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Génesis 39 | Comentario Bíblico Adventista

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Comentario Bíblico Adventista Génesis 39

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Comentario Bíblico Adventista

Génesis Capítulo 39

Génesis 39 RVR60


1.

A Egipto.

Puesto que Moisés designa a los reyes de Egipto solamente por el título general de "Faraón" " (ver com. de cap. 12: 15), es extremadamente difícil correlacionar las declaraciones bíblicas relativas a la historia egipcia con fechas conocidas y acontecimientos de la historia secular.

Entre los eruditos bíblicos que creen en la historicidad de José, hay un asentimiento general de que sus actividades en Egipto ocurrieron durante la primera mitad del segundo milenio AC. Muchos creen que ejerció sus funciones durante el gobierno de uno de los reyes hicsos.

Bajo los ilustres reyes de la poderosa duodécima dinastía (1991 hasta aproximadamente 1780 AC), florecieron el arte, la arquitectura y la literatura de Egipto. La economía nacional era sana. Egipto ejercía una poderosa influencia en el Asia occidental hacia el norte y en Nubia hacia el sur, y realizaba un extenso comercio con varios países extranjeros. Las dos dinastías siguientes fueron débiles, y fueron derrotadas por ejércitos asiáticos cuyos jefes se llamaban a sí mismos Heqa'cha' Ñ ut , "gobernantes de países extranjeros". La transliteración griega de este título se traduce en castellano como hicsos. Josefo explica el nombre como que significa "reyes pastores", pero esto es dudoso. Los nombres de los diversos gobernantes hicsos indican que la mayoría de ellos fueron semitas aunque unos pocos tenían nombres indoeuropeos. Algunos de estos reyes pudieron extender su poder por la mayor parte de Egipto, al paso que otros encontraron necesario tolerar a los gobernantes locales en varias partes del país.

Desde los tiempos de los griegos los gobernantes hicsos han estado divididos tradicionalmente en dos dinastías, la decimoquinta y decimosexta, que gobernaron Egipto desde Avaris su capital, en el delta, aproximadamente desde 1730 a 1580 AC. Durante la última parte de este período, los gobernantes locales egipcios de Tebas gradualmente extendieron su influencia sobre todo Egipto, arrollando a los hicsos hacia el norte. Finalmente conquistaron Avaris y expulsaron a los hicsos del país. Estos últimos se mantuvieron durante otros tres años en la fortaleza de Saruhén, en el sur de Palestina, pero otra vez fueron derrotados y finalmente desaparecieron yendo hacia el norte. Así terminó el segundo período intermedio, de la decimotercera a la decimoséptima dinastía, el cual había durado unos 200 años. Los gobernantes oriundos de Egipto que riñeron la guerra de liberación contra los hicsos -Kamosis y Sekenenre- pertenecieron a la decimoséptima dinastía. Sus sucesores, los poderosos reyes de la decimoctava dinastía, fundaron el imperio, o nuevo reino, durante el cual ocurrió el éxodo.

Los hicsos asiáticos fueron intensamente aborrecidos por los egipcios, quienes, al volver al poder, destruyeron todos los monumentos de los hicsos y todos sus registros, con el resultado de que muy poco se sabe en cuanto a ellos. Todo lo que queda son los nombres de sus reyes, unas pocas expresiones sarcásticas en cuanto a ellos y algunos episodios breves de la guerra de liberación. En resumen, las pruebas para ubicar a José en el período de los hicsos son las siguientes:

1. La cronología bíblica. Si hacemos un cómputo regresivo hasta el éxodo desde el 4º año de Salomón (1 Rey. 6: 1) -que es ubicado por la cronología de los reyes, basada en la fecha generalmente aceptada de 853 AC para la muerte de Acab- y luego vamos hacia atrás 215 años antes del éxodo, hasta la entrada de Jacob en Egipto (ver com. de Gén. 15: 13), cuando José tenía 39 años de edad (ver com. de Gén. 27: 1), encontraremos que José vivió en la mitad del período de los hicsos.

2. Los caballos y los carros fueron introducidos en Egipto por los hicsos, pues se desconocían en el país antes de esa invasión. Puesto que caballos y carros se mencionan repetidas veces en el relato de José (caps. 41: 43; 46: 29; 47: 17), sus actividades en Egipto no pueden haberse realizado antes del tiempo de la supremacía de los hicsos.

3. La declaración de que Potifar, el capitán de la guardia personal de Faraón, era " "varón egipcio" (cap. 39: 1) tendría significado solamente en un tiempo cuando era la excepción encontrar a gente oriunda de Egipto ocupando cargos elevados.

4. Es más probable que un semita, como José, fuera promovido al alto cargo de primer ministro bajo los reyes hicsos -de los cuales la mayoría eran semitas -que bajo un monarca oriundo de Egipto.

5. Avaris, la residencia de los reyes hicsos, está en la sección noreste del delta del Nilo, cerca de la tierra de Gosén. Este hecho concuerda con ciertas inferencias del relato de José de que la capital no estaba lejos del lugar donde se habían afincado Jacob y sus hijos (cap. 45: 10). Avaris y Gosén están sólo a unos 40 km. de distancia.

6. La declaración de que se levantó un nuevo rey que no conocía a José (Exo. 1: 8) encuentra su mejor explicación suponiendo que se hace referencia a un faraón de la decimoséptima o decimoctava dinastía que había expulsado a los hicsos y que naturalmente odiaba a todos los que habían recibido favores de ellos.

7. El silencio de todos los registros egipcios acerca de José tiene que decirnos algo, de haber vivido José en el tiempo de la supremacía de los hicsos, ya que los registros de éstos fueron sistemáticamente destruidos.

8. Los registros egipcios del período anterior a los hicsos muestran la existencia de empresas privadas y propiedad privada de la tierra y el ganado. Todo esto cambió durante el tiempo del segundo período intermedio, y encontramos que cuando los oriundos de Egipto recuperaron el poder, las tierras y el ganado -excepto la propiedad eclesiástica - eran considerados como posesión de la corona. La explicación para este cambio se encuentra en Gén. 47: 18-26.

Los argumentos que parecen oponerse a colocar el período de José como primer ministro en el tiempo de los hicsos serán tratados más adelante.

Varón egipcio.

Retomando el hilo del relato de José, interrumpido por la inserción del incidente de Judá y Tamar, Moisés repite en esencia lo que había declarado en el cap. 37: 36. La única adición importante es la declaración de que Potifar era varón egipcio. Esto parece sugerir que José llegó a Egipto en un tiempo cuando era raro encontrar que un egipcio ocupara una posición responsable en el gobierno.


2.

Jehová estaba con José.

Aunque José se encontraba en un país extranjero, abatido de la posición de hijo favorito de un hogar rico a la condición social de esclavo, Jehová todavía estaba a su lado para bendecir y prosperar la obra de sus manos. Es el designio de Dios que los hombres del mundo, atraídos por la diligencia, la solicitud y la energía manifestadas por los fieles siervos de Dios en la tierra, aprendan de él de esa manera. La confianza de Potifar en José aumentó mientras observaba las bendiciones del Dios de José sobre su propiedad en la casa y en el campo, con el resultado de que finalmente le entregó el manejo de todos sus asuntos personales.

Evidentemente, José era atento, diligente y concienzudo en la realización de sus deberes en el hogar y, también, fiel y consagrado a los intereses de su amo. El éxito raras veces acompaña al negligente, al perezoso o al falto de principios. Aunque se daba cuenta de que Jehová velaba sobre él (vers. 9; cap. 45: 5), debe haber sido una fuente de satisfacción para José saber que sus fieles servicios eran apreciados por su amo terrenal.


6.

De hermoso semblante y bella presencia.

Literalmente, "bello en estatura y bello en apariencia" o "apuesto y de buena presencia" (BJ). José debe haber heredado esto de su madre Raquel, para quien se usan las mismas palabras en hebreo (cap. 29: 17; PP 209). No hay duda de que el hecho se menciona aquí en anticipación del episodio que sigue y del cual constituye una introducción.

7.

La mujer de su amo.

En este momento de crisis, la integridad personal de José resalta en agudo contraste con la de sus hermanos. ¿Qué habría hecho Rubén (cap. 35: 22) o Judá (cap. 38: 16) en estas circunstancias. No es de admirarse que Jacob favoreciera a José y que Potifar depositara tanta confianza en él. Esta confianza en él reforzó su sereno propósito de ser leal a Dios, y le resultaron aún más deseables sus excelsos ideales de honor personal e integridad.


10.

Hablando ella a José cada día.

El carácter de José se mantuvo firme bajo un ataque persistente. Sabiamente rehusó aun estar en compañía de ella. Al rehusarse a ello, José revelaba sinceridad, sabiduría y determinación en la senda de lo correcto. Cuanto más fuerte la tentación, más resuelto estuvo él a resistirla.


12.

Su ropa.

No es seguro qué clase de ropa llevaba José. La palabra hebrea béged es un término genérico para vestimenta y hasta puede significar una frazada. La mayoría de los comentadores han pensado que se trataba de una túnica larga sostenida desde los hombros. Sin embargo, en los antiguos relieves egipcios y sus pinturas rara vez aparecen los hombres con vestimentas largas. El vestido término medio de un hombre, desde el rey hasta el esclavo, era un taparrabo. En el caso de la realeza, era de material fino inmaculadamente limpio y almidonado. En todos los otros casos era de menos valor, y su calidad era determinada por su condición social. Los capataces ocasionalmente son pintados con un trozo de tela blanca que cuelga de sus hombros y se arrolla en torno del cuerpo. Esto fue quizá lo que la esposa de Potifar le arrebató a José mientras él huía de la casa.


14.

Nos ha traído.

Es interesante notar que al contar a los otros siervos el asunto, la esposa de Potifar habló de su esposo sencillamente en tercera persona: "Nos ha traído un hebreo". Esto muestra cuán poco respeto tenía por él y hace resaltar su propio carácter ordinario y desenfrenado.

Siempre parece existir en la naturaleza humana la debilidad de echar la culpa a otros por las propias faltas. Así fue en el caso de Adán y Eva en el huerto del Edén (Gén. 3: 12, 13). Esto no es sino un reflejo del espíritu del "acusador de nuestros hermanos" (Apoc. 12: 10), que trata de justificarse calumniando a los que sirven al Señor (Zac. 3: 1). Por supuesto, su propósito final es demostrar que Dios no es justo en su trato con los seres creados (Job 1: 8-11; 2: 1-5). Haciendo resaltar los defectos ajenos, sean reales o imaginarios, por contraste se pretende hacer aparecer como mejor al que habla.

Un hebreo.

Esto es, un descendiente de Heber (ver com. de caps. 10: 21; 14: 13). Generalmente era de esta manera como los descendientes de Jacob se referían a sí mismos como pueblo, y también como otros los denominaban a ellos (Gén. 39: 17; 40: 15; 41: 12; 43: 32; Exo. 1: 15, 16, 19; 2: 6; etc.). Originalmente un "judío" era un descendiente de Judá, pero después del cautiverio el término perdió su aplicación estrictamente tribal.

Hiciese burla.

En Gén. 26: 8 la misma expresión hebrea se traduce "acariciaba". Parecería que aquí, como en el caso de Isaac y Rebeca, se aplica a una conducta solamente propia entre esposo y esposa (ver también com. de cap. 21: 9).


15.

Dejó ... su ropa.

La esposa de Potifar fue cuidadosa en no declarar que José había dejado su vestimenta en manos de ella, pues eso habría revelado su duplicidad.


20.

Lo puso en la cárcel.

Al repetir su relato a su esposo, la esposa de Potifar indirectamente le echaba la culpa a él por la supuesta afrenta al referirse a José como " "el siervo hebreo que nos trajiste" " (vers. 17). La acción de Potifar al encerrar a José con delincuentes políticos puede considerarse de unidad extrema en vista del castigo que se acostumbraba infligir por el crimen de que estaba acusado. En tiempos posteriores, el castigo por inducir al adulterio era mil golpes dados en la planta de los pies, y por la violación de una mujer libre era aún más severo (Diodoro i.78). La lenidad de Potifar sin duda reflejaba su confianza en la integridad de José y, por contraste, muy poco crédito dado al relato que hizo su esposa del episodio. Sin embargo, el castigo de José parece haber sido severo al principio, pues superó lo que implica el relato del Génesis. De acuerdo con Sal. 105: 18, "afligieron sus pies con grillos" . Hay un papiro egipcio, ahora en el Museo Británico, que relata una "narración de los dos hermanos", la cual superficialmente recuerda el relato de José y la esposa de Potifar. Numerosos eruditos han pretendido que éste es el original de la narración del caso de José, y aunque los dos casos son similares en algunos respectos, las diferencias sobrepujan con mucho a las similitudes. Además el relato egipcio tiene un marco mitológico y es de un origen posterior al libro del Génesis por lo menos en 250 años.


21.

Jehová estaba con José.

La misma Providencia que había ayudado a José en la casa de Potifar lo siguió en la prisión y le proporcionó consuelo en su nueva aflicción. Moisés atribuye a la ayuda de Dios el rápido favor que encontró ante el jefe. Las aflicciones de su encierro deben haber sido considerablemente mitigadas por la creciente confianza que le tenía el carcelero, puesto que la bendición del Señor acompañaba todas las cosas que entregaba a su cuidado. Aunque José había sido tratado injustamente, hizo lo mejor posible dentro de las circunstancias en que se hallaba. Cumpliendo sus deberes con un espíritu alegre, cortés y simpático, ganó la confianza del que tenía la autoridad y al mismo tiempo preparó el camino para su liberación final.


COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE

1-23 PP 215-218; SR 101-103

1-3 PP 216

4 5T 321

6 PP 216; SR 101

7, 8 PP 216

9 CE (1949) 38; DMJ 40; Ed 49, 249; HAd 300; HAp 459; 2JT 238; MeM 20, 78,99, 123; PP 217, 488; SR 102; 4T 544; 5T 124, 628; TM 445

12-14 3TS 376

17-23 PP 218

19, 20 CV 78; MeM 78

Génesis 39 RVR60


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