Comentario Bíblico Adventista Génesis 15
Comentario Bíblico Adventista
Génesis Capítulo 15
l.
La palabra de Jehová.
Esta nueva revelación del Señor difiere de las previas tanto en la forma como en la sustancia, y constituye otro punto crucial en la vida de Abram. La notable frase "la palabra de Jehová" , tan común después en las Escrituras (Exo. 9: 20; Núm. 3: 16; Deut. 34: 5; 1 Sam. 3: 1; Jer. 1: 4, 11; etc.), se usa aquí por primera vez. Esta frase, inseparablemente relacionada con la obra de los profetas, encuadra con exactitud en esta divina revelación a Abram (ver Gén. 15: 4, 5, 13-16, 18- 21), tanto más cuanto que Dios mismo se refiere a Abram como a un profeta (cap. 20: 7).
En visión.
Aunque ésta no es la primera visión registrada en la Biblia, la palabra "visión" se usa aquí por primera vez. Las revelaciones de Dios se realizaron en formas diferentes, ya fuera para los patriarcas, profetas, evangelistas o apóstoles: (1) Mediante la manifestación personal de la segunda persona de la Deidad, la cual más tarde se encarnó para la salvación de la humanidad. (2) Mediante una voz audible, acompañada a veces por la aparición de símbolos, como en el bautismo de Jesús, en Mat. 3: 16,17. (3) Mediante la ministración de ángeles que aparecieron como seres humanos y realizaron milagros para acreditar su misión, como en el caso de la madre de Sansón en Juec. 13: 3-7. (4) Mediante la acción poderosa del Espíritu de Dios sobre la mente para impartirle un claro concepto y una vigorosa convicción de la verdad de las cosas percibidas, como en el caso de Pablo en Hech. 20: 23. (5) Mediante sueños, como en el caso de Jacob de Gén. 28: 11-15. (6) Mediante visiones realizadas de día o de noche, como en el caso que se trata aquí o el de Balaam de Núm. 24: 4,16. Las dos últimas fueron las formas más comunes que Dios usó para comunicar su voluntad a los hombres. Esto está de acuerdo con el anuncio divino: " "Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él" " (Núm. 12: 6).
No temas.
Estas tranquilizadoras palabras tenían el propósito de que la
mente de Abram quedara en paz. Los reyes de Mesopotamia podrían volver para
vengar su derrota, o los paganos cananeos, ya celosos del poder creciente de
Abram, podrían atacarlo. Pero Dios le prometió ser "su escudo", el símbolo de
protección en las guerras antiguas (ver Sal. 3: 3), y su "galardón". Ambas cosas
había experimentado Abram durante la expedición militar anterior, pues Dios lo
había protegido en la batalla y lo había recompensado con la victoria. Debía
creer que Dios continuaría haciendo por él lo que había hecho en lo pasado.
2.
Ando sin hijo.
El temor de Abram
no se debía tanto a posibles represalias militares como a que todavía no tenía
un heredero. Para otros problemas más inmediatos, su mente recurría a la promesa
divina que lo había llevado a Canaán en primer lugar. Siendo que no tenía hijos,
¿cómo podría realizarse la promesa de Dios de que él llegaría a ser el
progenitor de una gran nación? La combinación "Señor Dios", 'Adonai Yahweh
aparece aquí por primera vez. Reconociendo en Dios a su Señor, Gobernante y
Monarca, Abram se dirigió a él como a 'Adonai , "mi Señor", y añadió a eso el
nombre personal divino "Jehová".
El mayordomo de mi casa.
Los
registros mesopotámicos, particularmente de los tiempos patriarcales de la
ciudad de Nuzi, han ayudado a entender este pasaje que hasta entonces era
oscuro. Esos registros muestran que una pareja rica que no tuviera hijos podía
adoptar a uno de sus esclavos, que llegaba a ser el heredero de toda su
propiedad, y que también los cuidaba en su ancianidad. Los derechos y deberes
relacionados con la adopción eran escritos, sellados y luego firmados por varios
testigos así como por las dos partes del convenio. Abram temía que no le quedara
otro camino sino seguir la práctica común de su tiempo y adoptar como su hijo
legal y heredero a su servidor más digno de confianza, Eliezer de Damasco. Este
pensamiento se expresa primero en la frase hebrea que la VVR traduce como
"mayordomo de mi casa" . literalmente: "el hijo de la posesión de mi casa" , lo
que significaba "aquel que será el heredero de mi casa". El mismo pensamiento
claramente se repite con las palabras: "He aquí que será mi heredero un esclavo
nacido en mi casa" (vers. 3). Todos los anhelos, sufrimientos y desengaños de
los años de la vida matrimonial de Abram se expresan en este lamento, que nadie
nacido de él sino sólo uno nacido en su casa sería su heredero. Eliezer, nacido
en la casa de Abram, y criado como todos los otros siervos de Abram en el temor
del Señor, no sólo era un esclavo digno de confianza sino un fiel seguidor del
patriarca. Era "hombre piadoso y experimentado, de sano juicio" (PP 169).
5.
Mira ahora los cielos.
Esto
muestra que la visión le fue dada a Abram por la noche. Estando todavía en
visión, el patriarca fue llevado al aire libre y se le ordenó que levantara los
ojos hacia el cielo estrellado y contara -si podía hacerlo- sus miríadas de
resplandecientes orbes, si quería saber el número de su descendencia.
6.
Creyó a Jehová.
Pablo usó este
texto como la piedra angular sobre la cual erigió la doctrina de la
justificación por la fe (Rom. 4: 3; Gál. 3: 6). Aunque la posibilidad de que
Abram tuviera hijos había disminuido desde que Dios le diera la primera promesa,
puesto que su edad había aumentado, no vaciló en aceptar la palabra de Dios de
que sería así. La forma verbal hebrea traducida "creyó", he'emin , viene de la
misma raíz de la palabra amén , con la cual destacamos nuestro deseo de que Dios
oiga y realice nuestras oraciones. Este verbo expresa completa confianza en el
poder y en las promesas de Dios. Además la forma particular del verbo que aquí
se usa expresa que ésta no sólo fue la experiencia histórica de Abram en ese
momento, sino también un permanente rasgo de carácter. Perseveró creyendo.
La fe de Abram y su confianza en Dios -comparable a la de un niño- no lo
hicieron "justo", sino más bien "le fue contado por justicia" por el Señor. Por
primera vez se presentan juntos estos importantes conceptos: fe y justificación.
Es obvio que Abram no había tenido "justicia" basta que le fue atribuida por
Dios. Y si él no la tuvo, ningún hombre jamás la ha tenido. Abram era pecador y
necesitaba redención, como cualquier otro ser humano; pero cuando Injusticia le
fue imputada, también se le extendieron la misericordia y la gracia, que
incluían el perdón de su pecado y hacían accesibles las recompensas de la
justicia. Por primera vez aquí aparece la plena importancia de la fe. También
aquí, por primera vez, se menciona la justicia imputada. De aquí en adelante,
ambos conceptos fundamentales se presentan en las Sagradas Escrituras hasta ser
tratados exhaustiva y magistralmente por la pluma del apóstol Pablo (Rom. 4).
7.
Yo soy Jehová.
Entre los vers. 6
y 7 tiene que haber habido un lapso de longitud indeterminada. La nueva
revelación se realiza durante el día, indudablemente hacia el fin del día (vers.
12 y 17), al paso que la primera visión se había realizado durante la noche
(vers. 5). Esto puede haber ocurrido al día siguiente, o posiblemente después.
No se describen las circunstancias iniciales de la nueva revelación.
Para darte a heredar esta tierra.
Por tercera vez Dios le
aseguró a Abram que había de poseer toda la tierra de Canaán (caps. 12: 7; 13:
14, 15). Pero su condición no había cambiado en lo más mínimo desde que entró
por primera vez en Canaán. Dios repitió la promesa a intervalos, y Abram la
aceptó sin ver nunca una señal visible de su cumplimiento. Todavía estaba
errante y sin hogar como había estado cuando llegó de Mesopotamia, y no tenía
hijos. Era natural que esas preguntas surgieran en su mente.
8.
¿En qué conoceré?
Este pedido de
una señal puede compararse con los pedidos de Gedeón (Juec. 6: 17, 36-40) y
Ezequías (2 Rey. 20: 8). La pregunta de Abram no era un síntoma de incredulidad
o duda, sino la expresión de un anhelo cordial de ver el cumplimiento de las
promesas de Dios. Más tarde, Zacarías pidió una señal debido a su incredulidad
(Luc. 1: 18, 20), pero María presentó una pregunta similar al ángel teniendo fe,
y anhelando humildemente una seguridad adicional (Luc. 1: 34, 35). Dios, que ve
el corazón y responde de acuerdo con lo que ve, reconoció el derecho de su fiel
siervo Abram de procurar una plena seguridad para su fe.
9.
Tráeme una becerra.
Dios condescendió en entrar en un
pacto solemne con Abram, en una forma usual entre los antiguos. La expresión
"llevar a cabo" o "hacer" un pacto (vers. 18), literalmente, "cortar" un pacto,
se derivaba de la práctica que aquí se describe. Los animales que se le indicó a
Abram que usara eran precisamente los que más tarde prescribió Moisés como
bestias para los sacrificios (Exo. 29: 15; Núm. 15: 27; 19: 2; Deut. 21: 3; Lev.
1: 14). El requisito de que los cuadrúpedos fueran de "tres años" especifica que
se trataba de animales maduras.
10.
Los
partió por la mitad.
Cada uno de los tres animales fue sacrificado y
dividido, y las dos mitades colocadas una enfrente de la otra con un espacio
intermedio. Las aves fueron muertas pero no divididas. Probablemente una fue
colocada a un lado y la otra al lado opuesto. Los participantes del pacto debían
caminar entre los pedazos divididos prometiendo simbólicamente obediencia
perpetua a las cláusulas que así se convenían solemnemente. Las vidas de los
animales eran la garantía de las vidas de los que participaban en el pacto. Esta
práctica continuó en vigencia durante muchos siglos, pues la encontramos
utilizada en el tiempo de Jeremías (Jer. 34: 18, 19).
11.
Descendían aves de rapiña.
Por supuesto, esto ocurrió y
no fue meramente una visión o sueño. La realidad de que Abram cumplió las
direcciones divinas queda demostrada por el hecho de que tuvo que ahuyentar las
aves de rapiña que trataban de alimentarse de los cadáveres. En las tierras
orientales, si no se les impide hacerlo, los buitres y otras aves comienzan a
consumir los animales caídos inmediatamente después de su muerte, y por lo
general dejan blanqueando sus huesos en cuestión de minutos. Abram caminó
reverentemente entre las partes cortadas del sacrificio de acuerdo con la
costumbre. Sin embargo, no hubo evidencia visible de que Dios de su parte
aceptara las obligaciones del pacto. Esto había de venir más tarde (vers. 17).
Pero hasta entonces Abram sintió que era su deber proteger los cadáveres de que
fueran desgarrados y devorados (PP 131).
12.
El sueño.
( "Sopor" BJ). No se dice si el sueño de
Abram fue el resultado natural del cansancio del trabajo del día o un sueño
provocado por Dios. La palabra hebrea traducida "sopor" (BJ) también se usa en
el cap. 2: 21 para el estado inconsciente en que Dios sumió a Adán cuando creó a
Eva. En 1 Sam. 26: 12 se dice que este mismo "profundo sueño" provino "de
Jehová". El uso de esta palabra particular unido al hecho de que Dios se le
apareciera a Abram mientras éste así dormía, parece apoyar el punto de vista de
que el sueño fue sobrenaturalmente provocado.
Grande oscuridad.
No se da el significado de este horror que sobrecogió a Abram. Puede
haber sido el propósito de Dios impresionarlo con la aflicción que debía sufrir
su posteridad.
13.
Ten por cierto.
Este sueño -o quiza fue una
visión- le aclaró a Abram las promesas que le habían sido hechas previamente. La
información adicional, ahora revelada, le aclaró que no podía esperar una
posesión inmediata de Canaán. Pero se presenta la seguridad de la promesa en la
forma más vigorosa de que es capaz el idioma hebreo. La frase puede traducirse
literalmente: "sabiendo, sabrás". Quizá Abram se preguntó muchas veces cuánto
tiempo más tendría que permanecer siendo extranjero en la tierra prometida, y
cómo podría él alguna vez realizar el cumplimiento de las promesas de Dios. Esta
revelación no dejó ninguna duda en cuanto a que seguiría siendo peregrino
mientras viviera, lo mismo que sus cuatro generaciones de descendientes que
todavía no habían nacido. En la visión no se menciona la tierra en la cual
peregrinarían, pero su cumplimiento indica con claridad que se trataba tanto de
Canaán como de Egipto. Puesto que Canaán dependió económicamente de Egipto
durante los días de Abram e Isaac, y era también dependiente en el sentido
político durante los reyes hicsos, en el tiempo de Jacob y José, no es extraño
encontrar que ambos países estaban incluidos en la forma singular "tierra
ajena".
Será esclava.
Cuán extraño debe haberle parecido a Abram
que sus descendientes, acerca de los cuales se habían hecho tan maravillosas
promesas, habían de ser esclavos de aquellos en cuyo medio vivirían. Esta
profecía se cumplió a su debido tiempo. Su nieto Jacob fue siervo de Labán
durante 20 años (cap. 31: 41). Su bisnieto José aún fue vendido como esclavo, y
más tarde puesto en prisión (caps. 39: 1; 40: 4). Finalmente todos los
descendientes de Israel fueron esclavizados en Egipto (Exo. 1: 13, 14).
Será oprimida.
Esa etapa de la historia de Israel había de
incluir no sólo servidumbre sino también aflicción y persecución.
El
cumplimiento de esta profecía puede comprobarse prácticamente en cada generación
durante cuatro siglos. Isaac, el hijo de Abram fue " "perseguido" por Ismael
(Gál. 4: 29; cf. Gén. 21: 9). Jacob huyó de Esaú para salvar su vida (Gén. 27:
41-43) y más tarde de Labán (cap. 31: 2, 21, 29). José fue vendido como esclavo
por sus propios hermanos y más tarde injustamente arrojado en la cárcel (caps.
37: 28; 39: 20). Finalmente los hijos de Israel fueron grandemente oprimidos por
los egipcios después de la muerte de José (Exo. 1: 89 12).
Cuatrocientos
años.
Las preguntas que se han de contestar son: (1) ¿Es éste el tiempo
de aflicción, o el tiempo de permanencia en Egipto, o ambas cosas? (2) ¿Cómo se
relacionan estos 400 años con los 430 de Exo. 12: 40, 41 y Gál. 3: 16, 17? La
primera pregunta depende de la solución que se dé a la segunda.
La
declaración de Exo. 12: 40, es a saber, que "el tiempo que los hijos de Israel
habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años", parece implicar que los
hebreos estuvieron realmente 430 años allí, desde la entrada de Jacob hasta el
éxodo. Es evidente, por Gál. 3: 16, 17, que éste no puede ser su significado.
Allí se dice que la ley fue promulgada en el Sinaí 430 años después del pacto
entre Dios y Abram. Si Pablo se refiere a la primera promesa hecha a Abram en
Harán (Gén. 12: 1-3), los 430 años comenzaron cuando Abram tenía 75 años (cap.
12: 4). Los 400 años de aflicción comenzarían pues 30 años más tarde, cuando
Abram tenía 105 y su hijo Isaac 5 años de edad (cap. 21: 5). Esto ocurriría por
el tiempo cuando Ismael, que "había nacido según la carne", "perseguía " [ "a
Isaac" ] " al que había nacido según el Espíritu" (Gál. 4: 29; Gén. 21: 9-11).
El tiempo exacto desde el llamado de Abram hasta la entrada de Jacob en
Egipto fue de 215 años (ver Gén. 12: 4; 21: 5; 25: 26; 47: 9), lo que dejaría
215 años de los 430 como el tiempo que realmente pasaron allí los hebreos. Por
esta razón, los 430 años de Exo. 12: 40 deben incluir la permanencia en Canaán
tanto como la estada en Egipto, desde la vocación de Abram hasta el éxodo. La
LXX traduce así Exo. 12: 40: " "Y la permanencia de los hijos de Israel,
mientras habitaron en la tierra de Egipto y la tierra de Canaán, fue de
cuatrocientos treinta años". " Como ya se ha señalado, la tierra de Canaán
dependía tanto de Egipto durante el período patriarcal, que los faraones de
Egipto en realidad la consideraban como suya y se referían a ella como tal.
Durante la dinastía XVIII, cuyos faraones dominaron tanto a Palestina como a
Siria, Moisés podía incluir apropiadamente a Canaán dentro de los términos de
Egipto como lo hizo en Exo. 12: 40.
14.
La
nación.
Sin revelar el nombre de la nación a que hacía referencia, la
profecía indica el tiempo de las plagas que vendrían sobre Egipto (ver Exo. 6:
6).
Saldrán con gran riqueza..
Esta promesa se cumplió
notablemente en la liberación milagrosa de los hebreos de la servidumbre, y en
la inmensa riqueza que llevaron consigo (Exo. 12: 36).
15.
Vendrás a tus padres.
La mayoría de los comentadores
explican este texto como que implicara la inmortalidad del alma y su existencia
desencarnada en algún asilo para las almas de los difuntos. Sin embargo, una
interpretación tal ignora una figura de lenguaje común en el hebreo y fuerza las
palabras figuradas para darles un sentido literal. "Venir" " al padre de uno
(Gén. 15: 15), "unirse" con el pueblo de uno (cap. 25: 8, 17) o "reunirse" con
sus padres (Juce. 2: 10) y " "dormir" " con sus padres (2 Rey. 10: 35) son
metáforas comunes en hebreo que sencillamente significan "morir". Deducir de
estas expresiones la inmortalidad del alma separada del cuerpo, es dar por
verdadero lo que las Escrituras niegan en otros pasajes (por ejemplo, ver Sal.
146: 4; Ecl. 9: 5, 6; etc.). Abram murió finalmente, y no recibirá la promesa
hasta que los héroes de todos los siglos sean recompensados por su fe (ver Heb.
11: 10, 13, 39, 40; 1 Tes. 4: 16, 17; Mat. 16: 27; Col. 3: 3, 4).
Serás
sepultado.
Esto hace resaltar el punto de vista que se acaba de
expresar, a saber, que no se le prometió a Abram que su alma volaría al cielo o
a algún otro lugar. Sería sepultado como lo habían sido sus antepasados. Ellos
descansaban en sus tumbas; Abram se les uniría. Con todo, Dios lo consoló con la
seguridad de una vejez pacífica. Abram vivió hasta tener 175 años (Gén. 25: 7,
8).
16.
En la cuarta generación.
Los comentadores que aplican los 400 años del vers. 13 al tiempo que
realmente pasaron los hebreos en Egipto, encuentran aquí una grave dificultad.
Deben suponer que las cuatro generaciones tuvieron un promedio exacto de 100
años cada una. Esto es contrario a la evidencia de que disponemos. Sin embargo,
puesto que los 400 años del vers. 13 se deben referir al tiempo que va desde
Abram hasta el éxodo (ver com. de vers. 13) y puesto que el tiempo que realmente
pasó Israel en Egipto fue sólo de 215 años, no existe ninguna discrepancia entre
esta predicción y su cumplimiento. Caleb perteneció a la cuarta generación
contando desde Judá (1 Crón. 2: 3-5, 18) y Moisés desde Leví (Exo. 6: 16-20).
Los intentos para determinar la duración de una "generación" sobre la base de
Gén. 15: 13, 16 son injustificados, y los resultados son completamente
engañosos. Sin embargo, esto podría significar que una "generación", o grupo de
personas, entró en Egipto, dos moraron allí, y la cuarta salió del país.
La maldad del amorreo.
Hubo dos razones fundamentales para la
indudable dilación en el cumplimiento de la promesa divina. En primer lugar, se
necesitaría tiempo para que se multiplicara la descendencia de Abram hasta el
punto de poder tomar el país. En segundo lugar, el amor y la justicia de Dios
demandaban que hubiera una prolongación del tiempo de gracia de los amorreos
para que ni ellos ni otros acusaran a Dios de injusticia y parcialidad cuando
llegara el tiempo de destruirlos y tomar su territorio. En otras palabras, los
hebreos no estaban listos para poseer la tierra ni Dios estaba listo para
desposeer a los amorreos.
Hay un grado de iniquidad señalado más allá
del cual no pueden ir las naciones sin enfrentarse con los castigos de Dios. La
profundidad de la depravación y degeneración moral en que se habían sumido los
habitantes de Canaán en el tiempo de Moisés queda de manifiesto por su
literatura mitológico, posteriormente descubierta. Ellos describen a sus dioses
como seres crueles y sedientos de sangre, que se matan y engañan mutuamente, y
cuya inmoralidad sobrepasa toda imaginación. A semejanza de los antediluvianos y
de los sodomitas los habitantes de Canaán, al igual que sus dioses, estaban
movidos por las pasiones más viles. Los encontramos sacrificando a sus hijos,
adorando serpientes y practicando rituales inmorales en sus templos. Sus
santuarios albergaban a prostitutas profesionales y a homosexuales. Los
amorreos, la más poderosa de las diversas tribus cananeas, aquí representan a
todos los habitantes de Canaán (ver Jos. 24: 15; Juec. 6: 10; etc.).
17.
Un horno humeando.
La fase
final de la revelación divina tenía el propósito de impresionar a Abram con la
seguridad de las promesas de Dios. "Un horno humeando" o una "antorcha de
fuego", símbolos de la presencia divina, pasó entre los cadáveres partidos, así
como Abram mismo lo había hecho antes a la luz del día. Es evidente que esto no
fue meramente una visión, porque los animales fueron consumidos totalmente (PP
131, 132). Con esta señal visible Dios confirmó su pacto con Abram, el cual así
por primera vez contempló el símbolo sagrado de la presencia divina.
18.
Esta tierra.
Con esto Dios
reafirmó su promesa acerca de la posesión de la tierra de Canaán. Por primera
vez se indican los límites geográficos precisos de la tierra prometida. En
realidad esos límites se alcanzaron durante los reinados de David y Salomón (1
Rey. 4: 21; 2 Crón. 9: 26).
19.
Los ceneos.
La lista de las diez tribus no incluye a todos los cananeos. El número
quizá es un símbolo de universalidad. Los ceneos estaban en las partes
montañosas del sudoeste de Palestina, cerca de los amalecitas (Núm. 24: 20, 21;
1 Sam. 15: 6; etc.). No es seguro su origen. En alguna época pueden haberse
emparentado mediante casamientos con los madianitas, pues Hobab, cuñado de
Moisés, es llamado ceneo (Juec. 1: 16; 4: 11) y también madianita (Núm. 10: 29).
Pueden haber sido un grupo familiar de los madianitas.
Los cenezeos.
No han sido identificados todavía. Algunos piensan que eran
descendientes de Cenaz, nieto de Esaú (Gén. 36: 15). Si esto es así, su mención
aquí como una tribu, necesariamente es profético, pues Esaú, nieto de Abram, no
había nacido todavía. Esta idea es difícilmente aceptable.
Los
cadmoneos.
No se los menciona en ninguna otra parte. No se puede
determinar su origen. Su nombre, que significa "orientales", señala las regiones
del este de Canaán como su morada.
20.
Los
heteos.
Ver com. de cap. 10: 15.
Los ferezeos.
Ver com.
de cap. 13: 7.
Los refaítas.
Ver com. de cap. 14: 5.
21.
Los amorreos.
Para este grupo
tribal y otros grupos similares mencionados en el vers. 21, ver com. de cap. 10:
15, 16.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-21 PP 130-132; SR 75, 76
1 CS 92; DMJ 35; 3T 434; 6T
312; 7T 287; 9T 152
1, 3 SR 76
1-3 PP 130
5 SR 75, 77
6 PP 387
12 PP 131
12-14 SR 75
13 FE 287
13, 14 PP 287; SR 120
14 DTG 23
16 2JT 62; PP 235, 462
18 PP 1321 774
CBA Génesis
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA GÉNESIS
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