Comentario Bíblico Adventista Génesis 27
Comentario Bíblico Adventista
Génesis Capítulo 27
1.
Cuando Isaac envejeció.
Por las siguientes conclusiones, Isaac debe haber tenido unos 137 años cuando sucedió el incidente narrado en este capítulo. Esaú ya estaba casado (vers. 46; cap. 26: 34). Esto ocurrió cuando Isaac tenía 100 años (cap. 25: 26). Pero, como se verá, los sucesos aquí registrados deben haber ocurrido en una fecha muy posterior. Jacob tenía 130 años cuando descendió a Egipto (cap. 47: 9), y su hijo José 39. Esto es claro por el hecho de que el último de los nombrados tenía 30 años cuando entró al servicio de Faraón (cap. 41: 46), y que desde entonces habían pasado 7 años de abundancia y 2 de carestía (caps. 41: 54; 45: 6). Estos 9 años deben ser añadidos a los 30, lo cual lleva a José a la edad de 39 años. Por lo tanto, Jacob tenía 91 años cuando José nació. Esto sucedió al final de los 14 años del servicio de Jacob en la casa de Labán (caps. 29: 18, 27; 30: 25). De ahí que Jacob tuviera 77 años cuando huyó a Harán. Puesto que la huida de Jacob probablemente se produjo poco después de los acontecimientos de este capítulo, y puesto que su padre Isaac tenía 60 años cuando Jacob nació (cap. 25: 26), la edad de Isaac en el cap. 27 puede haber sido de unos 137 años. Isaac vivió otros 43 años hasta la avanzada edad de 180 (cap. 35: 28).
4.
Para que yo te bendiga.
Puesto que su medio
hermano Ismael, 14 años mayor que él (caps. 16: 16; 21: 5), había muerto a la
edad de 137 años (cap. 25: 17), sus achaques propios de la edad que iban en
aumento pueden haberle sugerido el pensamiento de la muerte que se aproximaba.
Sin tomar en cuenta las instrucciones de Dios sobre los dos hijos, dadas antes
de que nacieran, y sin tener en cuenta que Esaú vendió su primogenitura y se
casó con cananeas, indudablemente Isaac persistió en su preferencia por Esaú.
Esa preferencia fue incrementada por su afición a la carne de los animales de
caza (cap. 25: 28). Era pues natural que pidiera un "guisado" para celebrar la
ocasión.
5.
Rebeca estaba oyendo.
¿Qué motivos la impelieron a ese proceder? Le parecía a ella que la
elección que Dios había hecho de Jacob estaba por ser desvirtuada. Era clara la
intención de Isac, y era contraria a la voluntad revelada de Dios.
Indudablemente ella llegó a la conclusión de que ni el razonamiento ni los
argumentos cambiarían el parecer de su esposo. Sintiendo que Dios necesitaba
desesperadamente de su ayuda, Rebeca tomó las cosas en sus manos. Recurrió a una
injusticia con la esperanza de enderezar otra. A ella la crisis le parecía real
y urgente. Isaac, suponiendo que estaba en su lecho de muerte, había dispuesto
transferir la primogenitura a Esaú. Enviando a Esaú al campo en procura de caza,
había iniciado el proceso de transferencia, que cuando se completara, sería
irrevocable. ¿Qué debía hacer ella? Podía prevenir lo que parecía ser una
injusticia irremediable. Esta era su última oportunidad de actuar, y si la
dejaba escapar, se habría perdido toda esperanza. Le parecía imposible dejar de
actuar cuando dependía de ella remediar la situación, y sencillamente confiar en
Dios para que guiara las cosas de la debida manera y en el tiempo oportuno. Por
un proceso de racionalización tal, procuró convencerse a sí misma de que
cualquier medio para conseguir el deseado fin era justificado. ¿No estaba acaso
ayudando a Dios para que realizara el deseo divino claramente expresado? Y si al
hacer eso cometía un pecado, ¿no estaba Dios obligado a perdonarla? Cuando los
hombres proceden en una forma que no está de acuerdo con la más estricta norma
de justicia, se oscurecen sus necios corazones. Lo blanco parece negro y lo
injusto parece correcto. Y siempre que lo que Dios ha dicho claramente que es
injusto parece ser correcto, el poder hipnótico del tentador es completo (Gén.
3: 6; Rom. 1: 21, 22; Isa. 5: 20; Miq. 3: 2).
12.
Traeré sobre mí maldición.
Rebeca acalló los temores de
Jacob acerca de la maldición que su padre podría pronunciar sobre él, si
descubría su engaño. Ella misma aceptaría la maldición. Estaba tan decidida en
su proceder como Isaac en el suyo. Resuelta a conseguir lo que le parecía de
valor supremo, y que estaba por escurrírsele de las manos, estaba decidida a
contar el costo más tarde; no ahora. Por el momento tan sólo le interesaba una
cosa. Estaba tan segura del éxito de su estratagema como para no temer la
posibilidad de una maldición.
14.
Fue.
Jacob accedió al plan de ella y tomó los cabritos. No se trataba de la
variedad común europea, cuya piel era completamente inadecuada para un engaño de
esa clase, Se trataba de los cabritos de piel parecida al camello del Oriente,
cuyo pelo negro y semejante a la seda a veces se usaba como sustituto del
cabello humano.
La objeción de Jacob muestra que él no estaba tan
preocupado por el mal proceder como por el riesgo de ser descubierto. La
naturaleza humana degenerada se preocupa menos del pecado que de sus
consecuencias. Tan sólo el Espíritu de Cristo puede impartir al hombre un
corazón contrito y arrepentido, valiente para hacer lo correcto y dispuesto a
confiar en Dios frente a los resultados de una conducta tal (ver 2 Cor. 7: 10;
Miq. 6: 8). Durante años, Jacob había hecho planes para obtener la codiciada
bendición, y ahora que estaba por escurrírsele de entre los dedos, se necesitó
sólo una pequeña insinuación de parte de Rebeca para transformar su vacilación
en activa cooperación. Sus propios deseos no santificados lo convirtieron en una
fácil víctima de los ardides del tentador.
19.
Yo soy Esaú.
La tarea de convencer al padre de ninguna
manera era fácil ni el éxito era seguro. Habiendo anunciado su llegada, Jacob se
vio frente a varios problemas embarazosos. Era necesario un engaño tras otro
para lograr su propósito. Se declaró ser Esaú, afirmó que la carne de los
cabritos era de venado, y atribuyó su rápido regreso a una supuesta bendición de
Dios.
24.
¿Eres tú mi hijo Esaú?
El
sentido del tacto de Isaac tiene que haber estado afectado seriamente por su
debilidad o por su edad. Por otro lado, su sentido del oído era más agudo y le
hizo sospechar de la voz de Jacob. Pero el aroma del campo y de la selva de las
ropas de Esaú (vers. 15) parecía confirmar el toque de las manos vellosas de su
hijo. Finalmente, el aroma fragante de las "viandas" " (vers. 9) incitó su
apetito y despejó sus temores. No podía ver, pero el tacto, el gusto y el olfato
prevalecieron sobre el oído. El error 390 original que había llevado a este
engaño era del mismo Isaac. Además él había proseguido deliberadamente con su
plan de investir a Esaú con la primogenitura a pesar de una orden divina que
decía lo contrario, y por lo tanto Dios permitió que fuera engañado (ver 1 Sam.
28: 6; 1 Rey. 14: 1-6; Hech. 5: 1-11).
27.
Y le bendijo.
La bendición misma, al igual que otras
declaraciones similares (Gén. 49; Deut. 33), está concebida en el estilo poético
hebreo. Consiste en cláusulas paralelas cuyo estilo y cuya gramática son
peculiares de la poesía. El aroma del campo y del bosque sobre los vestidos que
llevaba Jacob sugirió a la mente del patriarca un cuadro de la futura
prosperidad de su hijo. Isaac parecía verlo en posesión de la tierra prometida y
disfrutando plenamente de sus bendiciones acompañantes. Se hace mención especial
del "rocío del cielo" porque en los países orientales, donde llueve tan poco, el
rocío es indispensable para el crecimiento de los frutos de la tierra. Se lo
menciona con frecuencia como una fuente de bendición (Deut. 33: 13, 28; Ose. 14:
5; Zac. 8: 12).
29.
Sírvante pueblos.
Jacob había de ser preeminente no sólo sobre sus hermanos, y en el
sentido más amplio sobre todos sus parientes, sino sobre los pueblos extranjeros
también. Esta bendición abarca el concepto del dominio universal que
indudablemente fue el plan original de Dios para Israel (Deut. 4:6; 28: 10; 2
Crón. 9: 22, 23; Sal. 126: 3; Zac. 2:11; 8: 22, 23; 14: 16; PVGM 232).
32.
¿Quién eres tú?
Apenas Jacob había recibido
la bendición y dejado a su padre, Esaú regresó. La sorpresa debe haber sido
agobiadora para Isaac. Pero, indudablemente, vio en el incidente la intervención
de la Providencia y llegó a la conclusión de que cualquier otra tentativa de su
parte para actuar en contra de la voluntad de Dios sería inútil. Sabía que no
podía hacerlo. Por lo tanto, no estuvo dispuesto a retirar la bendición de Jacob
ni a maldecirlo. Isaac debe haber comprendido su propia responsabilidad por la
triste situación. ¿Porqué echaría la culpa a Jacob? Así como Esaú había actuado
independientemente de sus padres en la elección de una esposa, así también Isaac
había actuado independientemente de Dios al tratar de elegir su heredero. Al
igual que Balaam, Isaac se encontró impotente para retirar la bendición de Dios
de aquel destinado a recibirla (Núm. 22: 35; 23: 8, 11, 12).
36.
Bien llamaron su nombre Jacob.
En cuanto al significado del nombre de Jacob ver com. de cap. 25: 26.
Esaú se quejó amargamente de que ahora Jacob lo había engañado dos veces. Es
cierto que él, Esaú, había vendido su primogenitura a Jacob; pero ahora,
demasiado tarde, reconocía su necedad. Ahora vio que realmente era un robo la
forma en que Jacob se aprovechó de él.
38.
¿Una sola bendición, padre mío?
Ciertamente, Dios tiene
un número ilimitado de bendiciones que está dispuesto a prodigar con mano
generosa. Si Esaú hubiera comprendido que su carácter defectuoso lo
descalificaba para recibir la bendición, y que podría ser suya únicamente
cambiando de actitud, en tal caso las bendiciones de Dios a Abrahán e Isaac
podrían haber sido suyas también (ver Jer. 18: 7-12). Pero Esaú no pensaba en
esto cuando habló. Anhelaba la bendición sin ninguna intención de aceptar las
obligaciones que la acompañaban. Como el hijo mayor de la parábola del hijo
pródigo, celosamente se oponía a que ese favor fuera otorgado a su hermano menor
(Luc. 15: 29).
Alzó Esaú su voz, y lloró.
En respuesta a la
súplica posterior de Esaú: "Bendíceme también a mí", Isaac repitió en su esencia
la bendición pronunciada sobre Jacob y le dijo a Esaú que no podía hacer nada
más por él. Cuando aun su padre, su mejor amigo, parecía volverse contra él,
finalmente Esaú volvió en sí y comprendió lo tremendo de su completo rechazo de
parte de Dios. Sus lágrimas expresaron pesar por su pérdida, pero no por la
conducta que había hecho inevitable la pérdida. Sus lágrimas no tuvieron valor
porque no era ya capaz de arrepentirse verdaderamente (Heb. 12: 17). Como un
abismo insondable, su carácter imperfecto se levantaba entre él y la comprensión
de lo que ahora le parecía de valor incomparable (ver Jer. 8: 20; Luc. 16: 26;
PVGM 215).
39.
Su padre habló.
Conmovido por el patético lamento de su amado hijo Esaú, Isaac accedió a
su apasionada petición. Una vez más habló Isaac, quizá por inspiración, esta vez
en cuanto a la suerte futura de Esaú. Sin embargo, este pronunciamiento no es
llamado una "bendición". En realidad era una maldición modificada.
Tu
habitación.
Literalmente: "Tu habitación será [procederá de, min ] la
grosura de la tierra, y del rocío del cielo". La "bendición" de Esaú parece
substancialmente una repetición de la bendición temporal dada a Jacob.
Ciertamente hay algunas variaciones importantes, tales como la omisión de
"abundancia de trigo y de mosto" y del nombre de Dios.
Sin embargo, la
preposición "de", min , también significa "lejos de". En ese caso lo que quiso
decir Isaac sería: " "Lejos de la grosura de la tierra será tu morada, y lejos
del rocío que baja del cielo" " (BJ), lo que significa que en contraste con la
tierra de Canaán, el hogar de los edomitas sería una región estéril. Una
traducción tal no sólo está de acuerdo con la construcción del hebreo sino que
se ajusta mucho mejor al contexto y a los hechos de la historia: (1) Es una
descripción adecuada de la sequedad y el carácter desértico de Idumea, el hogar
de los descendientes de Esaú. (2) Concuerda con la declaración de Isaac de que
toda bendición ya había sido conferida a Jacob y de que no podía retractarse
(vers. 33, 37). (3) Explica el uso de las palabras "grosuras" y "rocío", que
aquí describen un estado de cosas precisamente opuesto del que se había
declarado que sería la parte de Jacob (vers. 28). Es cierto que esta
interpretación usa la preposición min del vers. 39 en forma diferente de la del
vers. 28. Sin embargo, la fraseología distinta de los versículos sugiere que en
el vers. 39 Isaac está haciendo un hábil juego con esas palabras. El hecho de
que Isaac aquí no mencione el nombre de Dios quizá indique que su
pronunciamiento lo hacía con su propia autoridad y no por inspiración, a
diferencia del caso de Jacob.
40.
Por tu
espada.
La forma de vida y la ocupación de los edomitas se adaptaron
bien a su país. Esta predicción encontró su cumplimiento en la disposición fiera
y belicosa de los edomitas, que se ganaban el sustento cazando y controlando por
la fuerza las rutas del comercio.
A tu hermano servirás.
La
promesa hecha a Esaú permitía vislumbrar una lucha perpetua, y no del todo
ineficaz, para liberarse de Jacob. Fue una repetición de la predicción divina
hecha antes de su nacimiento (cap. 25: 23). La historia de Edom principalmente
narra su servidumbre bajo Israel, las revoluciones contra Israel y la
reconquista hecha por Israel. Para comenzar, después de un largo período de
independencia, los edomitas fueron derrotados por Saúl (1 Sam. 14: 47), y más
tarde fueron subyugados por David (2 Sam. 8: 14). A pesar de su intento de
revuelta contra Salomón (1 Rey. 11: 14-22), quedaron sometidos como súbditos del
reino de Judá hasta el tiempo de Joram cuando se rebelaron (2 Rey. 8: 20-22).
Fueron sometidos otra vez por Amasías (2 Rey. 14: 7-10; 2 Crón. 25: 11-14), y
permanecieron en sujeción bajo Uzías y Jotam (2 Rey. 14: 22; 2 Crón. 26: 2). El
control de Elat, a la entrada del golfo de Akaba, equivalía al control de todo
Edom. No fue sino hasta el reinado de Acaz cuando los edomitas sacudieron
permanentemente el yugo de los reyes de Judá (2 Rey. 16: 6; 2 Crón. 28: 16, 17).
Sin embargo, a la larga fueron conquistados completamente por Juan Hircano, por
el año 126 AC, compelidos a aceptar la circuncisión y absorbidos en el Estado
judío (Josefo, Antigüedades xiii. 9. 1; xv. 7. 9). En un período todavía
posterior, mediante Antipater y Herodes, una dinastía idumea gobernó a Judea,
con la bendición de Roma.
Así pues, las predicciones de Isaac acerca de
sus dos hijos fueron cumplidas exactamente (Heb. 11: 20). La bendición sobre
cada hijo constituyó una profecía. Aunque Isaac fue engañado cuando habló acerca
de Jacob, sin embargo lo que dijo fue inspirado, y Jacob continuó siendo
bendecido (Gén. 27: 33). Esto no indica que Dios aprobara el engaño, pues el
Eterno no depende de trampas para cumplir su voluntad. Dios no ordenó el engaño,
lo encauzó. La bendición vino sobre Jacob no debido al engaño, sino a pesar de
él.
Tanto los padres como los hijos estaban todos equivocados, y cada
uno sufrió el resultado a su manera. Los que perpetraron el engaño fueron
separados inmediatamente y para siempre. Rebeca se vio obligada a enviar a su
amado hijo lejos del hogar de su padre a una tierra extranjera para no verlo
nunca más. Jacob sufrió 20 años de exilio por su pecado contra su hermano y su
padre, y durante ese lapso él mismo, repetidas veces, fue engañado y chasqueado.
Además salió de su hogar en una completa indigencia. Isaac, debido al éxito de
la estratagema de Jacob, fue castigado por persistir en su preferencia por Esaú
a pesar de la voluntad revelada de Jehová. Había de quedar separado del hijo a
quien había pasado por alto y había de tener delante de sí siempre el ejemplo
impío del hijo a quien había mimado tan ciegamente. Por su desprecio de Dios y
las cosas religiosas, Esaú perdió para siempre los privilegios de dirigir la
familia como primogénito. Y a través de todos los tejes y manejes de los planes
y las pasiones de los hombres, fue realizado el propósito de Dios.
41.
Los días del luto de mi padre.
La desesperación de Esaú pronto se convirtió en un odio mortal hacia su
hermano, pero por respeto a su padre decidió evitarle a éste el dolor y la
vergüenza del propuesto acto de fratricidio. Pensando que la enfermedad de su
padre lo haría morir pronto, pospuso sus planes de asesinato. Por supuesto, él
no sabía que su padre se curaría y viviría 43 años más.
43.
Huye a casa de Labán.
Quizá, en términos generales,
Esaú era popular entre los siervos de Isaac. Había otros que también conocían su
plan. Cuando Rebeca fue informada por uno de ellos de las intenciones de Esaú,
aconsejó a Jacob que se fuera en un exilio voluntario por "algunos días",
pensando que el carácter vacilante de Esaú le provocaría un cambio de corazón.
Además, al huir, Jacob tácitamente admitiría su error y dejaría indudablemente a
Esaú en posesión de la propiedad de su padre en el tiempo cuando muriera Isaac,
lo que se pensaba que era inminente.
45.
¿Por qué seré privada?
Si Esaú mataba a Jacob, entonces
el pariente más cercano de éste, conforme a la costumbre, estaba obligado a
matar a Esaú. Quizá Esaú razonó que su popularidad en el campamento lo
protegería de tal eventualidad, particularmente después de la muerte de su
padre.
46.
Fastidio tengo.
A fin de
obtener el consentimiento de Isaac para su plan, sin herir su corazón contándole
las intenciones asesinas de Esaú, ella basó su propuesta en una razón
enteramente diferente y legítima. Isaac consintió prestamente porque él, al
igual que Rebeca, estaba dolido por las esposas de Esaú (cap. 26: 34, 35).
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-46 PP
178-182; SR 88, 89
1-4 PP 178
6 SR 88
6-8, 30 PP 178
31-34 PP 180
34 CC 21
34-41 CH 110
36 Ed 142; PP
180
41-43 Ed 142; PP 182, 242; SR 89
CBA Génesis
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