una propuesta que era nada menos que un recurso
pecaminoso.
3.
He aquí mi sierva Bilha.
La propuesta de Raquel, que Jacob aceptó y llevó a cabo, era tan
pecaminosa como la de Sara (cap. 16: 2), pero sin la excusa de Sara, puesto que
no había ahora ninguna cuestión en cuanto a un heredero para Jacob. Ciertamente,
ni siquiera existiendo una razón tal se hubiera justificado el hecho, que aun en
el caso de Abrahán había sido condenado tan claramente.
Dará a luz sobre
mis rodillas.
Esta declaración ha sido considerada por muchos
comentadores como un modismo hebreo que expresa adopción (cap. 50: 23). Es
posible que la expresión se originara en una antigua costumbre oriental por la
cual, cuando nacía un hijo que iba a ser adoptado, el que adoptaba el niño lo
recibía como suyo propio. Probablemente Raquel tuvo en cuenta una de estas
costumbres e hizo planes para recibir al niño, desde el nacimiento, como propio
de ella.
4.
Jacob se llegó a ella.
El relajamiento de Jacob en el matrimonio comenzó con la poligamia y
terminó con el concubinato. Aunque Dios encauzó todo esto para el desarrollo de
la simiente de Israel, no por eso colocó su aprobación sobre una costumbre tal.
6.
Dan.
Raquel, que había
considerado su esterilidad como una injusticia en vista de la fecundidad de Lea,
consideró el nacimiento de Dan como una vindicación divina de su conducta.
Claramente declaró esta convicción cuando dijo: "Me juzgó Dios", o "Ha procurado
justicia para mí", por cuya razón llamó a Dan "El juzgó". Su declaración "Y
también oyó mi voz" significa que ella había orado por esto, o que consideraba
el nacimiento de Dan como la respuesta de Dios por sus amargas quejas (vers. 1).
8.
Neftalí.
Después del nacimiento
de Dan, quizá Jacob consideró a Bilha como a una de sus esposas legítimas, o
siguió una renovada instigación de Raquel de conseguir otro hijo para ella
mediante su sierva. Cuando nació el segundo hijo de Bilha, a quien Raquel
consideraba suyo por adopción, declaró literalmente que había " luchado con
grandes luchas ", "con luchas de 'Elohim [Dios]", con su hermana y había tenido
éxito. De ahí que lo llamara Neftalí, "mi lucha".
9.
Viendo, pues, Lea.
Lea, acostumbrada a tener un hijo
cada año, se impacientó cuando pareció que no daría más a luz. Que Raquel
hubiera tenido hijos mediante su sierva no molestaba a Lea mientras tuviera la
perspectiva de tener hijos propios, pero ahora se convirtió en víctima de la
envidia, así como su hermana lo había sido antes. El medio empleado por Raquel
para retener el favor de Jacob puso celosa a Lea, y los celos la impulsaron al
empleo del mismo medio que había usado Raquel. Sin embargo, parece que Lea
estuvo consciente de que estaba siguiendo una artimaña de su propio corazón,
puesto que no hizo referencia a Dios en sus declaraciones cuando nacieron los
dos hijos de Zilpa.
En cuanto a Jacob, es sorprendente con cuánta
facilidad consintió en las tortuosas instigaciones de sus esposas con el fin de
aumentar su descendencia. Si había pensado tener alguna excusa para tomar a
Bilha a fin de satisfacer a su amada Raquel, que no tenía hijos propios, ¿con
qué excusa pudo haber aquietado ahora su conciencia en cuanto a la propuesta de
Lea que ya tenía cuatro hijos? Habiendo entrado en la senda de las malas
acciones, parece que no veía el error de su conducta ni pensó en sus posibles
consecuencias. Por otro lado, debe admitirse que al hacer esto seguía una
costumbre común en sus días. Por el código de la ley de Hammurabi y otros
documentos cuneiformes sabemos que una práctica tal era legal y socialmente
aceptable, en particular cuando la esterilidad impedía tener hijos. La
existencia de esta costumbre probablemente es la principal razón para que ni
Abrahán ni Jacob vieran ningún gran error al tomar a sus siervas como
concubinas.
11.
Gad.
Este nombre
significa "en buena fortuna" , como lo tienen la LXX y la Vulgata. Así Lea llamó
al hijo de Zilpa, Gad, "buena fortuna".
13.
Aser.
El segundo hijo de Zilpa fue llamado Aser, "el
feliz", o "el que trae felicidad". Dijo ella literalmente: "Para mi felicidad ,
pues las hijas me llaman feliz", esto es, como madre de muchos hijos. En las
declaraciones que hizo ella cuando nacieron tres de sus cuatro hijos propios,
Lea había reconocido a Jehová (cap. 29: 32, 33, 35). En este caso, con los
nacidos de su sierva, parece que no pensó en Dios. Eran el resultado exitoso y
bienvenido de su propio e inteligente plan.
14.
Mandrágoras.
En la alta Mesopotamia, la cosecha de
trigo viene en mayo y junio. La mandrágora es una hierba de la familia de la
belladona con pimpollos blancos y rojizos. Su fruto amarillento y fragante tiene
más o menos el tamaño y la forma de una manzanita. Hoy en día, como en los
tiempos antiguos, el fruto ha sido considerado por la gente del Cercano Oriente
como que promueve la fertilidad. Las mujeres del Oriente todavía hacen una
bebida de mandrágoras que, según se creía, estimulaba el deseo sexual y ayudaba
en la concepción.
15.
¿Es poco?
Indudablemente Raquel deseaba las mandrágoras como un medio para
eliminar su esterilidad. Lea se indignó ante el pensamiento de compartir algo
que podía aumentar las perspectivas de su hermana de conseguir todavía más del
amor de Jacob. Parece que, quizá en contraste con Lea, Raquel tenía más fe en
las mandrágoras que en el poder de Dios. Sin embargo, finalmente aprendió a
confiar en Dios más que en las mandrágoras (Gén. 30: 22; Sal. 127: 3).
18.
Isacar.
"Oyó Dios a Lea" " (vers. 17) para
mostrar que viene la vida no por medios naturales como las mandrágoras, sino
mediante Dios, el autor de la vida. Lea pensó que veía en el nacimiento de su
quinto hijo una recompensa divina por haber dado su sierva a su esposo,
indudablemente considerando ese acto, que había surgido de los celos, como una
evidencia de abnegación. El nombre Isacar contiene la idea de "recompensa", pero
ya sea que signifique "Hay una recompensa" o, de acuerdo con una tradición
rabínica, "Lleva una recompensa", no es seguro su significado. Nótese que fue
Lea, y no Moisés, quien vio en el nacimiento de Isacar una "recompensa" por una
acción pecaminosa.
20.
Zabulón.
Al
nombrar a su sexto hijo Zabulón, "morada", Lea expresó su esperanza de que ahora
Jacob la preferiría a ella antes que a su hermana estéril. Estaba luchando por
el primer lugar en el afecto de él, luchando para que él "morara" con ella en la
honrosa relación de primera esposa.
21.
Dina.
El nombre significa "vindicación". Ella no fue la
única hija de Jacob (caps. 37: 35; 46: 7), y probablemente se la menciona aquí
en anticipación del relato de su desgracia en el cap. 34. La palabra "después"
indica que había pasado algún tiempo desde el nacimiento de Zabulón. Dina era la
única hija de Jacob cuando él volvió a Canaán (ver com. cap. 34: 1).
22.
Se acordó Dios de Raquel.
Parece que finalmente Raquel llevó su problema ante Dios en oración. Su
petición fue oída y la fe obtuvo lo que la impaciencia y la incredulidad hasta
entonces lo habían impedido.
23.
Mi
afrenta.
En el antiguo Oriente, una mujer estéril no era compadecida
sino despreciada, y se consideraba la falta de hijos como una vergüenza y una
maldición. Esto explica por qué mujeres como Rebeca, Raquel y Ana sintieran tan
profundamente su esterilidad. Entre los judíos, la esterilidad era considerada
como justificativo para el divorcio, la poligamia o el concubinato.
24.
José.
Que significa "El quita",
como alusión a la desaparición de la afrenta de ella, o "El añadirá", en
anticipación de otro hijo que esperaba que Dios le añadiría a este primero. La
desaparición de su afrenta implicaba esta posibilidad.
25.
Aconteció.
Cuando nació José, Jacob procuró el permiso
de Labán para volver a Canaán. De acuerdo con los vers. 25-28, parece que José
nació al final del 14º año del servicio de Jacob, 7 años después de su
casamiento (cap. 29: 21-28). No resulta enteramente claro si los 11 hijos que
Jacob tenía ahora, nacieron todos durante los 7 años entre su casamiento y la
terminación de sus 14 años de servicio con Labán, o si algunos de ellos nacieron
durante los 6 años siguientes de los 20 que pasó allí (cap. 31: 38).
El
orden en que está la lista de los hijos de Jacob aquí, no representa
necesariamente el preciso orden cronológico de su nacimiento, pero parece estar
basado en su linaje materno. Moisés pone en la lista cuatro para Lea; dos para
cada concubina: Bilha y Zilpa, dos más para Lea y uno para Raquel, distribuidos
en estos cinco grupos. No hay dos listas de los hijos de Jacob registradas en el
AT que los den precisamente en el mismo orden (Gén. 46: 8-25; 49: 3-27; Exo. 1:
1-4; Núm. 1: 5-15; 1 Crón. 2: 1, 2; etc.), y por lo tanto es imposible saber con
certeza el orden de su nacimiento.
Parecería muy extraño que 11 hijos y
1 hija (Gén. 29: 32 a 30: 24) hubieran nacido durante los primeros 7 años de la
vida matrimonial de Jacob y ninguno durante los siguientes 6 años que sirvió a
Labán. Sin embargo, si tal fuera el caso, Lea dio a luz siete hijos en siete
años, con un claro intervalo durante el cual no tuvo ninguno (caps. 29: 35; 30:
9). Si durante este intervalo los cuatro hijos de Bilha y de Zilpa nacieron uno
tras otro, obviamente siete años sería un tiempo demasiado corto. A no ser por
el hecho de que los seis hijos varones de Lea están separados en dos grupos,
podría pensarse que el orden de Moisés aquí se basó estrictamente en su linaje
materno. Puesto que, obviamente, este no es el caso, parecería que los cinco
grupos están arreglados en el orden del nacimiento del primer hijo de cada grupo
y que probablemente hay alguna superposición entre dos grupos consecutivos. Esto
parece ajustarse mejor con el contexto y con hechos conocidos. Según esto, el
nacimiento de Dan precedería al de todos los hijos que están en lista después de
él, pero no necesariamente a Judá. En principio, lo mismo sería verdad para Gad,
Isacar y José. Una superposición muy próxima como sería ésta, haría posible el
nacimiento de los 11 hijos en un período de 7 años. Pero aun si se acepta el
principio de la superposición, no hay razón para que necesariamente todos los 11
nacieran durante esos 7 años; algunos pueden haber nacido durante el período
final de 6 años de la permanencia de Jacob con Labán. En realidad esta última
posibilidad parece más razonable, pues aun concediendo la posibilidad de la
superposición durante los siete años, la rápida sucesión en que deben haberse
presentado los nacimientos sería demasiado apretada aun de acuerdo con las
normas orientales.
28.
Señálame tu salario.
Puesto que el segundo período de siete años terminó aproximadamente con
el nacimiento de José, Jacob pidió a Labán permiso para volver a Canaán (vers.
25). Pero Labán estaba mal dispuesto para perder a un hombre tan valioso y, sin
embargo, no encontraba una estratagema para conservarlo consigo por más tiempo.
El hecho de que pidiera a Jacob que señalara su salario no le impidió
cambiárselo diez veces durante los seis años (cap. 31: 7). Detrás de Labán
estaba el maligno tratando de torcer el plan de Dios al impedir, si hubiera sido
posible, que Jacob volviera a la tierra prometida.
31.
Si hicieres por mí esto.
Cuando Labán repitió su
oferta, indicando su decisión de cumplirla, Jacob le propuso condiciones con las
cuales estaría dispuesto a quedar. Su propuesta se basaba en el hecho de que en
el Cercano Oriente, por regla general, las cabras son negras o de un color
castaño oscuro y rara vez son blancas o tienen manchas blancas, y además, que la
mayoría de las ovejas son blancas, rara vez negras o manchadas. Puesto que la
propuesta de Jacob implicaba sólo una pequeña parte de los rebaños y de las
manadas de Labán, éste se apresuró a aprobar el plan (vers. 34). Además Jacob le
ofrecía hacer la separación "hoy", de modo que Labán pudiera ver exactamente
cuáles serían los resultados.
El curso siguiente del relato muestra que
algo más estaba implicado en el convenio entre Jacob y Labán. O Moisés eligió
mencionar sólo el principio básico del convenio, omitiendo así que la separación
había de repetirse a intervalos regulares, o este punto no fue mencionado al
principio, sino más bien fue dado por sentado por ambas partes. Como quiera que
fuese, Jacob procedió de acuerdo con algo a lo cual no pareció haberse opuesto
Labán, a pesar de sus frecuentes alteraciones del contrato (cap. 31: 7, 8, 41).
34.
Como tú dices.
Labán aceptó
alegremente la propuesta, pero no dejó que Jacob hiciera la selección (vers.
34-36). La hizo él mismo, probablemente para asegurarse que se realizaba de
acuerdo con su interpretación del convenio. Entregó entonces las ovejas y cabras
manchadas a sus hijos (mencionados aquí por primera vez) para que las cuidaran,
y dejó a Jacob a cargo solamente de los animales de color puro de los rebaños.
Finalmente, Labán "puso tres días de camino entre sí y Jacob", es decir entre
los rebaños que él mismo iba a cuidar mediante sus hijos y los atendidos por
Jacob, a fin de evitar que hubiera mezcla entre ellos.
37.
Tomó luego Jacob varas.
El relato de los vers. 37-40 a
primera vista parece contradecir algunas leyes conocidas de la genética y suele
ser citado como una prueba de que la Biblia no es científica. Sin embargo, un
estudio cuidadoso del contexto y una comparación del relato con hechos conocidos
acerca de las leyes de la genética revelan lo que sucedió y vindican de una
manera realmente notable la inspiración de las Escrituras. Para una comprensión
detallada y científica del tema , véase F. L. Marsh, Studies in Creationism ,
págs. 367-374.
Pensando preservar sus propios intereses en el convenio
propuesto por Jacob, inmediatamente Labán separó los respectivos rebaños (vers.
35), lo que indica que él también sabía algo de las leyes de la herencia. Colocó
todas las ovejas, cabras y ganado que tenían manchas bajo el cuidado de sus
propios hijos, procurando así apartarlos de Jacob y evitando la posibilidad de
que hubiera una reproducción de esos animales manchados que volvieran a ser, por
lo menos en apariencia, de color liso. Lo que Labán no sabía es que algunos de
los animales aparentemente de pura raza podían contener todavía características
recesivas de color susceptibles de transmitiese a sus descendientes. Labán pensó
que había sido más listo que Jacob mediante la astuta estratagema de separar los
rebaños.
Por su parte, Jacob sin duda tuvo en cuenta la cría por
selección, acerca de la cual debe haber sabido por lo menos tanto como Labán.
Este proceder habría sido enteramente legítimo de acuerdo con una estricta
interpretación del contrato. La distinción que hizo Jacob entre ganado fuerte y
débil (vers. 41) es una evidencia de que la observación le había enseñado algo
de las leyes de la herencia. Ahora que Labán había separado todos los animales
manchados, probablemente Jacob quedaba sin saber qué hacer, pues es indudable
que no sabía nada más en cuanto a la transmisión de los caracteres recesivos de
lo que sabía Labán. Confiando en su propia astucia y en la aplicación de
antiguas -y todavía populares- supersticiones de que las crías reciben la
impresión que corresponde con las escenas o con los temores experimentados por
la madre durante el período prenatal, puso en práctica el proceder explicado en
estos versículos. Dice F. L. Marsh:
"Toda marca de las crías, tal como
la que Jacob pensó que estaba logrando en los rebaños de Labán, es completamente
imposible. . . En la placenta y el cordón umbilical, que constituyen la única
conexión entre la madre y el feto, no hay nervios . . . De manera que en
absoluto no existe mecanismo alguno por el cual la madre pueda marcar a sus
descendientes en la forma en que Jacob pensó que lo estaba logrando" ( Studies
in Creationism , págs. 368, 369). (La cursiva está en el original.)
Otra
dificultad evidente reside en el hecho de que el método de Jacob parece haber
tenido buen éxito (vers. 43; cap. 31: 7-9). Sin embargo para que Jacob no
creyera en su propio ingenio y en la superstición, Dios le reveló en un sueño
cómo las características recesivas de los animales manchados eran transmitidas a
sus descendientes mediante padres aparentemente de color puro (cap. 31: 10-12).
Lo que el ángel le dijo a Jacob en un sueño podía sólo aplicarse a los rebaños y
las manadas que estaban bajo el cuidado de Jacob, pues todos los animales
manchados habían sido separados previamente por Labán (cap. 30: 35, 36). Dios
añadió su bendición especial a esta ley de genética, pues los caracteres
recesivos normalmente no se manifestarían de una manera tan pronunciada como la
indicada en el vers. 43. Al hacerlo así, el Altísimo puede haber utilizado
principios de genética hasta hoy imperfectamente entendidos.
Esta
revelación de una ley de la genética que no fue descubierta ni entendida por la
ciencia hasta tan sólo hace unas pocas décadas, atestigua la exactitud
científica y la inspiración divina de las Escrituras. El profesor Marsh termina
su comentario del tema diciendo:
"Las Escrituras enseñan que tales
marcas entre los animales domésticos son el resultado de factores hereditarios
que actúan en ambos padres de acuerdo con principios mendelianos, y que ellas no
se deben a impresiones maternas. Una lectura imparcial del texto muestra pues
que este incidente de las Escrituras, que se cita con tanta frecuencia como una
prueba de que la Biblia es un libro de fábulas, en realidad es una razón
importante para creer que es ciertamente un libro inspirado" (Id., pág. 374).
(La cursiva está en el original.)
De paso puede observarse que la
palabra hebrea traducida "avellano" en la VVR, debiera traducirse "almendro", y
"castaño" en vez de "sicómoro". El sicómoro oriental pertenece a la familia del
arce.
41.
Las ovejas más fuertes.
Los antiguos rabinos judíos entendían este pasaje como que indicara que
Jacob practicó esta treta sólo durante la procreación de la primavera, puesto
que los antiguos creían que los animales concebidos en la primavera y nacidos en
el otoño eran más fuertes que los concebidos en el otoño y nacidos en la
primavera. Sin embargo, los comentadores modernos se inclinan a aplicar esto a
los corderos tempranos y tardíos de la misma estación, ya que los corderos
tempranos son más valiosos que los que nacen después en la estación. De acuerdo
con esta opinión, Jacob no realizó su experimento con la segunda camada de
ganado porque sabía que serían más débiles, sino con la camada temprana y más
fuerte. Cualquiera que hubiera sido el método que usó Jacob, lo hizo para
fortalecer y aumentar sus propios rebaños obviamente a expensas de debilitar y
disminuir los de Labán.
43.
Se enriqueció
el varón muchísimo.
El relato de las relaciones de Jacob con Labán
muestra la astucia y la habilidad por un lado, luchando contra la avaricia y las
malas artes por el otro. La astucia que aplica un conocimiento superior es con
frecuencia el arma del débil contra el fuerte. Los hombres que son codiciosos y
traidores pero faltos de sabiduría, con frecuencia son sobrepujados por hombres
igualmente arteros pero más inteligentes en su proceder. La justicia estaba de
parte de Jacob. Sencillamente él estaba aprovechando de su nuevo puesto para
compensar las desventajas en que había trabajado durante 14 años. Sin embargo,
le faltaba honradez estricta e integridad. Faltaban esa sinceridad y sencillez
de carácter que esperamos encontrar en un hombre recto. Con toda seguridad, el
plan de Jacob tuvo pleno éxito, pero no es el que un siervo de Jehová debería
buscar. Además Jacob se equivocó al confiar más en su propia habilidad para
conseguir la bendición divina prometida a él, que en el poder y la providencia
de Dios. Por lo demás, Jacob atribuyó su éxito al poder de Dios (cap. 31: 9).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
25- 27, 30
PP 191
41 PP 242
43 PP 191
CBA Génesis
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA GÉNESIS
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