Comentario Bíblico Adventista Isaías 5
Comentario Bíblico Adventista
Isaías Capítulo 5
1.
Ahora cantaré.
En algunas ocasiones Isaías profetiza desastres; en otras, esperanza. Se expresa con palabras tiernas y afectuosas; luego, con palabras de ira y furor. En el cap. 1:10 se dirige a los caudillos de Jerusalén llamándolos "príncipes de Sodoma", y al pueblo lo denomina "pueblo de Gomorra". En este pasaje se presenta ante Israel como un trovador que entona una canción patriótica para deleite de su pueblo. Compárese esto con muchos de los salmos de David y el Cantar de los Cantares (ver Amós 6: 5).
Cantaré por mi amado.
A semejanza de otros profetas, Isaías fue un
consumado poeta que presentó muchos de sus mensajes en forma de cantos y poesías
(cap. 6: 10-13; 9: 2-21; 10: 1-11, 13-19, 28-34; 11: 1-9, 12-16; 12; 13: 2- 22;
14: 4-21, 24-32; 15; 16: 1-11; 17: 1-6, 10-14; 18; 19: 1-15; 21: 1-15; 22: 1-8;
etc.).
Mi amado.
El "amado" dueño de la viña era Dios. La viña
era la nación de Israel (Sal. 80: 8-16; Mat. 21: 33-41).
Ladera fértil.
La "ladera fértil" era la tierra de Canaán; en forma particular,
posiblemente se refiere a Jerusalén.
2.
La
había cercado.
Mejor, "la cavó" (BJ, NC). En hebreo bíblico, la palabra
'azaq , traducida "cercado", significa "cavar". La traducción "cercar" viene del
hebreo postbíblico. Sin embargo, del contexto se deduce que también la viña
tenía "cerca" o "vallado" (Isa. 5: 5; cf. Mat. 21: 33) en torno de ella. Dios
colocó un cerco protector en derredor de su pueblo para resguardarlo. Su
ubicación en la altiplanicie central de Palestina, lejos del con tacto inmediato
con las naciones vecinas, constituía una salvaguardia. La ley de Dios y 164 los
mensajes que el Señor envió por medio de sus profetas tenían el propósito de
preservarlo del mal.
Despedregado.
Es posible que las piedras
quitadas representen a los pueblos autóctonos del país, con su religión
idolátrica y sus costumbres impías.
Vides escogidas.
Representan
al pueblo de Israel, cuidadosamente escogido por Dios mismo (vers. 7).
Una torre.
La torre representa el templo (DTG 547).
Un
lagar.
Puede interpretarse que se refiere a instituciones como las
escuelas de los profetas, medios dispuestos por Dios para inculcar virtudes
tales como rectitud, justicia, honradez y pureza.
Uvas.
Se
plantó la viña con el propósito de que diera fruto; propósito que también se
tuvo al plantar la higuera de la parábola de Luc. 13: 6-9 (cf. Mat. 21: 19, 34).
Las uvas representan el fruto del carácter, reflejo del carácter divino que
Israel había de exhibir ante el mundo (ver pp. 29-32).
Uvas silvestres.
En vez de producir los frutos del Espíritu, Israel produjo los frutos de
la carne (Gál. 5: 19-23). Acciones crueles e injustas, fraude y engaño,
intemperancia e inmoralidad, menosprecio de los derechos de los pobres y
oprimidos, el aprovecharse de viudas y huérfanos, tales eran los males que los
profetas constantemente reprendían; estas son las "uvas silvestres" que se
mencionan aquí.
3.
Varones de Judá.
Isaías sigue dirigiéndose a los hombres de Judá y de Jerusalén (cap. 1:
1; 2: 1; 3: 1; 4: 3-4), los cuales profesaban ser el pueblo de Dios. El canto de
la viña, como tal, ya ha concluido, y el Señor, el "amado" de este canto, se
dirige a su pueblo por medio del profeta.
Juzgad.
Se pide a Sión
que emita sentencia sobre sí misma (cf. Mat. 21: 40-41). Otra vez Dios invita a
su pueblo a estar a cuentas con él (Isa. 1: 18). Este pedido es justo, y sin
lugar a dudas los judíos deberán admitir la justicia divina -como también la
culpabilidad de ellos- si consideran los hechos con equidad.
4.
¿Qué más se podía hacer?
Con
frecuencia una pregunta es la forma más efectiva de hacer comprender una verdad.
Mediante esta penetrante pregunta Isaías deja en claro que el Señor ha hecho
todo lo que podía haberse hecho en favor de Israel. Le proporcionó todo lo
necesario para que desarrollara un carácter que se pareciera al carácter divino.
La culpa del fracaso sólo podía tenerla Israel mismo (ver pp. 32-36).
5.
Quitaré su vallado.
Dios
quitaría su mano protectora de sobre su pueblo para permitir que sus enemigos lo
saquearan y lo esparcieran. Como resultado de la transgresión, la viña habría de
convertirse en un sitio desolado.
6.
Haré
que quede desierta.
No fue Dios mismo quien destruyó a Israel, sino que
él le retiró su protección, y permitió que entraran los enemigos externos: en
ese momento Asiria, y después Babilonia y Roma, para que se cumpliera la
voluntad divina (ver com. 2 Crón. 18: 18; 22: 8). Más tarde Isaías dice que el
Señor haría de Asiria "vara y báculo" de su "furor" y de su "ira" para castigar
a Israel (cap. 10: 5-7).
No será podada ni cavada.
Si una viña
ha de producir fruto, es necesario que se la cuide. Si no se la poda ni cultiva,
finalmente se deteriorará y se convertirá en un lugar desolado. La cesación de
la poda y de la cavadura indica la supresión de los medios proporcionados por
Dios para el cultivo moral y espiritual (cf. Luc. 13: 8; Juan 15: 2).
El
cardo y los espinos.
La que una vez fuera viña floreciente se
convertiría en un lugar desierto y abandonado. En vez de uvas, sólo produciría
espinos y cardos. El cielo le negaría su bendición; la tierra se tornaría árida
y estéril. Es Dios quien imparte vida y bendición (Sant. 1: 17). Cuando retiene
sus bendiciones, se produce la desolación y la muerte.
7.
La viña.
Dios no deja ninguna incertidumbre en cuanto
al significado del mensaje que dirige. La aplicación específica de este mensaje
a la nación apóstata recuerda la incisiva reprensión de Natán cuando le dijo a
David: " "Tú eres aquel hombre" " (2 Sam. 12: 7), y el severísimo reproche de
Jesús a los judíos: " "El reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a
gente que produzca los frutos de él" " (Mat. 21: 43).
La casa de Israel.
Aunque la misión de Isaías estaba dirigida en primer lugar al reino de
Judá, algunos de sus mensajes se aplicaban igualmente al reino de Israel. La
parábola de la viña correspondía a Judá en primer término (vers. 3), pero el
mensaje de reprensión y la advertencia del inminente desastre eran tanto para
Israel como para Judá. Frecuentemente se emplea el término "Israel" para
designar a la nación de Judá 165 (Isa. 1: 3; 4: 2; 8: 18; 31: 6; Miq. 1: 14; 3:
1; 6: 2). Pero el hecho de que aquí se mencionen tanto "la casa de Israel" como
los "hombres de Judá", parece indicar que el mensaje se aplicó a ambas naciones.
Si en este pasaje "Israel" designa al reino del Norte, esta profecía fue
pronunciada antes de 722 a. C. cuando este reino cayó. Aunque la mayor
preocupación de Isaías era Judá, resulta muy comprensible que un profeta de Dios
de vez en cuando echara un vistazo profético al vecino que estaba al norte de
Judá, en su hora crítica, cuando ya se acercaba a su fin.
Esperaba
juicio.
"Justicia" " (BJ). Dios esperaba que su pueblo practicara
justicia, pero en cambio vio derramamiento de sangre, injusticia y opresión por
dondequiera.
Clamor.
"Alaridos" (BJ). El "clamor" " provenía de
los que sufrían opresión o cuya sangre inocente estaba siendo derramada (cf.
Gén. 4: 10; Deut. 24: 15; Sant. 5: 4; Apoc. 6: 9-10). El trato recíproco de los
justos no provoca estos clamores en procura de ayuda, clamores que deben
ascender hasta el cielo.
8.
¡Ay!
En
este punto Isaías comienza la enumeración de una serie de desgracias que
sobrevendrían a Israel como resultado de las faltas que se mencionan
específicamente en relación con cada desgracia. Esas faltas son las "uvas
silvestres" del vers. 2. No se pueden detallar todos los pecados del pueblo;
sólo se nombran los más característicos en esa época de impiedad.
Juntan
casa a casa.
Este cuadro gráfico representa el pecado de la codicia y la
ambición. Dios originalmente quiso que Israel fuera una nación de pequeños
propietarios de tierras. Para evitar la formación de latifundios, instituyó el
año del jubileo (Lev. 25: 13; 27: 24) y la ley que permitía que la mujer
heredara propiedades (Núm. 27: 1-11; cf. 33: 54; 36). Pero esas disposiciones
habían sido desatendidas, y en vez de haber muchos pequeños propietarios, se
había formado una clase acaudalada de terratenientes, y otra, la clase de los
trabajadores pobres que no tenían propiedades. Mucha gente había quedado
reducida a una virtual esclavitud. Otros, que no podían considerarse como
esclavos, se veían obligados a pagar arriendos o alquileres exorbitantes.
Miqueas, contemporáneo de Isaías, también condenó este mal (Miq. 2: 2).
Solos en medio de la tierra.
Los ricos intentaban monopolizar la
economía, desinteresándose del bienestar del pueblo en general. Se preocupaban
exclusivamente de sus propios intereses. Ni siquiera les importaba si los pobres
desaparecían por completo. La situación rápidamente se acercaba al punto en que
los pobres habrían de perder lo poco que les quedaba, y sólo los acaudalados se
beneficiarían con los productos de la tierra.
9.
Muchas casas.
Los que desposeían a sus vecinos a fin de
incrementar su propio patrimonio, no podrían gozar por mucho tiempo de los
resultados de sus medidas opresivas. En vez de hallar prosperidad y felicidad,
encontrarían pobreza y ruina nacional. Las cosas llegarían a tal punto, que las
propiedades hermosas y grandes quedarían deshabitadas, sin que nadie las
atendiera.
10.
Diez yugadas.
Es
decir, diez veces el terreno que se podía arar en un día con una yunta de
bueyes. El "bato" equivalía a 22 litros (ver t. I, pp. 175-176). Esto es, la
tierra prácticamente no daría cosecha.
Homer.
Un homer (220
litros) de semilla no produciría más que un efa (22 litros) de cosecha. En vez
de que se produjera un aumento, la cosecha daría mucho menos de lo que se había
sembrado. Se describe aquí una situación de decadencia y ruina total.
11.
La embriaguez.
El segundo
pecado de la lista es la embriaguez y la intemperancia. El profeso pueblo de
Dios era adicto a las bebidas fuertes. Se levantaban temprano a fin de tener más
tiempo para beber. Muchos pensaban sólo en la bebida, desde la mañana hasta la
noche (Isa. 22: 13; 28: 17; Ose. 4: 11; Amós 6: 6).
12.
Arpas.
La lista de instrumentos incluye: lira, arpa,
tambor de mano y flauta doble (ver t. III, pp. 32-41). La música desempeñaba un
papel importante en sus orgías (Amós 6: 5-6). En vez de ser empleada para gloria
de Dios, la música se convirtió en un arma poderosa en manos del enemigo para
arruinar el alma.
No miran.
La conciencia de esos glotones se
había cauterizado a causa de sus desenfrenadas y turbulentas orgías; la verdad y
la justicia habían sido olvidadas, y los corazones estaban expuestos a todo tipo
de mal. La pasión había reemplazado al amor. La violencia y el terror habían
tomado el lugar de la justicia.
13.
Fue
llevado cautivo.
Si bien el pueblo de Israel no fue llevado cautivo por
los asirios hasta el año 723/722 a. C., el profeta 166 habla como si el
cautiverio ya fuera un hecho consumado.
No tuvo conocimiento.
El
pecado es necedad. Los que pecan habitualmente demuestran que no son sabios,
sino necios. El pecado paga dividendos, pero no de prosperidad, paz y honra,
sino de ignominia, angustia y muerte. El que escoge el pecado, escoge la muerte.
Con claridad, y repetidas veces, Dios había indicado cuál sería el resultado de
la transgresión. Además, la experiencia pasada con frecuencia había demostrado
cuál era el terrible fruto de la desobediencia. En este momento, al persistir en
su impiedad, el pueblo de Israel y de Judá revelaban su total falta de
"conocimiento", con lo que se acarrearon su propia destrucción. Fueron
destruidos porque les "faltó conocimiento", porque desecharon el conocimiento
(Ose. 4: 6).
14.
Ensanchó su interior el
Seol.
El Seol (Heb. she'ol ) es la morada simbólica de los muertos (ver
com. 2 Sam. 12: 23; 22: 6). Se "ensanchó" para dar cabida al gran número de
personas que llegaban del mundo de los vivos.
La gloria de ellos.
Los nobles de Jerusalén, las multitudes del pueblo, todos los que se
gloriaban en la pompa de ese momento y se complacían en sus iniquidades, todos
descenderían igualmente a la destrucción.
15.
El hombre será humillado.
Cf. cap. 2: 9, 11, 17.
Personas de todas las clases sociales, tanto los pequeños como los grandes,
serían humillados. La destrucción venidera no perdonaría a ninguno.
16.
Será exaltado en juicio.
Es decir, Dios
sería honrado y vindicado por sus actos de justicia. El resultado final del
pecado es la humillación, pero a la larga la justicia y la rectitud traen honra
y gloria. El Señor procede de tal modo que es honrado y glorificado ante todo el
universo.
Santificado con justicia.
" "El Dios Santo muestra su
santidad por su justicia" " (BJ). El trato justo de Dios para con los hombres
demuestra la santidad de su carácter. El carácter del pueblo de Dios ha de
asemejarse al del Señor. Israel había perdido de vista el hecho de que Dios es
santo, y en consecuencia no había comprendido ni la importancia ni el
significado de la justicia. Consciente del excelso carácter de Dios, Isaías
sentía una preocupación constante porque Israel llegara a ser también un pueblo
santo y justo. Siempre mantuvo delante de ellos este ideal.
17.
Según su costumbre.
También
puede traducirse: "en su pastizal" (BJ, NC) (ver Eze. 34: 11-15). Se presenta al
Israel restaurado como corderos que son apacentados juntos en paz y felicidad.
Y extraños devorarán.
El hebreo del resto del vers. 17 no es
claro. La traducción "entre las ruinas gordos cabritos ramonearán" (BJ) se basa
en la traducción de la LXX, y concuerda con el contexto. Según esta traducción,
las tierras que ahora estaban desoladas serían transformadas en pastizales donde
los animales domésticos pastarían juntos en paz.
18.
Traen la iniquidad.
El tercer ay se dirige a los que
persisten en sus malas acciones, a pesar de estar perfectamente conscientes de
lo que hacen. Por su propia voluntad se han ligado con cuerdas a sus
iniquidades, por así decirlo, y en su maldad resisten cualquier influencia que
pudiera libertarlos (cap. 61: 1).
Coyundas de carreta.
Una
coyunda o cuerda de carreta es más gruesa y más fuerte que una cuerda común, y
representa una rebeldía más acentuada que hace que los impíos estén ligados a
sus pecados con lazos imposibles de romper. Por haber persistido en el mal,
sellan su propio destino.
19.
Apresúrese.
Estos pecadores temerariamente desafían a Dios a que siga adelante con
lo que se propone hacer frente al espíritu perverso de ellos. Su rebeldía contra
Dios es muy evidente. Isaías constantemente señalaba cuán segura era la
inminente tragedia. El nombre de su segundo hijo, Maher-salalhasbaz (cap. 8: 3),
significa "el despojo se apresura, la presa se precipita". Este nombre había de
ser para Israel una señal de la inminencia de la ruina que con tanta frecuencia
el profeta predecía (cap. 8: 18). Pero el pueblo hacía oídos sordos a las
advertencias divinas. Ante los solemnes mensajes de Isaías acerca del inminente
castigo, respondían burlándose: "Que Dios apresure la destrucción de la cual tú
siempre hablas. Querríamos verla con nuestros propios ojos". Así provocaban su
propia destrucción. Compárese con Mal. 2: 17; 3: 13.
20.
A lo malo dicen bueno.
Aquel que persistentemente
resiste las advertencias que en su misericordia Dios envía, finalmente albergará
pensamientos tan perversos, que ya no podrá distinguir más entre el bien y el
mal. Sinceramente piensa que lo bueno es malo, y lo malo es bueno. Cuando la
perversidad llega a este punto, el castigo no puede demorar.
21.
Sabios en sus propios ojos.
Confiados en que saben más que Dios, estos perversos impenitentes " "se
envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido" " (Rom.
1: 21; ver DTG 184). Su pretendida sabiduría es necedad consumada (Rom. 1: 22).
El mando está lleno de personas que desprecian a los que creen en Dios y
obedecen su Palabra. Encuentran defectos en todo lo que Dios ha hecho y en todo
lo que se propone hacer. Las personas de esta clase son las que hoy provocan su
propia desdicha y la del mundo que las rodea. Lo que esta gente necesita es
atender las sublimes palabras del salmista: "Estad quietos, y conoced que yo soy
Dios" (Sal. 46: 10).
22.
Valientes para
beber vino.
Este ay es similar al que se pronunció en los vers. 11-12
contra los que son dados a la bebida. Pero en esos versículos el ay simplemente
se dirige a un grupo de libertinos bebedores. Este ay muestra la relación entre
la bebida y las injusticias enumeradas en el vers. 23, las cuales resultan de la
bebida. Estos hombres son "valientes" para beber y valientes también para
practicar iniquidades.
23.
Justifican al
impío.
Es decir, " "absuelven al malo" " (BJ). Para ellos lo correcto no
significa nada. Están dispuestos a disculpar a los más impíos con tal de sacar
provecho propio. Si se los soborna, declaran culpable al justo e inocente al
impío. Carecen de escrúpulos morales. Viven fastuosamente, y no se detienen ante
nada para conseguir los recursos que necesitan. Un país cae en un estado
deplorable cuando la justicia está en manos de este tipo de personas.
24.
La llama devora la paja.
Mejor,
" "el heno en llamas se derrumba" (BJ). El rollo 1QIsª (ver t. I, p. 35; t. IV,
p. 128) dice "como fuego llameante se hunde". Esto se asemeja a la traducción de
la LXX: " "Es quemado junto por llama inextinguible" .
Podredumbre.
Esta gente es sumamente corrupta, y perecerá en su propia corrupción.
Así como el pasto seco se incendia y queda reducido a cenizas, así ellos serán
consumidos.
La ley de Jehová.
Terribles son los resultados que
siguen al rechazo de la ley de Jehová (ver CS 643), porque sin ella no hay forma
de saber qué es lo bueno y qué es lo malo. Por haber dejado a un lado la ley de
Dios, este pueblo se hundió de tal modo en la iniquidad, que llegó a participar
en las prácticas escritas en los vers. 8-23.
Abominaron la palabra.
La Palabra de Dios siempre es verdadera y justa. Pero el pueblo
despreció esa santa Palabra (ver com. vers. 21). Cuando el hombre procede así,
hay poca esperanza para él.
25.
El furor de
Jehová.
Ver com. Juec. 2: 20; 2 Rey. 13: 3; 17: 11. Es algo terrible
suscitar el furor del Señor. El Señor Dios es " "misericordioso y piadoso; tardo
para la ira, y grande en misericordia y verdad" " (Exo. 34: 6). Ama tiernamente
al pecador, pero es pleno su aborrecimiento del pecado. No dará por inocente al
culpable. No puede hacerlo y seguir siendo consecuente con su propio carácter,
mientras la persona culpable no se arrepienta de sus malos caminos. Cuando la
iniquidad traspasa el límite, más allá del cual no hay esperanza, la paciencia
divina cesa, y comienza el ministerio de la ira (2JT 63; 3JT 281- 283). Cuando
Isaías presentó su mensaje, la iniquidad de Israel casi había llegado a este
punto.
Se estremecieron los montes.
Posiblemente se refiera a
algún terrible terremoto que causó gran destrucción y fue considerado como tan
castigo de Dios. Un terremoto de esta envergadura parece haber ocurrido durante
el reinado de Uzías, posiblemente durante la última parte de su reinado, pocos
años antes de su muerte. Tal vez sea éste el terremoto poco antes del cual fue
llamado el profeta Amós (Amós 1: 1). El recuerdo de este terremoto estaba aún
vivo en la memoria de la gente cuando Isaías presentó este mensaje.
Fueron arrojados en medio de las calles.
Mejor, "yacían como
basura en medio de las calles" (BJ). Cuando ocurrió el terremoto, muchos huyeron
a las calles, donde murieron, y quedaron esparcidos sus cadáveres.
Su
mano está extendida.
Para seguir castigando (cap. 9: 12, 17, 21; 10: 4).
Con referencia a la cesación de la ira divina, ver Sal. 85: 4; Isa. 12: 1; Ose.
14: 4. En relación con la mano extendida para herir y destruir, ver Exo. 3: 20;
9: 15; 2 Sam. 24: 16; Isa. 14: 27.
26.
Pendón.
Heb. nes , "pendón", "estandarte", "señal". En
la antigüedad el medio más rápido de transmitir un mensaje era por medio del
fuego y el humo, que podían verse de un cerro a otro. Dios anuncia que del mismo
modo hará saber su mensaje a las naciones. Este antiguo medio de comunicación
proporcionó a Isaías una figura que empleó 168 con frecuencia (cap. 11: 10, 12;
13:2; 18:3; 49:22; 62:10). El "pendón" divino podría ser una señal en la tierra
o en el cielo. Era cualquier mensaje que el Señor enviara, ya fuese por medio de
mensajeros angélicos o humanos, por fenómenos naturales, o por cualquier otro
medio que quisiera emplear para hablar al corazón de los hombres. Cuando Dios
hable a las naciones, responderán enviando sus ejércitos a la guerra (cap. 5:
26-30). En este caso Isaías se refiere específicamente a los asirios, que pronto
habrían de invadir Palestina (cap. 10: 5-7).
Silbará.
Así como
el "pendón" sería una señal visible, el "silbido" sería una señal audible. Las
naciones entenderían las dos señales, y responderían prestamente a la llamada
del Señor.
27.
No habrá entre ellos
cansado.
En los vers. 27-30 se presenta el cuadro de un ejército que
avanza con rapidez (cf. cap. 10: 28-33). El ejército avanza en perfecto orden
para cumplir su misión señalada. Nada lo impedirá. Compárese esto con la forma
en que Dios impidió el ataque de los egipcios cuando éstos avanzaban en contra
de la voluntad divina (Exo. 14: 23-25).
Entre ellos.
Esta frase
no aparece ni en la LXX ni en el rollo 1QIsª de los Manuscritos del Mar Muerto
(ver t. I, p. 35; t. IV, p. 128).
28.
Sus
saetas estarán afiladas.
El ejército está dispuesto para la batalla. Sus
armas están afiladas; sus caballos, en condiciones para realizar el difícil y
largo viaje; las ruedas de los carros giran como torbellinos.
29.
Su rugido.
O sea, su grito de
guerra. El ejército se aproxima como león: fiero, temerario, fuerte y decidido.
La presa no se ha de escapar. Dios le ha dado a este ejército sus órdenes de
marcha, y el propósito divino se habrá de cumplir.
30.
Bramará.
En este versículo el profeta emplea otra
figura de lenguaje. Compara el avance de los asirios con las aguas de una
inundación que arrasa con todo y deja desolación y ruina a su paso (cf. cap. 8:
7-8).
He aquí tinieblas de tribulación.
El bramido del mar es
acompañado de la oscuridad y el terror de la tempestad.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE
1-2 CS 22;
PR 12; PVGM 199, 267
2 PVGM 199
3-7 HAp 13; PR 14; PVGM 273
4 CS 22; DTG 547; 2JT 54, 81; PVGM 202,
280; SC 5O; 1T 510; 5T
117
7 PR 13, 525; PVGM 199, 268, 280; 8T 114
8, 11-12 PR 227
11-13 8T 114
20 CS 204, 243, 613; HAp 344; 2JT 141;
MC
267; MeM 89; OE 279; PR 133; 1T 332; 3T 207; 5T 62
20-21 PP 375; 8T 114
22 PR 227
22-24 MC 267
23-24 PP 375
24 8T 97,
115
CBA Isaías
COMENTARIO BÍBLICO ADVENTISTA ISAÍAS
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