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Génesis 22 | Comentario Bíblico Adventista

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Comentario Bíblico Adventista Génesis 22

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Comentario Bíblico Adventista

Génesis Capítulo 22

Génesis 22 RVR60


1.

Después de estas cosas.

Se pasan por alto en silencio unos 17 años tranquilos. Isaac ya era un joven de 20 años (ver com. de cap. 21: 14; PP 144). También habían pasado 17 años desde que Abrahán recibiera de Dios el último mensaje que se registra. Súbitamente llegó una nueva revelación que representaba la prueba máxima que pudiera sobrevenir a un ser humano. 

Probó Dios a Abraham. 

La palabra hebrea nissah, "probó", admite distintos significados de acuerdo con las siguientes situaciones: (1) Cuando un hombre pone a prueba a otro. La reina de Sabá visitó a Salomón para "probarle con preguntas difíciles" " con el fin de ver si su sabiduría era tan grande como su reputación (1 Rey. 10: 1). (2) Cuando Dios prueba o examina a un hombre (Exo. 16: 4; Deut. 8: 2, 16; 13: 3; 2 Crón. 32: 31). (3) Cuando un hombre pone a prueba a Dios tratando de obligarlo a proceder de acuerdo con los propósitos humanos. Esto es presunción, lo que es diferente de la fe (Exo. 17: 2, 7; Núm. 14: 22; Isa. 7: 12). Puesto que el verbo "tentar" se usa ahora generalmente para denotar un mal propósito, el verbo "probar" es el que corresponde cuando se refiere a Dios. El Altísimo nunca "tienta" a nadie (Sant. 1: 13).

Heme aquí.

Esta visión, que le sobrevino a Abrahán por la noche (PP 143), fue la octava ocasión en la que Dios habló a Abrahán (Hech. 7: 2; Gén. 12: 1; 13: 14; 15: 1; 17: 1; 18: 1; 21: 12). Los casos anteriores le habían enseñado a Abrahán a reconocer inmediatamente la voz de Dios, y estuvo listo para contestar. Esta breve conversación introductoria consiste, en hebreo, sólo en dos palabras, y en este respecto difiere de otras ocasiones similares del pasado.


2.

Toma ahora tu hijo.

Si estas palabras fueron pronunciadas lentamente, como es probable, Abrahán debe haber sentido sucesivamente orgullo, temor y horror. La repetición fue calculada por Dios para despertar el afecto paternal y para preparar a Abrahán para la severa prueba que pronto seguiría. Al llamar a Isaac "tu único" hijo, Dios quería decir que sólo él era considerado como el heredero legítimo de la promesa. Esto contrasta con la expresión del cap. 21: 12, 13, donde Dios llama a Ismael "hijo de la sierva".

Tierra de Moriah.

El nombre Moriah no aparece sino dos veces en la Biblia, aquí y en 2 Crón. 3: 1. De acuerdo con este último texto, Salomón edificó su templo sobre el monte Moriah, al norte de la ciudad de David y al oeste del valle de Cedrón. Por lo tanto, la tierra de Moriah debe haber sido la zona montañosa en torno a Jerusalén. El nombre parece haber sido poco común.

Ofrécelo.

En los tiempos antiguos, era común el sacrificio de seres humanos, especialmente de niños. Tanto la Biblia como la arqueología afirman que los cananeos practicaban tales ritos. Por lo tanto, no era una idea extraña para Abrahán el sacrificar un primogénito ante la Deidad. Al paso que Dios prohibía explícitamente tales sacrificios (Lev. 18: 21), no es seguro si este punto resultaba claro para Abrahán. Ciertamente, tan sólo suponiendo que no entendió esta orden divina podemos explicar que no protestara ante la orden de Dios que le pedía sacrificar a su hijo.


3.

Muy de mañana.

Parece que Abrahán tenía el hábito de levantarse temprano (caps. 19: 27; 21: 14). Era un hombre de acción, y ahora que Dios había hablado, su único pensamiento fue obedecer inmediatamente. De todos modos, ¿cómo podía dormir con la mente abrumada con este mensaje? ¡Cuán imposible parecía todo! ¡Qué dudas deben haber torturado su mente! No confiando en sí mismo si se atrevía a demorarse y temiendo también la posible oposición e interferencia de Sara, determinó partir inmediatamente para el punto designado. En la prueba suprema de una vida larga y azarosa, Abrahán obedeció sin formular una sola pregunta, sin presentar una sola objeción y sin buscar el consejo humano. Cuando está implicado un principio, el cristiano maduro sólo pide tener una percepción clara del deber. Su cooperación emana de un corazón que sobreabunda de amor y consagración. Vive como en la misma presencia de Dios, sin que ninguna consideración humana nuble su comprensión de la verdad y del deber. Sin embargo, en esta ocasión, qué lucha debe haber existido en el corazón del "amigo de Dios", no tanto para decidir si debía obedecer, sino más bien para establecer con absoluta certeza, mediante la confirmación divina, que sus sentidos y razón no lo estaban engañando.

Enalbardó su asno.

La serie de breves declaraciones de este versículo expresan admirablemente la tranquila reflexión y el resuelto heroísmo con que procedió el patriarca a cumplir la orden divina. Su voz tranquila y sus manos firmes de ninguna manera traicionaron la emoción interna de un corazón quebrantado y sangrante. Todo lo necesario para el largo viaje se preparó rápidamente con sumo cuidado. No quedaba ningún rastro de los momentos de debilidad pasados. Como un noble héroe de la fe que ha terminado su preparación, Abrahán respondió inmediatamente cuando fue llamado a afrontar su hora suprema de prueba. Este fue el pináculo de su experiencia espiritual. Serenamente se elevó hasta una altura nunca superada por mortal alguno y se calificó para el honor de ser llamado "padre de los fieles".


4.

Al tercer día.

Dos días de viaje llevaron a los viajeros Abrahán, Isaac y dos servidores hasta la tierra de Moriah. Dos noches de insomnio habían sido pasadas en oración. Levantándose temprano por la mañana al tercer día, Abrahán contempló la señal de origen divino, una nube de gloria, que indicaba la montaña donde debía realizarse el sacrifico (PP 146).


5.

Esperad aquí.

El solemne deber que Abrahán estaba por cumplir le pareció demasiado sagrado para otros ojos y oídos humanos. Sólo Dios podía comprender. Durante dos días había ocultado sus pensamientos y emociones. Isaac iba a ser el primero en conocer y el único en compartir con él esa hora de pasión y emoción.

Yo y el muchacho.

Cada una de las tres formas verbales que siguen está en plural. La traducción castellana quizá no refleje la fe profética implícita en el hebreo. Literalmente Abrahán dijo a sus dos servidores: "Yo y el joven iremos más allá, y adoraremos, y volveremos otra vez". Aunque no entendía el propósito de Dios, creía firmemente que Dios levantaría a Isaac de los muertos (Heb. 11: 19). ¿Acaso no había prometido Dios, sin reserva ninguna, que Isaac iba a ser su heredero? (Gén. 21: 12). Abrahán no esperaba ser liberado

del horrible acto de sacrificar a su propio hijo, pero creía que Isaac le sería restaurado. Por eso habló con fe cuando dijo "Volveremos". Sólo por la fe era posible que él no esperara volver solo para informar a los hombres que con sus propias manos había quitado la vida de su hijo y lo había ofrecido a Dios (ver PP 146, 147). Es evidente la excelsitud de su experiencia espiritual, no sólo en su inmutable obediencia sino también por su fe resuelta en las promesas infalibles de Dios.


6.

Fueron.

Padre e hijo comenzaron la subida en silencio, Abrahán en meditación y oración e Isaac extrañado por la inusitada reserva de su padre respecto a la naturaleza y al propósito de su viaje. Estando a solas con él, la soledad hizo que Isaac expresara su extrañeza por la ausencia de un cordero.


7.

Padre mío.

Esta expresión cariñosa debe haber lacerado el corazón de Abrahán. Al ser usada por Isaac, joven bien educado de una culta familia semítica, esta forma de hablar expresaba su deseo de hacer una pregunta. Ningún hijo bien educado se atrevía a hacer preguntas o a formular declaraciones en la presencia de sus padres sin recibir permiso para hacerlo. Abrahán le dio ese permiso con su respuesta: "Heme aquí, mi hijo".

¿Dónde está el cordero? Esta pregunta directa sólo expresaba una extrañeza inocente. No hay nada en el relato que sugiera que Isaac sospechara en lo más mínimo que él iba a ocupar el lugar del cordero que faltaba. Su pregunta fue hecha con toda sencillez, sin ser maliciosa ni indebidamente imprudente.


8.

Dios se proveerá.

La respuesta de Abrahán constituye una expresión profético emanada de las alturas de la fe heroica hasta las cuales se había elevado su alma. Por inspiración señalaba tanto al carnero del vers. 13 como al Cordero de Dios, que en ese momento igualmente estaba más allá de los alcances de su vista. Si no hubiera sido por la convicción de que estaba haciendo la voluntad de Dios y que su "único" hijo le sería restaurado, la agonía de Abrahán ante el pensamiento de perder a Isaac hubiera sido insoportable. Con todo, la pregunta del muchacho debe haber atravesado el corazón del padre. ¿Comprendería Isaac?


9.

Edificó allí Abraham un altar.

Llegando al lugar donde en siglos posteriores se edificó el templo, padre e hijo levantaron un altar. Salem, la ciudad de Melquisedec, estaba a corta distancia hacia el sur. Pero un poco más allá, hacia el noroeste, se hallaba una colina que después se conoció con el nombre de Gólgota.

Ató a Isaac.

Cuando todo estuvo completo, y no faltaba nada sino la colocación del sacrificio sobre el altar, temblorosamente Abrahán le refirió a Isaac todo lo que Dios le había revelado y probablemente añadió a eso su propia fe en la restauración de Isaac. Es difícil imaginar los sentimientos encontrados que deben haber surgido en el pecho de Isaac: asombro, terror, sumisión y finalmente fe y confianza. Si tal era la voluntad de Dios, consideraría como un honor entregar su vida en sacrificio. Siendo un joven de 20 años, fácilmente podría haberse resistido. En vez de hacerlo, animó a su padre en los momentos finales anteriores a la culminación. El hecho de que Isaac entendiera y compartiera la fe de su padre fue un noble resultado de la cuidadosa educación que había recibido a través de su niñez y juventud. Así Isaac se convirtió en un símbolo adecuado del Hijo de Dios, que se sometió a la voluntad de su Padre (Mat. 26: 39). En ambos casos, el padre entregó a su único hijo.


10.

Tomó el cuchillo.

Habiendo colocado a la víctima atada sobre la leña, Abrahán estuvo listo para el último acto: matar a su hijo y prender fuego a la pila de leña. Como un símbolo del perfecto Cordero de Dios, Isaac no ofreció resistencia ni expresó ninguna queja (Isa. 53: 7).


11.

El ángel de Jehová le dio voces.

Mientras que en ocasiones anteriores Dios había hablado directamente a Abrahán, ahora envió su ángel (ver Hech. 7: 2; Gén. 12: 1; 13: 14; 15: 1; 17: 1; 18: 1; 21: 12; PP 148).


12.

No extiendas tu mano.

El patriarca había demostrado ampliamente su fe y obediencia y había satisfecho plenamente los requisitos de su Dios. Jehová no deseaba la muerte de Isaac. En realidad, no tenía interés en ninguna ofrenda que implicara un sacrificio ceremonial como tal. Pero siempre ha deseado la obediencia voluntaria de sus siervos (1 Sam. 15: 22; Ose. 6: 6). En lo que respecta hasta dónde podían ir la voluntad y el propósito de padre e hijo, el sacrificio fue completo. Dios reconoció la consagración de sus corazones como una ofrenda mucho más aceptable ante su vista, y aceptó su buena disposición a cambio del hecho (Heb. 11: 17). La voz celestial también testifica que Dios rechaza los sacrificios humanos (Deut. 12: 31; 2 Rey. 17: 17; 2 Crón. 28: 3; Jer. 19: 5; Eze. 16: 20, 21). No tienen fundamento las declaraciones de algunos críticos de la Biblia al afirmar que los hebreos, como parte de su servicio regular de culto, practicaban sacrificios humanos, tan comunes entre los cananeos y otros pueblos de la antigüedad. Es cierto que en períodos de apostasía los judíos practicaron ese rito, pero fue en directa violación de la orden de Dios (Sal. 106: 37, 38; Isa. 57: 5; etc.).


13.

Fue Abraham y tomó el carnero.

Al descubrir el carnero y al aceptar su presencia como una señal adicional de la providencia de Dios, Abrahán no necesitó esperar instrucciones de Dios respecto a lo que tenía que hacer con él. Aquí estaba el cordero que Abrahán había dicho que Dios proveería (vers. 8). No se habían traído en vano la leña el fuego y el cuchillo, ni se había erigido el altar inútilmente.


14.

Jehová proveerá.

Recordando ahora sus propias palabras proféticas dirigidas a Isaac, Abrahán llamó el lugar Jehová-jireh, "Jehová proveerá". Añade Moisés que este nombre dio lugar al proverbio "En el monte de Jehová será provisto". Es algo oscuro el significado de este proverbio. Indudablemente, recuerda la expresión de fe de Abrahán de que, en el monte divinamente señalado, Dios mismo proveería un medio de salvación. Este proverbio constituyó una expresión de la esperanza mesiánica, aunque su significado no hubiera sido siempre completamente claro a los que lo citaban. Sobre este lugar sagrado, en el lugar santísimo del templo de Salomón, posteriormente estableció su morada la Shekinah, gloria de Dios. Cerca de este monte los dirigentes judíos, en su dureza, rechazaron al verdadero Cordero de Dios.


15.

El ángel de Jehová.

Después de que el carnero había sido ofrecido, el ángel habló otra vez. Antes de la experiencia registrada en el cap. 22, Dios se había comunicado con Abrahán siete veces (ver com. del vers. 1). Esta es la última revelación divina a Abrahán que se registra. Dios aceptó su lealtad y obediencia y reafirmó las promesas hechas con tanta frecuencia en ocasiones anteriores.


16.

Por mí mismo he jurado.

El propósito de un juramento es confirmar lo que se ha declarado. Los hombres invocan a Dios para que testifique de la integridad de ellos. Puesto que no hay nadie más alto que Dios (Heb. 6: 13), él jura por sí mismo (Isa. 45: 23; Jer. 22: 5; 49: 13; etc.). Al comprometerse a sí mismo, Dios, por causa del hombre, sigue una costumbre familiar para los hombres a fin de convencerlos de la seguridad de las promesas divinas.


17.

Poseerá las puertas de sus enemigos.

Sólo aquí, entre las promesas dadas a Abrahán, se hace referencia a los "enemigos" sobre los cuales triunfaría su descendencia. Probablemente ésta es una predicción de que sus descendientes serían victoriosos sobre sus enemigos en la futura conquista de Canaán. También podría incluir el triunfo de la verdad sobre los sistemas religiosos paganos. Es decir, la conversión de los paganos mediante la labor misionera de los hijos espirituales de Abrahán.


20.

Fue dada noticia a Abraham.

Algún mensajero no identificado llegó a Beerseba con una noticia de Nacor, el hermano de Abrahán que había quedado en Harán. Esta noticia consistió en un breve resumen de los descendientes de Nacor. Se incluye aquí para mostrar el origen de Rebeca, que pronto se convertiría en la esposa de Isaac.

Milca.

Esta hija de Harán, que se había casado con su tío Nacor (cap. 11: 29), había dado a luz ocho hijos, nombrados en los versículos siguientes. Esto no implica que Milca sólo recientemente había comenzado a tener hijos (ver com. de cap. 11: 30), sino que habían pasado muchos años desde que Abrahán oyó por última vez de la familia de Nacor.


21.

Uz su primogénito.

Este nombre aparece también en la lista de los hijos de Aram (cap. 10: 23). Son dos individuos diferentes.

Buz su hermano.

Junto con Dedán y Tema, se menciona a Buz como una tribu árabe (Ver. 25: 23). Eliú era "buzita" (Job 32: 2, 6). La tierra de Bazu en las inscripciones asirias de Esarhaddón, parece haber sido la zona habitada por esta tribu. No es seguro que la tribu de Buz hubiera descendido de Buz, el hijo de Nacor.

Kemuel.

No aparece mencionado en ninguna otra parte de la Biblia. Sin embargo, había un caudillo efrainita de ese nombre en tiempo del éxodo, y también un levita del tiempo de David (Núm. 34: 24).

Padre de Aram.

Este nieto de Nacor no es el progenitor de los arameos (cap. 10: 22). Sin embargo, puede haber llevado este nombre en honor de Aram, el hijo de Sem.


23.

Betuel fue el padre de Rebeca.

Nada se sabe de los otros hijos de Nacor con excepción de Betuel, el menor. Betuel es importante por ser padre de Labán y Rebeca (caps. 24: 15, 24, 47, 50; 25: 20; 28: 2, 5). Betuel literalmente significa "morada de Dios". Esto podría indicar que fue un hombre piadoso. La omisión del nombre de Labán de esta lista sugiere que todavía no había nacido.


24.

A Tahas y a Maaca.

Nada se sabe de Teba y de Gaham salvo sus nombres. Tahas quizá dio su nombre a Tajsi , región del Líbano mencionada en las cartas de Amarna, y Maaca a una región al pie del monte Hermón (2 Sam. 10: 6, 8; 1 Crón. 19: 7; etc.).

El hecho de que los tres descendientes de Taré -Nacor, Ismael y Jacob tuvieran cada uno doce hijos ha sido considerado por algunos eruditos críticos como una simetría artificialmente inventada. Pero los críticos no explican por qué hombres importantes como Abrahán e Isaac no tuvieron también doce hijos.


COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE

1-19 PP 144-151; SR 80-83

1, 2 PP 144

2 DTG 434; 1JT 486, 503; PP 145; SR 80

2-12 1T 454

3 1JT 486, 503

3, 4 PP 146

3-6 1JT 352

5-8 PP 147

7 1JT 352

7, 8 DTG 87; PP 151; SR 82

8 DTG 435

9 CS 20; 1JT 352; PR 26

9, 10 PP 147

10, 11 1JT 353

11, 12 PP 148; SR 82

12 DTG 434; 1JT 129, 353, 447, 487; PP 151

13 SR 83

13-18 PP 148

15-18 SR 83

16 1JT 74

16-18 CS 20; PR 26

18 HAp 181; PP 387; PR 273

19 1JT 353

Génesis 22 RVR60


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CBA Deuteronomio,7,CBA Efesios,7,CBA Éxodo,42,CBA Génesis,52,CBA Isaías,68,CBA Levítico,29,CBA Libro,7,CBA Números,38,Deuteronomio,1,Efesios,1,Éxodo,42,Génesis,52,Isaías,1,La Santa Biblia,64,Levítico,29,Números,38,RVR1960,4,RVR1960 Libro,4,RVR60,152,RVR60 Éxodo,1,RVR60 Génesis,50,RVR60 Levítico,27,RVR60 Números,36,
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